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domingo, 12 de junio de 2022

_- Por qué votaré a la izquierda

_- Ya sé que las encuestas son favorables a la derecha andaluza. Veo eufóricos a sus líderes porque se sienten a unos centímetros de mantenerse en el poder. Nadie cuestiona a su candidato porque será quien reparta puestos y prebendas. Yo votaré a la izquierda, estaré del lado de los hipotéticos perdedores y voy a explicar por qué.

Diré, antes de justificar el sentido de mi voto, que iré a votar. Creo que es una obligación ciudadana a la que no se debe renunciar. Ni todos los políticos son malos ni todos son iguales. El ejercicio de votar es el único que permite decidir quiénes van a tener la responsabilidad y el honor de gobernar a un pueblo. No votar es dejar las decisiones en manos del azar o de los demás. Y reconocer implícitamente que sería mejor que un caudillo o un salvador nos gobernase, sin necesidad de hacer elección alguna.

Votaré a la izquierda, aunque parezca torpe apuntarse al caballo perdedor. Y aunque parezca equivocado no sumarse al coro de alabanzas (unas, fundadas; otras, no), sobre lo que ha hecho la derecha en estos casi cuatro años. Quien oye al Presidente y al Vicepresidente, podría concluir que antes de llegar ellos al poder, solo había torpeza, estancamiento, clientelismo y corrupción. ¿No se hizo nada bien? ¿No se mejoró nada? ¿No se prosperó en nada? ¿Todos los gobiernos y todos los gestores socialistas fueron corruptos? ¿Cómo hemos sido tan tontos quienes hemos seguido votando a la izquierda una elección tras otra? ¿Cómo no vimos antes (y no vemos ahora) a los salvadores de Andalucía?

“Hemos hecho un esfuerzo”, “hemos destinado tantos millones”, “hemos creado tantos empleos”… Pues claro, no lo va a hacer la oposición sin tener presupuesto ni capacidad de decisión.

Le he oído decir al señor Feijoó que se puede ser socialista y votar al PP. ¿Le parecía tan razonable decir que se puede pertenecer al PP y votar al partido socialista o a Adelante Andalucía? Hágalo usted así, señor presidente, y actúe con el rigor de su propia lógica.

El Presidente Moreno Bonilla, a quien conocí siendo alumno de mi Facultad cuando él era vicedecano de alumnos y yo de profesorado, ha vuelto a visitar a la vaca Fadi. Una simpática broma. No me parece tan plausible hacerse una foto con el Rey para pedir el voto. Y creo que no hace falta explicar por qué.

El señor obispo de Huelva, en su homilía de la romería del Rocío, ha pedido el voto de la ciudadanía para la derecha. El prelado pide que los votantes tengan en cuenta las afinidades o incompatibilidades de los principios morales católicos. Muchas gracias por su consejo, Eminencia, me ha dado un nuevo argumento para votar a la izquierda.

He visto el debate de Televisión Española con los seis candidatos a la Presidencia. Es necesario informarse. Es obligatorio informarse. Escuchar a la paracaidista Olona desgranar su ideario, me dio otro nuevo argumento para votar a quien pienso votar. El contenido y el tono me asustaron: xenofobia, misoginia, homofobia… Lo peor de lo peor. La ultraderecha en estado puro. Como existe la posibilidad (yo diría la seguridad) de que si el PP necesita el apoyo de Vox, se lo va pedir, incluso para formar gobierno como ha pasado en Castilla-La Mancha, mi voto irá a la izquierda.

Sé que han existido en la política nacional, en la autonómica y en la local comportamientos torpes e, incluso, torticeros concebidos en la mente y salidos de las manos de políticos de izquierdas. Y he de decir que esos comportamientos me parecen deleznables en una democracia porque suponen un abuso de la confianza entregada por la ciudadanía. Comportamientos que me duelen más y desapruebo con más contundencia cuando se producen en la izquierda.

Voy a tratar de explicar las razones por las cuales depositaré mi confianza de nuevo en la izquierda. Es una obligación meter en la urna un voto argumentado, un voto racional.

Votaré a la izquierda porque, en todas las cuestiones esenciales de la vida, encarna lo que considero un ideario más elevado, más progresista, más cercano a los desfavorecidos, más abierto de mente, más sensible a los problemas de la sociedad. Concretaré.

Cuando se trata de defender la enseñanza pública o la sanidad pública, la izquierda se muestra más sensible, más cercana a una concepción del sistema educativo de calidad para todos y para todas. La escuela pública y la sanidad pública es para la izquierda la causa de la justicia.

Cuando se dirime la cuestión de lo público y lo privado, la izquierda se muestra más preocupada por quienes no tienen nada o tienen poco y rehúye la filosofía de que quien tenga dinero tendrá enseñanza, quien tenga dinero tendrá sanidad, quien tenga dinero tendrá seguridad, quien tenga dinero tendrá transporte… La derecha, cuando puede, privatiza.

Cuando se trata de separar el poder de la Iglesia y del Estado, la izquierda está por la labor de que cada poder mantenga su parcela sin interferencias de la Jerarquía en la ordenación de la vida y costumbres de la ciudadanía.

Cuando se procede a repartir los bienes, abundantes o escasos, tiene una mayor sensibilidad para los desfavorecidos, para los pobres, para quienes Paulo Freire denominaba “los desheredados de la tierra”.

Cuando se legisla sobre el aborto es más sensible con la decisión de las mujeres. Y no manipula la realidad con frases huecas y consignas tramposas. Nadie está a favor de la muerte. Me gustaría saber cuántos votantes de la derecha, indignados contra la ley del aborto, han acudido luego a practicarlo a escondidas.

Cuando se trata de defender los derechos de los homosexuales, de las lesbianas, de los transexuales…, está más cerca de quienes sufren que de quienes han ejercido la violencia homófoba durante siglos y de quienes siguen ejerciéndola ahora. Les reconoce su dignidad y sus derechos a emparejarse y a ejercer de padres y madres.

Cuando se revisa la historia, pretende recuperar el derecho de quienes fueron destruidos por la violencia y pasaron cuarenta años de silencio y de oprobio. Pretende reconocer derechos, no abrir heridas.

Cuando se plantean adhesiones o decisiones sobre la guerra, la izquierda es más reticente y, a la vez, más propensa a la negociación y a la palabra.

Cuando se proponen acciones sociales, la izquierda tiene más sensibilidad para atender a quienes tienen necesidades apremiantes, como ha sucedido en el caso de la Ley de dependencia.

Cuando se plantea la decisiva cuestión de la igualdad entre hombres y mujeres, la izquierda crea un Ministerio de Igualdad que es objeto de brutales descalificaciones y de inadmisibles bromas por parte de la derecha. La ultraderecha ni siquiera reconoce que exista la violencia de género. ¿Cuántas mujeres más tienen que morir cada día a manos de sus parejas para que abran los ojos? La violencia de género no llama asesinos a los hombres, llama asesinos a los hombres que matan a sus mujeres.

Cuando hay conflictos laborales está más cercana a los trabajadores que a los empresarios. Es decir, está más cerca de quienes tienen menos dinero y menos poder. Sin olvidar que si no va bien la empresa, nadie irá bien.

Cuando se legisló sobre el matrimonio, legalizó el divorcio, que hoy nos parece a todos un derecho sin el cual estaríamos condenados a mantener una relación desgraciada de por vida. La derecha, que se opuso, tiene entre sus militantes y admiradores, no pocos divorciados y divorciadas que rehicieron oportunamente sus vidas.

Lo mismo sucede con otras cuestiones de capital importancia: la eutanasia, el medio ambiente, la cadena perpetua, la gratuidad de la enseñanza… Es otro modo de ver la vida, de ver la sociedad. No es igual una posición que otra, como algunos sostienen.

Votaré a la izquierda. Sin decir por ello que de un lado estén los buenos y del otro los malos. No. No lo digo. Porque esa dicotomía es un grave error y una lamentable injusticia. Estoy convencido de que hay gobernantes y militantes de derechas que tienen la voluntad de conseguir una sociedad mejor. Lo que me separa de su ideología es que creo que es retrógada, insolidaria y despectiva con quienes piensan de otra forma.

Enhorabuena a quien gane. Aunque sería más certero poder felicitar a la sociedad por el hecho de que quien salga ganador garantice mejor la defensa de los intereses de todos y de todas en una sociedad más libre y más justa.

Fuente: El Adarve, blog de Miguel Ángel Santos Guerra.

sábado, 12 de febrero de 2022

¿Y si Vox destruye al PP?

A Vox le basta con sustraerle al PP el suficiente número de votos como para que resulte evidente que el PP no va a poder formar Gobierno. A partir de ese momento el PP iniciará su proceso de descomposición.

— CRÓNICA | Cómo adelantar elecciones sobrado de la vida para acabar luego de los nervios


La extrema derecha acaba imponiendo primero su discurso y después se impone electoralmente. Esto es lo que ha ocurrido en España en el espacio de lo que está a la derecha del PSOE desde el comienzo de la Transición.

En la fase inicial de la Transición parecía imposible que la extrema derecha representada por AP pudiera acabar imponiéndose a UCD. En las elecciones que se celebraron entre 1977 y 1980 la hegemonía de UCD en el espacio a la derecha del PSOE era rotunda. Estamos hablando de una diferencia de 167-168 escaños de UCD frente a 16-10 de AP en las elecciones generales de 1977 y 1979. De una diferencia del 30.63% de UCD en las elecciones municipales de 1979 frente al 2.99 de AP. De una diferencia en las elecciones vascas de 1980 de 8.52% y 6 escaños a favor de UCD, frente a 4.77% y 2 escaños a favor de AP. Y de una diferencia en las elecciones catalanas de 18 escaños de UCD por 0 escaños de AP.

Aunque las elecciones vascas y catalanas se celebraron después de que hubiera tenido lugar el referéndum de ratificación de la iniciativa autonómica del 28 F en Andalucía, en ellas no se notó todavía el impacto del resultado de dicho referéndum. Si lo haría en las elecciones gallegas de 1981, en las que AP obtiene 26 escaños y UCD 26, y en las andaluzas de mayo de 1982 en las que AP obtiene 17 y UCD 15. En las elecciones generales del 28 de octubre de 1982 AP obtendrá 107 escaños y UCD 11. La extrema derecha desplazaba definitivamente al partido de centro en el espacio político a la derecha del PSOE. Acabaría haciéndolo desaparecer, una vez transformado AP en el PP a partir de las elecciones de 1993. Un partido de extrema derecha en sus orígenes se quedaba con el monopolio de toda la representación de la derecha española.

¿Podemos estar asistiendo a un fenómeno parecido? Una vez que Vox está consiguiendo arrastrar al PP a su terreno ideológico, ¿no es razonable pensar que acabará siendo el principal partido de la derecha española también electoralmente? El PP necesita que la sociedad española lo reconozca como un partido de gobierno de España. Vox todavía no lo necesita. A Vox le basta con sustraerle al PP el suficiente número de votos como para que resulte evidente que el PP no va a poder formar Gobierno. A partir de ese momento el PP iniciará su proceso de descomposición. En el inmediato futuro y todavía más mirando un poco más lejos, el PP solo puede sobrevivir si la sociedad española lo reconoce como partido de Gobierno, aunque no lo sea en ese momento. En el momento en el que esa expectativa desaparezca, el PP habrá perdido su razón de ser.

En mi opinión, esto es lo más importante que está en juego en las dos elecciones que se van a celebrar en este 2022: las castellano leonesas este próximo domingo y las andaluzas a finales de la primavera o en el otoño. Si el PP acaba dependiendo de Vox en ambas comunidades, sus posibilidades de convertirse en partido de gobierno en las próximas elecciones generales habrán desparecido casi por completo.

No es un problema de si Casado puede seguir siendo presidente del PP y candidato a la presidencia del Gobierno. Es un problema de las siglas PP. Es el desmoronamiento de la formación política lo que puede estar en juego en estas dos convocatorias electorales. El inicio de un proceso paulatino que desemboca en un derrumbe catastrófico.

De momento está claro que el PP ha abandonado por completo el discurso de Pablo Casado en el debate de la moción de censura que presentó Santiago Abascal. De situar al PP en un terreno completamente distinto del de Vox y anunciar que no tenían nada que ver el uno con el otro, Pablo Casado está teniendo que comerse las palabras que pronunció ese día y volver al espacio ideológico perimetrado por Vox. Este movimiento de ida y vuelta casi sin solución de continuidad se convierte en un camino sin retorno. Quedándose quieto en su sitio Santiago Abascal ha arrastrado al PP a donde quería llevarlo.

Este domingo veremos hacia dónde apunta la representación política de la derecha española.

https://draft.blogger.com/blog/post/edit/1197417193044529487/8250155818102374589

lunes, 23 de septiembre de 2019

Repetimos

Cartas a la Directora

¿Saben qué me imagino últimamente? Que Sánchez, Rivera, Iglesias y Casado me siguen por el colegio electoral hasta que cojo la papeleta y, espiando por encima de mi hombro, tres de ellos me susurran: “Chaval, ya te has vuelto a equivocar. ¿Es que no has aprendido nada?”. Me parece que da igual una papeleta que otra. Corten, esta toma se repite, las veces que haga falta.

Mario Vargas González. Cornellá de Llobregat (Barcelona)

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/09/21/opinion/1569081873_603306.html

Junto a la opinión de los empresarios, esa carta deja las cosas muy claras, la maniobra y el teatro es evidente. El que no lo quiera ver, que no lo vea.
La tarea de todos los medios ahora es ocultar la maniobra y culpar de todo a Podemos y Pablo Iglesias.

El Objetivo es tener un gobierno de derechas, aunque se le llame moderado, y hacer entrar en razón a los electores para que vuelvan a votar a los dos partidos, el bipartidismo de toda la vida en occidente. No hay peor ciego que el que no quiere ver...

La economía española crece muy por encima de la media Europea. El País de los Negocios.domingo 22 de septiembre., pág., 2

El Circulo de Empresarios prefería elecciones antes que un pacto con Podemos. El País de los Negocios.domingo 22 de septiembre., pág., 3

jueves, 12 de septiembre de 2019

Un modelo fracasado sin desnutrición, una dictadura con record de elecciones.

José Manzaneda
Cubainformación

El periodista Manuel Durán ha pasado un año y 100 días en una prisión (1). Pero como no ha sido en Cuba, sino en EEUU, donde fue arrestado mientras cubría una protesta contra la detención de inmigrantes, solo lo leemos en la prensa alternativa (2).

Hay decenas de notas sobre las penurias y la escasez de alimentos en Cuba, que apuntan a que, allí, el modelo económico, “no funciona” (3). Pero los escasos medios que hablan de la desnutrición en Honduras –que afecta al 77% de niños y niñas, según Unicef- no hacen la menor crítica a su modelo de libre mercado, supuesta solución a los problemas de Cuba (4). País –por cierto- con desnutrición infantil cero (5).

En Washington, una “pareja de ancianos se suicida por no poder pagar sus gastos médicos” (6). No es una simple noticia de sucesos. Es la realidad de un país donde, cada año, 530.000 familias se declaran en bancarrota por las facturas médicas (7). Un drama –por cierto- imposible de ubicar en Cuba, cuyo sistema universal de salud ha sido catalogado por la Organización Mundial de la Salud, en varias ocasiones, como “un ejemplo mundial a seguir” (8).

Nos dice “El País” que el actual “jefe del Ejército de Colombia dirigió una brigada acusada de matar a civiles” (9). Que estaría implicado en al menos 283 ejecuciones extrajudiciales, realizadas durante la presidencia de Álvaro Uribe, quien sigue siendo el jefe político del actual presidente Iván Duque (10). No leemos, sin embargo, condena alguna al gobierno, al “régimen” colombiano. Pero ¿verdad que cambiaría la “intensidad informativa” del caso de ocurrir en Venezuela (11)?

En julio, más de 150 migrantes morían en Libia, en “el naufragio más mortífero” del año en el Mediterráneo, según “El Mundo” (12). Este diario atacaba a los “señores de la guerra”, por maltratar a los migrantes e internarlos en centros infrahumanos. Qué curioso. Porque “El Mundo” fue uno de tantos órganos de la propaganda contra Gaddafi de estos “señores de la guerra” (13) (14), que convirtieron el país con mayor desarrollo social de África en un estado casi… medieval (15).

Colombia produce el 70% de la cocaína mundial (16), siendo EEUU el mayor consumidor. Pero la prensa corporativa nos asegura que el narcoestado es… Venezuela (17). En junio era detenido en Sevilla, con 39 kilos de cocaína, un militar de la comitiva del presidente brasileño Jair Bolsonaro (18). Fue apenas noticia de un día. Pero ¿se imaginan que el militar hubiera sido venezolano?

Porque Venezuela sigue siendo tema informativo diario. Una dictadura, nos dicen (19). Un tanto extraña, porque, en 20 años, el chavismo ha convocado 25 procesos electorales: 6 presidenciales, 4 parlamentarios, 5 regionales, 5 municipales, 2 constituyentes y 3 referendos (20).

Un país en “crisis humanitaria”, nos aseguran (21). Curioso, porque Naciones Unidas-Hábitat ha reconocido a Caracas como líder en el "derecho a la vivienda" para su ciudadanía (22), tras haber construido, en ocho años, 2.800.000 viviendas sociales (23). Una noticia que no leeremos en ningún medio corporativo. ¿Por qué será?

Notas (1) https://www.democracynow.org/es/2019/7/12/titulares/salvadoran_journalist_manuel_duran_released_from_ice_jail_after_15_months

(2) https://www.infobae.com/america/america-latina/2019/08/21

viernes, 23 de agosto de 2019

Pedro y el lobo

José Manuel Barreal San Martín
Rebelión

En algún momento, cuando los efluvios partidistas y parciales se acomoden a la realidad, se dirá que una vez en un país llamado España, hubo un tiempo en el que se estuvo en puertas de que un gobierno de izquierdas, más o menos, pudo haberse formado y así estar en disposición de llevar a cabo políticas progresistas en beneficio de la mayoría. Un joven presidente llamado Pedro se pasó, por aquel entonces, varios días cuidando el rebaño de las ideas que tenía y que éstas no se saliesen del las vallas del redil político. Esas ideas que se llamaban de progreso quiso compartirlas con un joven llamado Pablo y su organización política. Mientras ambos hablaban y hablaban, Pedro, como pastor mayor, vigilaba muy atento para que ninguna idea se extraviara. Un día Pedro, que se cansaba de hablar y hablar y se aburría, se le ocurrió una idea para divertirse un poco y así gastar una broma a quienes eran sus vecinos de partido y también a Pablo y los suyos, comenzó a gritar: ¡Socorro! ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo, ayuda por favor!

Los habitantes de los pueblos de alrededor se sobresaltaron al oír esos gritos tan estremecedores y salieron corriendo en ayuda de Pedro. Cuando llegaron junto a él, encontraron al presidente riéndose a carcajadas. ¡Ja ja ja! ¡Os he engañado a todos! ¡No hay ningún lobo!

La gente, enfadada, se dio media vuelta y regresó a sus casas. La prensa habló de ese supuesto lobo que asustó a Pedro. Un sector, pidió expertos cazadores para escarmentar al osado lobo. Otro, más ecuánime y escéptico le dio la importancia que tenía el tema y subrayó que tanto el pastor, como el lobo, deberían de llevarse mejor ya que a ambos les iba a convenir par el futuro del rebaño social del país.

¡Qué largos se le hacían los días, a Pedro!… Así, decidió que sería divertido y estaría genial repetir la broma... Otra vez comenzó a gritar: ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Necesito ayuda! ¡He visto un enorme lobo atemorizando a los pueblos de alrededor!

Pedro gritaba tanto que su voz se oía por todos los sitios, acrecentada por el eco; la gente asustada corría y gritaba. Un numeroso grupo de personas se reunió en las plazas de los pueblos y se organizó rápidamente para acudir en ayuda del joven presidente y escarmentar al lobo. Todos juntos se pusieron en marcha; pero el lobo no estaba por ninguna parte. Por segunda vez sorprendieron al presidente riéndose a mandíbula batiente. ¡Os he vuelto a engañar, pardillos! ¡Ja ja ja!

La gente, muy enfadada y sin entender nada, regresó a los pueblos y a sus respectivas casas. No compartían esa broma tan pesada. El tiempo transcurría y llegaba a su fin y ambos seguían, día tras día, con su respectivas ideas. Para uno el redil era suficiente y no había que cambiarlo, para el otro había que aumentarlo y dar más cobijo. Los días pasaban lentos, el aburrimiento se evidenciaba, nada salía que convenciese a ambos. A Pablo, porque sospechaba de Pedro y a éste porque sospechaba del otro. Las gentes de los pueblos, no daban crédito, no entendían nada. Estaban temiendo que efectivamente, el depredador apareciese realmente y fuese tarde para combatirlo. Mandaron mensajeros a ambos. El "Sí pero", tanto de uno como de otro, no vislumbraba buen pastoreo social. Esperaban...

Pedro, que por tercera vez chillaba ¡Ayudadme! ¡El lobo, está aquí!, no consiguió que se le hiciese caso y las gentes del lugar, creyendo que se trataba de otra exageración, siguieron con sus trabajos y sus faenas cotidianas. Nadie acudió en su ayuda. Pero el lobo llegó, ahora era real. Sus ojos refulgían y su diabólica sonrisa no auguraba nada bueno.

Lo que no se dice en esta adaptación libre de "Pedro y el lobo" es si ambos sufrieron en su tiempo político la falta de tacto y de interés por los pueblos y sus gentes. Su falta de entendimiento cuando uno, Pedro, consideraba que la presencia de Podemos en el ejecutivo resultaba como la del lobo en el cuento y así ejercer sobre él una vigilancia permanente. O, cuando el otro, Pablo, pretendía formar parte de un rebaño, léase gobierno, dentro del mismo, manejando parte de ese gobierno, como un "redil" paralelo y autónomo. Efectivamente, ni uno es "el lobo", ni el otro "pastorea" bien el "rebaño" de la política. Hartazgo y desilusión, generaron en las buenas gentes de los lugares del cuento.

Sin embargo, una pregunta quedó en el aire y es si, muchos y muchas, se negarán a ser, otra vez, rebaño de borregos y encima "esquilaos".

lunes, 15 de abril de 2019

Dia de mitines en elecciones generales

La Ertzaintza ha tenido que cargar contra algunos de los manifestantes contra Ciudadanos. La Ertzaintza ha tenido que cargar contra algunos de los manifestantes contra Ciudadanos.
EFE

La campaña ha arrancado fuerte, muy fuerte. El primer fin de semana ha sido más que intenso con todos los candidatos a las elecciones generales 2019 echados a la carretera y dando mítines, algunos con doblete al día, en medio de recibimientos caldeados y muy tensos en la calle.

Los cabezas de cartel recorren España y algunos se están encontrando con acogidas poco cariñosas. El de Ciudadanos, Albert Rivera, ha dado este domingo su mitin en Rentería (Gipuzkoa) entre gritos de "fascista" e "hijo de puta", pitos, caceroladas y rodeado de balcones repletos de lazos amarillos y símbolos independentistas. La Ertzainta ha tenido que cargar ya finalizado el mitin contra los que protestaban por la presencia de Cs.

Para todos los públicos Rivera defiende la "libertad" entre insultos, gritos y símbolos independentistas en Renteríareproducir video 00.40 min Rivera defiende la "libertad" entre insultos, gritos y símbolos independentistas en Rentería Muy tenso fue también el recibimiento al candidato de Vox, Santiago Abascal, en Bilbao, este sábado con cinco detenidos, siete contusionados, daños materiales y cargas policiales tras el lanzamiento de piedras, botellas y bengalas por parte de concentrados convocados por Ernai, la organización juvenil de la izquierda abertzale.

Para todos los públicos Tensión en Alsasua durante la celebración de un acto de la plataforma España Ciudadanareproducir video 01.18 min Tensión en Alsasua durante la celebración de un acto de la plataforma España Ciudadana El jueves, en el mismo día del arranque de la campaña, la número dos de Barcelona por el PP, Cayetana Álvarez de Toledo, sufrió el acoso de un grupo de jóvenes a su entrada a la Universidad de Barcelona que protestaban por su presencia.

Banderas y símbolos usados como arma arrojadiza
Cada mitin está cargado de banderas, las que se ondean en los actos y de las que se habla. Durante el fin de semana se han visto banderas españolas, muchas; pero también esteladas, ikurriñas y banderas navarras en los mítines del País Vasco, epicentro este domingo de la campaña con actos de Albert Rivera, Pablo Iglesias y Santiago Abascal.

El mitin de Unidas Podemos, en Eibar (Gipuzkoa), ha estado inundado de banderas republicanas, con motivo del aniversario de la proclamación de la II República, modelo de Estado que ha defendido el líder de Podemos junto con el de IU, Alberto Garzón. Precisamente, Iglesias ondeó este sábado la bandera tricolor canaria, un emblema que fue símbolo de las aspiraciones independentistas de las islas, lo que le ha costado críticas.

Para todos los públicos Iglesias ondea la bandera independentista canaria en un mitin patrióticoreproducir video 00.38 min Iglesias ondea la bandera independentista canaria en un mitin patriótico
Y siguiendo con las imágenes simbólicas, Casado dio un mitin este sábado junto a su número dos, Adolfo Suárez Illana, junto a la estatua del expresidente Suárez en Ávila, una de las figuras que más reivindica el 'popular'.

Duros reproches a rivales y posibles aliados futuros
En los primeros mítines de esta campaña recién iniciada los candidatos están cargando duramente contra rivales naturales pero también contra posibles aliados futuros.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no pierden ocasión para lanzar feroces críticas contra lo que definen como el "trío de Colón", los "tres temores", el "trifachito", la "derecha de las tres siglas" y "los tres pianistas de José María Aznar". Este domingo Iglesias ha añadido una nueva fórmula a las múltiples ideadas por la izquierda para citar al bloque formado por PP, Cs y Vox: "Híbrido extraño entre Don Pelayo y Margaret Thatcher".

El candidato socialista ha llegado a citar a Blas Piñar, de Fuerza Nueva, para comparar este partido con Vox, además de insistir en que "la ultraderecha marca el paso de la derecha", en la que incluye a Cs y a su líder, al que acusa de "chaquetero". Tanto Sánchez como Iglesias reprochan a estos partidos apropiarse de la bandera española con un "patriotismo falso".

Entre Sánchez e Iglesias de momento, no hay ataques muy duros, aunque Iglesias ha insistido este domingo en preguntar al presidente si va a pactar con Cs- en lo que sería, a su juicio, un gobierno "de derechas". Sánchez, de momento, no menciona a Unidas Podemos ni a su líder en los mítines, aunque insiste en la necesidad de aglutinar en torno al PSOE el voto contra PP, Cs y Vox.

En el bloque de la derecha, por su parte, la temperatura va subiendo. La batalla también ha comenzado por ese lado con un aumento de los dardos entre Rivera y Casado, que en precampaña se ofrecieron cargos y ahora pelean por ver quien lidera para repetir en España el modelo andaluz. Eso sí, las críticas más potentes van, por parte de ambos, a Sánchez: "Enemigo de la patria", "peligro para España" y "el zorro cuidando de las gallinas" son algunos de los 'piropos' dedicados al socialista.

El candidato de Vox casi ataca con la misma virulencia a PSOE que al PP de Casado, al que define como "traidor a la patria" y acusa de "arrodillarse ante Otegi".

Cerrado el primer fin de semana de campaña, los candidatos, sin descanso, afrontan una Semana Santa en la que no pararán, aunque sí reducirán los actos y mítines sobre todo en los días festivos.

Fuente RTVE

domingo, 17 de febrero de 2019

_- Aviso. Casado y Rivera sólo están dispuestos a gobernar juntos y, si hace falta, con Abascal.

_- 

Pablo Casado progresa adecuadamente. La “anti-España” se le resiste, pero ya ha dicho que la alternativa del 28 de abril consiste en votar al PP o al Frente Popular. Conviene recordar, una vez más, que el Frente Popular fue una coalición legal de partidos legales, que ganó limpiamente unas elecciones para formar un gobierno legítimo, al que puso fin un golpe de Estado militar que desencadenó una guerra civil. A estas alturas, ninguna persona sensata e informada ignora que los culpables de aquella guerra fueron los golpistas. El Frente Popular, como la democracia, como la II República Española, fueron sus víctimas. Que Casado no cuide sus palabras significa que no le importa asumir unos delirios guerracivilistas que contrastan groseramente con su continua presentación del PP como partido centrado y moderado. Albert Rivera, siempre más moderno, emplea una retórica diferente para llegar más o menos al mismo sitio. Se ha apresurado a decir que no pactará con el PSOE y que solo aislará con un cordón sanitario a quienes quieren romper su país. Es un argumento defectuoso, porque vamos a unas elecciones anticipadas, precisamente, por la negativa independentista a aprobar los Presupuestos del Gobierno, pero tiene la virtud de clarificar el campo de juego mucho antes de que empiece la campaña electoral. A mí se me ocurren muchas maneras de romper España, y casi todas tienen un lugar en el programa de Vox, pero es evidente que, para Rivera, la soberanía es una cuestión de kilómetros cuadrados y no de la dignidad de las personas. En cualquier caso, tanto Casado como Rivera, han hablado y es útil resumir lo que han dicho.

Solo están dispuestos a gobernar juntos y, si hace falta, con Abascal.

Están todos ustedes avisados.

El tripartito andaluz, un mes de laboratorio

viernes, 18 de enero de 2019

_- Moreno defiende el acuerdo con Vox y ataca la herencia del PSOE. El candidato del PP señala la creación de empleo como principal objetivo del Gobierno andaluz.

_- Juan Manuel Moreno ha combinado este martes dos trajes desde la tribuna del Parlamento de Andalucía en su primer discurso de investidura: el del candidato a la presidencia de la Junta y el de jefe de la oposición a los socialistas. El primero lo lució para contar la buena nueva del cambio político que pone fin a 36 años y ocho meses de Gobiernos del PSOE. El segundo, para criticar con dureza la herencia que recibe, una Andalucía que no logra converger con las demás regiones por la aplicación de unas políticas que, según el dirigente del PP, perseguían mantener al PSOE “en el poder a toda costa” con una tupida red clientelar.

Moreno no entusiasmó, pero tampoco defraudó en su debut. “Correcto”, dijeron desde las filas populares. Desde Ciudadanos también se apuntaron a ese calificativo y echaron en falta un poco de brío y emoción, como si las jornadas históricas (y la de la alternancia política en Andalucía lo es) necesitaran una banda de cornetas y tambores a todo trapo. El candidato popular dedicó gran parte de su intervención a hablar del cambio político en Andalucía. Será “tranquilo”, “conciliador” y “con diálogo”, legitimado por el voto de los andaluces, pero “sin cordones sanitarios”, en referencia al muro que los partidos de izquierda han tratado de alzar para aislar, sin éxito, a la extrema derecha de Vox. Este partido, que defiende suprimir el Estado autonómico o las leyes contra la violencia machista, tiene la llave de la estabilidad política en Andalucía.

Ninguna de las propuestas extravagantes de Vox (como la de cambiar el Día de Andalucía o la de devolver competencias autonómicas a Madrid) figuran en los acuerdos firmados con el PP, pero los populares no están exentos del riesgo de contagio de sus aliados de investidura. De hecho, la propuesta de Moreno de presentar en el Parlamento una ley de apoyo a las familias andaluzas “con especial atención a las familias numerosas y monoparentales” se interpreta desde algunos ámbitos como una cesión a la ultraderecha.

Lo que sí figura en los acuerdos son iniciativas que benefician a la Iglesia católica, como destinar más recursos a la educación concertada; o a la industria farmacéutica, como la eliminación de la subasta de medicamentos. Estas propuestas, con incidencia en el Presupuesto andaluz, cuentan con el visto bueno de Ciudadanos, con el que el PP ha firmado un acuerdo de gobierno.

Al PSOE le molestó que el candidato a la presidencia de la Junta le afeara su gestión durante el discurso. “Han hecho cosas buenas”, dijo Moreno, para hilar inmediatamente después una retahíla de reproches. “El triunfalismo, el acomodamiento y el conformismo de la clase dirigente han resultado paralizantes para nuestra tierra. La estrategia basada en hacer lo mismo creyendo que el cambio jamás se produciría ya no daba más de sí”, dijo. “La alternancia política es el antídoto contra el clientelismo y la corrupción”, soltó. Los socialistas siguieron cabizbajos a Moreno. La aún presidenta en funciones, Susana Díaz, lo escuchó desde su escaño en los bancos del Gobierno, sin tomar notas en ningún momento. Este miércoles intervendrá en el turno de réplica.

Al menos durante los primeros meses de legislatura, el futuro Gobierno andaluz va a echar mano de la herencia del PSOE para intentar neutralizar la oposición de los socialistas. Muchas de las propuestas de regeneración democrática, como encargar una auditoría integral de toda la Junta, crear una comisión de investigación sobre la extinta Fundación Andaluza Fondo Formación y Empleo (desde donde se usaron tarjetas institucionales en prostíbulos) o la de eliminar entes instrumentales innecesarios —“chiringuitos”, en boca de PP y Cs— lo que persiguen es, como mínimo, sonrojar a los socialistas. Estos aseguran que nada turbio encontrarán.

El candidato popular culminó el capítulo de reproches acusando a los socialistas de intentar desestabilizar al Gobierno antes de que tome posesión, al fomentar la manifestación feminista que se celebró a las puertas del Parlamento. Varios dirigentes socialistas y consejeros a punto de dejar de serlo participaron en la protesta, convocada por las organizaciones feministas.

Moreno también puso el acento en el principal problema de Andalucía: el paro. Durante las semanas de negociación con Ciudadanos y con Vox, ese drama que afecta al 22,5% de la población activa andaluza prácticamente desapareció. El presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía, Javier González de Lara, se mostró sorprendido días atrás de que se “hablara poco” del paro en una entrevista al diario Sur. “Hay que hablar de empleo una y otra vez. El objetivo prioritario es el empleo. Lo que preocupa es el empleo. Toda política social comienza por el empleo. Crear empleo es la tarea más importante que va a abordar este Gobierno”, señaló Moreno, quien advirtió que Andalucía, como el resto de España, se enfrenta a una etapa “de desaceleración económica”.

A la primera jornada de la investidura asistieron alcaldes y concejales del PP de toda Andalucía, y también los que antes que Moreno intentaron llegar al palacio de San Telmo: Javier Arenas (que perdió ganando), Teófila Martínez y Gabino Puche. A ninguno de ellos dedicó una sola palabra de reconocimiento. Tal vez fuera un olvido de algún asesor que tampoco cayó en la cuenta de que todos los autores de las citas que hizo el futuro presidente durante su discurso están muertos.

https://elpais.com/politica/2019/01/15/actualidad/1547557360_394093.html?rel=mas

martes, 3 de enero de 2017

Siempre mira el lado brillante de la vida. Parece que 2016 nos sepultó con malas noticias pero la realidad es que vivimos el mejor momento de la historia.

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos.” Charles Dickens.


Compartimos la idea nosotros, la élite cosmopolita que lee diarios como EL PAÍS o que escribe en ellos, de que 2016 ha sido un annus horribilis. Mientras la guerra y el terror asolan Oriente Próximo, generando olas de refugiados, el populismo arrasa en dos de las más ancianas y venerables democracias, Estados Unidos y Reino Unido, y amenaza a buena parte del antiguo continente europeo. La idiotez vence a la inteligencia, los payasos a los sensatos, el cinismo a la decencia, las mentiras a los hechos. Nadie encarna mejor la era política en la que vivimos en Occidente que el ignorante, inestable, irresponsable Donald Trump.

Con semejante energúmeno al mando del arsenal militar más potente de la tierra puede pasar cualquier cosa en 2017. Pero no todo es oscuridad. Miremos, como nos encomendaban los Monty Python, el lado brillante de la vida. Si nos distanciamos de las circunstancias que seguimos en la noticias, aquellas que reconfirman nuestra fe en la congénita imbecilidad de la especie, si ampliamos la mirada a las tendencias que marcan el progreso material de la humanidad, detectaremos razones para pensar que lejos de vivir en el peor de los tiempos, vivimos en el mejor.

La desigualdad es uno de nuestros grandes temas de conversación y aunque es verdad que crece dentro de los países, también es verdad que la desigualdad entre los países disminuye. Los que tenemos la fortuna de haber nacido en los países ricos podemos sentirnos un poco menos culpables que antes. Las cifras de las Naciones Unidas demuestran que desde 1990 la enorme mayoría de los países en desarrollo han avanzado respecto a los desarrollados en cuanto a ingresos, longevidad y acceso a la educación.

El año 2016 no ha sido ninguna excepción: por primera vez, seguramente en la historia humana, el número de habitantes de la tierra que vive en la extrema pobreza ha caído por debajo del 10 por ciento. El hambre en el mundo ha descendido también a su nivel más bajo en un cuarto de siglo.

Las buenas noticias no se limitan a los países pobres. Hay una crisis general de expectativas en los ricos pero la demagogia catastrofista de, por ejemplo, Donald Trump ignora el hecho de que en Estados Unidos el desempleo descendió de 7,8 por ciento cuanto Obama llegó a la Casa Blanca a 4,6 por ciento hoy. En Reino Unido, donde la percepción de que los inmigrantes europeos se estaban llevando todos los nuevos empleos contribuyó al voto por el Brexit, el porcentaje de gente con trabajo no ha sido tan alto en más de una década.

España es un país en el que llama la atención la discrepancia entre la propensidad de sus habitantes a quejarse y una calidad de vida que es la envidia del mundo. El desempleo sigue siendo alto pero va a la baja y el crecimiento de la economía ha sido el doble del de la media de la Unión Europea en 2016. Un artículo en el Financial Times a finales de noviembre se titulaba: “Brilla la historia de la recuperación española”.

Volviendo al destino del resto del planeta, queda por ver qué harán los bárbaros de la futura administración Trump pero el hecho hoy es que por tercer año consecutivo se ha frenado la emisión mundial del dióxido de carbono producido por la quema de combustibles fósiles, la principal causa del cambio climático.

Los habitantes de la tierra, mientras, gozamos de mejor salud que nunca. La expectativa de vida sigue creciendo en todo el mundo y las enfermedades más letales cobran menos víctimas. Según la Organización Mundial de la Salud, el número de muertes ocasionadas por la malaria ha bajado en más de 50 por ciento desde el año 2000 y las víctimas mortales del VIH-SIDA se han reducido en similares proporciones. En enero de este año la OMS anunció que la epidemia del Ebola en África occidental había sido erradicada. La mortalidad infantil mundial es la mitad de lo que fue en 1990.

En cuanto a las guerras, no son lo que eran. La de Siria es un espanto pero si apartamos la vista un momento de las imágenes de televisión que nos acosan cada día desde Alepo y abrimos los ojos al panorama global vemos que vivimos en una era de paz sin precedentes. Desde 1946 el número de víctimas de la guerra ha disminuido en proporciones gigantescas; los índices de homicidio en el mundo también bajan. La tendencia general, ejemplificadas por el proceso de paz de Colombia, dejan claro que el mundo es menos salvaje de lo que fue.

Lo cual quizá ayude a explicar el miedo que nos genera en la por lo demás pacífica Europa—más pacífica que en cualquier momento de su historia--el relativamente inocuo fenómeno del terrorismo del ISIS. Para los familiares de las víctimas de Berlín la semana pasada, y anteriormente de Bruselas, Niza y París la tragedia es total, por supuesto, y no hay consuelo posible. Pero tampoco lo hay para aquellos cuyos seres queridos mueren en accidentes de tráfico, como nos recordó la semana pasada Robert Neild, profesor de economía de la universidad de Cambridge. Neild señaló que según las estadísticas de la Unión Europea murieron 151 personas en atentados terroristas en 2015, un mal año, pero en los mismos 12 meses murieron 26.100 en las carreteras. Lo cual demuestra la irracionalidad de que nos asuste más irnos de vacaciones a París que conducir al trabajo cada mañana. El profesor de Cambridge hizo el cálculo: para un europeo la probabilidad de morir en un coche es 172 veces mayor que la de morir en un acto de terrorismo.

Todo puede cambiar en 2017. Quizá tengan razón los que temen que estemos, como en los años 30, en el umbral de una catástrofe. Pero no está mal recordar hoy, con el 2016 llegando a su fin, que la humanidad aún tiene más motivos para darse un pequeño aplauso que para hundirse en la desesperación.

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/12/25/actualidad/1482683809_556944.html

lunes, 28 de noviembre de 2016

LO QUE SABEN LOS IGNORANTES

Llevamos un año de victorias de la irracionalidad. Más que los votantes, me parecen culpables los políticos que se han olvidado de servir a la sociedad.

ESCRIBO estas líneas en el calentón del triunfo de Trump, y para cuando aparezcan (la impresión de El País Semanal se toma 15 días) quizá otros comentaristas hayan dicho lo mismo. Ojalá, porque eso indicaría que empezamos a tomarnos en serio este problema. En el primer ar­tícu­lo que publicó tras las elecciones, mi admirado John Carlin decía: “Los analfabetos políticos que votaron a Trump han caído en lo que la historia juzgará como un acto de criminal irresponsabilidad hacia su propio país”. Muy cierto. Esos votantes son unos incultos y también los culpables directos del desastre. Han ganado los supremacistas blancos, los partidarios del rifle, los sexistas irredentos. Que nadie se llame a engaño: el machismo, ese prejuicio tan soterrado y poderoso, ha sido una de las causas por las que Clinton perdió.

Pero, además de esto, yo creo que hay gente con una responsabilidad aún mayor por lo que está sucediendo en el mundo. Llevamos un año de victorias de la irracionalidad, del retrogradismo, de la demagogia. Y los analistas políticos, ante cada derrota del sentido común, llámese Brexit o trumpismo, se limitan a decir: son unos ignorantes y se han equivocado.

Pues sí, son ignorantes y se equivocan, de la misma manera que se equivocó trágicamente el pueblo alemán en 1932 cuando votó a Hitler (1). Pero ¿por qué está sucediendo de repente todo esto? ¿Qué es lo que saben esos ignorantes para portarse así? Pues saben, o sienten, que no pintan nada. Que esta democracia supuestamente representativa no les representa en absoluto. Que hay una distancia sideral entre sus problemas y la clase política. Que la mayoría de los políticos no trabajan para el bien común, sino para su propio provecho. Y que el sistema es una maquinaria férrea, inmutable y ajena que les aplasta una y otra vez: la crisis mundial la están pagando los ciudadanos más desfavorecidos.

Los profesores Vitali, Glattfelder y Battiston estudiaron en 2011 más de 43.000 empresas multinacionales y descubrieron que el 80% de ellas estaba controlado por tan sólo 737 personas. Hay un millar de individuos que poseen el mundo, y los políticos deberían estar de nuestra parte, de parte de todos los demás ciudadanos, para intentar controlar a los potentados. Pero ¿acaso alguien siente que están de nuestro lado? Yo, desde luego, no. La democracia, que tiene a su favor la transparencia, nos muestra una y otra vez todos los fallos del sistema, su corrupción, su hipocresía. Y la gente ignorante, harta de no sentirse ni siquiera escuchada, se vuelve hacia los profetas antisistema, hacia los neonazis, los neoestalinistas o los tiranos teocráticos como el ISIS, creyéndolos puros y distintos. Un trágico error que vamos a pagar todos con sangre, porque fuera del sistema democrático sólo está el infierno. Pero, claro, para que la democracia siga funcionando hace falta devolverle la legitimidad y la credibilidad que ahora parece haber perdido.

De modo que sí, querido Carlin, esos analfabetos que votaron a Trump han cometido un acto de criminal irresponsabilidad, pero a mí aún me parecen más culpables los políticos que se han olvidado de su condición de servidores de la sociedad y que se diría que sólo viven para sus propios intereses. Creo que muchos de los votantes de EE UU no se sienten representados ni por los demócratas ni por los republicanos y, por otra parte, ¿qué ejemplo de veracidad dan todos esos sectarios como Susan Sarandon que prefieren seguir empecinados en las luchas partidistas en vez de pensar en los ciudadanos, en el bien común? El mismo ejemplo que dio la izquierda aquí tras las primeras elecciones, cuando, en vez de pactar, como les ordenaban las urnas, prefirieron convocar nuevos comicios porque creyeron que sacarían más tajada, más poder personal, sillones, cargos.

Cuando, días antes de las elecciones, Trump rompió con los republicanos, ya sospeché que ganaría. Porque eso le daba aún más credibilidad al energúmeno: “Ha roto con los políticos corruptos, él sí que va a ser capaz de hablar por nosotros”, me imagino que pensaron los analfabetos de Carlin. Equivocadamente, desde luego. Y, aun así, algo saben. Algo fundamental que deberíamos ser capaces de escuchar.
Rosa Montero.
 http://elpaissemanal.elpais.com/columna/lo-saben-los-ignorantes/



Nota:
(1) A Hitler le entregó el poder el presidente Hindenburg, el 30 de enero de 1933, no había obtenido mayoría absoluta en las últimas elecciones ni en ninguna de las realizadas en democracia, es más, en las últimas de noviembre del 32, antes de ser nombrado canciller, obtuvo el 33%. Había perdido más de 2 millones de votos en 2 meses, con respecto a la anterior de septiembre del 32, -con más de un 37% de votos, en 8 años, cuando había comenzado con un 3% en 1924-. Es decir, que los alemanes después de ir votándole cada vez más a los nazis, comenzaron a ser conscientes del profundo error de darle la confianza y empezaron a cambiar sus votos. Por primera vez, en noviembre del 32, la carrera ascendente se interrumpió, bajó y perdió votos.

Ya resultó en vano, los poderosos que habían ayudado con grandes sumas de dinero y apostado por los nazis, lo tenían más que decidido. De ahí que, ante la bajada en solo 2 meses de más de 2 millones de votos que no esperaban, e intuyendo, después de ese fracaso, que Hitler ya nunca lograría la mayoría absoluta democráticamente, le entregaran el poder aún sin conseguir dicha mayoría.

Los partidos de izquierda también cometieron errores pues valoraron mal lo que les aguardaba el futuro con los nazis. Cuando llamaron a la estrategia de Frentes Populares era tarde para contrarrestar los planes que los poderes fácticos tenían programados.

En Italia ya habían aplicado en 1922 la estrategia de dar el gobierno a partidos fascistas, mediante la farsa llevada a cabo por Mussolini y su marcha sobre Roma, una parodia -a las que nos quieren hacer ver son aficionados bastantes italianos- de golpe de estado con el acuerdo del Rey.

La Historia, que editan y promocionan los poderosos, se empeña una y otra vez en afirmar que Hitler fue votado por la mayoría del pueblo alemán, lo que es falso.

Después, ya con una dictadura feroz y la izquierda ilegalizada, exiliada o prisionera en campos de concentración, si hubo remedo de elecciones. No fueron democráticas. Incluso unas de 1937, en los centros de trabajo para elegir "sindicalistas", no obtuvo más del 30% de representantes nazis, lo que provocó que no se volvieran a repetir en contra de sus mismas normas que figuraban como anuales).

Lo sorprendente es que, una y otra vez, se mantenga la mentira de que el pueblo alemán dio el poder, mediante elecciones democráticas, a Hitler.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Las 7 propuestas de Donald Trump que explican su victoria


Le Monde Diplomatique


La victoria de Donald Trump (como el brexit en el Reino Unido, o la victoria del ‘no’ en Colombia) significa, primero, una nueva estrepitosa derrota de los grandes medios dominantes, los institutos de sondeo y las encuestas de opinión. Pero significa también que toda la arquitectura mundial, establecida al final de la Segunda Guerra Mundial, se ve ahora trastocada y se derrumba. Los naipes de la geopolítica se van a barajar de nuevo. Otra partida empieza. Entramos en una era nueva cuyo rasgo determinante es ‘lo desconocido’. Ahora todo puede ocurrir.

¿Cómo consiguió Trump invertir una tendencia que lo daba perdedor y lograr imponerse en la recta final de la campaña? Este personaje atípico, con sus propuestas grotescas y sus ideas sensacionalistas, ya había desbaratado hasta ahora todos los pronósticos. Frente a pesos pesados como Jeb Bush, Marco Rubio o Ted Cruz, que contaban además con el resuelto apoyo del establishment republicano, muy pocos lo veían imponerse en las primarias del Partido Republicano; y sin embargo carbonizó a sus adversarios, reduciéndolos a cenizas.

Hay que entender que desde la crisis financiera de 2008 (de la que aún no hemos salido) ya nada es igual en ninguna parte. Los ciudadanos están profundamente desencantados. La propia democracia, como modelo, ha perdido credibilidad. Los sistemas políticos han sido sacudidos hasta las raíces. En Europa, por ejemplo, se han multiplicado los terremotos electorales (entre ellos el brexit). Los grandes partidos tradicionales están en crisis. Y en todas partes percibimos subidas de formaciones de extrema derecha (en Francia, en Austria y en los países nórdicos) o de partidos antisistema y anticorrupción (Italia, España). El paisaje político aparece radicalmente transformado.

Ese fenómeno ha llegado a Estados Unidos, un país que ya conoció, en 2010, una devastadora ola populista, encarnada entonces por el Tea Party. La irrupción del multimillonario Donald Trump en la Casa Blanca prolonga aquello y constituye una revolución electoral que ningún analista supo prever. Aunque pervive, en apariencias, la vieja bicefalia entre demócratas y republicanos, la victoria de un candidato tan heterodoxo como Trump constituye un verdadero seísmo. Su estilo directo, populachero, y su mensaje maniqueo y reduccionista, apelando a los bajos instintos de ciertos sectores de la sociedad, muy distinto del tono habitual de los políticos estadounidenses, le ha conferido un carácter de autenticidad a ojos del sector más decepcionado del electorado de la derecha. Para muchos electores irritados por lo «politicamente correcto», que creen que ya no se puede decir lo que se piensa so pena de ser acusado de racista, la «palabra libre» de Trump sobre los latinos, los inmigrantes o los musulmanes es percibida como un auténtico desahogo.

A ese respecto, el candidato republicano ha sabido interpretar lo que podríamos llamar la «rebelión de las bases». Mejor que nadie, percibió la fractura cada vez más amplia entre las elites políticas, económicas, intelectuales y mediáticas, por una parte, y la base del electorado conservador, por la otra. Su discurso violentamente anti-Washington y anti-Wall Street sedujo, en particular, a los electores blancos poco cultos y empobrecidos por los efectos de la globalización económica.

Hay que precisar que el mensaje de Trump no es semejante al de un partido neofascista europeo. No es un ultraderechista convencional. Él mismo se define como un «conservador con sentido común» y su posición, en el abanico de la política, se situaría más exactamente a la derecha de la derecha. Empresario multimillonario y estrella archipopular de la telerealidad, Trump no es un antisistema, ni obviamente un revolucionario. No censura el modelo político en sí, sino a los políticos que lo han estado piloteando. Su discurso es emocional y espontáneo. Apela a los instintos, a las tripas, no a lo cerebral, ni a la razón. Habla para esa parte del pueblo estadounidense entre la cual ha empezado a cundir el desánimo y el descontento. Se dirige a la gente que está cansada de la vieja política, de la «casta». Y promete inyectar honestidad en el sistema; renovar nombres, rostros y actitudes.

Los medios han dado gran difusión a algunas de sus declaraciones y propuestas más odiosas, patafísicas o ubuescas. Recordemos, por ejemplo, su afirmación de que todos los inmigrantes ilegales mexicanos son corruptos, delincuentes y violadores. O su proyecto de expulsar a los 11 millones de inmigrantes ilegales latinos a quienes quiere meter en autobuses y expulsar del país, mandándoles a México. O su propuesta, inspirada en Juego de Tronos, de construir un muro fronterizo de 3.145 kilómetros a lo largo de valles, montañas y desiertos, para impedir la entrada de inmigrantes latinoamericanos y cuyo presupuesto de 21.000 millones de dólares sería financiado por el gobierno de México. En ese mismo orden de ideas: también anunció que prohibiría la entrada a todos los inmigrantes musulmanes...Y atacó con vehemencia a los padres de un militar estadounidense de confesión musulmana, Humayun Khan, muerto en combate en 2004, en Irak.

También su afirmación de que el matrimonio tradicional, formado por un hombre y una mujer, es "la base de una sociedad libre" y su crítica de la decisión del Tribunal Supremo de considerar que el matrimonio entre personas del mismo sexo es un derecho constitucional. Trump apoya las llamadas "leyes de libertad religiosa", impulsadas por los conservadores en varios Estados, para denegar servicios a las personas LGTB. Sin olvidar sus declaraciones sobre el "engaño" del cambio climático que, según Trump, es un concepto "creado por y para los chinos, para hacer que el sector manufacturero estadounidense pierda competitividad".

Este catálogo de necedades horripilantes y detestables ha sido, repito, masivamente difundido por los medios dominantes no solo en Estados Unidos sino en el resto del mundo. Y la principal pregunta que mucha gente se hacía era: ¿cómo es posible que un personaje con tan lamentables ideas consiga una audiencia tan considerable entre los electores estadounidenses que, obviamente, no pueden estar todos lobotomizados? Algo no cuadraba.

Para responder a esa pregunta tuvimos que hendir la muralla informativa y analizar más de cerca el programa completo del candidato republicano y descubrir los siete puntos fundamentales que defiende, silenciados por los grandes medios.

1) Los periodistas no le perdonan, en primer lugar, que ataque de frente al poder mediático. Le reprochan que constantemente anime al público en sus mítines a abuchear a los “deshonestos” medios. Trump suele afirmar: «No estoy compitiendo contra Hillary Clinton, estoy compitiendo contra los corruptos medios de comunicación» [1]. En un tweet reciente, por ejemplo, escribió: «Si los repugnantes y corruptos medios me cubrieran de forma honesta y no inyectaran significados falsos a las palabras que digo, estaría ganando a Hillary por un 20%».

Por considerar injusta o sesgada la cobertura mediática, el candidato republicano no dudó en retirar las credenciales de prensa para cubrir sus actos de campaña a varios medios importantes, entre otros, The Washington Post, Politico, Huffington Post y BuzzFeed. Y hasta se ha atrevido a atacar a Fox News, la gran cadena del derechismo panfletario, a pesar de que lo apoya a fondo como candidato favorito...

2) Otra razón por la que los grandes medios atacaron con saña a Trump es porque denuncia la globalización económica, convencido de que ésta ha acabado con la clase media. Según él, la economía globalizada está fallando a cada vez más gente, y recuerda que, en los últimos 15 años, en Estados Unidos, más de 60.000 fábricas tuvieron que cerrar y casi cinco millones de empleos industriales bien pagados desaparecieron.

3) Es un ferviente proteccionista. Propone aumentar las tasas de todos los productos importados. «Vamos a recuperar el control del país, haremos que Estados Unidos vuelva a ser un gran país», suele afirmar, retomando su eslogan de campaña.

Partidario del brexit, Donald Trump ha desvelado que, una vez elegido presidente, tratará de sacar a EEUU del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés). También arremetió contra el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), y aseguró que, de alcanzar la Presidencia, sacará al país de él: «El TPP sería un golpe mortal para la industria manufacturera de Estados Unidos».

En regiones como el rust belt del noreste, donde las deslocalizaciones y el cierre de fábricas manufactureras dejaron altos niveles de desempleo y de pobreza, este mensaje de Trump está calando hondo.

4) Así como su rechazo de los recortes neoliberales en materia de seguridad social. Muchos electores republicanos, víctimas de la crisis económica de 2008 o que tienen más de 65 años, necesitan beneficiarse de la Social Security (jubilación) y del Medicare (seguro de salud) que desarrolló el presidente Barack Obama y que otros líderes republicanos desean suprimir. Tump ha prometido no tocar estos avances sociales, bajar el precio de los medicamentos, ayudar a resolver los problemas de los «sin techo», reformar la fiscalidad de los pequeños contribuyentes y suprimir el impuesto federal que afecta a 73 millones de hogares modestos.

5) Contra la arrogancia de Wall Street, Trump propone aumentar significativamente los impuestos de los corredores de hedge funds, que ganan fortunas, y apoya el restablecimiento de la Ley Glass-Steagall. Aprobada en 1933, en plena Depresión, esta ley separó la banca tradicional de la banca de inversiones con el objetivo de evitar que la primera pudiera hacer inversiones de alto riesgo. Obviamente, todo el sector financiero se opone absolutamente al restablecimiento de esta medida.

6) En política internacional, Trump quiere establecer una alianza con Rusia para combatir con eficacia al Daesh. Aunque para ello Washington tenga que reconocer la anexión de Crimea por Moscú.

7) Trump estima que con su enorme deuda soberana, Estados Unidos ya no dispone de los recursos necesarios para conducir una política extranjera intervencionista indiscriminada. Ya no puede imponen la paz a cualquier precio. En contradicción con varios caciques de su partido, y como consecuencia lógica del final de la guerra fría, quiere cambiar la OTAN: «No habrá nunca más garantía de una protección automática de los Estados Unidos para los países de la OTAN».

Todas estas propuestas no invalidan en absoluto las inaceptables, odiosas y a veces nauseabundas declaraciones del candidato republicano difundidas a bombo y platillo por los grandes medios dominantes. Pero sí explican mejor el por qué de su éxito.

En 1980, la inesperada victoria de Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos había hecho entrar el planeta en un ciclo de 40 años de neoliberalismo y de globalización financiera. La victoria hoy de Donald Trump puede hacernos entrar en un nuevo ciclo geopolítico cuya peligrosa característica ideológica principal –que vemos surgir por todas partes y en particular en Francia con Marine Le Pen– es el autoritarismo identitario. Un mundo se derrumba pues, y da vértigo...

Nota:
[1] En su mitin del 13 de agosto, en Fairfield (Connecticut).

Fuente:
http://www.monde-diplomatique.es/?url=mostrar/pagLibre/?nodo=ad6ef6c2-7994-439c-9b14-4c7330df00e7

viernes, 22 de julio de 2016

Los demócratas deben despertar

Bernie Sanders
ALAI

Sorpresa, sorpresa. Los trabajadores británicos, muchos de los cuales vieron declinar su nivel de vida mientras los ricachones de su país se enriquecían aún más, le dieron la espalda a la Unión Europea y a una economía globalizada que los maltrata a ellos y a sus hijos.

No son sólo los británicos los que están sufriendo. La economía crecientemente globalizada, establecida y mantenida por la elite económica mundial, maltrata a los pueblos en todas partes. Increíblemente, las 62 personas más ricas del mundo poseen tanta riqueza como la mitad más modesta de la población del planeta, unas 3 mil 600 millones de personas. Los muy, muy ricos, disfrutan de un lujo inimaginable mientras miles de millones de personas sufren de una pobreza abyecta, del desempleo y servicios de salud, educación, vivienda y agua potable inadecuados.

¿Este rechazo de la actual forma de la economía global podría darse en los Estados Unidos? Puedes apostar que sí.

Durante mi campaña por la nominación presidencial Demócrata visité 46 Estados. Lo que vi y escuché en demasiadas ocasiones fueron dolorosas realidades que el establishment político y mediático ni siquiera reconoce.

En los últimos 15 años, cerraron casi 60 mil fábricas en el mundo, y desaparecieron más de 4,8 millones de empleos manufactureros bien pagados. Buena parte de esto está relacionado con los desastrosos tratados comerciales que estimulan a las empresas a instalarse en países de bajos salarios.

A pesar de significativos incrementos de la productividad, el asalariado medio de los EEUU gana 726 dólares menos de lo que ganaba en el año 1973, mientras que la asalariada media gana 1.154 dólares menos de lo que ganaba en el año 2007, con datos que toman en cuenta la inflación.

Casi 47 millones de estadounidenses viven en la pobreza. Un estimado de 28 millones no tiene seguro médico, mientras muchos otros disponen de seguros insuficientes. Millones de personas se debaten contra intolerables niveles de deuda estudiantil. Tal vez por la primera vez en la historia moderna, nuestras generaciones jóvenes tendrán muy probablemente un nivel de vida inferior al de sus padres. Puede ser alarmante, pero millones de estadounidenses de baja formación profesional tendrán una esperanza de vida más corta que la generación precedente y sucumben a la desesperanza, las drogas y el alcohol.

Mientras tanto, en nuestro país la décima parte más rica del 1% más rico, posee tanta riqueza como el 90% más modesto. El 58% de todos los nuevos ingresos va al 1% más rico. Wall Street y los mil millonarios, a través de sus “super PACs”, pueden comprar las elecciones.

En mi propia campaña, hablé con trabajadores que no logran vivir con salarios de 8 o 9 dólares la hora; con jubilados que luchan para comprar las medicinas que necesitan con pensiones de la Seguridad Social de 9 mil dólares al año; con jóvenes que no pueden acceder a la universidad. También visité a los ciudadanos estadounidenses de Puerto Rico, dónde 58% de los niños viven en la pobreza y sólo poco más del 40% de la población adulta tienen un trabajo o está buscando empleo.

Seamos claros. La economía global no está funcionando para la mayoría del pueblo ni en nuestro país ni en el mundo. Este es un modelo económico diseñado por la elite económica en beneficio de la elite económica. Necesitamos un cambio real.

No un cambio basado en la demagogia, ni en el fanatismo religioso y la propaganda anti-inmigrantes que caracterizó la retórica de la campaña por el Brexit, y es el meollo del mensaje de Donald Trump.

Necesitamos un presidente que apoye vigorosamente la cooperación internacional que reúne a los pueblos del mundo, reduce el hiper-nacionalismo y disminuye la posibilidad de la guerra. También necesitamos un presidente que respete los derechos democráticos del pueblo, y que luche por una economía que proteja los intereses de los trabajadores, no sólo los de Wall Street, los laboratorios y otros poderosos intereses privados.

Fundamentalmente necesitamos rechazar nuestras políticas de “libre comercio” y movernos hacia el comercio justo. Los estadounidenses no debiesen competir con los trabajadores de los países de bajos salarios que ganan centavos por una hora de labor. Tenemos que derrotar el Tratado Transpacífico. Tenemos que ayudar a los países pobres a desarrollar modelos económicamente sustentables.

Tenemos que terminar con el escándalo internacional que permite que grandes grupos corporativos y los ricos eludan pagar billones de dólares en impuestos a sus gobiernos nacionales.

Tenemos que crear decenas de millones de empleos a través del mundo combatiendo el cambio climático y transformando el sistema energético alejándolo de los combustibles fósiles.

Necesitamos esfuerzos internacionales para reducir el gasto militar en todo el planeta y ocuparnos de las causas de la guerra: la pobreza, el odio, la desesperanza y la ignorancia.

La noción que Donald Trump pudiese beneficiar de las mismas fuerzas que le dieron la mayoría a los defensores del Brexit en Gran Bretaña debiese lanzar la alarma en el Partido Demócrata y en los Estados Unidos. Millones de electores estadounidenses, como los defensores del Brexit, están comprensiblemente cabreados y frustrados por las fuerzas económicas que están destruyendo la clase media.

En este momento crucial, el Partido Demócrata y un nuevo presidente Demócrata tienen que aclarar que estamos con aquellos que luchan y que han sido abandonados. Tenemos que crear economías nacionales y globales que funcionen para todos y no sólo para un puñado de mil millonarios.
Bernie Sanders – Senador por el Estado de Vermont y candidato a la nominación presidencial Demócrata.
Publicado en el New York Times del 29 de junio 2016
Difundido por Other News (Roberto Savio) -
Traducción del inglés al español de POLITIKA
Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/178465

sábado, 2 de julio de 2016

Análisis de las elecciones

No se ría, no llore, no maldiga, sino comprenda. [Spinoza]

En comparación con las elecciones del 20 D, Unidos Podemos ha perdido 1.062.704 votos. Y el PSOE 120.606. El 3,36% de aumento de la abstención casi se corresponde con la suma de estas dos cifras. La abstención ha afectado fundamentalmente a las izquierdas. Sobre todo a UP, el gran perdedor, cuyas sonrisas de campaña se trocaron en lágrimas la noche del 26 J.

Por el contrario, el PP ha aumentado sus resultados en 669.220 votos, 300.000 mil de los cuales los ha perdido Ciudadanos y han vuelto a los populares. La movilización plena de la derecha ante el peligro de una victoria de las izquierdas hegemonizada por UP le ha dado la victoria a Mariano Rajoy.

Aunque UP ha perdido votos en casi todas las circunscripciones, el grueso de la caída se ha concentrado en Asturias (-6%), Zaragoza (-5,5%), Cádiz (-5%), Málaga (-5%), Madrid (-4,9%) y León (-4,85). En Madrid ha perdido 209.844 votos. Y en el conjunto de Andalucía, unos 250.000.

Las causas de esta pérdida de votos son varias, y sólo un análisis objetivo detallado de los datos llegará tal vez a discernirlas. Parece que hay errores evidentes de campaña, acaso sumarizables en la conversión de Pablo Iglesias en una especie de Frégoli de nuestro tiempo, dispuesto a representar frenéticamente en escena casi todos los papeles de la obra, salvo, como observó con aliviada (y demoledora) sorna Rajoy, “el de demócrata cristiano”. Es seguro que el fregolismo de campaña de Iglesias –autonulificatoria finta “zapateril” incluida— no ayudó a movilizar el voto procedente de IU, la parte de la coalición más reticente a integrarse en UP: una vez decidida la coalición con IU, y sabiendo que las principales resistencias a UP provenían principalmente, no de los votantes de Podemos, sino de los de IU, era evidente que la campaña tenía que volcarse por lo pronto a afianzar ese flanco izquierdo, a asegurar la suma. Los numeritos de Frégoli de la campaña hicieron exactamente lo contrario. Ya hay datos suficientes para ver que el mayor desplome de Podemos se produjo allí donde era más fuere electoralmente IU. Véase, por ejemplo, este elocuente cuadro de la votación en los distritos de la ciudad de Madrid:

Y a propósito de la ciudad de Madrid, parece claro también que, salvo en el caso de la Barcelona de Ada Colau (que gana en todos los distritos, menos en Sarriá-San Gervasi –donde ganó CDC— y Les Corts –en donde ganó el PP—), la gestión municipal en las grades ciudades conquistadas por la izquierda no contribuyó al entusiasmo: en Madrid, por ejemplo, se sumó hasta un 36% menos de apoyos que los conseguidos en mayo de 2015.

No hay que descartar tampoco el que segmentos importantes de las clases trabajadoras que se habían movilizado a favor de las distintas alternativas de izquierda y centroizquierda se hayan abstenido ahora ante el espectáculo no demasiado edificante de la pugnaz competencia emocional –que no, ¡ay!, programática— por la “hegemonía”, frente a una derecha reunificada en la emoción del miedo. No pocos analistas y observadores españoles serios (como Juliana en La Vanguardia o el sociólogo Toharía en El País) y extranjeros (como Leo Wieland en la Frankfurter Allgemeine Zeitung) han insistido en el papel jugado por el Brexit en la generación in extremis de un clima de miedo al caos favorable a la derecha. Un miedo tanto más eficaz, cuanto que la política europea de UP estuvo seriamente lastrada en campaña por su estupefaciente decisión de esconder torpemente el fracaso capitulatorio de Tsipras bajo la alfombra, en vez de entrar a discutir crítica y autocríticamente el terrible papel desempeñado por las autoridades europeas en el desenlace del drama griego.

Y hay que decir que, una vez más, sólo el equipo de Ada Colau en Barcelona entró por uvas en el asunto, invitando al exministro griego de finanzas, Yanis Varoufakis, a participar activamente en la campaña de En Comú Podem. Dicho sea de paso: la moderación extrema del proyecto social de un Podemos que llegó a defender la Renta Básica incondicional en las elecciones europeas de 2014 –una propuesta, la de la RB, que ha merecido de nuevo todo el apoyo de Yanis Varoufakis— es otro ejemplo de lo que puede haber dejado indiferentes, cuando no decepcionados, a buena parte del potencial electorado de UP. En vez de la RB, se pasó a promover una renta para pobres diferenciable sólo con lentes de mucho aumento de la propuesta del PSOE y de la de… Ciudadanos.

Eso es lo que razonablemente se puede decir por el momento sobre la etiología del fracaso. Pero lo más importante ahora es estimar el alcance de la derrota de las izquierdas y sus consecuencias inmediatas.

Lo más probable es un gobierno minoritario del PP con la abstención del PSOE. No habrá terceras elecciones, y ese punto de partida determinará la posición del comité federal del PSOE el 9 de julio. No hay, por otra parte, alternativa a un gobierno más o menos minoritario de Rajoy, porque la derrota de la izquierda y del centroizquierda –no se olvide que el PSOE ha vuelto a sacar el peor resultado de su historia— imposibilita un gobierno también minoritario PSOE-UP.

La primera reacción del PSOE es buscar reconstruirse en la oposición tanto frente al PP como frente a UP. Y Ciudadanos se convertirá en un partido de la oposición frente a PP y UP. Un espacio de coincidencia, tras su doble derrota del 20 D y el 26 J, en un centro impotente.

El gobierno minoritario de Rajoy podrá constituirse con la abstención del PSOE. Pero necesitará de más abstenciones del PSOE para aprobar cualquier ley, en especial los presupuestos. Puede extender los presupuestos de 2016 –tras realizar los ajustes de 8.000 millones que le exige la Unión Europea— a 2017. Y tiene asegurado gobernar de esta guisa hasta la primavera de 2018.

Lo que se avecina es una dura ofensiva gubernamental a favor de la austeridad y la consolidación fiscal procíclica y contra la negociación colectiva. Una ofensiva, huelga decirlo, a la que el gobierno minoritario de Rajoy se verá apremiado por las presiones de su único aliado real: la troika.

Entramos en una fase defensiva en la que la izquierda social y política se encontrará con la espalda contra la pared. Si no comprende lo que está en juego y no saca el coraje y la determinación para resistir, en los próximos dos años sufrirá una derrota mucho más importante y profunda que la de estas elecciones.

El gobierno del PP contará con una mayoría en el senado para frenar cualquier reforma electoral, territorial o constitucional. Y con una derecha social y mediática plenamente movilizada. Con esta correlación de fuerzas puede también bloquear los procesos soberanistas en Cataluña y Euskadi, porque podrá utilizar la división de las izquierdas respecto al derecho a la autodeterminación en el contexto reaccionario que se ha ido conformando en Europa. Un contexto en el que la derecha extrema y la extrema derecha están rentabilizando las protestas de sectores obreros contra la austeridad, habida cuenta de la división y la falta de una alternativa creíble por parte de las izquierdas.

Dígase así: las izquierdas han sufrido una derrota electoral y sobre el horizonte se dibuja ya una derrota social que podría ser trágica en los próximos meses. No es hora de reproches. Hay que aprender de los respectivos errores y unir fuerzas. Y prepararse para resistir. El PSOE que ha resistido in angustiis al temido sorpasso no puede esperar enmendar su fatídico curso de decadencia, si no es a través de la participación en un proceso que le permita dejar de ser parte del problema y empezar a ser parte de la solución.

Hay que apelar a la cordura del pueblo trabajador sufriente y doliente y al diálogo de las izquierdas. Los sindicatos, muy especialmente UGT y CCOO –que se juegan la negociación colectiva—, deben salir del marasmo en que se hallan enquistados desde hace demasiado tiempo y convocar mesas de movimientos sociales y de los partidos de la izquierda para preparar la resistencia a los recortes del estado social y democrático de derecho y al ulterior socavamiento de los derechos laborales. Las mareas y los movimientos sociales herederos del 15 M que estallaron contra el giro terrible austeritario de Zapatero en 2010-2011 deben volver a ocupar las calles.

Sólo podrá derrotarse al gobierno más minoritario y corrupto de la derecha reaccionaria, si somos capaces de transformar la división y los reproches en unidad. Si logramos poner por obra, de abajo a arriba, democráticamente, un plan de resistencia. Si, como recomendaba el clásico, dejamos de reír, de llorar y de detestar para poder entender y volver a dar prioridad a la defensa del interés público y a la satisfacción de las necesidades de la inmensa mayoría de la población trabajadora.
Fuente: Sin Permiso

lunes, 6 de junio de 2016

La estrategia equivocada del PSOE

En las elecciones generales del 26-J, todo parece indicar, que se va a reafirmar la superación del bipartidismo y el mapa de las cuatro principales formaciones políticas y, especialmente, consolidar la nueva coalición de Unidos Podemos con sus confluencias. Ello significa que no va a haber mayorías absolutas y que la garantía del cambio real reposa en un deseable acuerdo entre el PSOE y Unidos Podemos y sus aliados. Al igual que el 20-D, un Gobierno de Progreso, compartido y con un programa intermedio o negociado pero claramente de avance para la gente, puede tener mayores apoyos parlamentarios que un Gobierno continuista de las derechas (PP-Ciudadanos) y, desde luego, que un Gobierno de Gran Centro (C’s-PSOE) con un continuismo de las principales políticas y solo un recambio de élites gubernamentales.

Pues bien, la dirección socialista ha diseñado una estrategia errónea para su campaña electoral que consiste en bloquear un Gobierno de Progreso, un acuerdo entre las fuerzas progresistas para impulsar el necesario cambio sustantivo de las políticas socioeconómicas, en favor de las capas populares, y la democratización y regeneración institucional y política. Su apuesta sigue siendo el pacto con Ciudadanos, con una política económica y europea subordinada al gran consenso liberal-conservador y otra política territorial e institucional continuista y dependiente de las derechas. Todo ello con algunos retoques, particularmente retóricos y solo con el recambio de élites gubernamentales.

Pero esa estrategia, aplicada a tope en estos meses, le ha conducido al fracaso. Gran parte de la ciudadanía considera que siendo posible un Gobierno de cambio y progreso, el PSOE ha renunciado a él y es responsable del bloqueo institucional. No ha calado su campaña de culpabilizar a Podemos, al que le exigía una completa subordinación a su hegemonía y su plan continuista. Así, no han conseguido doblegarlo ni dividirlo. Y según las encuestas ese acoso mediático socialista contra Podemos tampoco les ha generado mayor simpatía electoral.

Además, el PSOE tiene difícil crecer por sus dos lados. Por la parte del electorado de centro derecha, aunque baje algo más el PP, fruto de su inmovilismo, sus políticas regresivas y su corrupción, Ciudadanos, al que trata con guante blanco, constituye un tapón para el trasvase de esos votos hacia ellos. Por la parte de los votantes auto-ubicados en el centro progresista y la izquierda, la nueva coalición Unidos Podemos (y confluencias) refuerza y da más solidez y credibilidad a una alternativa de cambio real y no cosmético y dificulta su intención de quitarles millón y medio de votos.

No obstante, la dirección del Partido Socialista se reafirma en su estrategia equivocada. Para ella su fracaso no derivaría de su orientación política que necesita una reflexión autocrítica y un giro progresista y democrático. El problema sería la tozuda realidad de Podemos y sus aliados a la que hay que cambiar… como sea. La cuestión es que esa tesis y ese proyecto socialista, continuista y sectario, parte de unos presupuestos falsos y les lleva a una actitud fanática y a utilizar unos mecanismos cada vez más irreales y prepotentes.

Ya hemos comentado la falsedad de su crítica hacia Podemos y sus aliados sobre su supuesta pinza con el PP para bloquear el (re)cambio, que representaría Pedro Sánchez. Esa idea no tiene credibilidad social y su insistencia la convierte en manipulación interesada. La evidencia pública ha sido la renuncia socialista a un acuerdo (único) posible para un Gobierno auténtico del cambio, desalojando al PP y sus políticas autoritarias y de austeridad y del que el más firme partidario era Pablo Iglesias.

Por un lado, el actual eslogan socialista de un Sí por el cambio pretende obscurecer su responsabilidad por el bloqueo del cambio. Por otro lado, vuelve a emplazar a las fuerzas reales del cambio a que renuncien a él y se subordinen al continuismo programático del pacto PSOE-C’s y la prepotencia del propio Sánchez para decidir los planes y composición gubernamentales. Una completa tergiversación del lenguaje que sigue sin convencer (ni siquiera, ya que se nota el cinismo) a los suyos ni tampoco a Rivera que no termina de fiarse de sus intenciones.

El cerco hacia Unidos Podemos se resquebraja
Ese agresivo ataque contra Unidos Podemos y confluencias se complementa con otros discursos descalificatorios que pretenden quitarles más de un millón de votos del total de seis recibidos. Las tergiversaciones del aparato socialista para desacreditar la dinámica del cambio y ensanchar sus posibilidades electorales son: La radicalización (izquierdista, populista y/o independentista, según convenga); la indefinición política (o los ambiguos u obscuros intereses que defiende, en versión venezolana ya que no existe el peligro del comunismo internacional y la asociación con la extrema derecha europea es demasiado burda); la división interna (o su fragilidad, centralismo e inexperiencia); y como colofón de todos ellos el denostado liderazgo de Pablo Iglesias que reuniría todos los males: radical, demagogo y autoritario. Desde el punto de vista democrático, debemos estar preparados ya que parece que hay un gran consenso tripartito (PP, C’s y PSOE) para frenar a Podemos y sus aliados sin juego limpio ni debate sosegado y con argumentos.

La descalificación de radical, izquierdista… pretende alejar a Podemos y sus aliados de las mayorías sociales progresistas. No tiene fundamentos, más allá de algunos pequeños errores de excesos retóricos. Lo principal de su estrategia ha sido lo contrario; han ganado en realismo, concreción y madurez (no estrictamente en moderación). La alternativa institucional principal, el gobierno de progreso, cambio y de coalición con el PSOE (a la valenciana) era justa y fácilmente justificable ante la mayoría ciudadana. Se adecua a los equilibrios existentes y se modifica el objetivo precedente (irreal) de ganar y gobernar solos y frente a la ‘casta’, admitiendo el carácter ambivalente y de posible socio del Partido Socialista.

Ahora bien, desde el Comité Federal socialista del 28 de diciembre y más desde su pacto con Ciudadanos, la renuncia del PSOE a un Gobierno de Progreso estaba clara. Así, la determinación de Podemos (y aliados) de no apoyar un plan continuista era coherente con el proyecto de cambio y el compromiso con su electorado y no síntoma de radicalización. Tampoco fructificó la brecha inducida con Compromís e IU a los que mediáticamente se les tildaba entonces de dialogantes y moderados.

Las propuestas programáticas de Podemos, particularmente las más distantes con el PSOE, las políticas socioeconómicas y sobre la cuestión catalana, derivan del continuismo inmovilista de ellos y su dependencia de C’s. Sin embargo, las primeras alternativas son ‘socialdemócratas’ y las pueden comprender y apoyar más del 60% de la ciudadanía, aunque necesitan de una posición firme y con temple ante la Unión Europea. Y las segundas, de carácter básicamente democrático y de reconocimiento de la plurinacionalidad, tienen un altísimo apoyo en las nacionalidades históricas y, según distintas encuestas de opinión, son aceptadas en el resto de España sin pérdida electoral para Podemos.

Las fortalezas de Unidos Podemos
Está claro el perfil de Unidos Podemos y confluencias como defensores de las capas populares, de los sectores desfavorecidos, de los de abajo… frente a las oligarquías. Su defensa de los derechos sociales y laborales, así como de las libertades civiles y políticas es innegable. En todo ello gana a las tres fuerzas (PP, C’s y PSOE) defensoras del poder establecido y el consenso europeo y comprometidas con las políticas de austeridad y una gestión autoritaria frente a las demandas populares y democráticas.

Igualmente, su planteamiento global cabe dentro de los parámetros (como dice Pablo Iglesias) de una nueva socialdemocracia. Es secundaria la etiqueta, la cuestión es rechazar las que son tergiversadoras o marginadoras. Lo principal es construir un proyecto identificador, con un discurso y una práctica de carácter democrático-igualitario, defensor de la mayoría social. Luego llegará el símbolo y la nominación. Y ese perfil progresivo lo ha ido adquiriendo Podemos y sus aliados, tiene una bases sólidas en la experiencia popular, y lo ha ido perdiendo el Partido Socialista.

Además, el fenómeno Podemos (al igual que se decía del movimiento de protesta en torno al 15-M) no es una burbuja que puede estallar en cualquier momento y desaparecer. Está asentado en la amplia y prolongada experiencia ciudadana, de más de un lustro, de pugna sociopolítica contra los recortes sociales y la prepotencia institucional de las élites gobernantes, con la reafirmación cívica en la cultura democrática y de justicia social. Ese amplio y diverso movimiento popular contra las injusticias sociales y por la democracia constituye los fundamentos del electorado indignado que Podemos (junto con IU y las confluencias) ha sabido encauzar y consolidar.

La ciudadanía activa española es progresista. La desafección hacia el PSOE, de cerca de seis millones de votos ya se inició hace seis años y continuó el 20-D. Los intentos sucesivos de comunicación y retórica no han impedido ese declive. Se han distanciado algo (por el paso del tiempo y la falta de ocasión) de la responsabilidad gubernamental directa. Pero cuando han tenido una nueva oportunidad para un nuevo plan de Gobierno, han preferido la alianza con la derecha de Ciudadanos y han vuelto a reafirmarse en una estrategia continuista y prepotente. Es dudoso que incrementen su credibilidad sin un giro consecuente de su orientación y su práctica política.

El electorado socialista (según Metroscopia) está envejecido (media de edad de 55 años, poco más de un millón de jóvenes -18 a 34 años-) y en las zonas rurales. Mientras, el de Podemos y sus aliados está en zonas y sectores más dinámicos, grandes áreas urbanas, clases trabajadoras, nuevas clases medias-profesionales e ilustradas y entre jóvenes (unos dos millones, el 35% de su electorado cuando la media es el 21%).

¿Qué le queda al Partido Socialista para remontar su pérdida de credibilidad entre sectores progresistas, particularmente jóvenes? Su respuesta es acentuar la garantía del continuismo y, sobre todo, intentar el aislamiento y descrédito hacia Unidos Podemos y su líder. Esa pose de dar apariencia de hegemonía representativa conlleva la nostalgia del bipartidismo, pero después de la pérdida de casi seis millones de votantes, la mitad de su electorado, no es realista y da poca seguridad a su base social actual. Esa opción es difícil que dé esos resultados e impide el cambio institucional sin generar nuevas expectativas a su propia base electoral.

También tiene otro efecto contraproducente: no les garantiza un deseable incremento de su voto de centro-derecha en disputa con Ciudadanos y el propio PP, para asegurar, en todo caso, que no alcancen ambas derechas la mayoría parlamentaria. Es decir, esa estrategia socialista de, sobre todo, asegurar el recambio de su élite gobernante, neutralizar el auténtico cambio y sin cambiar las políticas de fondo no tiene fundamentos políticos ni credibilidad ciudadana. De ahí que se tenga que basar en la manipulación comunicativa y en el sectarismo hacia las fuerzas del cambio.

Su penúltimo relato divisorio consiste en su apuesta por su deseado fracaso del ‘radicalismo’ de Pablo Iglesias para confiar en la ‘moderación’ de Iñigo Errejón que, en último extremo, garantizaría con la abstención o una posición subordinada la investidura de Sánchez con un similar esquema programático y de pacto con Ciudadanos. O sea, que al final, la ansiada estabilidad de un gobierno continuista de PSOE-C’s, tras el 26-J, dependería del descrédito de Pablo Iglesias y el ensalzamiento de Iñigo Errejón para que se haga con el control (o la escisión) de Podemos y avale a Pedro Sánchez. Ésa, la división y descalabro de Podemos y sus aliados, sería la base de la supuesta confianza y seguridad socialista en acceder a la Presidencia del nuevo Gobierno y, tal como ha confirmado el líder socialista al empresariado catalán, garantice la estabilidad gubernamental sin terceras elecciones.

No obstante, ante el incumplimiento de esa profecía, la actual dirección socialista intentará adjudicar su causa a la malignidad de Podemos. Así, volviendo sobre sus pasos y con la correspondiente catarsis y nuevo liderazgo, podría justificar esa estabilidad por la vía del apoyo (abstención) socialista a un gobierno continuista de las derechas. Con esos mimbres tan irreales, prepotentes y de bajos vuelos, de la vieja política, el equipo de Sánchez no se hace acreedor de ninguna legitimidad ciudadana para liderar un Gobierno de Progreso. El ciclo del declive representativo del PSOE continuaría.

Los obstáculos para el desarrollo de ese plan continuista con reales. Unidos Podemos y las confluencias tienen fortalezas con las que resistir esa ofensiva de cerco político o cordón sanitario. Aunque tienen gran diversidad ideológica y dinámicas organizativas perfectibles, existe un alto grado de unidad política en torno a las alternativas políticas fundamentales. No hay riesgos de rupturas. Es más, existe la potencialidad de una mejora integradora con las distintas confluencias y, particularmente, con las fuerzas de Izquierda Unidad-Unidad Popular. Por otro lado, Pablo Iglesias sigue siendo su referente principal pero dentro de un liderazgo más colectivo y plural y, sobre todo, una organización más estructurada y flexible.

En definitiva, la estrategia de la dirección socialista les puede llevar al fracaso de sus propios objetivos, su papel institucional preponderante. También a un debilitamiento representativo más o menos lento y profundo, con un alejamiento respecto del PP y un adelantamiento de Unidos Podemos (y confluencias), junto con una evidente crisis interna y de liderazgo. No obstante, la consecuencia negativa principal es que esa operación neutraliza la dinámica del cambio, de un Gobierno de Progreso en torno a unas políticas fundamentales de justicia social y mayor democracia. Por tanto, afecta a la mayoría de la sociedad que, probablemente, le exigirá responsabilidades. El reto inmediato para las fuerzas del cambio es impedir un gobierno continuista de las derechas y garantizar un Gobierno de progreso y de cambio. Ése es el desempate principal, abrir un ciclo político-institucional que favorezca los avances progresivos y democráticos en favor de la mayoría ciudadana.

En resumen, el PSOE, de entrada, no está por la labor del cambio real y lleva una estrategia equivocada. Las fuerzas del cambio todavía son insuficientes y dependen de la colaboración socialista. La prioridad son los intereses de la gente, dejar atrás esta etapa autoritaria y de austeridad. Hay que insistir en los argumentos para llegar a un acuerdo razonable y compartido y desarrollar una campaña con la mano tendida y sin crispación.

Pero el deseado giro en la actitud socialista va a depender, fundamentalmente, de los hechos: comprobar la amplitud y firmeza de las demandas populares de cambio a través de la ampliación del apoyo electoral a Unidos Podemos y confluencias. Desde otra perspectiva: evaluar la demostración cívica de los costes para el Partido Socialista, en el caso de persistir en su estrategia equivocada, con el continuado debilitamiento de su representatividad. Es el elemento que puede condicionar su cambio de actitud para iniciar una nueva etapa de acuerdo gubernamental de progreso.

El PSOE, en su ambivalencia, tiene un aparato dependiente y colaborador con los poderosos y su obcecación puede provocar el bloqueo del cambio. Será necesario enfrentarse a esa situación con un plan B, para evitar la frustración social y seguir haciendo camino al andar. De momento, el plan A es ganar las elecciones generales al PP, dejar en minoría a las derechas y reforzar las fuerzas del cambio.
Antonio Antón
Antonio Antón. Profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid. Autor de Movimiento popular y cambio político. Nuevos discursos (ed. UOC).

viernes, 12 de febrero de 2016

Lo que se oculta o ignora en la prensa y en la televisión sobre las elecciones de EEUU

La cobertura de lo que está ocurriendo en las elecciones primarias para el cargo de Presidente de EEUU por parte de los mayores medios de información españoles es, con limitadísimas excepciones, muy sesgada, traduciendo la orientación conservadora y/o neoliberal que caracteriza a la gran mayoría de tales medios. La bien conocida (a nivel internacional) falta de diversidad ideológica en la televisión y radio españolas, así como en la prensa escrita, con escasísima presencia de voces críticas de sensibilidad progresistas de izquierdas, se refleja en su presentación de lo que está ocurriendo en aquel país. Sus corresponsales en EEUU se limitan, por lo general, a traducir al castellano (o al catalán en Catalunya) lo que dicen los mayores medios de información estadounidenses, sin ir más allá y sin profundizar críticamente en lo que dicen aquellos medios. Y para complicar más las cosas, en su traducción de lo que dice la prensa estadounidense al español, copian literalmente lo que se escribe en tales medios, sin darse cuenta de que algunos términos tienen un significado opuesto a los dos lados del Atlántico. Así, el término “liberal” en EEUU se utiliza en aquel país para definir a un político que apoya el intervencionismo del Estado en la actividad económica, proponiendo medidas redistributivas y expansión del gasto público. Liberal, en EEUU, quiere decir lo que en Europa se conoce como socialdemócrata, mientras que en este continente, y por lo tanto en España, liberal define a un político que está en contra del intervencionismo del Estado, desfavorece las políticas redistributivas, y promueve la privatización de lo público. Definir en los medios españoles a los políticos de la izquierda estadounidense como liberales crea enormes confusiones en España (ver, como ejemplo de este error, el artículo de la corresponsal de El País en Washington, Amanda Mars, “Sanders centra su estrategia en asociar a Clinton con el poder financiero”, El País, 06/02/2016).

¿Qué pasa en EEUU?
Hoy, la noticia mayor que existe en EEUU es que un candidato a la Presidencia del país, que se presenta (sin tapujos y orgulloso de serlo) como socialista, y que pide una revolución política, utilizando esta expresión en cada uno de sus actos electorales, está causando un tsunami político semejante al que ha ocurrido en España con Podemos o con el candidato laborista británico, el Sr. Corbyn, en el Reino Unido. En las primeras elecciones primarias en el país para el cargo de Presidente de EEUU, que tuvieron lugar hace unos días en el Estado de Iowa, tal candidato socialista empató con la candidata claramente apoyada por el aparato del Partido Demócrata, la Sra. Hillary Clinton, que contaba con el claro apoyo, no solo de aquel aparato, sino también del establishment político mediático de aquel partido. Y esta casi victoria del Sr. Bernie Sanders, que es el candidato socialista, ocurrió a pesar de la clara hostilidad que sufrió su candidatura por parte de los mayores medios de información (prensa y televisión) de aquel país (tal como también ocurrió con Podemos en España y con el Sr. Corbin en el Reino Unido). Predeciblemente, tal hostilidad o animosidad ha aparecido, no solo en los mayores medios de información de EEUU, sino también de España, cuya cobertura mediática de la vida política de EEUU, como he dicho en el párrafo anterior, se limita, la mayoría de las veces, a la mera traducción al castellano (o al catalán en Catalunya) de lo que dicen los mayores medios de información estadounidenses.

El surgimiento de este movimiento antiestablishment, liderado por Bernie Sanders, tiene características semejantes a lo que ha estado pasando en España y en Reino Unido, y responde a una situación común en los tres países: las clases populares están hartas del maridaje entre los intereses económicos y financieros de las grandes empresas que constituyen la clase corporativa (the corporate class) por un lado, y las instituciones representativas por el otro, que las han transformado en meros instrumentos de tal clase. Tal situación ha sido posible por la privatización del proceso electoral en EEUU, donde todo candidato a un cargo electoral puede recibir tanto dinero como pueda generar y, a través de lo que se llaman Super PACs, financiar su campaña, comprando tanto espacio televisivo como quiera, sin que exista ninguna regulación al acceso a tales medios. La mayoría de los fondos que la clase política (lo que se llamaría casta en España) recibe, procede de las grandes empresas de la corporate class, el 1% top de la sociedad por su nivel de renta que controla o tiene una enorme influencia, también en la mayoría de los medios de información y persuasión del país.

La consecuencia de este maridaje entre el mundo del capital y las instituciones políticas es que las políticas aprobadas por el Congreso de EEUU (hoy controlado por la ultraderecha estadounidense, financiada masivamente por los elementos estadounidenses comparables al IBEX-35 de España), sistemáticamente favorecen sus intereses a costa de los del mundo del trabajo, que constituye la mayoría de las clases populares de EEUU.

Tal situación también afecta a gran parte del Partido Demócrata. Fue precisamente el Presidente Clinton el que desreguló la banca (siendo su Ministro de Finanzas Robert Rubin, que era en su vida privada uno de los mayores banqueros de Wall Street, el centro financiero de EEUU), creando las bases para que se diera la mayor crisis financiera que el país ha vivido desde la Gran Depresión, crisis que ha creado un gran descenso del nivel de vida de las clases populares, a la vez que ha acentuado un incremento incluso más intenso de las desigualdades existentes en EEUU. Como constantemente señala Bernie Sanders, “una décima parte del 1% superior de la población controla el 90% de la riqueza del país”. Y los datos, fácilmente accesibles, señalan la veracidad y credibilidad de su mensaje.

La revuelta popular en contra del establishment político-mediático
...
¿Podrían pagarse las propuestas de Sanders?
Este argumento se reitera constantemente, en cualquier país, por voces conservadoras y neoliberales, como objeción a medidas que requieran una expansión del gasto público social. Es interesante subrayar que nunca se hizo la pregunta, por parte de las mismas voces que señalan que no hay recursos para la expansión del gasto social, si el país tenía dinero para pagar el rescate de sus bancos. De haberse hecho ésta, se podría haber contestado ahora de la misma forma. Si el país tuvo dinero para rescatar a los bancos, también lo tenía para rescatar a la población (y la misma respuesta aplica a España).

Y en EEUU (y en España) los fondos existen. Y así lo muestra el candidato Sanders: reduciendo el gasto militar significativamente, prohibiendo las inversiones de las empresas (del organismo equivalente al IBEX-35) en los paraísos fiscales haciendo que paguen impuestos como todos los demás, y aumentado la carga fiscal de las grandes fortunas, entre otras medidas. Con ellos se generarían recursos más que suficientes para asumir tales gastos. La no existencia de estos fondos ahora se debe a causas políticas (el maridaje poder económico-poder político) no a causas económicas.

El grupo de economistas del candidato Sanders ha publicado cómo se pagarían cada una de las reformas que él propone. Por ejemplo, el programa de universalización de los servicios sanitarios (conocido como single payer) sustituiría la financiación privada del sistema sanitario estadounidense (que se basa en el pago de pólizas a los seguros privados, pólizas que alcanzan unos niveles prohibitivos para millones de personas y que determina que tengan muchas dificultades para poder recibir atención sanitaria) por una financiación pública, de manera que la ciudadanía, en lugar de pagar a las compañías de seguro privadas (que ofrecen una cobertura insuficiente), lo harían en una cantidad mucho menor a una agencia pública, que les garantizaría una cobertura sanitaria completa, tal como ocurre en Canadá (cuya popularidad del sistema sanitario es mucho mayor que la del sistema privado estadounidense). En realidad, los impuestos para la mayoría de la población no aumentarían, pues la expansión de los servicios públicos sería a base del aumento de los niveles impositivos de los billonarios, que hoy apenas pagan impuestos, y cambios en las prioridades del gasto público, transfiriendo fondos de las áreas militares hacia las sociales...

... en cuanto al retraso de la edad de jubilación (que es 67 años en EEUU), propuesta a la que se opone Sanders pero que no descarta la Sra. Clinton. Ni que decir tiene que la Sra. Clinton es una alternativa mucho mejor que cualquiera de los candidatos republicanos. Pero para una persona progresista, Sanders cubre mejor la papeleta.

¿Permitiría el establisment político-mediático que Sanders fuese Presidente?
Esta observación, procedente de grupos escépticos en las izquierdas, tiene mucho peso. Es una realidad que el establishment muestra enorme hostilidad a la candidatura de Sanders. Los mayores canales de televisión ABC, CBS y NBC, por ejemplo, dan mucha más cobertura a los otros candidatos que a Sanders. Según el análisis de tiempo de cobertura de los candidatos (The Tyndall Report), tales canales ofrecieron en el año 2015 dieciséis veces más tiempo de exposición televisiva al candidato republicano Trump que al candidato demócrata Sanders, que goza de mayor apoyo popular que Trump. Similar discriminación ocurrió en España, comparando el tiempo de exposición y presentación favorable a Albert Rivera versus Pablo Iglesias en las elecciones últimas.

Hacerse esta pregunta lleva al centro del problema: la captación de las instituciones democráticas por los intereses económicos y financieros corrompen el significado de democracia. De ahí que la llamada a que cambien las instituciones políticas (y mediáticas) que Sanders define como Revolución Política sea la misma que la llamada a un nuevo orden económico, justo y solidario. Y este es el gran reto que hoy tienen tanto EEUU como España. Sin lugar a duda, estamos en un periodo histórico, en el que estamos viviendo el fin de una época con los albores de una nueva, de la cual no conocemos todavía su posible configuración. El enorme enfado de las clases populares puede canalizarse por fuerzas políticas profundamente reaccionarias (como Trump en EEUU) o profundamente democráticas (como Sanders). Ahora bien, el futuro a favor de las alternativas democráticas y progresistas dependerá de las movilizaciones populares que presionen para que ello ocurra. Así de claro.
Fuente: Vicenc Navarro,
http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2016/02/08/lo-que-se-oculta-o-se-ignora-en-la-prensa-y-en-la-television-sobre-las-elecciones-de-eeuu/