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viernes, 12 de agosto de 2016

Cuando Cuba estaba luchando por Angola

África
por Augusta Conchiglia

Con su nueva encuesta (1) "brillante y erudita," en las palabras de Noam Chomsky, la universidad italoamericano Piero Gleijeses desnuda responsabilidad en la continuación del conflicto en el sur de África después de la independencia de Angola de EE.UU. (Noviembre 11, 1975). Los defectos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) muestran las contradicciones internas a las autoridades de Estados Unidos, donde el Departamento de Estado a veces figura del elemento moderado. Ya es autor de una rica estudio de revelaciones sobre la historia de Cuba en África (2), Gleijeses también examina las diferencias tácticas entre aliados. Más intervencionista, Cuba toma el riesgo de represalias de Estados Unidos, mientras que la Unión Soviética se mantiene dividido entre su deseo de relajarse con Estados Unidos y sus compromisos en el frente africano.

Recordemos los hechos. En agosto de 1975 las tropas sudafricanas ocupan el sur de Angola, sigue provincia portuguesa. En noviembre del mismo año, se proclamó la independencia; tropas sudafricanas se retiran, pero el apoyo de la Unión Nacional rebelde para la Independencia Total de Angola (Unita). soldados cubanos llegaron para ayudar al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) para mantener el poder. Zaire apoya mientras que el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA). La guerra civil se está librando.

La administración del presidente Gerald Ford y su estratega de Henry Kissinger tenía, en 1974, se escatiman esfuerzos para marginar el MPLA. Tras la elección de James Carter en noviembre de 1976, el Congreso de Estados Unidos aprobó una enmienda que prohíbe la ayuda a los movimientos rebeldes en Angola. Sin embargo, influenciado por el asesor Zbigniew Brzezinski, Carter muestra tan obsesionado como su predecesor por la presencia de Cuba, y se niega a reconocer al gobierno de Angola.

Con el presidente Ronald Reagan (1981-1989), que hizo el apoyo incondicional a la Unita una cuestión política doméstica, los sudafricanos tienen las manos libres. No contento con el apoyo logístico, Pretoria puso en marcha una serie de operaciones militares que culminaron en 1987 en lo que la historia oficial conciso del ejército sudafricano definido en su momento como "la operación más grande jamás llevada a cabo por las fuerzas de tierra y la aviación al sur de África desde la Segunda guerra Mundial".

El Cuito Cuanavale en el sureste de Angola (enero de 1988), es la culminación de trece años de agresión de Sudáfrica contra los más ricos de las antiguas colonias portuguesas. Reconociendo jugar a su destino en Angola, Pretoria elige la escalada. M.Fidel Castro y el desafío. De acuerdo con los líderes de Angola, decidió enviar tropas adicionales y convence líder soviético Mikhail Gorbachov para entregar armamento más sofisticado. En agosto de 1988, Sudáfrica se retira y aceptar el plan de las Naciones Unidas para la independencia de Namibia. Cuba se puede repatriar a sus tropas. Nelson Mandela cree que el fracaso de Sudáfrica como "el punto de inflexión en la liberación del continente del flagelo del apartheid." Los nombres de los soldados cubanos muertos en Angola aparecen hoy con las de todos los héroes de la historia de Sudáfrica en la pared de la memoria del Parque de la Libertad en Pretoria.

La historia de la colonización en África está marcada por otras guerras, los que no dicen su nombre y se conformaron a subordinar todo a la búsqueda de beneficios. En 1903, una campaña internacional lanzada por un periodista británico Edmund Morel, denunciado como delincuentes condiciones en las explotaciones de caucho en el Estado Libre del Congo Belga, Congo futuro trabajo. Pierre Savorgnan de Brazza fue enviado a investigar francés Congo, donde fue comisario general de 1886 a 1897. El informe de Brazza, escrito en 1907, abruma la administración considera ineficaz, dominado por los intereses privados y que cubre el abuso "intolerable y masiva ". Se lo debemos al historiador Catalina Coquery- Vidrovitch la exhumación de este texto olvidado, que fue considerado demasiado comprometer a publicarse (3).
Augusta Conchiglia Periodista.

http://www.monde-diplomatique.fr/2014/10/CONCHIGLIA/50867

lunes, 11 de julio de 2016

La Guerra de Irak y las mentiras en que se basó siguen generando polémica

Amy Goodman y Denis Moynihan
Democracy Now!

Esta semana se dio a conocer un devastador informe sobre la activa participación del Reino Unido en la invasión y ocupación de Irak, al mismo tiempo que continúan buscándose entre los escombros los cuerpos de las personas fallecidas en el peor atentado suicida con camión bomba que ha tenido lugar en Bagdad desde el inicio de aquella funesta guerra en el año 2003. El documento se conoce como “el informe Chilcot”, por su principal investigador y autor, Sir John Chilcot. La investigación fue encomendada en el año 2009 por el entonces primer ministro Gordon Brown. Chilcot dio a conocer el informe de 6.000 páginas el miércoles por la mañana, tras siete años de trabajo. El informe ofrece una larga lista de críticas al ex primer ministro Tony Blair y su gabinete al dejar al descubierto de qué manera se exageró la amenaza que suponían las presuntas armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, así como la inquebrantable lealtad que Blair demostró al presidente George W. Bush. “Ahora resulta claro que las políticas sobre Irak se elaboraron sobre la base de información de inteligencia y valoraciones infundadas que no fueron contrastadas”, afirma Chilcot en el comunicado que acompañó la publicación del informe.

Un memorando incluido en el informe, enviado por Blair a Bush en julio de 2002, meses antes de la invasión, comienza con la siguiente promesa hecha por Blair a Bush: “Estaré contigo, pase lo que pase". Muchas personas, entre ellas referentes parlamentarios del propio Partido Laborista, piden que Blair sea llevado a juicio por crímenes de guerra. Mientras el Reino Unido, sumido aún en un caos político a consecuencia del referéndum que derivó en el brexit, reacciona al informe Chilcot, la población de Bagdad no se repone aún del atentado del sábado. La cifra de víctimas fatales del atentado se ha incrementado hasta alcanzar las 250. George W. Bush expresó sin ningún atisbo de arrepentimiento a través de un portavoz que “sigue creyendo que el mundo entero esta mejor sin Saddam Hussein en el poder”. Según trascendió, al momento de realizar estas declaraciones, Bush recibía a veteranos heridos en su rancho de Texas.

Mientras que las fuerzas británicas perdieron a 179 de sus miembros a lo largo de toda la guerra, las fuerzas estadounidenses tuvieron 4.502 bajas (siete de las cuales sucedieron en 2016). A la invasión y posterior ocupación se destinaron miles de millones de dólares, y se destinarán miles de millones más para el cuidado de por vida de los veteranos heridos y emocionalmente afectados. Sin embargo, la mayor e incalculable pérdida es la que ha sufrido el pueblo iraquí. Como lo demuestra este reciente y devastador atentado, la guerra en Irak no ha llegado a su fin. Se han llevado a cabo varias iniciativas para contabilizar la cifra de víctimas fatales de la guerra. El más bajo de estos estimativos ubica la cifra entre 160.000 y 180.000 fallecidos. Algunos estudios sostienen que el número de víctimas es varias veces mayor. Resulta imposible determinar la cifra exacta, pero el efecto en la población de Irak ha sido devastador y los daños se harán sentir por generaciones.

El pronunciamiento británico fue claro: “Nuestros ejércitos no llegan a sus ciudades o a sus tierras como conquistadores o enemigos, sino como libertadores”. Sin embargo, estas palabras no fueron expresadas en 2003, sino en 1917. La guerra arrasaba Europa y la Marina Británica dependía ampliamente del petróleo proveniente de Irak y el Golfo Pérsico. Como sostiene el detallado anexo histórico que acompaña al informe Chilcot: “Para asegurar ese petróleo para Gran Bretaña, en la primavera de 1914, el Primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, adquirió para el Gobierno Británico el 51% de las acciones de la Anglo-Persian Oil Company o Compañía de Petróleos Anglo-Persa”. Y fue así como todo un siglo de ocupación, explotación, represión, violencia y dolor se ha grabado a fuego en la vida de los iraquíes y en la historia de Irak.

Para Sami Ramadani todo esto es más que historia. Ramadani nació en Irak pero vive en Londres desde que se convirtió en un exiliado del régimen de Saddam Hussein. Durante mucho tiempo se ha dedicado ha impulsar el movimiento contra la invasión y la ocupación de Irak, pero también contra las devastadoras sanciones que las precedieron. Poco después de que el informe Chilcot fuera dado a conocer, Sami Ramadani dijo en “Democracy Now!”: “Irak, como sociedad, como Estado, fue destrozado de la manera más cruel desde la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam, con tácticas como la llamada de ‘conmoción y pavor’ y con crímenes en masa a una escala indescriptible. El verdadero objetivo no era sacar al dictador, sino controlar Irak. Y al no poder controlarlo, lo destruyeron, al igual que están haciendo con Libia, con Siria y demás. Esto entra en esa escala. Pero la peor de las tragedias es la pérdida de vidas”.

Un año después de la invasión, en la cena anual de la Asociación de Corresponsales de Radio y Televisión en Washington, D.C., el presidente Bush bromeó ante los cientos de periodistas presentes en la cena: "Esas armas de destrucción masiva tienen que estar por aquí, en alguna parte. No, por allá no hay armas. Puede que estén aquí debajo". Imágenes de Bush en el Despacho Oval, en cuclillas, buscando armas de destrucción masiva bajo los muebles, acompañaron la comedia cotidiana de aquellos días. En tiempos en que los miembros fallecidos del Ejército de Estados Unidos eran retornados a la Base de la Fuerza Aérea de Dover, en donde estaba prohibido tomar fotografías de las bolsas en que se transportaban los cuerpos, y en que los cadáveres de los iraquíes se amontonaban en las calles y las morgues, la conducta de Bush resulta incomprensible. La guerra no es broma. Tras el informe Chilcot, debería emprenderse una iniciativa seria para que personas como Bush o Blair rindan cuentas por la muerte y la destrucción que siguen teniendo lugar en Irak y en otras partes del mundo.

© 2016 Amy Goodman

Traducción al español del texto en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Fuente: http://www.democracynow.org/es/2016/7/8/la_guerra_de_irak_y_las

domingo, 10 de julio de 2016

La mentira. Aznar es el único que hasta el momento no ha pedido perdón a su país por llevarlo a una guerra injusta e injustificada.

Siempre recordaré el aplauso de los diputados de las bancadas del Partido Popular en el Congreso tras la aprobación de la decisión del Gobierno de Aznar de ir a la guerra de Irak, que apoyaron sin una sola excepción, contra la opinión de millones de españoles, que nos habíamos manifestado en contra. Nunca había visto a nadie tan contento de ir a una guerra; mejor dicho: tan contento de que fueran otros, pues ni los diputados ni los ministros ni el presidente del Gobierno iban a ir. Para eso están los profesionales.

El informe Chilcot, elaborado por un comité independiente de Reino Unido a petición del Gobierno de ese país, acaba de poner negro sobre blanco las cosas que ya se sabían o se sospechaban de aquella guerra: que la decisión de invadir Irak estaba tomada antes de su justificación, que ésta se hizo sobre una gran mentira: la posesión por Sadam Hussein de armas químicas y biológicas prohibidas (nunca he entendido por qué están prohibidas unas armas y otras no, será que soy un poco panoli), y que, en el triunvirato que se formó al frente de los belicistas, Aznar jugó el papel de becario, ni siquiera de George Bush, el jefe de la coalición, sino del británico Toni Blair, ante la retirada del resto de los países europeos, con Alemania y Francia a la cabeza. “No se puede pedir ayuda a un amigo y luego, cuando él te la pide a ti, negársela”, se justificaría tiempo después en el más puro estilo Benzema el héroe de Perejil, el único que hasta el momento no ha pedido perdón a su país por llevarlo a una guerra injusta e injustificada, como si en el cumplimiento de su deber de amistad pudiera disponer de la voluntad y las vidas de sus compatriotas.

Siete años les ha costado a los miembros del comité encabezado por John Chilcot, un alto funcionario británico de gran prestigio, y la consulta de miles de documentos, así como entrevistar a un centenar y medio de testigos, llegar a unas conclusiones que, pese a no suponer ninguna novedad, no dejan de estremecer de rabia y de consternación. Que tres hombres por su santa voluntad provocaran lo que han provocado: miles de muertos y heridos y la ruptura del frágil equilibrio en que vivía una región del mundo que ahora se desangra en guerras y actos de terrorismo que nos están afectando a todos (a España especialmente el 11-M) deberían provocar más que una crítica formal y abstracta. En el mundo han sido juzgados por crímenes de guerra o contra la humanidad muchos dirigentes con menos delito que el trío de las Azores.

http://elpais.com/elpais/2016/07/08/opinion/1467979566_242541.html

sábado, 9 de julio de 2016

Jung y los tres superhéroes

A medida que profundizo en el formidable laberinto de la psicología de Jung, aumentan mi respeto y admiración por aquel pensador suizo —dicen que mitad psicólogo, mitad campesino—, rebelde discípulo de Freud. Y su idea de esa “sombra” que, ajena a la luz de la consciencia, se proyecta sobre el mundo desde la profundidad del alma humana, me parece más preclara. En su inagotable análisis, dibujó Jung un panorama poco halagüeño para el futuro de la humanidad si ésta seguía ignorando a esa creciente “sombra”, habitante del reino del inconsciente. Y es que ahora que al exmandatario británico Tony Blair sus compatriotas le han repasado la plana, no puedo evitar pensar en la tenebrosa sombra que siempre vi proyectada por aquellos tres superhéroes que, sonrientes, posaron para la posteridad en las islas Azores. Me preguntaba entonces, y aún lo hago, cómo serían sus sueños, cuál su contenido, qué monstruosa arquetípica deidad zarandearía aquellos egos, ante la puerta que, siempre sonriendo, abrían. En fin, lo que después aconteció es ya parte de la historia.— Alberto Morales Moreno. Granada.

miércoles, 6 de julio de 2016

“Prescindir de las instituciones es la guerra”. José María Ridao aborda en su último libro un alegato que parte de una pesadilla de Durero, el gran pintor renacentista alemán, que sueña con la destrucción de la humanidad.

José María Ridao (Madrid, 1961) siempre ha abordado arriesgadas aventuras intelectuales. La que ahora se corresponde con su último libro (Durero soñando, Arpa) es un alegato que parte de una pesadilla de Durero, el gran pintor renacentista alemán, que sueña con la destrucción de la humanidad y de la historia. Su ensayo adopta la forma de una obra teatral que afronta también la discusión Erasmo-Lutero sobre las instituciones, los valores y las reglas. Un estudio sobre Las Indias en el origen de la Reforma complementa este viaje suyo a una época que, como explica en esta entrevista realizada en París, donde ejerce como diplomático, tanto prolonga esta que estamos viviendo.

Pregunta. ¿Qué ha concluido?
Respuesta. Que los problemas humanos evolucionan mucho más despacio que los términos para designarlos. Siempre pensamos estar ante la novedad cuando en realidad es lo de siempre.

P. Dice uno de sus personajes que la corrupción está en el hombre y que hay que desconfiar de quienes denuncian una casta de puros para declararse puros… ¡Parece la España de ahora!
R. La corrupción del papado en el siglo XVI o las instituciones democráticas de ahora, en Europa o en España, siempre enfrentan el mismo dilema: o bien se cambian las instituciones por considerarlas inservibles al haber caído en la corrupción, o bien se mantienen expulsando los comportamientos corruptos. Erasmo dice que hay que mantener el papado persiguiendo la corrupción; Lutero dice que la corrupción ha hecho inservible el papado. Prescindir de las instituciones es la guerra; la historia les da la razón. Siempre se ha dicho que la Reforma da lugar a la tolerancia. No. La Reforma da lugar a las guerras de religión; lo que se rompe es esa estructura que está por encima de los reyes, de las monarquías, del papado, que opera hacia el interior como un sistema de resolución de las controversias y hacia el exterior como una fuerza colectiva contra otros grupos políticos, como podría ser el islam. Esas guerras terminan con un concepto político, no religioso: la tolerancia. Ese concepto hoy se explica —sobre todo cuando se analizan cuestiones relacionadas con el yihadismo o con el islamismo— vinculado a la Reforma, algo así como que los teólogos del siglo XVI consiguen un cristianismo de rostro humano.

P. ¿Y no es así?
R. El proceso no es exactamente ese; lo que hace la Reforma es volver más dogmáticas todavía a cada una de las iglesias que salen de la cristiandad rota. Esas iglesias fundamentan el poder político y lo que provocan es una guerra generalizada, una auténtica guerra civil europea. A la guerra civil europea se le pone fin cuando el poder político decide que los ciudadanos no tienen por qué seguir la fe del soberano. Esa es la tolerancia, una respuesta política a las guerras de religión, no un resultado teológico de la Reforma. De ahí que, sin pretenderlo, muchos de los elementos del libro parezcan escritos para hoy.

P. ¿Cómo trasladaríamos esta casta y estos puros al orden mundial, europeo y español de hoy?
R. Hay un desplazamiento del sentido de la política. En primer lugar, la política trata sobre las reglas, sobre cómo construir reglas que integren a todos los ciudadanos y que no dejen a nadie fuera. Y, en segundo lugar, reglas compartidas por todos a fin de que puedan ser exigibles a todos. El problema es que las reglas han pasado a ser los valores. Se ha visto muy bien con la crisis económica, cuando se dice que la causa de la crisis de 2008 es la avaricia. No. El problema y el origen de la crisis es que se prescindió de las reglas que hacían que la avaricia no fuera fatal.

P. Se dice en su obra, por parte de Willibald, en diálogo con Durero: “Pienso que la corrupción está en el hombre”. Y Durero: “Desengáñate, los tiempos que vivimos son todos los tiempos”. ¿Eso convierte cualquier libro que se escriba sobre la historia en un libro sobre la actualidad?
R. Necesariamente: los problemas del hombre evolucionan de manera mucho más lenta que la hojarasca que los envuelve. Cuando hablamos de democracia parece que estemos hablando de algo distinto de Lutero y sin embargo hablamos de lo mismo.

P. A Durero lo domina la pesadilla de la destrucción. ¿Cuál sería la pesadilla hoy?
R. La misma que la de Durero. La pesadilla es que en nombre de la pureza volvamos a prescindir de las instituciones democráticas que tanto han costado construir: la pureza racial frente a los refugiados, la pureza moral frente a los corruptos.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/06/08/actualidad/1465412022_815042.html

jueves, 14 de abril de 2016

Según declaraciones del abogado Robert Kennedy júnior. “Transferencia de gas”, es la verdadera raíz del conflicto armado en Siria.

La raíz del conflicto armado en Siria en gran parte se debió a la negativa del presidente sirio, Bashar al-Asad, a permitir que por su país pasase un gasoducto desde Catar hacia Europa.

La decisión de EE.UU. de organizar una campaña contra Bashar al-Asad no comenzó con las protestas civiles pacíficas en 2011, sino en 2009, cuando Catar ofreció construir un gasoducto por valor de 10.000 millones de dólares que atravesara Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía", anunció el martes el abogado Robert Kennedy júnior, sobrino del expresidente norteamericano John F. Kennedy.

Este proyecto habría garantizado que los países árabes del Golfo Pérsico tuvieran una ventaja decisiva en los mercados mundiales de gas y habrían fortalecido a Catar, estrecho aliado de Washington en la región, explicó Kennedy júnior.

El presidente sirio, Bashar al-Asad, rechazó el proyecto al entender que perjudicaba los intereses gasíferos de su aliado ruso, el mayor proveedor de gas natural al viejo continente. Apenas un año después, Al-Asad comenzó a negociar con Irán la construcción de un gasoducto alternativo que llevaría el gas desde Irán a El Líbano y hubiese convertido al país persa en uno de los mayores proveedores de gas a Europa, detalló el abogado.

Inmediatamente después de la negativa al proyecto inicial, las agencias de Inteligencia de EE.UU., Catar, Arabia Saudí y el régimen de Israel comenzaron a financiar a la llamada oposición siria y a preparar una revuelta para derrocar al Gobierno sirio, subrayó Kennedy, que citó datos de diversos informes secretos a los que ha tenido acceso.

En este sentido, la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA, por sus siglas en inglés) transfirió seis millones de dólares a la cadena de televisión británica Barada para que elaborara reportajes en favor del derrocamiento del mandatario sirio, añadió.

La CIA ha utilizado a los integrantes extremistas como los del grupo takfirí EIIL (Daesh, en árabe) para proteger los intereses de EE.UU. en materia de hidrocarburos e instrumentalizar a las fuerzas radicales para disminuir la influencia de la (antigua) Unión Soviética en la zona, concluyó el abogado Robert Kennedy júnior.

Mientras tanto, EE.UU. sigue sus apoyos financieros, logísticos y armamentísticos a los grupos de la oposición armada, que no han conseguido derrocar al Gobierno de Siria pese a cinco años de guerra.

Estados Unidos, incluso, trata de conseguir el levantamiento de sanciones que impiden el envío de armas antiaéreas al territorio sirio en un intento por fortalecer el frente de los grupos armados que luchan contra el Ejército sirio.
Hispantv
Fuente original:
http://hispantv.com/newsdetail/siria/216231/siria-crisis-transferencia-gas-catar-eeuu-isis

jueves, 24 de marzo de 2016

No olvidemos la infamia. Se cumplen 17 años del bombardeo de la OTAN sobre Belgrado

Sputnik mundo

Este 24 de marzo, se cumplen 17 años desde el inicio de los bombardeos de la OTAN sobre el territorio de la República Federal de Yugoslavia, lo que causó numerosas víctimas y destrucciones en el país y en particular en Belgrado, la capital del país.

Durante la operación denominada Fuerza Aliada (Operation Allied Force), que tuvo lugar durante la Guerra de Kosovo y duró hasta el 10 junio de 1999, fueron lanzados más de 2.300 misiles de crucero y 14.000 bombas sobre el territorio de Yugoslavia, 212 de ellas solo en Belgrado.
Ver vídeo:

https://youtu.be/D1gLbAv8ojs

No se conoce exactamente el número de civiles muertos, pero se trata de aproximadamente dos mil víctimas. Aparte de los objetivos militares e industriales, también se bombardeó a la población civil —viviendas, hospitales y escuelas—. Los bombardeos afectaron unas 40 mil casas, más de 300 escuelas y más de 20 hospitales yugoslavos.

En los ataques de la OTAN en Yugoslavia murieron más de 88 niños. La primera pequeña víctima de la operación, Milica Rakic, de tres años, estaba sentada en el sanitario cuando fue alcanzada por un proyectil. “Nadie puede recuperar a mi hija, pero quiero, aunque sé que será difícil, que los culpables sean castigados. Y no me importa cuándo esto suceda”, declaró Zharko Rakic, el padre de Milica, en el tribunal.

Como reconocen los expertos, las bombas de la OTAN no escatimaron ni siquiera a los albaneses kosovares a los que defendían, ya que en mayo de 1999 los aviones de la Alianza bombardearon a los refugiados que regresaban a sus casas.

Se recuerda, además, el ataque con bombas de racimo sobre la ciudad de Nis, cuando los aviones de la OTAN atacaron por error a los civiles en vez de destruir el aeropuerto militar, murieron más de 15 personas, entre ellos Liljana Ilic, una mujer embarazada de 26 años. “Aquel día mi vida se acabó. La OTAN asesinó a mi hija, mi orgullo, y a mi nieto, a quien yo tanto esperaba”, declaró la madre de la mujer, Radmila, 15 años después.

La guerra fue iniciada unilateralmente por la OTAN, sin autorización previa del Consejo de Seguridad de la ONU, por lo que los bombardeos son considerados una violación a la Carta de las Naciones Unidas. La causa (pretexto) principal de la injerencia de la OTAN fue el conflicto interétnico entre los serbios y los albaneses. Las partes del conflicto no pudieron llegar a un acuerdo, además, las autoridades de Serbia fueron acusadas del envío de tropas a Kosovo y Metohija y de tener una política de limpieza étnica contra la población albanesa. Ver vídeo:

https://youtu.be/E2WRlSHe8LY

Los daños que dejaron los bombardeos se estiman en miles de millones de dólares. Aparte de las instalaciones industriales, fueron eliminados decenas de hospitales, guarderías y escuelas. Sobre Yugoslavia fueron lanzados unos 31 mil dispositivos con uranio empobrecido. Según los datos del Instituto de Salud Pública serbio durante los últimos 10, 12 años, la cantidad de los que padecen leucemia o linfoma aumentó un 110 por ciento, mientras que el caso de muertes aumentó un 180. El jefe de la Comunidad Serbia de la lucha contra el Cáncer, el profesor Slobodan Cikaric, destacó que en mayo y junio de 1999, los especialistas internacionales de Grecia y Bulgaria comunicaron que en algunos barrios de sus países, el volumen de la radiación era 30 veces mayor de lo normal.

El Embajador de Rusia en Belgrado Alexander Chepurin destacó en la conversación con Sputnik que “los bombardeos sobre Yugoslavia son un crimen terrible y descarado, el más sangriento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial”.Además, precisó que las consecuencias de la influencia de la radiación deberían ponerse bajo examinación. Según sus palabras, los recuerdos sobre la actividad de la OTAN no se borrarán de la memoria ni dentro de 20, ni dentro de 100 años.

Fuente: http://mundo.sputniknews.com/sociedad/20160324/1057998039/belgrado-bombardeos-serbia-aniversario.html

lunes, 29 de febrero de 2016

El Asad: “Hay 80 países que apoyan a los grupos terroristas en Siria”. EL PAÍS entrevista al presidente sirio en un momento crucial para el conflicto. "Las guerras son malas, no hay una guerra buena, porque siempre habrá civiles y siempre habrá inocentes que paguen el precio".

El Roto
El próximo mes se cumplen cinco años de unas revueltas tras las cuales Siria se ha sumido en una de las guerras más cruentas que se recuerdan en la historia de Oriente Próximo. Al menos 260.000 personas han muerto, según la ONU. Cinco millones de sirios han buscado refugio en el extranjero. Europa ha acogido a un millón, en una de las peores crisis humanitarias del último siglo. Tratando de cruzar el Mediterráneo, 3.000 personas han muerto ahogadas el pasado año.

Bachar el Asad, que ascendió a la presidencia del país después de la muerte de su padre en 2000, perdió pronto en el conflicto el control de una parte del país, cuando grandes ciudades como Homs o Alepo cayeron en manos de las milicias rebeldes armadas. Recientemente ha recuperado terreno en esos bastiones opositores y su Ejército ha lanzado una ofensiva para cortar las vías de acceso y suministro a los rebeldes desde Turquía, con la decisiva cobertura de los bombardeos de la aviación rusa, que comenzaron en septiembre.

El presidente sirio recibió este sábado a EL PAÍS entre fuertes medidas de seguridad en Damasco. Ofrece esta entrevista en un momento en el que habla ya de retomar todo el territorio nacional y ganar la guerra, a solo cuatro días de una nueva convocatoria para reanudar las conversaciones de paz en Ginebra y con la incógnita de si un alto el fuego anunciado por EE UU y Rusia el 12 de febrero tendrá efecto, después de que el viernes expirara sin éxito el plazo que se habían fijado para implementarlo. Asegura que su siguiente misión es perseguir al Estado Islámico en el corazón de sus operaciones, su autoproclamada capital en Raqa.

El Asad dice a los refugiados que pueden regresar al país sin temer represalias y acusa a Gobiernos islamistas como los de Qatar y Turquía de haber promovido el conflicto en Siria, un escenario en el que, admite, no sólo se miden los intereses de un Estado, sino los de toda una región, con Arabia Saudí e Irán como potencias en conflicto.

Pregunta. Esta semana ha permitido el acceso de ayuda humanitaria a siete zonas asediadas. Hay cálculos de que en esas zonas viven 486.000 personas, muchas cercadas desde hace más de tres años. ¿Por qué se atrasó tanto en el conflicto la introducción de esta ayuda?
Respuesta. En realidad esto no ha ocurrido recientemente. Está en marcha desde el inicio de la crisis. Nosotros no hemos impuesto ningún embargo sobre ninguna zona en Siria. Hay una diferencia entre un embargo y un ejército rodeando un área especifica porque hay milicianos, y eso es algo natural en dicho caso de seguridad o situación militar. Pero el problema en dichas zonas radica en que los propios grupos armados han confiscado los alimentos y otros bienes básicos de sus habitantes y se los han entregado a sus milicianos o los han vendido a precios muy altos. En tanto que Gobierno, no hemos impedido nunca la llegada de la ayuda a ninguna zona, incluidas aquellas que están bajo control del Estado Islámico [ISIS, por sus siglas en inglés], como la ciudad de Raqa, en el norte del país, que ahora está bajo su control y antes lo estaba bajo el del Frente Al-Nusra [rama local de Al Qaeda], desde hace casi tres años. Les hemos estado enviando en estas zonas todas las pensiones de los jubilados, los salarios de los empleados y las vacunas para los niños.

P. ¿Entonces siguen enviando a Raqa y otros bastiones del ISIS los alimentos y los salarios de los empleados?
R. Efectivamente. Si enviamos los salarios a Raqa porque creemos como Gobierno que toda persona siria cae bajo nuestra responsabilidad, ¿cómo no lo vamos a hacer en otras zonas? Esto sería contradictorio. Por eso he dicho que el envío de ayuda humanitaria no ocurre tan solo recientemente. Nosotros, desde el inicio, nunca hemos dejado de permitir la introducción de ayudas o alimentos.

P. ¿Y seguirá llegando?
R. Claro.

P. Rusia y EE UU anunciaron la semana pasada una tregua. ¿El Gobierno sirio está dispuesto a respetar el alto el fuego y la suspensión de las operaciones militares en Siria?
R. Desde luego. Además hemos anunciado que estamos listos para ello, pero el asunto no depende únicamente de un anuncio. Depende de lo que vayamos a hacer sobre el terreno. Ahora bien, creo que el concepto de alto el fuego no es correcto, porque el alto el fuego ocurre entre dos Ejércitos o dos países enfrentados. Sería mejor utilizar el concepto de cese de las operaciones. Principalmente depende de detener el fuego, pero también de otros factores complementarios y que son más importantes, como por ejemplo impedir que los terroristas aprovechen la suspensión de las operaciones para mejorar sus posiciones. También depende de prohibirles a otros países, especialmente a Turquía, enviar más hombres y armas o cualquier tipo de respaldo logístico a los terroristas. Además, existe una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU referente a este punto que no ha sido acatada. Si no garantizamos todos estos requerimientos necesarios para la suspensión de las operaciones, todo esto tendrá un efecto negativo y provocará más caos en Siria, y también podrá llevar a la división de facto del país. Por eso, aplicar el cese de las operaciones, podría ser positivo si se dan los requerimientos necesarios.

P. Entonces, ¿habrá combates, a pesar del alto el fuego, al menos contra algunos grupos armados?
R. Sí, seguro, como por ejemplo contra ISIS, Al Nusra y otras organizaciones o agrupaciones terroristas afiliadas a Al-Qaeda. Ahora, Siria y Rusia anuncian cuatro nombres: Ahrar Al-Sham y Jeish el Islam [Ejército del Islam], además del Frente Al Nusra e ISIS.

P. Sus tropas ya rodean Alepo, uno de los bastiones de la oposición. ¿Cuándo prevén recuperar el control total de esta ciudad?
R. En realidad estamos ya en el centro de la ciudad y gran parte de la urbe está bajo control del Gobierno. La mayoría de los habitantes de los suburbios se han desplazado desde la zona bajo control de los armados hacia las zonas bajo control del Gobierno. La cuestión ya no es recuperar el control de la ciudad. En realidad, el asunto radica en bloquear las vías entre Turquía y los grupos terroristas. Este es el objetivo de las batallas en Alepo ahora, y lo hemos logrado recientemente, cerramos las principales vías. No hay un cierre completo entre Alepo y Turquía, pero hace la relación entre Turquía y los terroristas mucho más difícil. Es por esta razón que Turquía está bombardeando a los kurdos recientemente.

P. ¿Qué vendrá después de Alepo? ¿El Ejército sirio está preparado para llegar a Raqa, autoproclamada capital de ISIS?
R. En principio, iremos a todos los sitios, pero ahora mismo estamos combatiendo en más de diez frentes en Siria. Estamos avanzando hacia Raqa, pero todavía estamos lejos de ella. En principio sí, vamos rumbo a Raqa y otras zonas, aunque el tiempo depende de los resultados de los diferentes combates que tienen lugar actualmente en el país y por ello no podemos definir con toda exactitud los plazos.

P. Rusia ha comenzado una intensa campaña de bombardeos aéreos contra las principales posiciones de la oposición. Esto ha constituido un punto de inflexión en el conflicto. Hay quien considera que ustedes tienen la iniciativa ahora. ¿Cree usted que habría podido lograr esto sin la ayuda externa?
R. Sin lugar a dudas, el respaldo ruso e iraní ha sido esencial para que nuestro Ejército logre este avance. Pero decir que no hubiéramos sido capaces de alcanzar estos logros es una pregunta hipotética. Quiero decir que nadie puede tener una respuesta cierta. Pero con toda certeza nosotros necesitamos esta ayuda, por una simple razón: porque más de 80 países respaldan con diferentes medios a los terroristas. Algunos de forma directa con dinero, respaldo logístico, armas o combatientes. Y otros países les ofrecen apoyo político en los diferentes foros internacionales. Siria es un país pequeño. Podríamos luchar, pero en definitiva existe un respaldo incondicional a esos terroristas y es obvio que en esta situación se da la necesidad de un apoyo internacional. Pero otra vez digo que esta pregunta es hipotética y no la puedo responder.

P. Con respecto a las incursiones aéreas rusas, ¿No le preocupan las víctimas civiles? El lunes, fue bombardeado un hospital donde perdieron la vida 50 personas. EE UU responsabilizó a Rusia del incidente.
R. Otros responsables estadounidenses dijeron que no saben quién cometió el acto, eso es lo que dijeron más tarde. Estas declaraciones contradictorias son algo común en EE UU, pero nadie posee una prueba que apunte al autor de los ataques y cómo ocurrieron. Con respecto a las víctimas, este es un problema en toda guerra. Claro que siento mucha tristeza por la muerte de todo civil inocente en este conflicto, pero así es la guerra. Las guerras son malas, no hay una guerra buena, porque siempre habrá civiles y siempre habrá inocentes que paguen el precio.

P. Entonces, ¿cómo le explica a su pueblo, a los sirios, que existe un Ejército extranjero operando en su territorio que ha causado víctimas civiles? ¿Lo ve como algo inevitable?
R. No, no existe ninguna prueba de que los rusos hayan atacado blancos civiles. Ellos son muy precisos en sus ataques y siempre atacan, todos los días, bases y posiciones terroristas. Son los norteamericanos los que asesinaron a numerosos civiles en la parte norte de Siria. Hasta el momento no ocurrió un solo incidente ruso relacionado con los civiles, ya que los rusos no atacan a los civiles y sus ataques ocurren principalmente en zonas rurales.

P. Hablando de ejércitos extranjeros, ¿cómo responderá si Turquía y Arabia Saudí cumplen sus amenazas de enviar tropas a su país, bajo la excusa de combatir al ISIS?
R. Como dice, esa es la excusa. Pero si ocurre los trataremos como estamos tratando a los terroristas. Defenderemos a nuestro país. Semejante acción constituye una agresión. No tienen ningún derecho de intervenir en Siria, política o militarmente. Sería una violación a la ley internacional y para nosotros, como ciudadanos sirios, nuestra única opción es luchar y defender a nuestra patria.

P. Turquía ha comenzado a bombardear zonas sirias desde su territorio.
R. Efectivamente y antes de del bombardeo, Turquía enviaba terroristas y por consiguiente está trabajando para alcanzar el mismo objetivo y deja el mismo efecto con diferentes medios. Turquía está implicada en los acontecimientos en Siria desde el inicio.

P. Arabia Saudí intentó unir a la oposición en una conferencia que se celebró en Riad. Algunos milicianos vinculados a Al Qaeda estuvieron presentes en las reuniones. ¿Reconoce a algún grupo de la oposición armada como parte legítima con la que pueda negociar?
R. ¿Se refiere a los grupos que combaten sobre el terreno?

P. Sí.
R. No. Desde los puntos de vista legal y constitucional, todo el que porta armas contra el pueblo y contra el Gobierno es un terrorista, ya sea en su país, en nuestro país o en cualquier otro país del mundo. No podemos decir que esas personas gocen de legitimidad. Podrán ser legítimos cuando depongan las armas y se incorporen al proceso político. Esta es la única vía posible en cualquier país para la reconstrucción o para cambios en la ley, la constitución o el Gobierno. Es posible hacer esto mediante un proceso político y no a punta de arma.

P. Entonces, ¿usted considera a todos aquellos que combaten como terroristas?
R. Siempre y cuando no anuncien que están dispuestos a incorporarse al proceso político, sí. Solo entonces no tendremos problema con ellos.

P. Con respecto a los combatientes, sin tener en cuenta sus intenciones, si renuncian a las armas y quieren volver, ¿pueden hacerlo?
R. Les otorgaremos amnistía, y esto ya ha ocurrido en los últimos dos años y se ha acelerado últimamente. Muchos de ellos depusieron las armas y algunos se incorporaron a las filas del Ejército sirio y actualmente combaten al ISIS y reciben apoyo del ejército sirio y los cazas rusos.

P. Entonces, si como usted dijo aquellos que se levantaron en armas contra el Gobierno son todos terroristas, ¿con quién exactamente negocian en Ginebra?
R. En Ginebra se suponía que había una mezcla. Por un lado terroristas y extremistas que se han formado en Arabia Saudí, algunos de los cuales pertenecen a Al Qaeda. Otra parte son opositores que viven en el exilio o dentro de Siria. Podemos negociar con esta otra parte, con los sirios patrióticos vinculados con su país, pero sin lugar a dudas no podemos negociar con los terroristas, y por ello fracasó la conferencia.

P. ¿Y los líderes y activistas de la oposición que están presos en Siria desde antes del estallido del conflicto en el 2011?
R. Todos ellos salieron desde hace mucho tiempo de la cárcel y la gran mayoría de ellos ya son parte de la oposición.

P. ¿Todos?
R. Todos salieron antes de 2010, incluidos algunos terroristas que habían sido sentenciados a varios años de prisión, como por ejemplo cinco años, y cumplieron la sentencia y salieron, y cuando comenzó la crisis se incorporaron de nuevo a los grupos terroristas.

P. ¿Posee usted prueba de ello?
R. Sí. Uno de ellos murió recientemente, Zahran Aloush. Fue sentenciado a prisión porque estaba vinculado con Al Qaeda y cuando comenzó la crisis, formó su propio grupo terrorista.

P. Según algunos cálculos hay en Siria 35.000 yihadistas extranjeros, entre ellos 4.000 que proceden de Europa. El Gobierno español declaró que alrededor de 300 personas portan pasaportes españoles. ¿Qué pasará con ellos si caen en manos del Ejército sirio?
R. ¿Los españoles?

P. Los yihadistas extranjeros en general.
R. Primero, nosotros tratamos con ellos como tratamos con los demás terroristas. Desde el punto de vista legal no hay diferencia en base a las nacionalidades, pero si pregunta sobre extraditarlos a sus países, eso ocurriría a través de las relaciones institucionales de ambos países.

P. En este contexto, desde su punto de vista, ¿qué es lo que atrae a este gran número de extranjeros a Siria?
P. Básicamente, el respaldo que reciben. Ellos reciben un verdadero respaldo externo. Arabia Saudí es el principal financiador de aquellos terroristas. Los ponen en aviones y los envían a Turquía y de ahí a Siria. El otro factor de atracción radica en el caos, ya que el caos constituye un terreno fértil para los terroristas. El tercer factor es la ideología, porque ellos pertenecen a Al Qaeda. Esta zona, en nuestra cultura religiosa, la cultura del Islam, ocupa una posición destacada después de La Meca, Jerusalén y los demás sitios sagrados. Ellos creen que pueden venir aquí para establecer su estado y seguro van expandirse a otras zonas más tarde. Pero la idea es que ellos pueden venir, combatir y morir por Alá y el Islam, para ellos esto es la yihad.

P. Si el Gobierno impone su control en todo el territorio sirio, ¿dará usted inicio a un proceso político? ¿Estaría usted dispuesto a ir a las elecciones otra vez?
R. Lo más normal sería la formación de un Gobierno de unidad nacional que integre a todas las corrientes políticas que deseen formar parte del mismo. Este Gobierno debería preparar las condiciones para la elaboración de una nueva Constitución, porque si se quiere hablar del futuro de Siria y debatirlo con los diferentes partidos, y discutir la forma de solucionar el problema interno, se debe debatir la Constitución. Sin lugar a dudas la Constitución debe ser sometida a un referéndum popular. Y en función de la nueva Constitución se deben realizar elecciones anticipadas. Si el pueblo o los diferentes partidos quieren realizar elecciones, se realizarán. Pero solucionar la parte política del problema no tiene nada que ver con mi opinión personal.

P. ¿Dónde se ve usted a sí mismo en 10 años?
R. Lo más importante es cómo veo a mi país, porque soy parte de mi país. Por consiguiente, después de diez años quiero haber sido capaz de salvar a Siria, pero ello no significa que siga siendo presidente entonces. Estoy hablando de mi visión sobre ese periodo. Siria estará bien y yo seré la persona que ha salvado a su país. Ese es mi trabajo ahora y ese es mi deber. Así me veo a mí mismo con respecto al cargo y a mi persona como ciudadano sirio.

P. Pero, ¿estará usted en el poder después de 10 años?
R. Ese no es mi objetivo. A mí no me interesa mi presencia en el poder. Para mí si el pueblo sirio quiere que esté en el poder, entonces estaré y si no quiere, entonces no estaré. Si no puedo ayudar a mi país, entonces deberé irme de inmediato.

P. Permítame citar una parte del informe del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas sobre Siria, publicado el pasado 3 de febrero: “Algunos detenidos por parte del Gobierno fueron golpeados hasta la muerte o murieron a raíz de las heridas que sufrieron durante la tortura”. Añade que el Gobierno ha cometido crímenes de guerra.
R. Eso es similar a lo que hicieron los cataríes hace un año, más o menos, cuando falsificaron un informe compuesto por imágenes no verificadas de gente herida, basándose en informaciones de fuentes dudosas. Luego enviaron el informe a Naciones Unidas. Esto es parte de la manipulación mediática ejercida contra Siria. Este es el problema, Occidente y su campaña mediática. Se emplean informaciones no verificadas para acusar a Siria y responsabilizarla y luego adoptar medidas en su contra.

P. El mundo quedó conmocionado por la imagen del niño Aylan Kurdi, un refugiado sirio que tenía tres años, que apareció muerto en una playa de Turquía. ¿Cómo le hizo sentir esa imagen?
R. Es una de las partes más tristes del conflicto sirio, que haya gente que abandona su país por razones diversas. Pero más allá del sentimiento, la pregunta que a nosotros, como funcionarios públicos, nos hace la ciudadanía siria es qué vamos a hacer. Qué medidas se han tomado para permitir que esos refugiados vuelvan a su país o no se vayan en un principio. Hay dos razones. La primera, a la que nos tenemos que enfrentar, por supuesto, es el terrorismo, porque esos terroristas no sólo amenazan a la ciudadanía, sino que la privan de sus medios de vida básicos. La segunda razón es el embargo que se ha aplicado sobre Siria por parte de Occidente, especialmente EE UU, algo que ha causado más dificultades para la vida de la gente aquí, especialmente en el sector sanitario. Debemos enfrentarnos a estas razones para evitar que esta tragedia se alargue por un largo tiempo.

P. Usted ha mencionado que algunos de aquellos refugiados huyen del ISIS, pero algunos aseguran que huyen del gobierno o de las campañas que realiza el gobierno en algunas zonas sirias.
R. Podría darle hechos que contradicen esto y que puede usted ver durante su estancia en Siria, y es que la mayoría de las personas que viven en la zona bajo control de los terroristas han migrado a la zona bajo control del gobierno. Por lo que si quieren huir del Gobierno, ¿por qué acuden al Gobierno? Esto no es real. Pero ahora, cuando hay una batalla, tiroteo o enfrentamientos entre el Gobierno y los terroristas en determinadas zonas, es natural que la mayoría de sus habitantes dejen esas zonas hacia otras, pero ello no significa que huyan del Gobierno. Algunos de los que migraron a las zonas bajo control del Gobierno son familiares de los propios combatientes rebeldes.

P. Según estimaciones internacionales, alrededor de cinco millones de refugiados huyeron de Siria. Un millón han cruzado a Europa. ¿Qué garantías tienen esas gentes para regresar con toda libertad y sin miedo a represalias?
R. Por supuesto que pueden volver, quiero decir que es su derecho retornar. A menos que se trate de un terrorista o asesino, no han huido del Gobierno. Y algunos de ellos, y creo que un gran número, son partidarios del Gobierno y no han huido del mismo, pero como he dicho, las condiciones de vida se han deteriorado mucho en los últimos cinco años. Entonces sin lugar a dudas, pueden retornar sin que el Gobierno adopte cualquier tipo de medidas en su contra. Queremos que la gente vuelva a Siria.

P. ¿Qué puede hacer su Gobierno para detener el flujo de refugiados que ha provocado la muerte por ahogamiento de tantas personas en el Mediterráneo?
R. Como he dicho, no depende únicamente de Siria, sino también del resto del mundo. Primero, Europa debe levantar el embargo impuesto sobre el pueblo sirio, porque en realidad no es un embargo sobre el Gobierno sirio, sino contra el pueblo sirio. Segundo, Turquía debe dejar de enviar terroristas a Siria. Tercero, en tanto que Gobierno, debemos combatir a los terroristas, sin lugar a dudas, y debemos mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos con todos los medios a nuestro alcance que permitan a los sirios quedarse en su país. Esta es la única vía que puede traer a esa gente de vuelta o convencerles de regresar a su país. Estoy seguro de que la mayoría de ellos quieren volver a Siria.

P. Cuando usted llegó al poder, prometió realizar reformas democráticas, en una época que se denominó “la primavera de Damasco”. Algunos creen que si hubiera realizado aquellas reformas con más rapidez, hubiera podido salvar muchas vidas. Principalmente la oposición o EE UU alegan que si usted hubiera abandonado el poder, muchas de esas vidas se hubieran salvado. ¿Qué tiene que decir a esto?
R. La pregunta es: ¿Cuál es la relación entre lo que ha mencionado y con el envío de dinero por parte de Catar, el envío de armas y el respaldo directo a los terroristas? ¿Cuál es la relación entre esto y el papel de Turquía en el respaldo a los terroristas? ¿Cuál es la relación de ello con la presencia del ISIS y Al Nusra en Siria? Entonces esa relación no es correcta. Si quieren cambiar al presidente del gobierno, en cualquier régimen, ya sea en su país o cualquier otro país, debe hacerlo mediante un proceso político. No puede utilizar las armas. El uso de las armas no puede ser la vía para cambiar el régimen o establecer una democracia. La democracia no se logra a punta de pistola y la experiencia de EE UU en Irak, lo demuestra. El mismo caso ocurre en Yemen. El presidente [Ali Abdalá] Saleh abandonó el poder debido a las mismas alegaciones. ¿Qué ha ocurrido en Yemen? ¿Acaso está mejor ahora? Esto no es correcto y no existe ninguna relación. Podemos lograr la democracia mediante el diálogo y al mismo tiempo elevando el nivel de la sociedad hacia la democracia, para alcanzar esa misma democracia. La verdadera democracia debe establecerse en la base de la propia sociedad. Como podemos aceptar el uno al otro. Esta zona es un crisol que integra a las diferentes etnias, sectas y religiones. ¿Cómo pueden aquellos aceptarse el uno al otro? Cuando logren hacerlo, entonces podrían aceptarse el uno al otro políticamente y entonces alcanzas la verdadera democracia. Así que el asunto no depende del presidente. Han intentado personalizar el problema, solamente para demostrar que es un simple problema y que si el presidente abandone el poder, entonces todo marchará bien. Nadie puede aceptar esta visión.

P. En estos cinco años, viendo tantas vidas perdidas y sitios arqueológicos destruidos, ¿hubiera hecho usted algo diferente?
P. En general, si queremos hablar sobre principios, desde el inicio dijimos que combatiríamos el terrorismo y que íbamos a entablar un diálogo. Hemos abierto el diálogo con todos, excepto con los grupos terroristas. Al mismo tiempo, hemos abierto la puerta a los terroristas si quieren deponer las armas y volver a su vida normal, pues les hemos ofrecido una amnistía general. Entonces, este es el principio de la solución integral. Ahora, cinco años después, no puedo decir que esto haya sido un error, y no creo que vayamos a cambiar estos principios. Implementar las medidas es diferente a veces, porque ello depende de diferentes responsables, diferentes instituciones, diferentes personas y diferentes individuos. Cualquiera puede cometer errores, y eso puede ocurrir. Entonces si queremos cambiar algo, si pudiéramos cambiar aquellos errores que se han cometido en diferentes partes, lo habríamos hecho; eso es lo que habría hecho si pudiera volver atrás las agujas del reloj.

P. Entonces, desde su punto de vista, desde el principio usted calificó aquellas protestas que salieron en Deraa y Damasco como terroristas, como infiltradas por parte de fuerzas extranjeras. ¿Cómo vio usted aquellas primeras manifestaciones contra el Gobierno?
R. Al principio había una mezcla de manifestantes. Primero, Qatar pagó a esos manifestantes para sacarlos en Al Jazeera y luego convencer a la opinión publica mundial de que el pueblo se levantaba contra el presidente. El máximo número que alcanzaron fueron 140.000 manifestantes en toda Siria, lo que no es nada, en tanto que número, y eso es por lo que no estábamos preocupados. Entonces, infiltraron a los manifestantes con militantes que abrieron fuego contra la policía y contra los manifestantes, con el fin de provocar más protestas. Cuando fracasaron, comenzaron a enviar armas para apoyar a los terroristas. Pero ¿hubo manifestantes que protestaron con honestidad? ¿Que querían un cambio? Por supuesto, pero no todos. No puede decirse que todos ellos, como tampoco puede decirse que todos eran terroristas.

P. Usted visitó a España dos veces y los presidentes José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero visitaron también a Siria cuando estaban en el cargo. ¿Cómo han sido sus relaciones con España desde entonces?
R. España en general está en contra de cualquier solución arriesgada en Siria. Es algo que valoramos. No han apoyado ninguna acción militar contra Siria y dijeron que ello complicaría aún más la situación. No hablan de derrocar al presidente o interferir en nuestros asuntos nacionales. Dijeron que todo debe ocurrir en base a una solución política y mediante un proceso político. Esto es muy bueno. Pero al mismo tiempo, España es parte de la Unión Europea y ello la restringe para con las decisiones de la Unión. Esperamos de España ese rol de hacer llegar el mismo mensaje y transmitir nuestro punto de vista político respecto a nuestro conflicto a la Unión Europea.

P. En América Latina, en su opinión, ¿dónde gozan del mayor respaldo?
R. En general, y es algo extraño y lamentable a la vez, aquellos países más lejos de Siria poseen una visión mucho más realista de lo que ocurre en Siria que los europeos, que son mas cercanos en distancia, donde estamos considerados como el patio trasero de Europa. Estoy hablando a nivel oficial y de ciudadanía a la vez. Ellos nos conocen mucho más y respaldan a Siria en todos los foros internacionales y no han cambiado su postura desde el inicio de la crisis.

P. En Brasil está la comunidad siria más grande en el exterior. ¿Cómo es su relación con el Gobierno brasileño?
R. Tenemos relaciones normales con ellos, como las tenemos con Argentina, Venezuela, Cuba y todos los países de América Latina. Nuestras relaciones no han cambiado debido a la crisis y ellos conocen cada vez mejor la situación y respaldan cada vez más a Siria. Ello es muy diferente a la postura europea.
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/02/20/actualidad/1455973003_241057.html

sábado, 23 de enero de 2016

“La historia oficial de Franco minimizó el nazismo”. El historiador Pierpaolo Barbieri hurga en su nuevo libro en el interés económico de Hitler sobre España durante la Guerra Civil

Pierpaolo Barbieri es un joven investigador que ha hurgado en el interés económico, más que político, que tuvo la Alemania de Hitler por la España de Franco durante la guerra civil. El propio Franco y sus historiadores minimizaron luego la realidad de esa relación con el nazismo y con el fascismo italiano para que el dictador “moldeara su ideología” para buscar así alianzas que le fueran más propicias.

Barbieri, de origen argentino, colabora en EL PAÍS y en otros medios internacionales. Estudió en Harvard y enseña en Italia y en Estados Unidos. Cuenta aquella conclusión sobre la intervención nazi en la Guerra Civil en su libro La sombra de Hitler. El imperio económico nazi y la Guerra Civil española (Taurus, 2015).

Su colega Niall Ferguson saludó esta contribución de Barbieri como “brillante debut” en el que el joven historiador “muestra que el imperialismo informal desempeña un papel más importante que la ideología fascista en el modo en que Berlín miró al conflicto”. Barbieri vino a Madrid a presentar su libro.

Pregunta. ¿Qué intentó hacer?
Respuesta. Quise entender la influencia de Hitler y del poderío económico alemán no sólo en la guerra civil española, donde fueron determinantes, sino también en el emergente régimen de Franco y lo que ellos planeaban hacer con su influencia sobre la nueva España.

P. ¿Y qué ha descubierto de nuevo?
R. Una nueva manera de mirar esa relación económica. En vez de pensar en los conflictos de manera nacional, el libro trata de plantearlos en el contexto de Europa. Cambia el foco del análisis. De esa manera podemos ver algo que quizá no había sido apreciado antes: la estrategia económica de los alemanes en España da frutos mucho más claros que la inversión italiana. Y Alemania logra una hegemonía que sólo se puede describir desde la perspectiva de lo que constituye un imperio informal. Porque los españoles les conceden a los alemanes todo lo que éstos piden. En España se impuso luego la idea de que todo lo que intentó Hitler con Franco fue un fracaso, pero es que todo lo que intentó Alemania de 1936 a 1945 fue un fracaso, porque pierde la guerra. Pero el proyecto alemán de dominación, que nace de la decisión de intervenir en la guerra española, fue un gran éxito. Logra aquí una hegemonía que antes se pensaba imposible.

P. ¿Por qué fracaso al fin esa intención de dominio económico?
R. Porque el imperio informal es más frágil que el imperio formal. El imperio formal no requiere la presencia militar, el gasto de dominación, y el sistema ideológico de controlar otro territorio. Pero sí requiere mantener la hegemonía. Y cuando Hitler lanza su gran apuesta por el imperio formal destruye el dominio económico y geoestratégico que mantiene con España; pasa también con los Balcanes o con Latinoamérica, donde la ambición estratégica alemana consistía en lograr más proyección económica en países subdesarrollados para poder dominarlos con el comercio.

P. ¿Y por qué Franco lo rechaza?
R. No creo que lo rechace. Lo que Franco logra es tener una opción estratégica que antes no tenía. De 1936 a 1939 Franco depende absolutamente de Mussolini, pero quien más lo determina es Hitler. Después de 1939 a Franco se le abren otras opciones, y entre ellas estaba la de volver a una relación más estrecha con los ingleses, y eventualmente con los Estados Unidos, que después él destruye durante la guerra precisamente por comerciar con la Alemania nazi. La decisión de Roosevelt de aislar a España de las Naciones Unidas en la arquitectura económica mundial que emerge en la posguerra se basa en que Franco era un remanente anacrónico del periodo del nazismo. En ese contexto a Franco se le abren otras oportunidades que lo ayudan a mantenerse vivo.

P. Y lo aprovecha.
R. Logra moldear su ideología para ir saliendo del aislamiento. Para Franco fue conveniente olvidarse del rol de los nazis y de los fascistas italianos en su manera de llegar al poder. Por eso las historias oficiales del franquismo minimizan la dependencia de los nazis. Y eso es natural.

P. ¿Era tan astuto como dicen?
R. Hay mucho de mito en eso. Después de la famosa reunión de Hendaya los suyos crearon el mito de que Franco se le había plantado, cuando en realidad aquella había sido una negociación que no llega a buen puerto. Pero ante la eventualidad de que Hitler pierda la guerra, a ellos no les cuesta nada decir que Franco ya lo sabía. Y si uno lee los documentos de la época ve que muchos elementos del régimen franquista pensaban que Hitler la iba a ganar.

P. Las imágenes que dejó el encuentro, aparte de otras suposiciones, sí dibujaron a dos personajes ciertamente ridículos.
R. Fue la única vez que se vieron la cara. Pero Hitler le había pagado la guerra a Franco. Sin Hitler Franco jamás la hubiera ganado. Si nosotros pensamos en el comienzo de la Guerra Civil advertimos que la sublevación militar no logra destruir la República; esos días era claro que la República tenía la ventaja. Sin embargo, por medio de Hitler y Mussolini Franco consigue mantenerse vivo y luego liderar él la revuelta y el eventual gobierno. Sí, la verdad es que aquella reunión fue un desastre. Y Franco tuvo mucha fortuna (o estrategia) de no aliarse con Hitler. También hay que decir que a los alemanes les convenía cierta neutralidad proalemana de España por temas económicos y comerciales.

P. ¿Qué hay de nuevo en su investigación?
R. Primero, la mirada internacional sobre el hecho; luego, el análisis del proyecto económico alemán en el contexto de la intención imperialista alemana con respecto a España, y el rol de Hjalmar Schacht, el arquitecto de la estrategia alemana que se aplica en España; finalmente no la aplica él, sino su archienemigo Hermann Göring.

P. ¿Hitler quiso comprar España?
R. No en esos términos, pero sí la quiso dominar, hacerla parte de un imperio económico alemán que dictara las prioridades desde Berlín.

P. ¿Su propósito no fue político sino económico?
R. A Hitler no le importaban ni la economía ni las finanzas; al principio su propósito fue estratégico. Esa decisión fue tomada después de Wagner y de ópera, y en contra de todo lo que le dicen sus consejeros más cercanos. Él crea así, personalmente, la política exterior alemana. En contra de todos, decide él.

P. ¿Y por qué sabe que fue tras una noche de Wagner y ópera?
R. Porque Franco manda a buscarlo y no hubiera llegado a Führer si el servicio secreto alemán no lo localiza en Bayreuth, adonde va cada año, a escuchar a Wagner. Es ahí donde lo localizan los enviados de Franco, a los que recibe después de la ópera. Él tenía la costumbre de trabajar de noche, y ahí se toma esa decisión estratégica. Lo que el aparato alemán termina priorizando en España es la penetración económica. Los documentos, que están en este libro, explican que los alemanes se preocupan más por los réditos económicos y comerciales que España le pueda dar a Alemania que por la ideología del régimen franquista.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/01/10/actualidad/1452445564_609669.html
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/25/actualidad/1364234435_721208.html

viernes, 8 de enero de 2016

Razones de Estado para NO ir a la guerra

En el ámbito político institucional, cuándo se habla de cuestiones relacionadas con la defensa o la seguridad se invoca a un valor supuestamente superior: la razón de Estado. Un término con una fuerte carga peyorativa destinada a acallar a la ciudadanía que, ignorante de tan insigne valor, debe guardar acatamiento ante su invocación, pues en general no alcanza a comprender tan alto mandamiento. Para las élites políticas, invocar a razones de Estado es tanto como acudir a un valor supremo, que no debe ponerse en duda, y menos por la ciudadanía. Esto es lo que ocurre cuando se habla de las fuerzas armadas o de los planes y estrategias de seguridad y defensa. Entonces, vemos como los políticos encargados de estos temas de los grandes partidos que han gobernado España invocan con frecuencia ese supuesto valor de la “razón de Estado” para que el resto callemos ante tan alto significado. Pero desgraciadamente esto también se extiende a los que se autodenominan “nuevos”, es decir Podemos o Ciudadanos, pues a pesar de las distancias ideológicas entre ellos, ambos invocan “razones de Estado” cuando se refieren a la defensa.

Precisamente y con más razón, cuando se invocan razones de Estado, es cuando la ciudadanía debe expresar su opinión, pues quiere decir que están en juego valores que no se quieren debatir en el espacio público. Esto ocurre cuando se habla de las fuerzas armadas, la seguridad, la defensa o las relaciones exteriores. Cuestiones que no se escapan al sentido común y al raciocinio de la sociedad en general, y aún más, la de los movimientos sociales que se preocupan por hacer frente a los conflictos para transformar la sociedad. Sobre todo, porque son cuestiones que afectan al bien común y no sólo a los líderes y pensadores “orgánicos” de las organizaciones políticas.

Esto viene a cuento, por ejemplo, ante el enorme gasto militar en España, 17.465 millones anuales; la contratación de programas especiales de armas que alcanzan miles de millones; fuerzas armadas sobredimensionadas cuando no se vislumbran invasiones militares; programas de seguridad interna que amenazan los derechos y libertades de la población. Entonces no hay razones “de Estado” que valgan para impedir la crítica, la protesta y que la ciudadanía diga ¡Basta! ante las mentiras que esconden sus razones de Estado que pretenden doblegar la voluntad ciudadana. Somos ciudadanos, no súbditos. Hay que oponerse a las políticas de seguridad y defensa que han contribuido al despilfarro de nuestros recursos para beneficiar a los intereses de unos pocos, que generan un endeudamiento desmesurado de nuestro Estado, que hipoteca el desarrollo y el bienestar de la población. O es qué quizás la vivienda, la sanidad, la educación, el paro y tantas otras cuestiones de primera y alta seguridad para las personas no son igualmente “razones de Estado” a las que dedicar igual o mayor atención.

Ahora, tras los atentados de París del 13/11, se está pergeñando una nueva guerra contra el terrorismo, como ya se hizo tras el 11-S de 2001, ahora liderada por Francia en una coalición internacional a la que quizás se añada España. El Partido Popular ha aplazado su decisión para que el nuevo Gobierno surgido del 20D la tome. Albert Rivera de Ciudadanos ya ha dicho que se debe participar en esa guerra, y como es más que probable que Ciudadanos participe en el nuevo Gobierno, también es probable que España vaya a la Guerra. Si ello se produce, hemos de invocar de nuevo el “NO a la Guerra”, que esa no es la manera de solucionar el conflicto de Siria, ni el de combatir el complejo problema que representa el yihadismo. Que se deben arbitrar medidas políticas en mesas de negociación, acuerdos que pasen por un alto el fuego inmediato, que permitan ayudar a la población siria y aislar a Daesh. En definitiva, abrir un proceso de reflexión sobre todos los conflictos que se confrontan en Oriente Próximo, tanto los occidentales como los internos, y buscar su resolución a través de parámetros no militares, sino en sentido contrario, que pasan por el desarme, la ayuda al desarrollo, la interculturalidad y el respeto a los derechos de la ciudadanía. Solo así se avanzará hacia la paz.

 Fuente: http://www.centredelas.org/es/conflictos-y-guerras/2614-razones-de-estado-para-no-ir-a-la-guerra-pere-ortega

martes, 1 de diciembre de 2015

¿Bombardear o no bombardear? El debate en Reino Unido acerca de los ataques en Siria está al rojo vivo, se espera que el Parlamento vote



El debate sobre qué hacer con el ISIS agita a medio mundo pero está al rojo vivo en Reino Unido, donde se espera un voto parlamentario la semana que viene para decidir si los británicos se incorporan a la campaña de bombardeos que están llevando a cabo los franceses, rusos y estadounidenses contra las bases terroristas del Estado Islámico en Siria.

Hay una gran diversidad de opiniones pero los que dicen no a la guerra y sí a la guerra tienen dos cosas en común: poca ciencia en su análisis, con lo cual proponen pocas soluciones prácticas; en el fondo, su motivación, cada cual según sus valores o principios, es poder acostarse de noche con la conciencia tranquila.

Lo que sigue es un repaso a los argumentos que se oyen a favor y en contra de bombardear, y algunas posibles opciones intermedias en las que las dos partes quizá podrían ponerse de acuerdo

Argumentos a favor de bombardear:

1. Solidaridad con Francia, cuyo presidente declaró la guerra al ISIS tras las recientes masacres en París. El ministro de defensa francés, el socialista Jean-Yves Le Drian, hizo un apasionado llamamiento a los británicos a unirse a la campaña aérea en un artículo en The Guardian el jueves. “El enemigo de Francia”, recordó, “es también el enemigo de Reino Unido”.

2. El antiguo y casi irresistible impulso humano de responder a la violencia con más violencia. No podemos poner la otra mejilla y quedarnos de brazos cruzados cuando nos atacan. Si nos dolió a nosotros, que les duela a ellos más. Tenemos que mostrar firmeza viril.

3. Debilitar militarmente al ISIS acelerará su deseado fin.

4. Decir que se provocarán más atentados terroristas en Europa es absurdo y cobarde porque ya estamos en el punto de mira del ISIS, que atacará igual.

Argumentos en contra:

5. Razones humanitarias: inevitablemente morirán niños y adultos (ya han muerto demasiados bajo las bombas de la extraña alianza de facto Rusia / OTAN), gente cuya única conexión con el ISIS es que les tocó vivir donde les tocó vivir. Destruir los pozos de petróleo con los que el ISIS financia su guerra (vendiéndolo en las partes de Siria controladas por su enemigo, Bachar el Asad) significaría también más pobreza para los habitantes de sus zonas y más frío en invierno.

6. Razones estratégicas: el ISIS se fortalecerá con más reclutas y mayor apoyo ideológico/religioso; más refugiados huirán a Europa; el beneficiado podría ser El Asad, tan tirano con la población civil como el ISIS.

7. Incluso el primer ministro británico probombardeos, David Cameron, reconoce que no habrá una victoria final sin tropas de infantería sobre el terreno que hoy controla el ISIS. Ni Reino Unido, ni Francia, ni Estados Unidos ni Rusia, ni nadie ajeno a la región demuestra la más mínima intención de lanzarse a otra aventura de la magnitud que tuvo la operación Tormenta del Desierto en Irak en 2003. Y aunque esta actitud cambiase, ¿se quedarían las tropas de Occidente durante años y años en Oriente Próximo? Difícil.

8. La ley de las consecuencias no intencionales: con tantos aviones de guerra de tantos países sobrevolando Siria existe la posibilidad de que se repita el incidente del avión ruso derribado esta semana por un misil turco, incluso con mayores posibilidades de una escalada de máximo peligro en caso de un accidente involucrando a un avión ruso y uno estadounidense.

9. Recurrir al bombardeo es un gesto político, o emocional, más que una intervención militar fríamente calculada.

10. No se puede “vencer” en una guerra contra al terrorismo igual que no se puede ganar la guerra contra el crimen, o la pobreza, o —hasta hoy— el cáncer o la malaria. Habrá más víctimas inocentes.

Opciones intermedias:

11. Intentar reducir el riesgo de atentados terroristas en Europa con medidas de contención internas, lo cual exigiría coartar en ciertos casos la libertad del individuo frente al Estado. Por ejemplo, ampliando la capacidad de vigilancia de los servicios de seguridad, siempre y cuando operen bajo la ley; reforzando las fronteras.

12. Intervenciones quirúrgicas por parte de las fuerzas especiales, acciones de máximo riesgo para los atacantes pero que minimizan la posibilidad de que haya víctimas civiles, como el asalto de tropas de Estados Unidos en un octubre a una cárcel del ISIS que logró la liberación de 70 presos a punto de ser ejecutados.

13. Alianzas con el diablo —con Putin o con El Asad— para intentar acordar aunque sea una tregua parcial en la guerra civil siria y sentar las bases para un eventual acuerdo negociado, posibilidad remota hoy en día.

Conclusiones tentativas:

14. Para intentar limitar el poderío terrorista del ISIS en Europa habrá que adulterar la pureza de ciertos valores democráticos. Curiosamente, un artículo el viernes en The Guardian, el diario británico más pacifista, fue acompañado por un anuncio de publicidad de MI5, el servicio de inteligencia interno de Reino Unido, solicitando candidatos a espías.

15. No hay final feliz a la vista para el dilema que presenta el ISIS. Es difícil imaginar un acuerdo si no va acompañado de una severa presión militar sobre el ISIS. Cualquiera que ofrezca una solución hoy que pretenda ser viable miente o se engaña a sí mismo. El fanatismo salvaje del ISIS y la complejidad de la guerra que se libra en Siria han servido hasta la fecha como un baño de humildad para Rusia y las potencias de Occidente, por más que lo quieran negar. Lo que predomina en el debate es mucho ruido y mucha especulación sobre lo que Donald Rumsfeld, el antiguo secretario de defensa de Estados Unidos, llamaba “hechos desconocidos conocidos”.
Fuente:
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/11/27/actualidad/1448650444_359735.html

sábado, 28 de noviembre de 2015

Los intelectuales y la guerra

Con una diferencia de horas han desaparecido dos símbolos cercanos a nosotros. Abrieron heridas que no están cerradas sino en carne viva. El 9 de noviembre, lunes, fallecía uno de los iconos de esa fantasmagoría que empezó en Mayo del 68; cuando en la batalla que aún domina nuestro mundo implacable, un cándido escribió “debajo de los adoquines está la playa”. El muerto se llamaba André Glucksmann y figura como uno de los nuevos filósofos desde el momento que dejó de ser lo uno y lo otro. Se hizo conservador, en franca deriva hacia el reaccionarismo, y apenas filosofó nada de fuste que no fuera orientar a la derecha de Sarkozy en Francia y a la de José María Aznar en España, donde ejerció de gurú en lugar tan condensado de talento como la FAES.

Su aspecto de eterno joven airado, sus amistades, sus promotores –había sido ayudante de Raymond Aron–, su audacia de persona educada para mandar, surgida en el seno de una familia bien asentada. Todo, en fin, ayudó a esta nueva fórmula de la inteligencia llamada mediática. Era un mandarín de los debates televisivos y recurso obligado para cualquier opinión que le exigieran los medios de comunicación. Escribió pocos libros, recordaré siempre el precioso título de uno, La cocinera y el devorador de hombres (1975), pero confieso que no me acuerdo de nada de su contenido.

Su actividad como revolucionario nada convencional durante Mayo del 68 la desarrollaba en una organización cuyo enunciado haría desternillarse de risa incluso a sus amigos barceloneses de Bandera Roja, aquellos feroces denunciadores de reformistas y revisionistas de la verdadera senda del marxismo-leninismo, la que conducía, tras algunos vericuetos biográficos, al servicio del Poder. El partido guía de Glucksmann se llamaba Izquierda Proletaria. Si la memoria no me falla eran los tiempos que sustituyeron el Kempis y el Camino de Escrivá de Balaguer, por el Libro rojo de Mao (yo conservo un ejemplar de entonces).

La ruptura con aquel mundo de ensueño radical, sin precedentes en la historia de la intelectualidad ni siquiera en el periodo staliniano, mucho más brutal y menos exotérico, dio pie a documentos tan extraordinarios como el de la exquisita revista Tel Quel, la cima de lo que hoy llamaríamos cool, que dedicó un número, casi un libro, a Mao y a su revolución cultural. Esa ruptura se produjo, mediados los años setenta. En España se retrasó porque vivía Franco, que era capaz de parar los relojes de la historia.

Estábamos, pues, en los años setenta y curados de cualquier veleidad izquierdista y menos aún proletaria. André Glucksmann y los denominados “nuevos filósofos” dan un giro copernicano. Las dictaduras, o son de izquierdas o no son. Cuestión que gracias a las lecturas de Carl Schmitt, antiguo residente en España después de pasar un proceso y unos años de prisión acusado de proveedor ideológico del nazismo recalcitrante, cambió. Carl Schmitt, ya recuperado, facilitará primero en Francia y luego en Italia la reconversión de los dogmáticos de izquierda en dogmáticos de derecha; una cuestión que para los ejercitantes del derecho político apenas va más allá de un ejercicio académico.

Si Glucksmann fallecía el lunes, el martes desaparecía un hombre de muy distinto signo y hasta edad, Helmut Schmidt, pero que también su influencia le sitúa en los aparentemente tranquilos setenta, los años quizá más brutales y menos estudiados de la época. Helmut Schmidt, moría a los 96, con su arrogancia de siempre y su desdén por lo que pudieran pensar de él en época no electoral. Fue ministro de casi todo en la RFA, incluso canciller, donde se mostró casi siempre como un halcón. Y es curioso como este hamburgués, rígido, rigorista, implacable en sus sarcasmos, fumador hasta la víspera de que le metieran en la caja, sería capaz conforme pasaban los años de desarrollar un agudo sentido del humor y una displicencia absoluta hacia el pasado que él había vivido en primera persona del que no se cansaba de ironizar.

Tenemos, pues, a un izquierdista de salón convertido en tigre del intervencionismo, Glucksmann, que pasó de el Libro rojo de Mao a la más agresiva disposición a intervenir allí donde creía en peligro la democracia imperial, ya fuera Iraq, Serbia, Afganistán, Siria y sobre todo Libia. En condiciones normales de una democracia abierta, como defendían sin ningún sentido de reciprocidad los orientadores de estos reaccionarios venidos de las conspiraciones parisinas, hombres como Bernard Henry-Levi y su colega Gluksmann deberían ser juzgados por la opinión pública, ya no digo por tribunales internacionales, por haber incitado a la guerra en países de los que no tenían ni zorra idea y de cuyas consecuencias nos lamentamos todos los días. Libia, por ejemplo. La liquidación de Gadafi, como la destrucción de Iraq, o la ofensiva contra Al-Asad en Siria, han dejado un río de sangre y lo que es aún más inquietante, una ausencia de futuro. Al estilo de los viejos colonialistas: yo mato al jefe de la tribu, me hago dueño de sus pertenencias y que la población se las apañe.

Helmut Schmidt asumió asuntos que exigirían un desarrollo para valorar su personalidad y su papel político. Bastarían dos. La liquidación hasta el exterminio del terrorismo en la Alemania Federal, la RAF (siglas megalómanas de la Fracción del Ejército Rojo), más conocida como Banda Baader-Meinhof. Con un sentido del Estado implacable, la liquidó y dejó que se murieran o se mataran en una cárcel inolvidable, Stammheim. La leyenda dice que los mataron. No era necesario. Entraron allí para que murieran, lo de menos es la forma que adquirió su muerte. En eso consistía el riguroso servidor del Estado Helmut Schmidt. Setenta años de matrimonio con Loki, una modelo que luego se descubrió que tenía demasiadas lagunas. Todo lo explicó tarde, hasta sus antecedentes judíos.

Pocos como Schmidt pelearon por la instalación de misiles de largo alcance en Europa que apuntaran a la URSS. Ganó la batalla e incluso la guerra, lo que le permitió escribir uno de los libros de memorias más interesantes del siglo XX. Los políticos en general no escriben memorias, sino justificaciones. Schmidt demostró lo contrario. Un tipo peculiar al que cabía odiar pero nunca despreciar. Tuvo la chulería durante sus últimos años de no dejar de fumar en público, y los alemanes, gente muy especial en lo que se refiere a sus grandes hombres, hacían como si no se enteraban y le admiraban por su desparpajo. No tenía ya nada que perder.

A este propósito, yo siempre cuento la anécdota de Goethe sobre el árbol del vecino que le limitaba la contemplación del paisaje. Cuando el barón propietario de la finca se enteró lo hizo cortar inmediatamente, para gozo del gran Goethe. En España, de seguro y desde el conde-duque de Olivares si no antes, el dueño de la finca hubiera plantado dos arbustos más para joder al poeta ese que dice que un árbol de su finca le quita el placer matutino. Somos civilizaciones a las que sólo une el que un día bajamos de los árboles y unos se adaptaron a la tierra y otros siguieron pensando en volver a subirse a él.

Los años setenta los fueron uniendo a todos. Había cambiado el ciclo. Aún guardo en mi memoria lo que años después significaría en París el aniversario de la gran revolución de 1789. Daba una cierta pena, aquellos funcionarios del Estado, catedráticos, pensadores institucionales, pedagogos de la reacción formados en el Libro rojo de Mao, cómo se referían a lo que antes había sido intocable y menos aún referible a la gente, exhibiendo las vergüenzas sin el mínimo respeto hacia aquella barbarie que había cambiado el mundo, su mundo, puesto que sin él apenas hubieran pasado de empleados palaciegos.

Lo que son las cosas. Guardo un mejor recuerdo de aquel Schmidt, arrogante y provocador, que de estos señoritos que inauguraron la intelectualidad mediática aseverando con pompa y circunstancia, que había que arrasarlo todo para que la democracia se estableciera, allí donde lo que había era hambre y ganas de vivir.

Aún guardo en mi memoria lo que años después significaría en París el aniversario de la gran revolución de 1789.
La Vanguardia
Fuente original:
http://www.pressreader.com/spain/la-vanguardia/20151121/282248074465441/TextView

jueves, 29 de octubre de 2015

Blair pide perdón por la guerra de Irak y la vincula al ascenso del ISIS. El ex primer ministro británico no se disculpa sin embargo por la muerte de Sadam Husein

El ex primer ministro británico Tony Blair ha pedido disculpas por su papel en la guerra de Irak, a la que llevó al país hace 12 años. En una entrevista en la CNN, el último líder laborista en ganar unas elecciones ha pedido perdón por utilizar información de inteligencia errónea; ha reconocido que no supo prever el caos que se desataría tras el derrocamiento de Sadam Husein, y ha admitido que dicho caos puede haber contribuido a la aparición y crecimiento del grupo yihadista Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés). Blair, sin embargo, se ha negado a disculparse por eliminar del poder al fallecido dictador iraquí y ha defendido aquella intervención armada, señalando a la actual guerra civil en Siria para destacar los peligros de no actuar.

“Pido disculpas por el hecho de que la inteligencia que recibimos fue errónea”, dice en una entrevista que se emitirá a partir del próximo lunes en el especial Long Road to Hell, de la cadena estadounidense, presentado por Fareed Zakaria. “También pido disculpas por algunos de los fallos en la planificación y, ciertamente, por nuestro error en comprender lo que sucedería una vez que desalojáramos al régimen".

“Sin embargo, encuentro difícil pedir disculpas por desbancar a Sadam”, añade Blair, quien, a la pregunta de si la invasión de Irak ha sido uno de los factores principales de la aparición del ISIS, admite que “hay elementos de verdad en esa cuestión”, según extractos de la entrevista recogidos por el Daily Mail.

No es la primera vez que Blair admite errores en la guerra de Irak de 2003, que dañó enormemente su popularidad y que fue uno de los motivos de su salida del 10 de Downing Street en 2007. Pero sí es la vez que lo hace con mayor contundencia. Y lo hace cuando parece que están a punto de publicarse los esperados resultados de la investigación de John Chilcot sobre la guerra de Irak, encargada por el Gobierno de Gordon Brown hace seis años.

Muchos, incluida la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, han querido ver en la entrevista concedida a la CNN un intento de Blair de preparar el terreno ante las posibles críticas que suscite la publicación de las conclusiones de la investigación. No hay una fecha concreta de publicación del informe, que lleva gastados ya más de 14 millones de euros, pero el primer ministro, David Cameron, ha expresado recientemente su irritación por las demoras que arrastra y ha urgido a Chilcot a concluirla.

Aunque admite errores, según los extractos adelantados de la entrevista, Blair se declara preparado para “enfrentarse al juicio de la historia”. Y destaca que otras actuaciones internacionales posteriores tampoco han dado buenos resultados. “Hemos intentado la intervención con tropas en Irak, la intervención sin tropas en Libia y la no intervención, pero con llamamiento a un cambio de régimen, en Siria. No tengo claro que, incluso si nuestra política no funcionó, las siguientes hayan funcionado mejor”, explica.
(El País página 13, 26 de octubre)
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/10/25/actualidad/1445774504_154032.html

miércoles, 14 de octubre de 2015

El dilema que debemos resolver: ¿El Imperio o la humanidad?

Howard Zinn. TomDispatch
Traducción de Carlos Riba García

¿Es el final de un Imperio? Introducción de Tom Engelhardt

En 2005 me encontré con Howard Zinn para hacerle una entrevista que fue publicada por TomDispatch. Esta es la descripción que de él hice en ese momento:

“Es alto y delgado; tiene una mata de pelo blanco. Tripulante de aviones bombarderos durante la gran guerra contra el fascismo y desde entonces veterano activista estadounidense contra las guerras de Estados Unidos, su libro más conocido es A People's History of the United States (La otra Historia de Estados Unidos); es un experto en las inesperadas voces de la resistencia que se han hecho oír en toda nuestra historia. A sus 83 años (a pesar de que parece 10 años más joven), es también un veterano de este accidentado siglo; aun así no hay nada de atrasado en echar una mirada a su persona. Su voz es tranquila; claramente se toma a sí mismo con una pizca de sal y en ocasiones se ríe burlonamente de sus propios comentarios. De tanto en tanto, cuando un pensamiento le gusta y su cara se ilumina con una sonrisa auténtica, parece decididamente joven.”

Así es como lo vi entonces y así es como lo veo a casi cinco años de su muerte; me dan ganas de exclamar “¡Qué tipo este!”. ¿Puede alguien dudar que él nos (incluyo aquí a muchos estudiantes de secundaria y universitarios) haya cambiado la forma de pensar acerca de nuestro mundo estadounidense? Por eso, en este extraño momento de la historia, cuando casi cada acción imperial que realiza Estados Unidos sale mal (véase Afganistán, Siria, Iraq y Yemen) y aun así continúa siendo la única superpotencia, parece pertinente ofrecer este “lo mejor de” TomDispatch, una mirada retrospectiva de cómo llegó Zinn a darse cuenta de que el nuestro era un Imperio. Para llegar al umbral del imperio (donde, por supuesto siempre estuvo), él hizo un viaje –una odisea– muy suyo.

* * *

Lo que el aula no me enseñó sobre el Imperio estadounidense
Con un ejército de ocupación guerreando en Iraq y Afganistán, con bases militares y empresas intimidando en cada rincón del planeta, ya casi nadie cuestiona la existencia de un Imperio estadounidense. Por cierto, quienes lo negaban fervientemente se han pasado al abrazo más jactancioso y desvergonzado de la idea.

Sin embargo, la idea misma de que Estados Unidos era un Imperio no se me ocurrió hasta que terminé mi trabajo como bombardero en la Octava Fuerza Aérea británica durante la Segunda Guerra Mundial y regresé a casa. Incluso mientras empezaba a tener dudas sobre la pureza de la “Buena Guerra”, incluso después de haberme horrorizado por Hiroshima y Nagasaki, incluso después de haber bombardeado yo mismo ciudades europeas, todavía no había relacionado todo aquello en el contexto de un “Imperio” estadounidense.

Yo tenía conciencia, como todo el mundo, del Imperio británico y de las otras potencias imperiales europeas, pero Estados Unidos no era visto de la misma manera. Cuando, después de la guerra, me acogí a la Ley de Derechos del Veterano y fui a la universidad donde cursé Historia de Estados Unidos, me acostumbré a encontrar un capítulo en los textos de historia que se llamaba “La era del Imperialismo”. Se refería invariablemente a la guerra de 1898 librada entre España y Estados Unidos y la subsiguiente conquista de las islas Filipinas. Daba la impresión de que el Imperialismo estadounidense había durado unos pocos años. No había un punto de vista global sobre la expansión de Estados Unidos que pudiera llevar a la idea de un imperio de ámbito mundial ni de un periodo “imperial”.

Recuerdo el mapa en el aula (titulado “Expansión hacia el oeste”) que mostraba la marcha a través del continente como si fuese un fenómeno natural, casi biológico. Aquella enorme adquisición de tierra llamada “La compra de Louisiana”, que insinuaba la adquisición de un territorio que era cualquier cosa menos desocupado. Era una insensatez: ese territorio, por entonces ocupado por cientos de tribus indias que debían ser aniquiladas o expulsadas –lo que ahora llamamos “limpieza étnica”– para que los blancos pudieran colonizar la tierra y más tarde los ferrocarriles pudiesen cruzarla en uno y otro sentido presagiando así la “civilización” y sus brutales procedimientos.

Ni las discusiones sobre la “democracia jacksoniana” en las clases de historia ni el libro tan popular de Arthur Schlesinger hijo, The Age of Jackson, me dijeron algo sobre el “Sendero de las lágrimas”, la letal marcha forzada de “las cinco tribus civilizadas” en dirección al oeste desde Georgia y Alabama atravesando Mississippi, que dejó 4.000 muertos tras ella. Ningún texto sobre la Guerra Civil mencionaba la masacre de Sand Creek, en la que se asesinó a centenares de pobladores indígenas, justo cuando la administración Lincoln proclamaba la “emancipación” de los negros.

El mapa del aula también mostraba una porción del territorio del sur que estaba rotulada como “Cesión mexicana”. Se trataba de un práctico eufemismo para referirse a la agresión bélica contra México en 1846, en la que Estados Unidos se apoderó de la mitad del territorio de ese país: California y el gran Suroeste. La expresión “Destino manifiesto”, utilizada por aquellos tiempos, naturalmente pronto se convirtió en algo de ámbito universal. En 1898, en vísperas de la guerra España-Estados Unidos, Washington Post vislumbraba más allá de Cuba; “Nos enfrentamos a un extraño destino. El sabor del Imperio está en la boca del pueblo como lo está el sabor de la sangre en la jungla”.

La violenta marcha a través del continente, e incluso la invasión de Cuba, parecían estar en el interior de la esfera de los intereses naturales de Estados Unidos. Después de todo, ¿acaso la Doctrina Monroe no había declarado en 1823 que el hemisferio occidental estaba bajo nuestra protección? Sin embargo, con apenas alguna pausa después de Cuba, fue la invasión de las Filipinas, casi en el otro lado del mundo. En ese momento, la palabra “imperialismo” parecía la más adecuada para las acciones de Estados Unidos. Ciertamente, esa larga y cruel guerra –tratada veloz y superficialmente en los libros de historia– propició la Liga Anti-Imperialista, en la que tanto William James como Mark Twain fueron figuras prominentes. Pero tampoco fue esto algo que yo aprendiera en la universidad.

La “Única Superpotencia” sale a la luz
No obstante, leyendo fuera del aula empecé a encajar las piezas de la historia en un mosaico más amplio. Lo que en la década que precedió a la Primera Guerra Mundial al principio pareció algo así como una política exterior completamente pasiva ahora ese momento aparecía como una sucesión de intervenciones violentas: el expolio de la Zona del Canal de Panamá a Colombia, el bombardeo de la costa de México, el despacho de la infantería de marina a casi todos los países de Centroamérica, el envío de ejércitos de ocupación a Haití y la República Dominicana. Como el muy condecorado general Smedley Butler, que participó en muchas de esas intervenciones, escribió más tarde: “Fui un recadero de Wall Street”.

En el mismo momento en que yo estaba aprendiendo esta historia –los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial– Estados Unidos se estaba convirtiendo no ya solo en otra potencia imperial más sino en la principal superpotencia del mundo. Resuelta a retener y ampliar su monopolio del arma nuclear, se estaba adueñando de remotas islas en el Pacífico, obligando a sus habitantes a que las abandonaran y haciendo de esas islas un letal patio de juegos para nuevos ensayos atómicos.

En sus memorias, No Place to Hide, el doctor David Bradley, que controló los niveles de radiación en esas pruebas, hizo una descripción de lo que habían dejado atrás los equipos de encargados de los ensayos cuando regresaron a casa: “Radiactividad, contaminación, una isla de Bikini destruida y la mirada triste de los pacientes exiliados”. Después de unos años, a los ensayos en el Pacífico les siguieron más pruebas en los desiertos de Utah y Nevada; en total, más de un millar de ensayos.

Cuando en 1950 empezó la guerra de Corea, yo todavía estaba estudiando historia como graduado en la Universidad de Columbia. Nada de lo que ocurría en clase me preparaba para entender la política estadounidense en Asia. Pero leía el semanario I. F. Stone’s Weekly. Stone era uno de los pocos periodistas que cuestionaba la justificación oficial del envío de un ejército a Corea. Entonces, a mí me parecía claro que no era la invasión de Corea del Sur por parte de Corea del Norte lo que provocaba la intervención de Estados Unidos, sino el deseo que este país tenía de establecer un solido punto de apoyo en el continente asiático, sobre todo desde que los comunistas se habían hecho con el poder en China.

Años más tarde, mientras la intervención encubierta en Vietnam crecía hasta convertirse en una enorme y brutal operación bélica, los designios imperiales de Estados Unidos se hicieron más claros para mí. En 1967, escribí un librito llamado Vietnam: The Logic of Whithdrawal. Para entonces, yo ya estaba muy involucrado en el movimiento contra la guerra.

Cuando leí las 100 páginas de los Papeles del Pentágono*, que Daniel Ellsberg me había encomendado, me sobresalté al conocer los memorandos secretos del Consejo Nacional de Seguridad. En su explicación de los intereses estadounidenses en el Sureste Asiático, los papeles hablaban con claridad meridiana sobre los objetivos de Estados Unidos: “estaño, caucho, petróleo”.

Ciertamente, ni la deserción de soldados en la guerra con México, ni los motines contra la conscripción -reclutamiento- obligatoria durante la Guerra de Secesión, ni los grupos antiimperialistas en el cambio de siglo, ni la vigorosa oposición a la Primera Guerra Mundial; ningún movimiento contra la guerra en la historia de Estados Unidos alcanzó la magnitud del de la guerra de Vietnam. Al menos una parte de esa oposición se basaba en la comprensión de que estaba en juego algo más que Vietnam, de que la atroz guerra librada en un pequeño país formaba parte de un plan imperial mucho mayor.

Varias intervenciones militares que siguieron a la derrota en Vietnam parecieron reflejar la desesperada necesidad de la superpotencia aún reinante de establecer una dominación de ámbito planetario; incluso después de la caída de su poderoso rival, la Unión Soviética. De ahí la invasión de la isla de Granada en 1982, el bombardeo y asalto de Panamá en 1989, la primera guerra del Golfo en 1991. ¿Fue acaso la toma de Kuwait por parte de Saddam Hussein lo que motivó al abatido George Bush padre o antes bien utilizó él este acontecimiento como una oportunidad para llevar con firmeza el poder militar estadounidense hacia la codiciada región petrolera de Oriente Medio? Dada la historia de Estados Unidos y su obsesión por el crudo de Oriente Medio mostrada ya en 1945 por Franklin Roosevelt con su tratado con el rey de Arabia Saudí, Abdul Aziz, y en 1953 con el derrocamiento del gobierno democrático de Mossadeq en Irán por parte la CIA, no resulta muy difícil responder a esta pregunta.

Justificación del Imperio
Los despiadados atentados del 11 de septiembre (como lo admitió la Comisión oficial del 11-S) fueron la consecuencia del feroz odio originado por la expansión estadounidense en Oriente Medio y el resto del mundo. Según el libro The Sorrows of Empire, de Chalmers Johnson, incluso antes del acontecimiento el departamento de Defensa reconoció la existencia de 700 bases militares de Estados Unidos fuera de su territorio.

Desde entonces, con el inicio de la “guerra contra el terrorismo”, se instalaron o ampliaron muchas más bases: en Kyrgyzstán, Afganistán, el desierto de Qatar, el golfo de Omán, el Cuerno de África y en cualquier otro sitio del mundo donde un gobierno complaciente pudiese ser sobornado o coaccionado.

Cuando yo bombardeaba en Alemania, Hungría, Checoslovaquia y Francia durante la Segunda Guerra Mundial, la justificación moral era tan sencilla y clara que estaba más allá de toda discusión: estábamos salvando al mundo del mal del fascismo. Por lo tanto, me quedé estupefacto cuando oí a un artillero de otra tripulación –él y yo teníamos en común que leíamos libros– que decía que él consideraba que aquello era “una guerra imperialista”. Ambos lados, decía, estaban motivados por la ambición de controlar y conquistar. Discutimos bastante pero no llegamos a resolver la cuestión. Irónica y desgraciadamente, poco tiempo después de nuestra discusión el avión de mi camarada fue derribado y él murió en la misión.

En las guerras, siempre hay una diferencia entre la motivación de los soldados y la de los líderes políticos que los envían al combate. Mi motivación, como la de muchos otros, era ingenua respecto de la ambición imperial. Yo estaba ayudando a derrotar al fascismo y a crear un mundo más decente, libre de agresiones, militarismo y racismo.

La motivación del establishment de Estados Unidos, según lo entendía el artillero del que hablo, era de naturaleza diferente. Fue descrita a principios de 1941 por Henry Luce, un multimillonario que era propietario de las revistas Time, Life y Fortune, como la llegada del “Siglo de Estados Unidos”. El tiempo había llegado, decía, para que Estados Unidos “ejerza en el mundo la totalidad del impacto de nuestra influencia, para los propósitos que consideremos adecuados y por los medios que consideremos adecuados”.

Es imposible pedir una declaración de designio imperial más sincera y rotunda. En los últimos años, de ella se han hecho eco los intelectuales al servicio de la administración Bush, pero asegurándonos que esta “influencia” es benevolente, que los “propósitos” –ya sea en la formulación de Luce o en las más recientes– son nobles, que se trata de un “imperialismo iluminado”. Tal como dijo George Bush en su segundo discurso de toma de posesión: “El llamamiento de nuestro tiempo es la extensión de la libertad en todo el mundo”. The New York Times escribió que ese discurso era “sorprendente por su idealismo”.

El Imperio estadounidense siempre ha sido un proyecto bipartidista: demócratas y republicanos se han turnado ampliándolo, ensalzándolo, justificándolo. En 1914 –al año en que EE.UU. bombardeó México–, el presidente Woodrow Wilson les dijo a los graduados de la academia naval que Estados Unidos utilizaba “su armada y su ejército... como instrumentos de civilización, no de agresión”. Y en 2002, Bill Clinton les dijo a los graduados de West Point: “Los valores que habéis aprendido aquí podrán extenderse por todo el país y por todo el mundo”.

Para el pueblo de Estados Unidos, y por cierto para los pueblos de todo el mundo, más pronto que tarde estas proclamas revelan su falsedad. La retórica, a menudo convincente en un primer momento, se convierte pronto en algo abrumador por los horrores que ya no pueden seguir escondiéndose: los cadáveres ensangrentados de Iraq, los miembros desgarrados de los soldados estadounidenses, los millones de familias expulsadas de sus hogar, tanto en Oriente Medio como en el Delta del Mississippi.

¿No han empezado a perder asidero en nuestra mente esas justificaciones imperiales incrustadas en nuestra cultura, que agreden nuestro sentido común –que la guerra es necesaria para la seguridad, que su expansión es fundamental para la civilización–? ¿Habremos llegado acaso a ese punto en la historia en el que estemos preparados a abrazar una nueva manera de vivir en el mundo, en la que la cuestión no sea ampliar nuestro poder militar sino nuestra humanidad?

Nota:
*. “Los Pentagon Papers (los Papeles del Pentágono), titulados oficialmente United States - Vietnam Relations, 1945–1967: A Study Prepared by the Department of Defense (Relaciones Estados Unidos - Vietnam, 1945-1967: Un estudio elaborado por el Departamento de Defensa), es el nombre popular de un documento secreto que contiene la historia de la implicación de Estados Unidos en Vietnam entre 1945 y 1967. Los Pentagon Papers empezaron a publicarse en la primera página de The New York Times en 1971” (extraído de Wikipedia por el traductor).

Howard Zinn (1922–2010) fue historiador, autor de obras de teatro y activista. Escribió A People’s History of the United States (en castellano, La otra historia de los Estados Unidos. Editorial Hiru. Hondarribia, Guipúzcoa, 2005) y A People's History of American Empire (presentado en formato cómic), junto con Mike Konopacki y Paul Buhle.

Enseñó en el Instituto Spelman, un instituto universitario para mujeres negras de Atlanta, donde se convirtió en un activo integrante del movimiento por los derechos civiles. Después de ser expulsado del Spelman por su apoyo a las reivindicaciones de las estudiantes, Zinn fue profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Boston.

Ha escrito muchos libros, entre ellos una autobiografía: You Can’t Be Neutral on a Moving Train (en castellano, Nadie es neutral en un tren en marcha. Editorial Hiru, Hondarribia, Guipuzcoa, 2001).

Recibió el premio de literatura de no ficción de la Fundación Lannan y el premio Eugene V. Debs por sus escritos y su activismo político.

Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/176052/best_of_tomdispatch%3A_howard_zinn%2C_the_end_of_empire/#more