jueves, 22 de febrero de 2018

_- Negación de la ciencia frente al placer de la ciencia

_- "No es perfecta. Puede utilizarse mal. Es sólo una herramienta. Pero sin duda es la mejor herramienta que tenemos, se autocorrige, progresa y se puede aplicar a todo. Tiene dos reglas. Primero: no hay verdades sagradas; toda presunción debe ser examinada críticamente; los argumentos de autoridad no tienen valor. Segundo: lo que sea inconsistente con los hechos debe ser desechado o revisado. Debemos comprender el cosmos como es, y no confundir lo que es con lo que quisiéramos que fuera. Lo obvio es a veces falso, lo inesperado es a veces cierto".
Carl Sagan en Cosmos (1980), a propósito de la ciencia.


Que los conservadores dudan de que los hallazgos científicos y las teorías que entran en conflicto con sus creencias políticas y religiosas sean evidentes incluso a partir de un escaneo superficial de los medios de derecha. La negación de la evolución y del calentamiento global y la resistencia contra la investigación con células madre son los ejemplos más atroces en las últimas décadas. No es sorprendente, porque esperamos que los que están a la derecha dejen que su política triunfe sobre la ciencia, lo que equivale a una historia de perro muerde a hombre.

Que los liberales son tan culpables de tendencias anticientíficas como los relatos de humanos mordisqueando caninos y, sin embargo, los de la izquierda son tan escépticos de la ciencia bien establecida cuando los hallazgos chocan con sus ideologías políticas, como con los OGM (Organismos Genéticamente Modificados), la energía nuclear, la ingeniería genética y psicología evolutiva-escepticismo de lo último que llamo "creacionismo cognitivo" por su aprobación de un modelo de pizarra en blanco en el que la selección natural operaba en los humanos solo desde el cuello hacia abajo.

En realidad, las actitudes anticientíficas se forman en ventanas cognitivas muy estrechas, aquellas en las que la ciencia parece oponerse a ciertos puntos de vista políticos o religiosos. La mayoría de las personas adoptan la mayor parte de la ciencia la mayor parte del tiempo.

¿Quién es escéptico de la ciencia y cuándo?
Esa pregunta fue el título de una conferencia de octubre de 2017 a la que asistí Asheley R. Landrum, psicóloga de la Texas Tech University, que estudia los factores que influyen en la comprensión y la percepción del público sobre la ciencia, la salud y las tecnologías emergentes. Comenzó citando encuestas que encontraron que más del 90 por ciento de republicanos y demócratas coincidieron en que "la ciencia y la tecnología brindan más oportunidades" y que "la ciencia mejora nuestras vidas". También revisó evidencia modesta en apoyo de la "hipótesis del déficit de conocimiento". "Que postula que el escepticismo público de la ciencia es el resultado de un conocimiento científico inadecuado. Aquellos que saben más acerca de la ciencia del clima, por ejemplo, son un poco más propensos a aceptar que el calentamiento global es real y causado por humanos que aquellos que saben menos sobre el tema.

Pero ese efecto modesto no solo se borra cuando se toma en cuenta la ideología política, sino que tiene un efecto opuesto en un extremo del espectro político. Para los republicanos, mientras más conocimiento tengan sobre la ciencia climática, menos probable es que acepten la teoría del calentamiento global antropogénico (mientras que la confianza de los demócratas aumenta). "Las personas con más conocimiento solo aceptan la ciencia cuando no está en conflicto con sus creencias y valores preexistentes", explicó Landrum. "De lo contrario, usan ese conocimiento para justificar más fuertemente sus propias posiciones".

Landrum y sus colegas demostraron el efecto experimentalmente e informaron los resultados en un documento de 2017 en el Journal of Risk Research titulado "Memes culturalmente antagónicos y el virus Zika: una prueba experimental", en el que los participantes leen una noticia sobre los riesgos para la salud pública del zika que estaba relacionado con el cambio climático o la inmigración. Previsiblemente, cuando Zika estuvo conectado con el cambio climático, hubo un aumento en la preocupación entre los Demócratas y una disminución en la preocupación entre los Republicanos, pero cuando el Zika se asoció con la inmigración, los efectos fueron revertidos. El escepticismo, al parecer, depende del contexto. "Somos buenos para ser escépticos cuando la información entra en conflicto con nuestras creencias y valores preexistentes", señaló Landrum. "Somos malos para ser escépticos cuando la información es compatible con nuestras creencias y valores preexistentes".

En otro estudio de 2017 publicado en Avances en psicología política, "Curiosidad científica y procesamiento de información política", Landrum y sus colegas encontraron que los demócratas liberales eran mucho menos propensos que los republicanos fuertes a leer voluntariamente una "historia sorprendente escéptica del clima", mientras que un "la sorprendente historia relacionada con el clima"era mucho más probable que la leyeran los de la izquierda que los de la derecha". Un factor mitigante alentador fue la "curiosidad científica", o la "motivación para buscar y consumir información científica para el placer personal", que "parece contrarrestar en lugar de agravar las características de la firma del razonamiento con motivación política".

Los autores concluyeron que "las personas que tienen el deseo de ser sorprendidas por la información científica -que les resulta agradable descubrir que el mundo no funciona como esperaban- no quitan esta característica de su personalidad cuando se involucran en información política, sino que complacen también en ese contexto, exponiéndose más fácilmente a la información que desafía sus expectativas sobre los hechos en cuestiones controvertidas. El resultado es que estos ciudadanos, a diferencia de sus contrapartes menos curiosos, reaccionan con una mente más abierta y responden de manera más uniforme en todo el espectro político a la mejor evidencia disponible ".

En otras palabras, valorar la ciencia por placer puro es más un baluarte contra la politización de la ciencia que hechos solamente.

Este artículo fue publicado originalmente con el título "Por amor a la ciencia" 

https://www.scientificamerican.com/article/science-denial-versus-science-pleasure/

miércoles, 21 de febrero de 2018

_- Morir en soledad.


eldiario.es

"Es preciso hacer una reflexión más amplia acerca de cómo se articula nuestra sociedad y cómo se elaboran los protocolos, en este caso hospitalarios, que la rigen".


En las últimas semanas se han dado dos casos en Andalucía de personas fallecidas en los servicios de urgencia de sendos hospitales sin que el personal médico interviniese, o lo hiciera demasiado tarde, para salvarles la vida. Ambas personas estaban solas en urgencias. Cuando las llamaron para ser atendidas, no acudieron porque se encontraban en un estado que no les permitía bien ser conscientes del aviso, bien responder a él. Los responsables de urgencias dieron por hecho que estas personas se habían marchado y se desentendieron.

Los medios han relacionado estos episodios con los recortes en sanidad realizados durante la crisis y de los que nuestros sistemas de salud aún no se han recuperado, en parte porque la salida de la crisis se ha llevado a cabo aplicando medidas de austeridad y una lógica privatizadora que merma enormemente los recursos necesarios para mantener los servicios públicos esenciales.

Siendo esto cierto, creo que es preciso hacer una reflexión más amplia acerca de cómo se articula nuestra sociedad y cómo se elaboran los protocolos, en este caso hospitalarios, que la rigen, así como sobre las profundas transformaciones que están teniendo lugar en la actualidad sin que se desarrollen políticas adecuadas para prevenir situaciones como las arriba mencionadas o similares.

El funcionamiento de nuestros hospitales asume que las y los enfermos siempre estarán acompañados por una persona, normalmente un familiar, más exactamente una mujer. El mandato social del cuidado hace a las mujeres responsables de las tareas relativas a éste que afectan a los miembros de su familia. Esta situación no se ha visto realmente alterada por la masiva incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, ya que, por ejemplo en el caso español, las mujeres seguimos empleando más de dos horas al día que los hombres en el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Pero la disponibilidad de las mujeres ya no es total y las altas tasas de divorcio, viudedad o celibato nos hablan de muchas personas que están solas, viven solas y posiblemente acudan solas a los hospitales. Por tanto, los protocolos deberían cambiar.

Sin embargo, los recortes aplicados durante la crisis han supuesto la externalización a las familias –asumiendo que todas las personas la tienen– de gran parte del cuidado que antes proveían o facilitaban los servicios públicos. Esto, además de grandes desigualdades vinculadas al género de las personas, la renta y la disponibilidad de tiempo de las familias, genera problemas para quienes viven solos, especialmente para aquéllos que no disponen de una red familiar o social que los asista o que no tienen ingresos para contratar a alguien que eventualmente los cuide.

Y es que ese desmoronamiento de los servicios públicos tiene lugar en sociedades cada vez más individualistas, donde, además, las nuevas tecnologías permiten una conectividad virtual que está muy alejada de los modelos de sociabilidad comunitaria que existían antaño y que podían hacer saltar las alarmas cuando dejábamos de ver por un tiempo a nuestro vecino o vecina.

En España, los datos de la Encuesta Continua de Hogares 2017, relativa a la situación de 2016, reflejan que 4,6 millones de personas viven solas en nuestro país y un 25,2% de los hogares españoles son unipersonales. Eso no quiere decir que estas personas vivan desconectadas de redes familiares o sociales, pero sí que tenemos que saber que el porcentaje de este colectivo va en aumento. En 2016 eran 54.100 personas más que el año anterior, un incremento del 1,2%, y, por tanto, es probable que un número cada vez mayor de personas se encuentre en situación de soledad.

No existen estadísticas, como en otros países, que nos informen del número de personas que mueren solas, pero es muy posible que, si no se hace nada para remediarlo, esta cifra vaya en aumento dado el galopante envejecimiento de la población española y la baja tasa de fecundidad de las mujeres españolas, que no es independiente, por cierto, de la desigualdad de género.

En un país como Japón, con un proceso de envejecimiento muy acelerado y una tasa de fecundidad casi tan baja como la española, además de altas tasas de celibato, se calcula que 30.000 personas mueren anualmente solas en sus casas. No se conoce la cifra de las que lo hacen solas en hospitales o residencias, porque la estadística se basa en los datos del gran número de empresas dedicadas a limpiar los apartamentos de las personas que mueren en soledad y cuyos cadáveres son descubiertos, normalmente, pasado un tiempo. Los servicios de limpieza de las muertes en soledad cuestan una media de 2,230$ a los propietarios de los inmuebles que quieren dejarlos listos para volver a alquilarlos. De hecho, una vez que estas empresas terminan su trabajo, es como si esas personas nunca hubieran existido.

En el Reino Unido, gracias en parte a la iniciativa política de la parlamentaria laborista Jo Cox, asesinada en 2016 por un hombre de extrema derecha, sabemos que unos 9 millones de personas declaran estar solas y no tener a nadie con quien hablar o compartir sus experiencias. El gobierno de Theresa May ha creado una Secretaría de Estado para lidiar con este problema. El objetivo de dicha secretaría es desarrollar una amplia estrategia sobre el tema, elaborar nuevas estadísticas y realizar estudios, así como asignar un presupuesto a las comunidades y al tercer sector para que pongan en funcionamiento actividades que conecten a la gente.

Desconozco el resultado que tendrá la labor de este departamento en un país que está privatizando a mansalva los servicios públicos, recortando los subsidios a las personas que los necesitan, y que, desde los años ochenta del siglo pasado, se ha empleado a fondo para desmantelar la sociabilidad de las comunidades obreras. Un país cuyo anterior primer ministro, David Cameron, promovió la idea de una Big Society (una sociedad grande) frente a la del Big State (un estado grande), dentro de su lógica neoliberal de menor presencia y gasto público.

En cualquier caso, bienvenida sea la iniciativa o el intento. Es importante que los cambios sociales que estamos experimentando sean objeto de políticas específicas que afronten también el creciente fenómeno de la soledad de las personas en sociedades cada vez más pobladas y, teóricamente, más interconectadas. Es posible que la respuesta deba ir en la línea de unir el desarrollo de los servicios de atención públicos con el fomento de las redes de solidaridad comunales, para que nadie, a no ser que sea su deseo, tenga que enfrentarse a la muerte en soledad o aceptar que, una vez fallecido, una empresa de limpieza lo haga desaparecer para siempre, también de la memoria de los vivos.

Fuente: http://www.eldiario.es/andalucia/desdeelsur/Morir-soledad_6_734286567.html

martes, 20 de febrero de 2018

Solo te creeré si me dices lo que quiero oír. Cuando los datos contradicen nuestras convicciones, solemos ignorarlos o manipularlos para adaptarlos a unas ideas preconcebidas. Así lo hacen los creacionistas, los antivacunas y los ‘conspiranoicos’ del 11-S.

¿Han notado que una persona siempre cambia de opinión cuando le presentan unos datos que contradicen sus convicciones más profundas? No, ¿verdad? Yo tampoco. Es más, da la impresión de que una persona cuando se le presentan pruebas abrumadoras en contra de lo que cree, se reafirma en sus opiniones. El motivo es que esos datos ponen en peligro su visión del mundo.

Los creacionistas, por ejemplo, rechazan las pruebas de la evolución que aportan los fósiles y el ADN porque les preocupa que los poderes laicos estén comiéndole terreno a la fe religiosa. Los enemigos de las vacunas desconfían de las grandes farmacéuticas y piensan que el dinero corrompe la medicina. Eso les lleva a defender que las vacunas causan autismo, pese a que el único estudio que relacionaba esas dos cosas fue desmentido en su día y su autor fue acusado de fraude. Quienes defienden las teorías de la conspiración en torno a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos se fijan en minucias como el punto de fusión del acero de los edificios del World Trade Center que hizo que se derrumbaran, porque creen que el Gobierno mentía y llevó a cabo operaciones encubiertas con el fin de crear un nuevo orden mundial. Los negacionistas del cambio climático estudian los anillos de los árboles, los núcleos del hielo y las ppm (partes por millón) de los gases de efecto invernadero, porque defienden con pasión la libertad, en especial la de los mercados y las empresas, para actuar sin atenerse a estrictas normas gubernamentales. Quienes aseguraban que Barack Obama no nació en Estados Unidos diseccionaron desesperadamente su certificado de nacimiento en busca de mentiras, porque estaban convencidos de que el primer presidente afroamericano de EE UU era un socialista empeñado en destruir su país. Los defensores de estas teorías estaban convencidos de que quienes se mostraban escépticos ante ellas ponían en peligro su visión del mundo. Y rechazaban los datos que rebatían su postura por considerar que venían del frente enemigo.

El hecho de que las convicciones resulten más fuertes que las pruebas se debe a dos factores: la disonancia cognitiva y el llamado efecto contraproducente. En el clásico When Prophecy Fails (cuando la profecía se equivoca), el psicólogo Leon Festinger y sus coautores escribían en 1956 acerca de la reacción que tuvieron los miembros de una secta que creía en los ovnis cuando la nave espacial que esperaban no llegó a la hora prevista. En lugar de reconocer su error, “siguieron tratando de convencer al mundo entero” y, “en un intento deses­perado por eliminar su disonancia, se dedicaron a hacer una predicción tras otra, con la esperanza de acertar con alguna de ellas”. Festinger llamó disonancia cognitiva a la incómoda tensión que surge cuando se piensan dos cosas contradictorias al mismo tiempo.

En su libro de 2007 Mistakes Were Made, But Not By Me (hubo errores, pero yo no los cometí), dos psicólogos sociales, Carol Tavris y Elliot Aronson (alumno de Festinger), documentan miles de experimentos que demuestran que la gente manipula los hechos para adaptarlos a sus ideas preconcebidas con el fin de reducir la disonancia. Su metáfora de la “pirámide de la elección” sitúa a dos individuos juntos en el vértice de la pirámide y muestra cómo, cuando cada uno adopta y defiende una posición distinta, empiezan a distanciarse rápidamente hasta que acaban en extremos opuestos de la base de la pirámide.

En otros experimentos llevados a cabo por el profesor de Dartmouth College (EE UU) Brendan Nyhan y el profesor de la Universidad de Exeter (Reino Unido) Jason Reifler, los investigadores identifican un factor relacionado con esta situación: lo que denominan el efecto contraproducente, “por el que al tratar de corregir las percepciones equivocadas, éstas se refuerzan en el grupo”. ¿Por qué? “Porque ponen en peligro su visión del mundo o de sí mismos”.

Por ejemplo, a los sujetos de los experimentos se les dieron artículos falsos de periódicos que confirmaban ideas erróneas pero muy extendidas, como la de que había armas de destrucción masiva en Irak. Cuando después les mostraron un artícu­lo que explicaba que, en realidad, nunca se habían encontrado dichas armas, quienes se oponían a la guerra aceptaron el nuevo artículo y rechazaron el anterior. Sin embargo, los partidarios de la guerra dijeron que el nuevo artículo les había convencido aún más de que había armas de destrucción masiva, porque probaba que Sadam Husein las había escondido o destruido. De hecho, dicen Nyhan y Reifler, entre muchos de estos últimos participantes, “la idea de que Irak tenía armas de destrucción masiva antes de la invasión encabezada por Estados Unidos persistió hasta mucho después de que el propio Gobierno de Bush llegara a la conclusión de que no era así”.

Si los datos que deberían corregir una opinión solo sirven para empeorar las cosas, ¿qué podemos hacer para convencer al público de que está equivocado? Por mi experiencia, aconsejo mantener las emociones al margen; discutir, no criticar (nada de ataques personales y nada de mencionar a Hitler); escuchar con atención e intentar expresar detalladamente la otra postura; mostrar respeto; reconocer que es comprensible que alguien pueda pensar de esa forma; intentar demostrar que, aunque los hechos sean otros de los que se pensaba, esto no significa necesariamente que se altere la visión del mundo.

Quizá estas estrategias no siempre sirvan para hacer que la gente cambie de opinión, pero es posible que ayuden a que no haya tantas divisiones innecesarias, sobre todo ahora que EE UU está en plena fiebre revisionista de la realidad con fines políticos.

Michael Shermer es fundador y director de la revista Skeptic. Este artículo fue publicado en Scientific American en 2017.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

https://elpais.com/elpais/2018/01/26/ciencia/1516966815_366077.html


lunes, 19 de febrero de 2018

¿Por qué no cambiamos de opinión aunque nos demuestren que estamos equivocados? Los datos contrastados convencen menos que los mensajes emocionales. Diversos estudios revelan las limitaciones de la razón.

La primera impresión es la que cuenta. Cuando nuestro cerebro recibe por primera vez información sobre un asunto —“ese de ahí es Juan, es un vago”— deja grabada una silueta que provoca que todo lo que sepamos desde entonces en ese ámbito tenga que encajar en ella. Los humanos vivimos en un relato, necesitamos que las piezas encajen, y por eso nos costará tanto asumir en el futuro que Juan es un currante. “Es como una mancha”, explica la psicóloga Dolores Albarracín, “es mucho más fácil ponerla que eliminarla después”. Si esa mancha forma parte de nuestra visión del mundo, nuestra escala de valores será casi imposible limpiarla, porque sería como replantear nuestra identidad. Por eso nos cuesta horrores cambiar de opinión: los hechos deben encajar en la silueta o ni siquiera los tendremos en cuenta.

Cada vez más estudios muestran las limitaciones de la razón humana. En ocasiones se ignoran los hechos porque no se adaptan a lo que pensamos. La verdad no siempre importa. Hace justo un año, se realizó una prueba muy sencillita. ¿En cuál de estas fotos ve usted a más gente? En la foto A, de la toma de posesión de Donald Trump, se veía a mucha menos gente que en la foto B, de la inauguración de Barack Obama, llena hasta la bandera. El 15% de los votantes de Trump dijo que había más gente en la foto A, un error manifiesto. ¿Tienen un problema de visión, alguna carencia cognitiva, para llevarle la contraria a un hecho tan evidente? Es más sencillo: a veces, cuando discutimos sobre hechos, en realidad no estamos discutiendo sobre los hechos. Ese 15% sabe que dar la respuesta B es reconocer que Trump es un mentiroso y, por tanto, admitir que han votado a un mentiroso. Es decir, si se trata de un enamorado del presidente de EE UU, estamos pidiendo que ponga en tela de juicio su propia identidad.

“Lo más probable es que las personas lleguen a las conclusiones a las que quieren llegar”, dejó escrito la psicóloga social Ziva Kunda al desarrollar la teoría del pensamiento motivado. La idea es sencilla: para defender nuestra visión del mundo, nuestro relato, vamos razonando inconscientemente, descartando unos datos y recogiendo otros, en la dirección que nos conviene hasta llegar a la conclusión que nos interesaba inicialmente. Visto así, parece una flaqueza, un fallo de diseño en el raciocinio. Pero tendría una explicación muy plausible: es un escudo protector contra la manipulación, pues es lógico pensar que las cosas tienen que encajar con lo que ya sabemos del mundo. Si de pronto vemos una piedra elevarse hacia el cielo no dudamos de la existencia de la gravedad; pensamos que hay trampa en la piedra.

Pero hay situaciones preocupantes en las que si los ciudadanos no hacen caso de los hechos pueden poner en riesgo bienes mayores. La salud es uno de los ámbitos más peligrosos, como sucede con el pequeño colectivo que se niega a vacunar a sus hijos. ¿Cómo se puede tomar una decisión así, que pone en riesgo la salud de las criaturas propias y las del resto? “Es una opción irracional que puede ser corregida aportando toda la información necesaria”, dicen médicos, divulgadores y autoridades. Datos históricos, detalles sobre enfermedades, estadísticas consistentes…, pero no, eso no funciona. Es más, como han mostrado algunos estudios, esta forma de abordar el problema no solo no convence, sino que puede provocar un efecto bumerán, reforzando todavía más las creencias de los antivacunas. Es un efecto que el investigador Brendan Nyhan ha registrado en distintos escenarios, desde la política a la salud, y en el caso de las vacunas particularmente. Mostrar folletos con información sobre inmunización no doblega a los recelosos y a algunos los convence más todavía.

Divulgadores, fact-checkers (verificadores de datos), periodistas y políticos asumen, en general, que la gente se equivoca porque les faltan datos. Es un enfoque simplista, llamado de déficit de información, que se empeña en obviar los mecanismos conocidos de una psicología humana que, como explica Nyhan, no va a cambiar. Hay que conocer esas fisuras del cerebro humano y aprovecharlas para colarnos y ser verdaderamente persuasivos. Pero llegados a este punto, es importante preguntarse, qué es convencer ¿Lograr que una familia antivacunas reconozca que está equivocada o conseguir que ponga una, dos o todas las vacunas necesarias a sus hijos?

Esta reflexión tenía en mente el pediatra Roi Piñeiro cuando lanzaron en el Hospital General de Villalba, un municipio de la sierra de Madrid, una consulta pionera que usaría enfoques distintos para convencer a los inconvencibles. “Se trata de conocer los motivos y rebatirlos, pero no desde la lógica sino desde los sentimientos. Mucha empatía y dejarlos hablar”, explica Piñeiro; “porque es muy difícil convencer con datos científicos, suelen ser unos expertos, pero escogiendo los que les interesa”. Piñeiro, jefe asociado del servicio de Pediatría, usó intuitivamente trucos que han mostrado su eficacia en distintos experimentos psicológicos. Ponerse de su parte, dedicarles tiempo, dejar que se expliquen, conectar emocionalmente y abordar los mitos solo cuando hay confianza. “Piensas que si te enfadas y los abroncas entenderán que es grave, pero en realidad pierdes a esa familia, no vuelven”, cuenta el pediatra. Al lanzar esta consulta abierta, recibió a 20 familias recelosas en sesiones individuales de media hora; al final, el 90% aceptó poner alguna vacuna a sus hijos y el 45% accedió a ponérselas todas.

Un experimento realizado el año pasado, sobre racismo y política, obtuvo resultados inquietantes. A un grupo de ciudadanos se les contó algunas de las mentiras habituales de Marine Le Pen sobre los inmigrantes. A otro, esto mismo, pero contrastado con los datos reales. Al tercer grupo se les contó únicamente la información veraz, sin las falsedades de Le Pen. Los “hechos alternativos” de la política francesa lograron mejorar sus opciones de voto por igual (un 7%) en el primer grupo y el segundo, mostrando que el desmentido fue inútil. Lo que es más sorprendente: sus opciones también crecieron (4,6%) entre quienes solo leyeron información real sobre inmigración. Por eso a este tipo de políticos populistas les da igual que les desmientan: han colocado el mensaje, que se hable de lo que les interesa, fijando el marco de la conversación pública: la inmigración como problema. Los investigadores consideran que no basta con el trabajo periodístico con los datos, sino que “para ser efectivo, los hechos deben integrarse en una narrativa con argumentación persuasiva” y “presentados por un político carismático”.

Esta es la paradoja de los verificadores (o fact-checkers), esos periodistas que se dedican a comprobar y desmentir las afirmaciones de los políticos: que solo funcionen con quienes no hace falta. Los primeros trabajos de Nyhan indicaban poca utilidad y que a veces eran contraproducentes, pero en un estudio reciente mostró que gracias al fact-checking se podía conseguir que algunos seguidores de Trump admitieran que sus afirmaciones eran falsas. Eso sí, no movían un milímetro su intención de voto hacia el candidato republicano. “Tienden a ignorar la información disidente. Este escenario fomenta la aparición de una caja de resonancia en torno a narrativas y creencias compartidas. En este punto, la verificación de hechos puede ser percibida como otra tesis de los rivales y por tanto ignorada”, explica Walter Quattrociocchi, especialista en cómo se disemina la desinformación.

“Cuando se trata del bulo de un medicamento retirado o algo así, la gente te cree y lo agradece. Pero si les toca la patata, dejan de discernir entre opinión y datos. Si ya han elegido bando es más complicado sacarles del error”, resume Clara Jiménez, del equipo de Maldito Bulo (MB), un proyecto periodístico creado para combatir la desinformación. Jiménez cuenta que esas disonancias fueron notables durante el 1 de octubre en Cataluña: cada desmentido se negaba por el bando puesto en evidencia, cómo no, dudando de la objetividad de MB. Durante la campaña electoral catalana, surgió el bulo de las tarjetas censales que podrían ser usadas, según algunos independentistas, para provocar un pucherazo. Cuando lo desmentía MB, muchos cargaban contra el mensajero. Pero cuando lo desmintió Josep Costa, candidato de JxC, algunos se lo discutían, pero muchos de sus seguidores optaron por fiarse de él. “Si es tu propio círculo el que te desmiente es mucho más fácil”, explica Jiménez, que forma parte del equipo que asesora contra la desinformación a la Comisión Europea. Además, los portales de verificación de datos tienen otro problema añadido: muy pocos de sus lectores (un 13%) son consumidores de fake news, según otro estudio reciente: no estarían llegando al público que los necesita.

La gente de MB ha puesto en práctica un sistema que encaja muy bien con las recomendaciones de psicólogos expertos: el bulo es como una mancha difícil de quitar, y conviene usar mensajes sencillos y directos, información gráfica o visual, y no repetir la falsedad sino centrarse en la explicación. El mejor quitamanchas es el porqué: cuando a los miembros de un jurado se les dice “no tengan en cuenta esta prueba”, no sirve de nada. Pero serán capaces de borrar esa información si les explican que hubo una motivación sospechosa al intentar incluir la prueba viciada.

El cambio climático es otro experimento natural oportuno para analizar el fenómeno. Los especialistas han probado de todo para convencer a los escépticos y no hay una varita mágica. Pero el papa Francisco nos da una clave: tras escribir una encíclica ecologista, en EE UU creció 10 puntos el porcentaje de convencidos de que el calentamiento será dañino y 13 puntos el bloque de católicos que creen que el cambio climático es real. Líder carismático y que habla desde dentro del círculo identitario. En este ámbito, hablar de catástrofes y amenazas puede ser contraproducente. Sin embargo, funcionan contenidos emocionales que hablan a la gente de cómo encaja el problema en su vida (la salud), o mensajes que indiquen que combatir el calentamiento traerá avances científicos y económicos, y que mejorará la cohesión y los valores de la comunidad.

Muchas de estas estratagemas están destinadas a escuchar al sujeto para aprovechar sus debilidades: a un empresario negacionista del cambio climático no le convencerás hablándole de la crecida de los mares, sino de oportunidades de negocios verdes. Por eso, un equipo de la Universidad de Queensland (Australia) ha acuñado el concepto de persuasión jiu jitsu, en referencia a ese arte marcial que usa contra el rival su propia fuerza. Por ejemplo, dejar que explique cómo funcionaría exactamente paso a paso su idea, para que vea sus flaquezas saliendo de su propia boca.

“Cuando se trata de temas científicos, la gente habla usando evidencias, cuando sus actitudes están motivadas por otra cosa. El divulgador tiene que resistir la tentación natural de debatir las ideas articuladas por el sujeto y en su lugar centrarse en su motivación oculta en la sombra”, explican. “Identifique la motivación subyacente, y luego adapte el mensaje para que se alinee con esa motivación”, sugieren. Por ejemplo, decirle a un votante de Trump que salvar el planeta es la única forma de mantener el estilo de vida americano.

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https://elpais.com/elpais/2018/01/26/ciencia/1516965692_948158.html

Ver también. "ciegos, que viendo, no ven" José Saramago, Ensayo sobre la ceguera. 1995.

domingo, 18 de febrero de 2018

Hirotugu Akaike, el matemático de las estadísticas más exactas. Desde la experiencia propia y la creatividad, el investigador japonés formuló una ecuación para poder identificar el mejor modelo estadístico a aplicar en cada caso.

Pocos científicos tienen el honor de que utilicen sus descubrimientos continuamente y en todo el mundo sin que se les conozca por algo más que por llevar el apellido en el hallazgo. Hirotugu Akaike es uno de esos extraños casos en el que su gran descubrimiento no viene acompañado de su recorrido académico y vital, más allá de unas pinceladas. Esa circunstancia revela dos aspectos de su personalidad: su discreción y que vivió entregado a la investigación.

Hirotugu Akaike nació un 5 de noviembre, de 1927 en la provincia japonesa de Shizuoka, muy cerca del monte Fuji. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial estudió matemáticas en la Universidad de Tokio y durante esos años también se casó y tuvo tres hijas. Su mujer falleció prematuramente y esa circunstancia lo marcó para siempre, aunque animado por sus hijas volvió a casarse de nuevo.

La carrera profesional de Hirotugu Akaike se desarrolló entre 1952 y 1994 en el Instituto de Estadística Matemática de Japón, donde terminó siendo director general antes de ser nombrado profesor emérito.

A principios de la década de 1950, el joven científico Hirotugu Akaike se hizo la crucial pregunta de cómo podría variar el resultado de una estadística según las variables que introduzcamos. Después de más de dos décadas de investigación, logró dar respuesta a su inquietud con una simple ecuación conocida como el Criterio de Información de Akaike.

Con el Criterio de Información de Hirotugu Akaike (AIC) los analistas seleccionan un modelo entre un conjunto de opciones que les permite conocer lo cerca que estarán los resultados de la verdad. AIC se basa en la teoría de la información de los datos de que disponemos.

Para el matemático japonés era tan importante la experiencia como la creatividad, y para encontrar una solución al problema de la calidad de las estadísticas, tener una experiencia propia y una sensación directa de lo que se conoce como vibraciones aleatorias, compró un ‘scooter’ y lo utilizó en las inmediaciones del monte Fuji. Esta experiencia de primera mano lo ayudó a diferenciar entre las vibraciones de conducir en carreteras normales y con mucho tráfico y hacerlo en un camino de montaña, algo que aplicó después a su descubrimiento.

Con más de un centenar de publicaciones científicas en prestigiosas revistas matemáticas y decenas de charlas y seminarios, en el año 2006 Hirotugu Akaike fue galardonado con el Premio Kyoto por el desarrollo del Criterio de información de Akaike (AIC), entre otros logros. El descubridor de cómo controlar las variables y los datos a la hora de plantearse una estadística para asegurar sus resultados como los más cercanos a la realidad murió en el año 2009, a los 81 años.

El buscador Google realiza hoy un homenaje a Hirotugu Akaike con un retrato del matemático en el día en que habría cumplido 90 años. El doodle presenta su cara en medio de una aproximación de funciones, parámetros y sus respectivas curvas para destacar el resultado de su trabajo más conocido en todo el mundo: el Criterio de Información de Akaike.

Gracias a él, los resultados de las estadísticas nos gustarán más o menos, pero Hirotugu Akaike fue capaz de realizar una sistematización sobre como se afronta la elaboración de esta disciplina matemática y, además, garantizar su cercanía a lo más exacto posible a la realidad.

https://elpais.com/elpais/2017/11/05/ciencia/1509868066_437268.html?rel=str_articulo#1517315906482

Lo que las matemáticas pueden aprender de las hormigas. Algunos animales desarrollan tareas colectivas complejas como la construcción de hormigueros.

2018 ha sido proclamado Año Internacional de la Biología Matemática, por la European Mathematical Society (EMS) y la European Society for Mathematical and Theoretical Biology (ESMTB). Los principales objetivos de esta celebración son señalar el incremento y la importancia de las aplicaciones de las matemáticas a la biología y a las ciencias de la vida; pero lo cierto es que la interacción se da en ambas direcciones. Tal y como hacían los griegos hace dos mil años, los matemáticos seguimos observando e inspirándonos en la naturaleza para dar con nuevos desarrollos en nuestra disciplina.

Por ejemplo, al mirar un panal, podríamos preguntarnos, ¿por qué hacen las abejas sus celdas hexagonales, cuando sería más sencillo hacer triángulos o cuadrados? El matemático griego Pappus de Alejandría conjeturó en el siglo III que un retículo hecho de hexágonos minimiza el área de las paredes que deben levantar las abejas, abarcando un mismo volumen de celda. Pero hubo que esperar hasta 1999 para que el matemático Thomas C. Hales demostrara la afirmación. Como esta, hay muchísimas tareas que se realizan en el mundo animal de forma llamativamente eficiente, y comprender sus mecanismos internos aporta lecciones muy interesantes a las matemáticas y a otras disciplinas.

El caso de las hormigas es muy ilustrativo. Aunque su cerebro es diminuto, desarrolla tareas colectivas (construcción de hormigueros, sistema social sofisticado, exploración y recolección de alimento) de notable complejidad. Es como si la suma de los cerebros de miles de hormigas constituyera el cerebro de un animal superior. ¿Cuáles son los mecanismos que usan para coordinarse en la recolección de alimento? Y, ¿qué podríamos aprender de ellos?

https://elpais.com/elpais/2018/01/24/ciencia/1516798377_850063.html

sábado, 17 de febrero de 2018

_- ¿El éxito proviene principalmente del talento, el trabajo duro o la suerte?

_- ¿Proviene de talento, trabajo duro ... o suerte?

En una manifestación de campaña en Roanoke, Virginia, antes de las elecciones de 2012, el presidente Barack Obama opinó: "Si tuvo éxito, alguien a lo largo del camino le brindó ayuda". Hubo un gran maestro en algún lugar de tu vida ... Alguien invirtió en caminos y puentes. Si tienes un negocio, no construiste eso. Alguien más hizo que eso suceda ".

Aunque Obama estaba haciendo una observación más amplia sobre el poder de la acción colectiva, como la construcción de represas, redes eléctricas e Internet, las cabezas conservadoras explotaron en el sentimiento final. "¡Sí construí eso!" Es una respuesta comprensible con la que me puedo relacionar. Investigo mis libros, edito mi revista, enseño mis cursos y escribo estas columnas (esta es mi número 200 consecutivo para Scientific American). Si no los hago suceden, nadie más lo hará. Pero luego comencé a pensar como científico social en el papel de las circunstancias y la suerte en cómo resultan las vidas. Es una experiencia aleccionadora darse cuenta de cuántas variables están fuera de nuestro control:

La suerte de haber nacido en primer lugar -la relación entre la cantidad de personas que pudieron haber nacido y los que realmente lo fueron- es incalculablemente grande, sin mencionar la suerte de haber nacido en un país occidental con un sistema político estable, una solida economía y una infraestructura sólida (carreteras y puentes) en lugar de, por ejemplo, en una casta inferior en la India, o en Siria devastada por la guerra, o en la anárquica Somalia.

La suerte de tener padres cariñosos y afectuosos que te criaron en un vecindario seguro y en un entorno saludable, te proporcionaron una educación de bachillerato de alta calidad y te inculcaron los valores de la responsabilidad personal. Si tuvieron éxito financiero, eso es una ventaja adicional porque un predictor clave del poder adquisitivo de alguien es el de sus padres. La suerte de asistir a una universidad donde asistieron profesores o mentores buenos o inspiradores que lo guiaron a su vocación, junto con una fuerte cohorte de compañeros para desafiarlo y apoyarlo, seguido de encontrar un trabajo bien remunerado o una carrera profesional que coincida con su educación talentos e intereses

La suerte de haber nacido en un momento de la historia en que tus aptitudes y pasiones particulares encajan con las del espíritu de la época. ¿Los cofundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin estarían entre las personas más ricas y exitosas del mundo si hubieran nacido en 1873 en lugar de 1973? Ambos son brillantes y trabajadores, por lo que probablemente hubieran tenido éxito en cualquier siglo, ¿pero con el equivalente de casi $ 45 mil millones cada uno? No parece probable.

¿Qué hay de la inteligencia y el trabajo duro? Sin duda, importan tanto como la suerte. Sí, pero décadas de datos de genética conductual nos dicen que al menos la mitad de la inteligencia es hereditaria, como lo es tener una personalidad alta en apertura a la experiencia, escrupulosidad y la necesidad de alcanzar logros, todos factores que ayudan a moldear el éxito. Los componentes no genéticos de la aptitud, la escrupulosidad y la ambición también importan, por supuesto, pero la mayoría de esas variables ambientales y culturales fueron provistas por otros o por circunstancias que usted no creó. Si te levantas por la mañana lleno de energía y vigor, saltas por la puerta y al mundo para tomar tu foto, no eliges ser de esa manera. Luego está el problema de las personas übersmart, (muy inteligentes) creativas y trabajadoras que nunca prosperan, por lo que obviamente existen factores adicionales que determinan los resultados de la vida, como la mala suerte ... y malas elecciones.

La voluntad, también, debe ser considerada en cualquier evaluación de los resultados de la vida, en el sentido de conocer sus fortalezas y debilidades y seleccionar caminos con más probabilidades de producir el efecto deseado. Puede tomar conciencia de las variables de influencia internas y externas en su vida, y consciente de cómo responde a ellas, y luego hacer los ajustes correspondientes, sin importar cuán restrictivos sean los grados de libertad.

Si los dados cósmicos rodaban a tu favor, ¿cómo te sentirías? El orgullo modesto en el trabajo duro de uno no es vicio, pero la arrogancia jactanciosa de la buena fortuna de uno no es virtud, por lo que debes cultivar la gratitud. ¿Qué pasa si has tenido mala suerte en la vida? Debería haber consuelo en el hecho de que los estudios demuestran que lo importante a largo plazo no es tanto el éxito como la vida con sentido. Y ese es el resultado de tener familiares y amigos, establecer objetivos a largo plazo, enfrentar los desafíos con coraje y convicción, y ser sincero consigo mismo.

Este artículo fue publicado originalmente con el título "¿Cuál es el secreto del éxito?"
Michael Shermer is publisher of Skeptic magazine (www.skeptic.com) and a Presidential Fellow at Chapman University. His new book is Heavens on Earth: The Scientific Search for the Afterlife, Immortality, and Utopia (Henry Holt, 2018).

https://www.scientificamerican.com/article/does-success-come-mostly-from-talent-hard-work-mdash-or-luck/

Todos los Marx que hay en Marx. Nuevos ensayos y reediciones constatan el interés por el legado del autor de 'El capital'

Desde el inicio de la crisis, en 2008, el interés por Marx y la tradición intelectual que contribuyó a fundar ha crecido de una manera vertiginosa. Como señala Constantino Bértolo con agudeza en la introducción de Llamando a las puertas de la revolución, no se trata de un reflejo inevitable de la recesión económica. De hecho, en la anterior crisis global de acumulación, la de los años setenta del siglo pasado, se produjo más bien el fenómeno contrario: un desplazamiento hacia la derecha de los intereses intelectuales mayoritarios. El retorno de Marx forma parte del turbulento ciclo político que vivimos y de un ambiente de reivindicación de la extensión de los límites de la democracia y de cuestionamiento de su relación con el mercado.

Y como en otras ocasiones en las que se ha reactivado el legado de Marx, hoy se vuelve a plantear la necesidad de lidiar con las peculiaridades textuales de sus escritos canónicos y con su fijación crítica. No son problemas técnicos ni menores. La obra de Marx no es un edificio diseñado según un plan maestro, sino, a veces casi literalmente, un yacimiento arqueológico con diferentes estratos que incluyen materiales de intervención ligados a circunstancias históricas coyunturales, apuntes personales, ensayos fallidos o textos que no fueron pensados para su publicación. Por eso, la extensa serie de antologías y selecciones de sus escritos que se han publicado desde hace más de un siglo constituye un valioso repertorio de interpretaciones. Leer a Marx es siempre decidir qué Marx leer, y toda recepción de su herencia es una especie de antología implícita.

Llamando a las puertas de la revolución presenta una amplia selección de escritos cuyo criterio de organización es eminentemente político, antes que científico o filosófico (“Leer a Marx pide hacerlo desde el horizonte de la revolución”, escribe Bértolo). No es el único itinerario posible, pero desde luego es uno indiscutible y en cualquier caso se trata de una antología muy completa que proporciona una visión panorámica y profunda —ni mucho menos sólo introductoria— de la obra de Marx. La selección está organizada como una narración que utiliza textos extractados en secuencias cortas y ágiles “para contar una historia protagonizada por aquel revolucionario que se llamaba Karl Marx”. El resultado es muy vigoroso y consigue ahorrar al lector buena parte del Marx más plúmbeo sin perder rigor. El volumen se completa con una generosa introducción que proporciona un amplio contexto histórico y claves teóricas de lectura de algunos de los aspectos más controvertidos de la teoría marxista.

La complejidad de la traducción de las obras originales de Marx ha hecho que a menudo los editores se limiten a reimprimir sin grandes modificaciones versiones de hace décadas. También porque en el entorno académico actual, obsesionado con el rendimiento a corto plazo y los índices de impacto, es casi inimaginable que un especialista dedique varios años de su vida a una tarea crucial pero lenta, difícil y oscura como es la traducción crítica de textos clásicos. Por eso, en el caso de El capital, la mejor versión castellana disponible sigue siendo la de Pedro Scarón, publicada por primera vez en 1975: es la más legible y la que tiene un aparato crítico más completo. Hasta ahora, su principal problema era editorial. La impresión era de mala calidad y la obra estaba organizada en ocho volúmenes con las notas y los índices muy desperdigados. Para colmo, tenía una encuadernación infame que al menor descuido convertía el libro en un surtidor de hojas. Por fin, Siglo XXI se ha decidido a revisar a fondo la edición original y se han corregido la mayor parte de los defectos de diseño. El resultado es muy bueno. La obra se presenta ahora reunida en los tres libros originales, con todo el aparato de notas colocado en su lugar mediante una maquetación generosa que no escatima papel.

Por supuesto, el interés contemporáneo por Marx también se está plasmando en obras teóricas que tratan de actualizar y renovar su pensamiento. El filósofo Anselm Jappe, cuyos trabajos está dando a conocer en nuestro país la editorial Pepitas de Calabaza, es el autor de una recepción muy potente y original de la obra de Marx en la que el llamado “fetichismo de la mercancía” y el análisis de los aspectos simbólicos de la sociedad de mercado ocupan un lugar cardinal. Tomando como punto de partida la “crítica del valor” que a finales de los años ochenta desarrollaron teóricos como Robert Kurz y Moishe Postone, Las aventuras de la mercancía propone un análisis de la crisis contemporánea no como una fase de un proceso cíclico de contracciones y expansiones económicas, sino como el desenlace definitivo de tensiones sistémicas irresolubles ancladas en la incompatibilidad del capitalismo con la constitución antropológica del ser humano. Jappe logra romper con el ambiente autorreferencial de buena parte de la marxología contemporánea para proponer una crítica del trabajo asalariado y la sociedad de mercado desde un entorno intelectual amplio y sugerente que aspira a pensar nuevas formas de vida social más amigables.

‘Llamando a las puertas de la revolución’. Karl Marx. Edición de Constantino Bértolo. Debolsillo, 2017. 928 páginas. 13,95 euros.

‘El capital’. Karl Marx. Traducción de Pedro Scarón. Siglo XXI, 2017. 2.776 páginas. 90 euros.

‘Las aventuras de la mercancía’. Anselm Jappe. Traducción de Diego L. Sanromán. Pepitas de Calabaza, 2016. 304 páginas. 21 euros.

https://elpais.com/cultura/2017/10/11/babelia/1507741874_068036.html?rel=str_articulo#1517153344121

viernes, 16 de febrero de 2018

_- ¿Realidad o ficción? La recuperación económica en manos de una minoría.


Viento Sur

Al iniciarse el cuarto trimestre del año 2011, un grupo de ciudadanos americanos, en principio muy pequeño, inició el movimiento Occupy Wall Street, que seguía las coordenadas de los movimientos de indignados que habían crecido como setas en muchas partes del mundo. Seguramente fue el intelectual anarquista David Graever, presente allí, el que puso en circulación el afortunado lema “¡Somos el 99%!, aludiendo al inmenso porcentaje de la población que se sentía explotado por el 1 % restante. Una diferencia muy significativa entre esos movimientos protagonizados fundamentalmente por jóvenes (aunque no sólo) y otros que surgieron en el pasado, de raíz obrerista, es que para establecer la comparación, los de ahora no sólo se fijan en las condiciones de vida de la parte baja y media dela población, sino también en la de las clases altas: en las del 1 %.

La gente que está en la cúspide de la escala social es tan inmensamente rica (lo que gana y lo que posee) que se ha convertido en los “nuevos invisibles” de la actual situación: no quieren aparecer en público ni hacer ostentación de su riqueza para no ser objeto de la indignación de la gente.

Cuanto menos se los vea o se hable de ellos, mejor. En ocasiones se analizan las distancias entre lo que se gana, pero no tanto entre lo que se posee. Sin embargo, tener patrimonio es imprescindible para la calidad de la vida y el bienestar, ya que se puede acudir a él en estados de necesidad o para acceder a nuevas rentas; el patrimonio es, además, hereditario y contribuye a perpetuar la desigualdad a través de generaciones.

En los países occidentales -en los que tuvieron más presencia los movimientos de los indignados- tan significativo era el análisis de las situaciones de pobreza absoluta y pobreza relativa, como de la desigualdad: lo que separa crecientemente a unos ciudadanos de otros.

El informe de Oxfam aporta datos muy significativos de esta distinta realidad social en un país como España:

• Mientras el 10 % más pobre ha visto disminuir un 17 % su participación en la renta nacional durante la década de la Gran Recesión (años 2007 a 2016), el 10 % más rico la ha visto incrementada en un 5 %. Y el 1 % de la cima, en un 9 %.
> • El 10 % más rico concentra más de la mitad de la riqueza total del país (un 53,8 %); más que el 90 % restante. El 1 % de ricos entre los ricos posee la cuarta parte de la riqueza, casi el mismo porcentaje que el 70 %.

• En el último año contabilizado, de 2016 a 2017, el 1 % más rico capturó el 40 % de toda la riqueza creada mientras el 50 % más pobre apenas consiguió repartirse un 7 % de ese crecimiento.

Durante los últimos años, la mayor parte de los informes que Oxfam ha presentado en el Foro de Davos han estado sumergidos en los efectos de la Gran Recesión y sus consecuencias sobre el empobrecimiento, la desigualdad, la precarización estructural, la reducción de la protección social y el aumento de la desconfianza ciudadana frente a las respuestas políticas tradicionales.

Desde hace ya casi cuatro años, España ha salido de la Gran Recesión y está experimentando porcentajes de crecimiento muy notables. Y sin embargo, una parte amplia de la población no lo nota: con el crecimiento económico no ha revertido la redistribución negativa de la renta, la riqueza, el poder económico y el poder político (gobernar para las élites). La recuperación está siendo tan asimétrica como la propia crisis económica, seguramente porque la gestión de la recuperación está siendo tan desequilibrada como lo fue la Gran Recesión.

Nuestro país se ha de enfrentar a datos como los siguientes:

• Más de 10 millones de ciudadanos (el 22,3 % de la población total) tienen rentas que se sitúan por debajo del umbral de la pobreza. Entre ellos, casi el 29 % de los menores de 16 años.

• España es el tercer país más desigual de la Unión Europea, sólo por detrás de Rumanía y Bulgaria y empatado con Lituania. Es el país en el que más ha crecido la desigualdad durante la década perdida (2007-2016).

• En la recuperación (desde 2013 a 2016), 29 de cada 100 euros provenientes del crecimiento han ido a parar al 10 % de los ciudadanos con las rentas más altas. Sólo ocho de cada 100 euros han quedado en manos del 10 % más pobre. La recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los más ricos que a los más pobres.

• Desde el primer trimestre del año 2012 la productividad por hora trabajada ha crecido 10 veces más que el salario por hora trabajada. Las mejoras de la productividad se han destinado en buena medida a privilegiar el crecimiento de las rentas del capital, mientras que la masa salarial se ha estancado desde el año 2008.

• Casi el 14 % de la población ocupada son personas que a pesar de tener un empleo no logran salir de la pobreza. El 58 % de ellas son mujeres.

Esta es la cara oculta de la prosperidad; aquella que es difícil encontrar en los discursos del poder. Los silencios sociales son una de las trampas del sistema y por ello conviene descorrer sus cerrojos como hace una vez más el informe de Oxfam. La desigualdad de oportunidades se está convirtiendo en estructural no sólo en la crisis sino también en la recuperación, de tal manera que los beneficios del crecimiento van a parar a las manos de quienes ya viven holgadamente; éstos multiplican sus oportunidades de acceso a servicios, educación y formación, herramientas y canales de elusión fiscal y acumulación de los espacios económicos y políticos. El bienestar de los jóvenes depende cada vez más de la renta y la riqueza de sus antecesores que de sus propios esfuerzos, peligroso, dice la historia.

En la España de 2018 se cumple a rajatabla en trilema de Stiglitz:

1) los mercados no son eficientes (y el desiderátum de mercado ineficiente es el laboral);

2) la política, como es su función, no logra corregir los fallos de los mercados;

3) el sistema económico (la economía de mercado) y el sistema político (la democracia) están sometidos a la tensión extraordinaria de una desafección ciudadana creciente.

De esto es de lo que hay que hablar. Lo demás es añadido.

Índice del dossier:

1. Una recuperación desigual

La desigualdad, la trastienda de la recuperación económica

La pobreza es la otra cara de la riqueza

La desigualdad en la riqueza

Percepción de la desigualdad
2. Fragilidad salarial en la recuperación económica

Salarios menguantes en una economía en expansión

Las ganancias de productividad van a parar a manos de unos pocos

3. Desigualdad salarial

El abanico salarial que no se corrige trabajadores y trabajadoras vulnerables

Externalizando la desigualdad

4. Un sistema fiscal que no redistribuye

5. Conclusiones y recomendaciones

Leer el informe completo: https://oxfamintermon.s3.amazonaws.com/sites/default/files/documentos/files/recuperacion-economica-una-minoria.pdf

Fuente: http://www.vientosur.info/spip.php?article13429

jueves, 15 de febrero de 2018

Cincuenta años después de su muerte quizá sea el momento de escuchar de verdad. Los padecimientos de África y el verdadero Martin Luther King al que quieren que olvidemos.

El 15 de enero millones de estadounidenses conmemoraron el Día de Martin Luther King. Los medios de comunicación repitieron muchas veces su famoso discurso, “I Have a Dream” [Tengo un sueño] para recordar el mal del racismo, que está resucitando de forma extremadamente acusada en la sociedad estadounidense. Pero esa es la única versión de Martin Luther King que se permite emitir, al menos en un entorno correcto. El otro King, más revolucionario, radical y global, debe permanecer oculto a la vista.

Exactamente un año antes de ser asesinado, el 4 de abril de 1968, Martin Luther King pronunció un discurso verdaderamente mordaz que no desafió solamente al aparato de Estado encarnado por la jerarquía liberal que pretendía ser su aliada. Se titulaba “Beyond Vietnam” [Más allá de Vietnam].

“Debemos parar ya”, afirmó con su voz atronadora. “Hablo como hijo de Dios y hermano de los pobres que sufren de Vietnam. Hablo por aquellos a quienes se les están arrasando sus tierras, cuyas casas se están destruyendo y su cultura minando”. A continuación añadió estas palabras que alarmaron mucho a quienes pretendían desligar la campaña contra la guerra de la propia lucha de Martin Luther King: “Hablo de y por los pobres de Estados Unidos que pagan el doble precio de unas esperanzas perdidas en casa y de la muerte y la corrupción en Vietnam.”

A diferencia de su más famoso discurso “I Have a Dream”, pronunciado en la “Marcha sobre Washington” de 1963, “Beyond Vietnam” traspasó los límites de lo aceptable para el Estados Unidos “liberal” y llegó a un terreno totalmente nuevo en el que los valores de Martin Luther King contra la guerra y de solidaridad global estaban indisolublemente unidos a la lucha contra el racismo y la pobreza en casa.

Aquel día la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos se liberó valientemente de los confines del excepcionalismo estadounidense para unirse a un movimiento mundial de luchas contra el racismo, el colonialismo y la guerra.

Como era de esperar, el discurso de Martin Luther King irritó a muchos miembros de las comunidades blancas que estaban directa o indirectamente afiliadas a la clase dirigente de Washington.

Solo tres días después del discurso el New York Times lo rebatía en su editorial: “No existen respuestas simples a la guerra en Vietnam o a la injusticia racial en este país. Relacionar estos extremadamente complejos problemas no llevará a solucionarlos sino a crear una mayor confusión”.

De hecho, no había “confusión” alguna sino una claridad y coherencia completas. Por decirlo de una manera absolutamente clara, los valores de los derechos humanos no se pueden seccionar y aislar unos de otros.

Con todo, lo que alarmó a los llamados liberales es la talla intelectual y la conciencia del movimiento de los derechos civiles en aquel momento. Estaba lo suficientemente maduro como para impulsar una mayor integración entre todas las luchas.

Un Martin Luther King más vehemente y empoderado, y que entonces solo tenía 38 años, parecía haber entendido plenamente la relación entre la opresión de los pobres, los negros estadounidenses en casa, y la opresión de los campesinos pobres vietnamitas en el extranjero. Todos ellos eran víctimas de lo que denominó el “trío gigante del racismo, el materialismo extremo y el militarismo”.

En aquel momento y lugar Martin Luther King había plasmado una idea revolucionaria y aterradora que pudo haber contribuido a su asesinato un año después ya que muchos de sus aliados fuera de las comunidades negras empezaron a renegar de él.

Pero un pasaje en particular me dio que pensar mientras reflexionaba acerca de la terrible situación de los millones de personas refugiadas y pobres obligadas a abandonar sus hogares en África y Oriente Medio debido a las guerras, la corrupción y la miseria extrema.

“Una verdadera revolución de los valores pronto hará que nos cuestionemos la imparcialidad y justicia de muchas de nuestras políticas pasadas y presentes”, afirmó. “Por una parte, estamos llamados actuar. Un día tendremos que darnos cuenta de que todo el Camino a Jericó se debe transformar de modo que no se robe y se golpee constantemente a los hombres y las mujeres mientras viajan por la carretera de la vida”.

La metáfora de la carretera (a la salvación, la libertad y la seguridad) era particularmente emotiva y premonitora.

Si Martin Luther King estuviera vivo sin duda habría considerado a las personas refugiadas como una prioridad fundamental de su “revolución de valores”.

África en particular está siendo saqueada. Se están sacando de continente decenas de miles de millones de dólares, mientras se venden como esclavos a hombres y mujeres negros, en Libia y otros lugares.

Libia fue destrozada por la guerra encabezada por la OTAN que dejó al país sin gobierno. La guerra en Libia encauzó enormes cantidades de armamento a los países africanos vecinos, lo que llevó a nuevas guerras o resucitó antiguos conflictos.

Según la ONU, en Libia hay aproximadamente 700.000 refugiados africanos que sueñan con llegar a Europa, la cual alimentó el conflicto en Libia y no ha asumido responsabilidad alguna por la crisis.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó de que en los nueve primeros meses de 2017 habían muerto 2.550 refugiados y emigrantes tratando de llegar a Europa desde la costa libia. Una de cada 50 personas que se embarcan en ese viaje muere en ese trágico “Camino a Jericó”.

Viajan a pesar de conocer el riesgo porque permanecer en Libia o volver a casa podría suponer una suerte mucho peor.

Mientras las noticias hablan de “mercados de esclavos”, en Israel el Ministerio de Inmigración del país ofrece lucrativos empleos para “localizar, detener y controlar” a refugiados africanos, todos los cuales están siendo expulsados del país y enviados a otras regiones peligrosas.

En Estados Unidos el gobierno y los medios de comunicación explotan de forma selectiva el legado del Martin Luther King, aunque se comportan de una manera absolutamente contraria a los verdaderos valores de este noble hombre.

El ejército estadounidense está expandiendo sus operaciones por África más rápidamente que en ninguna otra parte del mundo. Esto significa más armas, más inestabilidad política, golpes de Estado, guerras y posiblemente más millones de hombres, mujeres y niños pobres a los que se obliga a huir, a menudo hacia su propia muerte.

Tal como lo presentan los medios dominantes, el legado de Martin Luther King se ha transformado en una manera de encubrir un sistema racista, militarista y materialista a pesar de que el propio Martin Luther King defiende exactamente lo contrario.

“Ahora, empecemos”, concluía en su discurso contra la guerra. “Ahora, volvamos a dedicarnos a la larga y amarga, aunque hermosa, lucha por un mundo nuevo”.

Cincuenta años después de su muerte quizá sea el momento de escuchar de verdad.


Fuente: http://www.counterpunch.org/2018/01/26/the-trials-of-africa-and-the-real-dr-king-they-want-us-to-forget/

Muere Josefina Samper, fundadora del Movimiento Democrático de Mujeres.

Samper, nacida en 1927, comenzó a militar en las Juventudes Socialistas a los 12 años y dos años más tarde se afilió al Partido Comunista


La compañera del sindicalista Marcelino Camacho, Josefina Samper, ha fallecido en la noche del martes en Madrid a los 90 años de edad, según ha informado CCOO. "Esta noche ha fallecido Josefina Samper, compañera de vida y lucha de Marcelino Camacho, que la tierra te sea leve. DEP", ha escrito el sindicato en su cuenta de Twitter.

Samper, nacida en el municipio almeriense de Fondón en 1927, comenzó a militar en las Juventudes Socialistas a los 12 años y dos años más tarde se afilió al Partido Comunista de España gracias a un hermano de Santiago Carrillo, al que conoció durante su infancia en Orán (Argelia), a donde tuvo que emigrar con su familia en busca de trabajo.

Militante de CCOO, Josefina Samper tuvo desde bien pequeña vocación por la lucha obrera y contribuyó con sus actividades al asociacionismo femenino. Impulsó en 1965 el Movimiento Democrático de Mujeres —germen del movimiento femeninista—, que tenía por objetivo ayudar a mejorar las condiciones de los presos políticos.

Como militante del PCE, Samper participó en la distribución de la clandestina España Popular y trabajó de manera ingente en favor de los inmigrantes y los presos políticos.

Tras la muerte de Marcelino, Samper, que fue galardonada con la Medalla de Andalucía 2016, siguió difundiendo el mensaje de su esposo en charlas y conferencias para que las nuevas generaciones continúen luchando por los derechos de los trabajadores.

"Lo único que quería Marcelino era el bienestar del ser humano desde que nace hasta que muere, luchando y pensando que nada se regala y que todo hay que conquistarlo. Y para conquistarlo, hay que prepararse", afirmaba Josefina en un vídeo elaborado por CCOO cuando fue premiada con la Medalla de Andalucía.

Compañera de Marcelino Camacho
Un día de 1944, el Partido Comunista pidió a Josefina que preparara un aperitivo para tres presos que se habían escapado de un campo de concentración. Uno de ellos era Marcelino Camacho. Se casó con el fundador y primer secretario general de CCOO en diciembre de 1948, y permaneció a su lado hasta el fallecimiento de Marcelino en octubre de 2010. Tuvieron dos hijos, Yenia y Marcel.

Josefina, Marcelino y sus dos hijos regresaron del exilio en 1957 y se instalaron en el madrileño barrio de Carabanchel. Ella misma contó en alguna ocasión que eligió ese barrio por su proximidad a la cárcel, intuyendo el futuro que le esperaba a su marido.

Tras varias entradas y salidas de prisión en años posteriores, Marcelino Camacho fue procesado en el llamado Proceso 1001 en 1973, por el que toda la dirección de CCOO fue condenada a prisión. A Marcelino le cayeron 20 años.

En 1975, los condenados fueron indultados por el rey Juan Carlos y Josefina y Marcelino pudieron vivir su vida y su lucha en favor de los trabajadores fuera de la clandestinidad.

"Ejemplo de lucha por la justicia social"
Las reacciones por el fallecimiento de Samper en la esfera pública no han dejado de producirse durante todo el día. Así, el PSOE, el Partido Comunista de España e Izquierda Unida han alabado la figura de la sindicalista por haber sido un "ejemplo" en la lucha por la clase trabajadora.

Así, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha expresado en Twitter que Samper fue "una mujer valiente, sencilla y un referente en la lucha por los valores democráticos y la libertad", y ha trasladado sus condolencias por su muerte a familiares y amigos.

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, por su parte ha expresado su pesar, recordando que la sindicalista fue un ejemplo de "lucha por la justicia social". "Nos deja sus 90 años de rebeldía e inconformismo tejiendo libertades", agregó Díaz.

UGT, por su lado, ha traslalado en su perfil en la red social su "profundo pesar" por la muerte de Josefina Samper, "mujer valiente, luchadora incansable y compañera de vida y luchas de Marcelino Camacho". El sindicato de Pepe Álvarez ha enviado su cariño a la familia de Samper y a los compañeros de CCOO por su pérdida.

El PCE, por su parte, ha colgado un tuit en el que habla de la "camarada" Josefina Samper como un "ejemplo de lucha en favor de la clase trabajadora" y un "ejemplo de dignidad". Desde IU han destacado que, tras la muerte de Samper, "quedará eternamente su ejemplo de lucha y compromiso por la clase trabajadora".

"Hoy se nos ha ido una mujer maravillosa. Una de esas mujeres valientes y sencillas que, con su lucha, trajeron la democracia. Hasta siempre Josefina Samper. No permitiremos que tu nombre se borre de la historia", señala IU en la cuenta oficial del equipo de Memoria Democrática y Proceso Constituyente.

Asimismo, la portavoz de Podemos, Irene Montero, ha destacado en las redes sociales que Josefina Samper "entregó manos, cuerpo e infinito amor a la vida para defender la justicia, la libertad, la democracia, nuestros derechos". "Hasta siempre, compañera. Con tu ejemplo", ha finalizado su mensaje, en el que aparecen un par de fotos de la viuda de Marcelino Camacho.

Desde CCOO han recordado a Semper con una imagen junto al que fue su marido y fundador del sindicato, Marcelino Camacho. La organización sindical ha concluido su mensaje con un "que la tierra te sea leve", una frase que se ha repetido en las distintas condolencias que distintos políticos están escribiendo en las redes sociales.

 Fuente: http://www.infolibre.es/noticias/politica/2018/02/13/muere_josefina_samper_fundadora_del_movimiento_democratico_mujeres_75199_1012.html

miércoles, 14 de febrero de 2018

La revolución de las ideas. Es una película con combates dialécticos en el lugar de las escenas de acción.

Cuando, en I’m Not Your Negro, Raoul Peck rescataba las palabras de James Baldwin para darles nueva vida, su intención no era tanto la de preservar la memoria de la lucha por los derechos civiles (que también), sino comprobar cómo resonaban las palabras del escritor sobre las imágenes de un presente que sigue siendo el escenario de una encarnizada lucha. Allí eran las armas del documental las que le permitían levantar un discurso propio a partir de la resurrección de un discurso ajeno. En El joven Karl Marx, el marco se adapta a las exigencias convencionales y eminentemente didácticas del biopic, pero el cineasta demuestra que, incluso en un género derivado de una tradición literaria nacida al servicio de la construcción de una identidad burguesa en el siglo XVIII, es posible hacer la revolución… aunque sea dentro de un orden.

El Like a Rolling Stone de Bob Dylan acompaña, en los créditos finales de El joven Karl Marx, un montaje de imágenes que levanta acta de la perenne vigencia del pensamiento del filósofo alemán. La lucha de clases era y es una realidad, aunque el recuerdo de las derivas que pervirtieron la pureza de la utopía comunista a lo largo del siglo XX –siempre en la agenda de esa doctrina del miedo que el orden neoliberal suministra con metódica regularidad- tenga atenazado a un proletariado al que la revolución le empieza a parecer casi un extravío malsonante. Peck no es marxista –el compromiso político de quien fue ministro de cultura en Haití durante dos años se inscribe en el ámbito del nacionalismo anti-imperialista-, pero tiene claro que de Karl Marx no le interesan ni la estatua conmemorativa, ni la figura de cera, sino la energía de ese momento vital en el que, con la complicidad de Engels, entraron en combustión unas ideas capaces de transformar el mundo.

El joven Karl Marx es, así, una película de ideas en movimiento, con combates dialécticos en el lugar de las escenas de acción y un especial cuidado en reivindicar lo privado como zona de experimentación de nuevas maneras de amar, vivir e imaginar futuros colectivos. Guionista de Jacques Rivette y veterano de la etapa maoísta de Cahiers du Cinéma, el co-guionista Pascal Bonitzer ayuda a Peck a sintetizar y condensar largos procesos ideológicos en un trabajo que muchos han subestimado por su vocación clásica, sin apreciar la sostenida inteligencia de sus decisiones narrativas.

EL JOVEN KARL MARX
Dirección: Raoul Peck.
Intérpretes: August Diehl, Stefan Konarske, Vicky Krieps, Olivier Gourmet.
Género: biopic. Alemania, 2017
Duración: 118 minutos.
https://elpais.com/cultura/2018/01/18/actualidad/1516300822_351464.html

martes, 13 de febrero de 2018

Berlín conjura los monstruos del racismo con ‘I Am Not Your Negro.’ Raoul Peck protagoniza el festival de cine con su documental nominado al Oscar y con ‘El joven Karl Marx’.

"La historia no es el pasado, es el presente", decía el pensador afroamericano James Baldwin, y el cineasta que ha llevado sus reflexiones a la pantalla, Raoul Peck, lo cree sin dudarlo. Peck es el hombre del momento ("No sé si eso es bueno, no calculé este doble estreno, porque llevo una década con ambos largometrajes"): candidato al Oscar dentro de 10 días al mejor documental con I Am Not Your Negro, en la Berlinale se puede ver en Panorama documental este filme basado en los textos de Remember this House, el libro que Baldwin empezó en 1979, y en Berlinale Special se proyecta El joven Karl Marx, su último trabajo en ficción. "Ambos son filmes muy cercanos a mí. Cuando entré en la universidad leí a Baldwin y de golpe descubrí que alguien escribía para los jóvenes negros, y les decía cuál era su lugar en la sociedad y cómo poder cambiarlo. Desde luego no te lo contaba Hollywood, cuyas historias me sonaban a muy lejanas. Y después vine a estudiar a Alemania, y descubrí a Marx de una manera nada dogmática, sí muy académica, que me ayudó a entender la importancia del debate".

Pero, ¿por qué ahora llaman la atención ambos largos? "Porque vivimos un momento de confusión. Se han perdido las ideologías, la ciencia, los números..., solo hay espacio para la opinión, y valen por igual la de un científico que la de un chaval que a duras penas acabó sus estudios y hoy es presidente". Nacido en Puerto Príncipe en 1953, Peck estudió y vivió por medio mundo antes de dedicarse al cine. Su The Man by the Shore (1993) fue la primera película caribeña en competir en Cannes. Durante 1996 y 1997 fue ministro de Cultura de su país, y dejó la política para volver al cine. Hoy reside en Francia. Con su documental ha recuperado también la figura de James Baldwin (1924-1987), el gran intelectual afroamericano del siglo XX, el hombre que analizó y diseccionó el racismo y la discriminación sexual en EE UU. En I Am Not Your Negro (que se estrena en España el 31 de marzo) Samuel L. Jackson ha puesto voz -imitando el especial deje del escritor- a sus textos, mientras en pantalla se ven entrevistas con Baldwin algunas de sus conferencias e imágenes de aquellos años y de la actualidad. Más que un documental, es una espléndida película ensayo. "La clarividencia de Baldwin fue increíble, porque gira el espejo y nos lo pone delante de todos. Tú eres el problema, el peor de tus monstruos, no hay inocentes. Matan personas en tu nombre, conquistan países en tu nombre. Tu coche, tu casa, tu comida tiene un precio. El capitalismo produce riqueza para unos pocos y pobreza para el resto, y sin embargo todos vivimos juntos. Eso es dialéctica marxista, sí".

Baldwin no se permitió ser pesimista, a pesar de que asesinaran a sus tres héroes morales, Malcom X, Martin Luther King junior y Medgar Evers, antes de que cumplieran 40 años: "Hay que seguir luchando, sobreviviendo", asegura el director dictando palabras del pensador. "No dejo que me pongan etiquetas. Como hago cine complejo, ¿no puedo dirigir Scary movie 4? Todos somos ciudadanos y queremos vivir en democracia. Fenomenal, pues la democracia hay que lucharla día a día, posees una responsabilidad. Todo el que te diga que es apolítico, miente, porque con esa actitud adormece a la sociedad, y eso ya es una acción. Debemos abandonar nuestros sofás, apagar la tele y deja de ser consumidores. Baldwin ya dijo que la industria del entretenimiento era el nuevo narcótico. Y no conoció la telerrealidad". Reniega de su poder de cineasta, pero... "Tomo decisiones, escojo qué temas filmar, me arriesgo, como Lubumba o El joven Karl Marx, historias que no entiendo que antes no las hubieran rodado. Como director te dan un revólver con seis balas, y tienes que estar muy seguro de cuándo disparas. La industria no siempre estará para ti, y el artista debe llegar a la mayor audiencia posible".

Como Peck, Baldwin sufrió una conmoción de adolescente. "Querías ser un vaquero como Gary Cooper, y resulta que al salir a la calle eras el indio", cuenta desde el siglo XX el escritor. Como Peck, Baldwin encontró almas gemelas por el camino, como la dramaturga Lorraine Hansberry, autora de Un lunar en el sol. "En su caso ella falleció con 35 años. Algunos de mis maestros están vivos, como Agnieszka Holland; otros como Krzysztof Kieslowski ya desaparecieron". Baldwin escarba, busca razones psicológicas para el racismo: ahí está la necesidad del blanco de contar con el negro como chivo expiatorio de los males que aquejan la sociedad. "La historia necesita tiempo para cambiar. Cierto, pero es que nada ha cambiado, como demuestran los fundamentalismos, o que tú recibas un sueldo y eso sitúe tu lugar en el capitalismo. Es curioso: el mundo occidental es una minoría con respeto al resto del planeta, pero como imperio lo ha colonizado. Por el bien de la humanidad deben de desaparecer los imperios".

En I Am Not Your Negro aparece de refilón Barack Obama. "Porque ha sido una breve aparición, y la Historia es enorme. Y como dice Baldwin, no es importante si va a haber -hoy ya sabemos que lo ha habido- un presidente negro, lo fundamental es de qué país ha sido presidente". Lo mismo piensa de los próximos Oscar. "Conozco a mis compañeros de carrera. No puedes llamarlo competición, porque eso significa atadura y control. ¿Qué ahora hay más negros? ¿Y? Es una ilusión. Allí no se toman decisiones, el problema está dentro de la industria, en quién aprueba los proyectos, y son ejecutivos hombres blancos de 35 a 55 años. El poder está en la estructura, y a veces logras colarte. Acuérdate de la pistola con seis balas. Incluso como periodista, no las desaproveches".

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lunes, 12 de febrero de 2018

El terrible precio de Stalingrado. El papel de las mujeres fue decisivo en la mayor batalla de la Segunda Guerra Mundial, que tuvo lugar hace 75 años. Vasili Grossman comparó la destrucción de la ciudad con las ruinas de Pompeya.

Han pasado 75 años desde el final de la que seguramente fue la mayor batalla de la Segunda Guerra Mundial, 75 años desde el momento en el que los rusos, sus aliados y millones de personas de todo el mundo dieron un suspiro de alivio colectivo. Todos habían seguido las informaciones de Stalingrado con angustia y de forma compulsiva, habían perdido el ánimo cuando parecía que la suerte de la ciudad pendía de un hilo y se habían alegrado cuando llegaban buenas noticias. El aterrador e imparable avance de los Ejércitos de Hitler por toda Europa desde 1939 se había detenido. El precio fue la destrucción de una bella ciudad a orillas del Volga.

De camino hacia la ciudad sitiada, en agosto de 1942, el escritor Vasili Grossman, que más tarde ensalzaría la heroica lucha por la defensa de Stalingrado, notó repetidamente y con gran tristeza la carga tan inmensa que recaía sobre las mujeres. Con todos los hombres incorporados al Ejército, ellas tenían que arreglárselas como pudieran. Trabajaban en las fábricas, conducían tractores y criaban solas a sus hijos. No tenían a nadie en quien apoyarse. Las llamaban cada vez más para cubrir los huecos dejados por las terribles pérdidas del primer año de guerra. Empezaron a asumir funciones que habían sido masculinas. La espantosa catástrofe les endureció el corazón.

“¡Hurra, hurra, hurra! Los alemanes están totalmente destruidos, los prisioneros de guerra marchan en largas filas. Da asco verlos. Llenos de mocos, harapientos, congelados. ¡Son la escoria!”, escribió una joven de Stalingrado en su diario el 3 de febrero de 1943. Se refería a los soldados y oficiales del Sexto Ejército de la Wehrmacht, que se habían rendido el día anterior. Unos 100.000 prisioneros, de los que solo sobrevivió la mitad. Iban en fila e intentaban mantenerse cerca de los guardias o en el centro de la columna para estar más o menos a salvo de los civiles. Los alemanes capturados ofrecían una imagen patética: muertos de hambre, congelados y enfermos, envueltos en mantas para calentarse. Los guardias, en venganza por las atrocidades germanas, pegaban un tiro a los que no tenían fuerza suficiente para andar. Y las mujeres, los viejos y los niños del lugar se colocaban a los lados de la carretera para intentar quitarles las mantas, arrojarles piedras, empujarlos, darles patadas y escupirlos a la cara. Después de medio año de una batalla que se había cobrado más de un millón de vidas de soldados y civiles, no les quedaba compasión.

El objetivo de la ofensiva alemana en Stalingrado era cortar las comunicaciones entre las regiones centrales de la Unión Soviética y el Cáucaso y establecer una cabeza de puente desde la que invadir la región y sus yacimientos de petróleo. El ataque duró desde mediados de julio hasta mediados de noviembre de 1942, y se paró a un precio terrible para la URSS. Mientras los soldados defendían la ciudad, los habitantes y cientos de miles de refugiados llegados de otras regiones quedaron abandonados a su suerte. Anna Aratskaya, que vivía en Stalingrado, escribió el 27 de septiembre: “Nuestra casa se ha quemado, igual que nuestra ropa, que habíamos enterrado en el patio. No tenemos ropa ni zapatos, no tenemos un techo bajo el que refugiarnos. ¿Cuándo terminará esta pesadilla?”.

La ciudad había quedado convertida en un “gigantesco campo de ruinas” por los bombardeos masivos de los alemanes, en particular el del 23 de agosto. Quedaban en pie algunas casas con las ventanas rotas, algunas paredes, o una chimenea. Numerosos soldados “que nunca más se levantarían yacían en los patios y en las calles, centenares de ellos, incluso miles, nadie los contaba. La gente vagaba entre las ruinas en busca de comida o de algo que pudiera servirles”. Vasili Grossman comparó esta ciudad espectral con Pompeya, pero con la diferencia de que en medio del caos quedaron almas vivientes, cientos de miles de ellas. Los civiles también lucharon brutalmente en Stalingrado, no por su país, sino por su propia vida y la de sus hijos.

Sin techo alguno, con las casas destruidas por las bombas o el fuego, no tenían más remedio que intentar encontrar hueco en un barco para atravesar el Volga. ¿Cuántos murieron en la orilla mientras esperaban la oportunidad de cruzar, cuántos se ahogaron en el río después de que un proyectil alcanzara su embarcación? Otros preferían no intentarlo. Se volvió habitual vivir en agujeros excavados en la pared de un barranco. Muchos lo hicieron en las orillas escarpadas del Volga, desde donde presenciaban las aterradoras escenas en el agua. A medida que avanzaban los alemanes, hasta que el frente llegó casi al río, la gente tuvo que abandonar también esos agujeros. ¿Cómo subsistieron durante los meses que duró la batalla? Muchos murieron por las balas de los francotiradores alemanes mientras intentaban hacerse con cereal quemado del silo destruido. Otros arriesgaron sus vidas para robarlo del Molino ­Gerhardt, protegido por soldados soviéticos. “Cuando se acabó el cereal, comimos barro”, recordaba un superviviente.

¿Tal vez el propio Stalin, o alguno de sus colaboradores, ordenó que se prohibiera la evacuación de civiles? ¿Existió verdaderamente esa orden o, como en tantos otros lugares, fue sencillamente que no había suficientes recursos para evacuar a la población porque el rápido avance alemán les pilló por sorpresa? Se dice que sí había una orden implícita de Stalin de mantener a los civiles en la ciudad para que los soldados, muchos de los cuales eran de allí, lucharan con más pasión para proteger a sus familias.

Es cierto que muchos soldados habían sido reclutados en la ciudad y sus alrededores poco antes de la batalla o incluso una vez empezada. A medida que se desarrollaban los combates, muchos adolescentes entraron a trabajar en las fábricas militares y se incorporaron, de forma oficial o extraoficial, al Ejército. Entre ellos había muchas chicas. Aunque todavía no tuvieran edad de alistarse, estaban deseando contribuir a la lucha y a acelerar el fin de la pesadilla. Además, el Ejército ofrecía ciertas esperanzas de mejor alimentación para unos civiles muertos de hambre.

Durante un par de semanas, Alexandra ­Mashkova vio cómo, cada madrugada a las cuatro, jóvenes reclutas subían la ladera desde el Volga, atravesaban el barranco en el que su familia había excavado su vivienda y desaparecían en dirección a Mamáyev Kurgán, una colina que domina Stalingrado. Le parecían asustados y muy jóvenes; en realidad, habían nacido en 1924 y tenían casi la misma edad que ella. La mayoría nunca regresó, pero a algunos sí los vio más tarde, heridos, volviendo a pie o a rastras. Poco a poco, las adolescentes empezaron a ayudar a esos soldados heridos, a vendarles las heridas o llevarlos en camillas improvisadas hasta el río. Alexandra, que tenía 17 años, se unió al departamento médico de una unidad militar y cruzó al otro lado del Volga. Aprendió deprisa, y pronto estaba ayudando al cirujano. Al principio pasaba mucho miedo cuando tenía que sostener a un soldado durante la operación “mientras le amputaban una pierna o le abrían un brazo hasta el hueso”, pero “una se acostumbra a todo”. Muy pronto, las jóvenes enfermeras comían sin preocuparse allí mismo, en el quirófano improvisado. “Teníamos un pedazo de pan en el bolsillo, así que nos limpiábamos la sangre de las manos en la bata blanca, sacábamos el pan y nos lo metíamos en la boca”.

La conductora Angelina Kolo­bushhenko supo que había eludido la muerte cuando unas fiebres tifoideas la apartaron del 1077º Regimiento Antiaéreo, formado casi exclusivamente por mujeres, la mayoría, adolescentes. Después de disparar contra los aviones que bombardeaban Stalingrado, las jóvenes debían volver los cañones contra los carros de combate que habían conseguido llegar hasta la fábrica de tractores de la ciudad. Murieron casi todas, incluidas las encargadas de los teléfonos, las cocineras y las enfermeras. Solo sobrevivieron unas pocas.

Cuando se curó del tifus, Angelina fue destinada a otro regimiento antiaéreo. Tenía un aspecto patético después de la enfermedad, fea y esquelética. Las otras chicas la despreciaron y se negaron a dormir en la misma zanja que ella. Decían que podía contagiarlas. Sin embargo, dos semanas después se había recuperado del todo, recibió un uniforme nuevo y, como no había ningún vehículo disponible para ella, empezó a entrenarse para manejar las armas propiamente dichas. Se sintió muy orgullosa cuando su unidad, la 5ª Batería, derribó un avión alemán. Las jóvenes fueron corriendo a la llanura para buscar a la tripulación del aparato, los encontraron y los detuvieron. Los tres alemanes eran muy jóvenes, uno alto y de rostro arrogante y otro más bajo y más agradable, pero Angelina se acordaba sobre todo del tercero, que tenía unas quemaduras terribles y dolores insoportables cuando le encontraron. Nunca olvidó sus grandes ojos azules llenos de sufrimiento.

Las conductoras del frente, siempre de un lado a otro, veían y oían muchas cosas. En noviembre empezó a parecer que la situación estaba cambiando. Había cada vez más prisioneros alemanes, y Angelina sentía lástima tanto por ellos como por los que había visto muertos de frío. Ella y sus camaradas tenían botas nuevas de fieltro y abrigos de piel de cordero. Le daban pena los prisioneros alemanes con sus finos abrigos y unos extraños zapatos de paja por encima de las botas, nada preparados para el crudo invierno ruso. Cuando se anunció que había un gran grupo de soldados alemanes rodeados, Angelina comprendió que no iban a sobrevivir mucho tiempo, con su ropa de verano, casi sin comida, en la ciudad destruida o en la estepa, sin lugar donde refugiarse ni madera para hacer fuego.

Dos contemporáneas de Angelina, las pilotos de combate Lilya Litvyak y Katya Budanova, volaban con su regimiento para impedir que los alemanes arrojasen provisiones a las tropas sitiadas. Las dos habían pilotado aviones deportivos y habían sido instructoras de vuelo antes de la guerra, pero aprendieron más en sus 10 meses en el Ejército que en toda su carrera anterior. Otro piloto recordaba la reac­ción del comandante del regimiento cuando llegaron cuatro mujeres con sus tripulaciones. “Me duele ver a una mujer luchando en la guerra. Me duele y me da vergüenza. ¿Cómo es posible que nosotros, los hombres, no hayamos podido evitar que hagáis un trabajo tan poco femenino?”. Las jóvenes tuvieron que demostrar su habilidad y su empeño. Klava Nechaeva, de 23 años, murió en su primera misión, después de convencer a su jefe de que la dejara participar en la batalla. Las dos audaces mujeres desafiaron a la muerte con numerosas misiones en el infierno de Stalingrado, y sobrevivieron a aquel invierno, pero ambas cayeron en agosto de 1943.

Cuando la batalla de Stalingrado llegó a su fin, cientos de miles de mujeres se habían incorporado al Ejército. El país había perdido a tantos hombres que a las autoridades no les quedó más remedio que utilizar a las mujeres en todas las funciones militares. No existen datos concretos sobre las mujeres que sirvieron, de modo que los cálcu­los varían mucho, desde medio millón hasta casi un millón. El frente se trasladó y las jóvenes que seguían vivas y con buena salud se trasladaron con él. Muchas de las mujeres a las que entrevisté siguieron luchando hasta el final de la guerra y estuvieron en Berlín para celebrar la victoria (muchos soldados estaban convencidos de que Berlín debía quedar reducido a ruinas como los alemanes habían dejado Stalingrado). Siguieron presenciando la muerte y el dolor y perdiendo a sus camaradas. Pero nunca volvieron a vivir una situación tan desesperada como en Stalingrado, nunca volvieron a sentir que les estaban clavando un cuchillo tan adentro que podían perder la guerra.

Lyuba Vinogradova es autora de ‘Las brujas de la noche’ y ‘Ángeles vengadores’ (ambos en Pasado &  Presente). Los testimonios citados en este artículo proceden de entrevistas realizadas por la propia autora y del proyecto ‘Iremenber. Recuerdos de veteranos de la Segunda Guerra Mundial’ (www.iremember.ru).

https://elpais.com/cultura/2018/01/26/babelia/1516972221_680345.html

domingo, 11 de febrero de 2018

_- Cómo hacer razonar a alguien que no está dispuesto a cambiar de opinión. Parece que ser inconvencible es una señal de liderazgo y el resultado es que cada vez hay más líderes dogmáticos. ¿Dónde está la virtud?

_- Si no por una cosa, por otra: religión, política, tradiciones. Siempre aupados por ellos, los dogmáticos —cada vez más numerosos— se escudan tras sus ideas cerrándose a cualquier otra opinión que ataque sus firmes e inamovibles creencias.

En todos los planos, de profundidad y más triviales, siempre habrá un defensor de la tortilla de patata seca que peleará con todas sus armas contra aquel que le ponga cebolla, encontrando una barrera igual de firme al otro lado. Dos polos irreconciliables sin voluntad de hablar, utilizando el "porque lo digo yo" como único argumento.

Ahora, un estudio publicado en Journal of Religion and Health se ha ocupado de analizar los rasgos más íntimos de estas personas inconvencibles, las que sientan cátedra y no atienden a razones, por más que se les rebata con argumentos solventes y la realidad se les imponga.

Conscientes de que la sociedad moderna parece revelarse como una generadora de nuevos perfiles de personas inamovibles, los investigadores de la Case Western Reserve University en Cleveland (Ohio) han tratado de entender los dogmas religiosos y también los no religiosos.

Jared Friedman, coautor del estudio y doctorando en Comportamiento organizacional, explica que "algunas personas religiosas se aferran a determinadas creencias porque estas concuerdan con sus valores morales", y por eso son más tendentes al inmovilismo. Por su parte, los defensores de pensamientos no religiosos son muchas veces incapaces de ver algo positivo en aquello que contradice sus conclusiones.

Friedman establece que en cada caso —el religioso y el no religioso— se activa una red neuronal diferente: mientras las redes empáticas son propias de los pensamientos religiosos, las analíticas serían las que activamos en los temas no religiosos; cada persona elige la más adecuada para cada decisión. Moralidad o lógica pueden ser llevadas al extremo, anulando la posibilidad de abrir la mente a nuevas ideas y corrientes de opinión y convirtiendo al individuo en dogmático.

En la raíz de ambos perfiles, según el psicólogo y director del Centro de Psicología comportamental,Enrique Cervantes, hay un problema de educación: "Nuestro sistema no nos enseña a ser objetivos sino a tomar partido, a vivir en la idea de estás conmigo o contra mí. Por eso los dogmas —aunque son verdades no demostradas— se asumen como ciencia y anulan la capacidad de discusión".

El experto apuesta por encontrar un equilibrio entre la razón y la emoción, tanto en planos religiosos como mundanos, y elevar el nivel de reflexión para "luchar contra la intoxicación general y acabar con cualquier dogmatismo". Esa es, según Cervantes, la receta para los porquelodigoyoistas.

¿Hemos perdido la capacidad de debatir?
"Definitivamente, no. Vivimos en la sociedad que más promueve el diálogo de la Historia", afirma Helena Soleto, directora del Máster en Mediación, negociación y resolución de conflictos de la Universidad Carlos III de Madrid. Pero completa: "Otra cosa es que hoy haya muchos dogmatismos a los que acogerse, porque el sujeto siempre busca diseñar su identidad para formar parte de un grupo. Y lo que está claro es que, para poder hablar, hay que querer hacerlo".

"Cualquiera puede ser convencido, siempre y cuando el punto de encuentro buscado sea razonable y sano", (Helena Soleto, directora del Máster en Mediación, negociación y resolución de conflictos de la Universidad Carlos III de Madrid).

He aquí el quid de la cuestión: intercambiar opiniones y no quedarse únicamente en su exposición. En esta línea, el experto en lenguaje y comunicación Julio García Gómez se muestra más escéptico y recuerda con añoranza aquellos "auténticos debates mediáticos" que Jesús Hermida importó a nuestra televisión en los 90, con el precedente histórico de La Clave, de José Luis Balbín, 10 años atrás.

"Hoy tan solo se expone una batería de opiniones, una detrás de otra, pronunciada por los portavoces de las distintas corrientes que se suben al púlpito sin voluntad de escuchar a los demás", explica García, y continúa: "¿Están entonces resurgiendo los debates, a la vista de lo que vemos en los medios? Sí, pero no con los mismos preceptos".

Aunque no sólo en la tele se cuecen los debates. Barras de bar, ascensores, mesas de restaurante. O paradas de autobús. Cualquier lugar es susceptible de convertirse en un foro en el que… ¿debatir? Resultará complicado hacerlo con personas que, como apunta el estudio, no admiten ninguna oposición a sus ideas. No obstante, para Helena Soleto "cualquiera puede ser convencido, siempre y cuando el punto de encuentro buscado sea razonable y sano".

Cómo negociar con un inconvencible
Sabiendo ya cómo son los porquelodigoyoistas, hay que preguntarse ahora cómo tratar de negociar con ellos. "La opinión que mantienen está ligada a su definición como persona", avanza la experta en negociación Helena Soleto. Las personas inconvencibles consideran que sus ideas no son negociables y que ponerlas en duda supone una amenaza para todo lo que son. Por eso, conviene ir con cuidado.

Con cuidado y practicando la escucha activa. Hay que preguntar al otro cómo se siente para tratar de delimitar los principales puntos de tensión (el objetivo es saber qué es, en concreto, lo que molesta a la otra persona de nuestra opinión). También hay que expresar los sentimientos propios, las necesidades, pero sin enjuiciar al otro. Y todo combinando el lenguaje verbal y el no verbal. No es lo mismo preguntar a alguien cómo se siente mostrando interés por su respuesta con la expresión de la cara que acompañándolo de un gesto insultante como, digamos, una vulgar peineta.

Julio García Gómez aconseja aplicar a los debates las bases de la comunicación: concisión, brevedad y titulares efectivos. "Debemos evitar el ruido con palabras que no conducen a nada y mantener una mirada franca y generosa. Con movimientos pausados, lograremos rebajar el nivel de tensión de las palabras del otro y abriremos la vía del diálogo constructivo".

Sin duda, habrá nudos imposibles de desenredar. No vamos a convencer al vegano de que coma huevos, pero sí de que respete a aquel que disfruta haciéndolo. Se trata de entender que el otro piense de una forma diferente, pero que siempre se podrán encontrar realidades que promuevan la convivencia pacífica. Puntos de encuentro. Líneas comunes.

¿No seré yo el inconvencible?
¿Mejillas sonrojadas? Quizá más de uno se haya visto reflejado en este perfil. Más pistas: "Normalmente, estas personas huyen de los foros en los que saben que van a encontrar opiniones contrarias a las suyas", confirma Soleto. "Se ciñen, como recurso de protección, a leer periódicos o a ver programas que alimentan su postura". Porque lo contrario resulta incómodo.

"Los inconvencibles suelen ser poco humildes y no gustan de reflexionar sobre su postura. Simplemente, la esgrimen", afirma García Gómez. El experto invita a "tomar conciencia de que lo más probable es que el otro pueda completar, enriquecer o modificar para bien mis opiniones".

Y estos consejos son válidos para todos. Para altos y bajos. Para rubios y morenos. Mujeres y hombres. Con ligero seseo o de dicción perfecta. Con flequillo tupido o frente despejada. Después de todo, dicen que hablando se entiende la gente, ¿no?

https://elpais.com/elpais/2017/10/26/buenavida/1509030361_841014.html