El psicólogo estadounidense Dan Gilbert conoce la receta de la felicidad. Y es infalible. Este investigador de la Universidad de Harvard recuerda el caso de Moreese Bickham, un ciudadano negro de Luisiana (EE UU) que en 1958 vio cómo dos policías vinculados al Ku Klux Klan llegaban al porche de su casa y le metían un tiro en el estómago. Pese a la herida, Bickham, a sus 42 años, logró coger un arma y defenderse. Mató a los dos agentes. Actuó en defensa propia, pero fue condenado a muerte por las racistas instituciones del sur de EE UU de hace medio siglo. Pasó más de 37 años en prisión, 14 de ellos en el corredor de la muerte. Encerrado 23 horas al día en completo aislamiento. Hasta que, por las presiones de la sociedad civil, fue liberado en 1996. Al salir, sobre su tiempo en la cárcel dijo: “No lamento ni un minuto. Fue una experiencia gloriosa”.
Gilbert, nacido en 1957, sonríe antes de contar otro caso, el de Ronald Wayne. Junto a dos amigos, llamados Steve Jobs y Steve Wozniak, fundó en 1976 una empresa para fabricar ordenadores: Apple. En seguida, por miedo a que el proyecto acabara en bancarrota, vendió sus acciones por 800 dólares. “Ahora valdrían 62.000 millones de dólares”, exclama Gilbert. “Nunca me he arrepentido de mi decisión”, ha declarado Wayne, un ingeniero retirado que vive feliz cerca de Las Vegas.
El psicólogo de Harvard continúa su relato, durante su primera conferencia en España, impartida en el centro cultural CaixaForum, invitado por la Obra Social “la Caixa”. No hay entradas desde 15 días antes. Gilbert es una estrella de la oratoria. Sus charlas TED, disponibles en internet, han sido vistas por más de 20 millones de personas. “Anthony Weiner era un famoso político, joven, guapo y brillante. Estaba en la cumbre del éxito. Mucha gente pensaba que podría llegar a ser presidente de EE UU. Pero tenía una mala costumbre: hacerse fotos de su pene y enviárselas a jóvenes mujeres que no eran su esposa”, prosigue Gilbert.
“No es una gran idea si quieres ser presidente de EE UU”, bromea. Cuando fue cazado en 2011, Weiner cayó en desgracia, hundió en el estupor a su familia y dimitió de su puesto de congresista. Su carrera política estaba arruinada. Pero un año después, en una entrevista, Weiner confirmó que aquellos sucesos le habían cambiado, para bien. Era otro, una persona mejor. “2011 fue el mejor año de mi vida”, manifestó.
Gilbert ya casi tiene la receta de la felicidad en la punta de la lengua. Muestra una última fotografía. Aparecen unos jovencísimos John Lennon, Paul McCartney y George Harrison, acompañados por un cuarto músico que no es Ringo Starr. Es Pete Best, el primer baterista de The Beatles. Abandonó el grupo en 1962, justo antes de que se convirtiera en un fenómeno planetario. “Soy feliz con mi estilo de vida”, ha sostenido Best, que siguió tocando la batería en Liverpool y hoy es un alegre abuelo.
Al investigador estadounidense se le iluminan los ojos, porque ya tiene los cuatro ingredientes de la felicidad: “Dimite de tu puesto de trabajo en medio de un escándalo, humillando a tu pareja si es posible, ingresa en prisión de manera injusta, vende por un puñado de dólares tu participación de 62.000 millones en una empresa y nunca, nunca, te conviertas en un miembro de The Beatles”.
Parece una receta estrafalaria, pero a los cuatro protagonistas de la historia les ha funcionado. En realidad, Gilbert no habla de cómo ser feliz, ni de por qué la gente no es feliz, sino de por qué la gente no sabe lo que les hará felices. “Los seres humanos infravaloran su propia resiliencia: no se dan cuenta de lo fácil que será cambiar su visión del mundo si ocurre algo malo. Constantemente sobredimensionan lo infelices que serán ante la adversidad”, reflexiona en un encuentro con la prensa en Madrid.
El científico compara esta capacidad de adaptación con “un sistema inmune psicológico, similar al que defiende al cuerpo de gérmenes y enfermedades”. Estas defensas de la mente, como las del cuerpo, son más fuertes en unas personas que en otras. “Mi mujer jamás enferma y yo pillo todos los resfriados. Lo mismo ocurre con el sistema inmune psicológico. Hay personas que son resilientes ante la peor tragedia. Otras personas se entristecen a la mínima. Pero lo interesante es que la inmensa mayoría de los seres humanos son del primer tipo”, proclama. “El 75% de las personas vuelven a ser felices en los dos años posteriores al peor trauma que te puedas imaginar”.
El psicólogo de Harvard sabe que se mueve en un terreno cenagoso: el de la millonaria industria de la felicidad, una ametralladora de charlas, cursos de coaching y libros de autoayuda. Un mundo lleno de charlatanes y farsantes. “Desconozco sus motivaciones, pero en la industria de la felicidad hay mucha gente que está equivocada”, reconoce Gilbert diplomáticamente.
Él es diferente. Sus investigaciones se publican en las mejores revistas científicas. Uno de sus experimentos consistió en una aplicación para teléfono móvil que preguntaba periódicamente a 5.000 personas de 83 países cómo se sentían, qué estaban haciendo y si estaban pensando en otra cosa diferente a la que estaban haciendo. Sus resultados, publicados en la revista Science, mostraron que las personas piensan en cosas que no están ocurriendo casi tanto como en cosas que están delante de sus narices. Y los datos revelaron que esa “mente errante” les hacía, a menudo, infelices.
“La industria de la felicidad es una buena idea, pero debe basarse en la ciencia. Es muy fácil dar a la gente recetas para su vida. Ha ocurrido durante miles de años. Cada cura, cada rabino, cada orador motivacional, cada camarero, cada taxista tienen una opinión sobre la felicidad. ¿Qué opiniones son acertadas y cuáles no? Solo hay una manera de saberlo: la ciencia”, zanja.
El laboratorio de Gilbert mide los sentimientos de miles de personas para intentar desmontar afirmaciones que se dan por ciertas. “Nuestro cerebro nos da mala información sobre cómo de felices o infelices seremos en futuras circunstancias. Si preguntas cómo de feliz serás si te quedas ciego, la mayor parte de nosotros dirá que será infeliz durante mucho tiempo o el resto de su vida. Pero si medimos la felicidad de las personas que de verdad se han quedado ciegas, veremos que son perfectamente felices. Y observamos este patrón en todas las circunstancias”, relata.
“Uno piensa: esto será terrible o esto será maravilloso. Pero luego lo medimos y vemos que no hay nada ni tan maravilloso ni tan terrible. ¿Ganar la lotería nos hará felices para siempre y quedarnos ciegos nos hará infelices? Ninguna de las dos cosas es cierta”, resume.
Gilbert, autor del libro superventas Tropezar con la felicidad, también ha participado esta semana en un curso de verano de la Universidad Complutense de Madrid, organizado por el matemático José Manuel Rey y el psicólogo Carmelo Vázquez. Ha impartido la misma charla que en CaixaForum, titulada “Felicidad: lo que tu madre no te contó”.
La conferencia parte de la base de que una madre siempre recomienda a sus hijos que se casen, que ganen dinero con un buen puesto de trabajo y que a su vez tengan hijos. A lo largo de la charla, Gilbert tumba asunciones relacionadas con estos tres supuestos ingredientes de la felicidad. Las personas casadas son en promedio más felices que las solteras, incluso que las parejas de hecho. Pero el divorcio supone un extra de alegría. La felicidad de los hombres se dispara tras una ruptura. Y la de las mujeres también lo hace al cabo de un par de años, según sus datos.
“¿El dinero no compra la felicidad? Sí la compra. No hay ni un estudio que muestre que un euro extra hace disminuir la felicidad”, sostiene Gilbert. Pero hay un matiz. Cuando eres pobre, un poquito más de dinero supone una inmensa felicidad. Un millonario, en cambio, necesita una enorme cantidad de dinero para aumentar, tan solo un pelín, su felicidad.
“Hay un punto de inflexión”, subraya Gilbert, a partir del cual ganar más dinero apenas te hace más feliz: 60.000 euros al año, según los estudios realizados en EE UU. “No existe apenas diferencia entre ganar 60.000 euros y ganar 60.000 millones”, sentencia. La explicación es muy sencilla, según muestra en otro gráfico. Las cuatro actividades cotidianas que más felicidad aportan son gratis: practicar sexo, hacer ejercicio, escuchar música y charlar. La que más, con mucha diferencia, es practicar sexo. Y los estudios muestran que una escapada a París hace más feliz que comprar un coche deportivo. “Invertir en experiencias es mejor que invertir en cosas materiales”, señala Gilbert.
Así que el matrimonio y el dinero tienen una relación compleja con la felicidad. ¿Qué pasa con los hijos, el tercer consejo de una hipotética madre clásica? El psicólogo de Harvard es directo: “Los niños son como la heroína”. La droga da placer, pero destruye el resto de fuentes de felicidad de una persona, como la familia y amigos. Con los hijos, argumenta Gilbert, ocurre lo mismo. Los padres dejan de practicar sexo, salir con los amigos o acudir a conciertos. “Muchas madres me dicen que sus hijos son su mayor fuente de felicidad y yo les respondo que tienen razón. Si solo tienes una fuente de felicidad, es tu mayor fuente de felicidad”, espeta el investigador.
El científico ofrece por fin su verdadera receta para ser feliz, a la vista de los datos científicos. “La felicidad es un asunto de química del cerebro. La genética influye, pero las circunstancias también. Intentar ser más feliz es como bajar de peso. No hay ningún secreto para bajar de peso: comer menos y hacer más ejercicio. Con la felicidad ocurre lo mismo. Hay unas pocas cosas que se pueden hacer y, si se hacen todos los días religiosamente, el promedio de felicidad irá subiendo”, comienza.
“Por ejemplo, pasa más tiempo con la familia y los amigos. Es un consejo aburrido, pero es cierto. Somos el animal más social del planeta, se mida como se mida, así que no sorprende que la mayor parte de nuestra felicidad proceda de las relaciones sociales. Cuida tu salud física, haz más ejercicio. Es otro consejo aburrido, pero también es cierto”, continúa Gilbert, con gestos para acentuar que sabe que no está descubriendo la pólvora. “Si me dijeran que permaneciera a la pata coja diciendo qué nos hace felices en la vida, solo diría “otras personas” antes de caerme al suelo”.
http://elpais.com/elpais/2016/07/13/ciencia/1468437657_783090.html?rel=lom
martes, 19 de julio de 2016
PAUL PRESTON / HISPANISTA “España tiene un déficit educativo sobre la Guerra Civil”
16 DE JULIO DE 2016
El hispanista Paul Preston (Liverpool, 1946) nos recibe en su cocina, taza de té en mano. En el 80º aniversario del inicio de la Guerra Civil, el historiador ha actualizado su libro La guerra civil española (Debate) en una versión gráfica, con dibujos de José Pablo García. Resulta sorprendente, cuando menos, que aquel chico del Liverpool obrero y bombardeado acabara en la distinguida Universidad de Oxford, estudiando lo que entonces se consideraba más “periodismo” que Historia. Preston ocupa la cátedra Príncipe de Asturias de Historia Contemporánea española y es director del Centro Cañada Blanch para el estudio de la España contemporánea de la London School of Economics & Political Science.
¿Tiene España un problema con la memoria histórica de la dictadura?
Sí. Por una razón obvia: el régimen de Franco se basaba en el terror. Sus tácticas bélicas estaban calculadas para matar al mayor número posible de republicanos. Su control posterior de la educación, el púlpito y los medios fue total. De este modo, hubo un lavado de cerebro nacional, creándose lo que se ha llamado el franquismo sociológico. En el momento de la Transición, al establecer una democracia limitada (la mejor posible dadas las circunstancias), no iba a haber un contralavado de cerebro; lógicamente, porque era una democracia y existía una libertad de expresión que se extendía a los franquistas. Claro, estos no querían saber nada de la memoria histórica. Sobre las víctimas de los republicanos se había investigado a fondo. Primero, por las propias autoridades republicanas y, después, a través de todo el follón de la causa general, etc. Pero con las víctimas de Franco, ocurrió lo contrario. En los primeros años de la Transición, los políticos no quisieron hacer nada, incluso los de izquierdas. Recuerdo haber tenido discusiones con Alfonso Guerra, y decirme este: “No es el momento, es muy peligroso”. Cosa que se puede entender, porque en los primeros años de la Transición...
¿Cómo se vivió aquello?
Una de las (muchas) cosas que a mí me cabrean es quien dice que la Transición fue un desastre. Fue la mejor posible en unas circunstancias tremendamente peligrosas. Hay que pensar que, en el momento de morir Franco, había unas Fuerzas Armadas entrenadas no para defender España del enemigo exterior sino del interior. Y además estaba la Guardia Civil, que ahora es una tropa de buenazos que controlan el tráfico pero que entonces era acojonante; lo recuerdo muy bien, porque yo era estudiante en España a finales de los años sesenta. Y los grises, es decir, la policía armada, que también eran unos hijos de puta. A eso se le sumaban 200.000 falangistas con licencias de armas. Entre esto y el franquismo sociológico --los que se habían criado en él o beneficiado de él--, no es de extrañar que se diera lo que se ha venido a llamar “el pacto del olvido”, no remover las cenizas, no profundizar en la memoria histórica. Aunque, afortunadamente, existía un miniejército de historiadores locales que sí lo estudiaron. Aun así, hoy en día quedan provincias enteras donde no se ha investigado nada; claro, gobernadas por el PP.
Y las izquierdas, ¿no han tenido problemas también con su propia memoria?
Como en cualquier problema histórico, siempre hay montones de interpretaciones. Evidentemente, aquellos que siguen la línea CNT-FAI o la línea POUM acusan a Negrín, a la mayoría de los socialistas y, sobre todo, al Partido Comunista, de ser unos asesinos. ¿Por qué? Porque estos últimos habían llegado a la conclusión de que, para proseguir la guerra, había que hacer un esfuerzo bélico convencional: la idea de los anarquistas y el POUM de hacer una guerra revolucionaria chocaba con las necesidades de guerra. ¿De dónde iban a sacar las armas? Habría sido cuestión de llamar por teléfono a Franco y decir “¿A usted le importa dejar de hacer la guerra unos 5 o 10 años mientras nosotros hacemos nuestra revolución? Y luego ya volvemos”. ¡Una chuminada! Aparte de las peleas, realmente desagradables, entre profranquistas y prorrepublicanos en la historiografía de la guerra, dentro de la izquierda, como decís, hay también muchas disputas.
¿Por qué dedicarse a la Historia de España?
Nací en el año 1946, en Liverpool, que había sido una ciudad muy castigada por el blitz, los bombardeos nazis, precisamente por ser el punto de llegada del armamento americano. Cuando era pequeño, los adultos conversaban mucho sobre ello. Con ocho, nueve años, los juegos en la calle eran alemanes contra británicos. Cogíamos las gabardinas y las abotonábamos como una capa; corríamos agarrándolas de manera que cada uno era un avión. ¡¡Brrrrrrmm!! A los diez años, empecé a hacer maquetas de aviones de guerra, empecé a leer sobre todo esto. Cuando tocó ir a la universidad, gané una beca para ir a Oxford, un lugar muy elitista. Que un chico del norte, de clase obrera, llegara allí era un pequeño milagro. No me gustó nada el ambiente social, la mayoría era gente como Boris Johnson. El temario era bastante aburrido: Historia Constitucional, mucha Historia Medieval, y se pensaba que la Historia Contemporánea no era más que “periodismo”. Me quedaba con las ganas de investigar los orígenes de la II Guerra Mundial. Hacia el final de la carrera, ya tenía claro que quería hacer un doctorado pero no sabía qué estudiar; desde luego, no quería hacerlo sobre Historia británica. Entonces me ofrecieron una beca para estudiar un máster en Reading... ¡sobre el periodo de entreguerras! Escogías dos asignaturas para todo el curso, y hacías una tesina por cada una. Yo cogí Literatura de izquierdas en entreguerras (Steinbeck, Camus, etc.) y la Guerra Civil española, de la que, salvo por un ensayo escrito en mis días de Oxford, apenas sabía nada. Éramos sólo cuatro personas en clase, y tuve la increíble suerte de que me tocó como profesor Hugh Thomas [autor de La Guerra Civil española, 1961]; un tío muy divertido que hacía el papel de excéntrico inglés, que le echaba mucho teatro. Así que, de cara a mi tesis doctoral, este tema se presentó como una gran cornucopia: la Guerra Civil española comprendía fascismo, comunismo, masonería, todo tipo de figuras históricas. Me entusiasmé y leí todo lo que pude encontrar en inglés. En seguida había agotado casi todo lo que había, que no era tanto, y decidí que tenía que aprender español y seguir con ello...
¿Un historiador llega a jubilarse o sigue siempre investigando?
Teóricamente, me jubilé de la universidad hace cinco años pero sigo trabajando: dirijo una colección editorial, un centro de investigación académica... Doy unas pocas clases y dirijo alguna tesis. Y sí, sigo y seguiré investigando hasta que ya no pueda continuar. Porque no sé qué otra cosa hacer.
¿Algún nuevo proyecto en el horizonte?
Pues una historia de España desde la Primera República hasta el presente, que lleva por título Un pueblo traicionado. Por un lado, es un resumen de lo ocurrido pero se centra sobre todo en tres temas fundamentales: la corrupción, la incompetencia política y la violencia social.
¿Cómo surgió la idea de hacer un libro de Historia en cómic?
¡No fue idea mía! En Gran Bretaña no hay tradición de cómic adulto, como creo que hay en España y, sobre todo, en Francia. Aquí se leen, lo mismo que en Estados Unidos, los cómics de superhéroes que tanto gustan a esos locos de The Big Bang Theory. La idea se le ocurrió a mi editor. Un día me dijo: “¿Qué te parece si hacemos una versión en cómic?”. “Hombre”, respondí, “es un poco ridículo; ¿quién se va a leer eso?”. Me respondió: “ Te sorprenderías”, y me dijo que haríamos lo siguiente: encontraría a un dibujante que hiciera unas cuantas páginas y, si me gustaba, seguiríamos adelante. Así, José Pablo García dibujó 15 o 20 planillas. Se las enseñé a mis hijos --de 26 y 28 años-- y les gustó. Se las enseñé a mis colegas de la universidad y, lejos de parecerles ridículo…, ¡les pareció fantástico! Me dijeron que precisamente funcionaría bien en España, donde hay un verdadero déficit educativo respecto a la Guerra Civil. Así que le dije a mi editor que adelante. Acabé encantado con el dibujante: dentro de los límites del género, ha hecho maravillas. Como máximo, habré modificado sólo dos o tres bocadillos al final, y eso para resumir el texto del libro (que él usaba como guión). Hemos trabajado en paralelo, digamos, con muy poca colaboración directa. Estoy muy, muy contento y, de hecho, es posible que vayamos a por más. Me gustaría que esto sirviera para divulgar el tema entre los jóvenes, aunque no sé si finalmente será así.
¿Tiene el historiador la función de evitar que se difundan bulos y mitos históricos?
Lo primero, hay que entender que la gente tiene muchas preocupaciones como para ponerse a leer libros de Historia. Su trabajo, su vida...
Alguna excepción hay.
Poco se sabe sobre cifras de ventas o de tirada pero, por ejemplo, parece que los libros de Pío Moa se venden muchísimo. ¿Por qué? Porque esos libros le están dando la razón al lector en sus prejuicios; confirman ese franquismo sociológico del que hemos hablado.
Pero en Gran Bretaña, los libros de Historia tienen mayor índice de ventas y en general se vende más la Historia: se hacen series, etc.
El problema es que mucho historiador español serio no es entretenido. Como si, para ellos, lo entretenido dejara de ser “serio” automáticamente.
Vamos, que ven la divulgación como algo inferior.
Bueno, una cosa es la divulgación. Pero otra muy diferente es ser ameno cuando se escribe sobre temas que no son de divulgación, que son complejos y serios. Por ejemplo, mi libro El holocausto español, ¿es un libro de divulgación, o más bien de investigación?
De divulgación e investigación: hemos visto a la gente leerlo por gusto, por morbo... Llega a gente que no tiene nada que ver con la Historia.
Bueno... pues entonces eso es ser ameno, entretenido. En la actualidad, afortunadamente, hay historiadores españoles que sí que son amenos. Julián Casanova, Enrique Moradiellos, Jorge Marco o “el Gunde” [Gutmaro Gómez Bravo]... ¡Ahora los hay! El problema es que un libro de Pío Moa es un libro que se centra en consignas generales: se caga en los muertos de los republicanos: “No hubo represión” y además “los hijos de puta se lo merecían”. Como veis, lleno de contradicciones. Pero, en fin, si uno es franquista, con una bazofia de Pío Moa o de César Vidal ya es suficiente para lo que busca. Para todos los demás, no existe un superventas generalista. Uno tiene que ponerse a comparar veinte o treinta libros escritos por historiadores buenos... Otro problema a la hora de interesarse la gente por la Historia es el sistema educativo; en España, quizás porque aún no se han cicatrizado las heridas... pero en Gran Bretaña también ocurre que hay mucha gente que no tiene ni idea de quién era Churchill.
Sin embargo, el sistema educativo británico no trata la Historia como lo hace el español, al modo del siglo XIX (es decir, una lista de datos para memorizar). En Gran Bretaña se entrena al alumno a cotejar fuentes desde los 13 años...
Recuerdo una vez, hace ya muchos años, que tuve una cátedra visitante en la Complutense, con estudiantes de posgrado. Entré en la clase --habría una veintena de alumnos-- y les dije: “He venido para daros una lectura de la Guerra Civil. Es decir, cómo la interpreto yo y por qué he llegado a estas conclusiones. Os pediré que me hagáis un trabajo semanal”. Hubo caras de terror, pero es que ese es el sistema aquí: te enseña a escribir. “Y ya os digo desde ahora que no me interesa que me deis mi versión. Lo que quiero es vuestra versión”. Al principio, estaban acojonados. Me dijeron: “El profesor nos suele imponer su libro de texto; muchas veces, entra, nos dice abran el libro por la página tal o cual y empieza a leer directamente”. ¡Pero qué docencia es esta!
¿Docencia de “sermón y púlpito”? Con libro único y sagrado.
Efectivamente. Claro, que a los quince días estaban encantados, tuvimos debates, discusiones, todo eso... Al final, creo que les gustó. Pero para mí fue chocante saber que, a nivel de posgrado, no existía entonces ese elemento de debate.
Empezamos la entrevista hablando de memoria histórica. ¿Existe un choque de memorias sobre la Transición, entre aquellos que la vivieron y aquellos que no, pero que juzgan los frutos --buenos y malos-- de los 40 años de democracia que siguieron?
Evidentemente, lo hay. Yo sí que recuerdo muy vivamente la Transición porque participaba entonces en la Junta Democrática [la alianza antifranquista formada en 1974 por el PCE, el PSP, CCOO, etc.]. Es cierto que era un cachondeo (ríe) pero eso es otro tema. Al final, si uno ha vivido solamente en democracia, se puede permitir ser mucho más crítico con ciertas cosas. Hace quince días, un equipo de documentalistas alemanes vino a entrevistarme a mi despacho y me contaron algo que me dejó helado. Dijeron que en su país, aun habiéndose dado un proceso de desnazificación tras la Segunda Guerra Mundial, muchos jóvenes carecen absolutamente de remordimientos sobre el Holocausto, lo están olvidando y, a día de hoy, muchos ultraderechistas sólo le echan en cara a Adolf Hitler el haber perdido la guerra; no la masacre de los gitanos, los judíos... Y que hay bastante odio a los británicos, por haberles derrotado (En fin, sé que somos odiables). Pero tampoco sé hasta qué punto lo que me dijeron es representativo.
MUCHOS ULTRADERECHISTAS SÓLO LE ECHAN EN CARA A ADOLF HITLER EL HABER PERDIDO LA GUERRA; NO LA MASACRE DE LOS GITANOS, LOS JUDÍOS...
¿Para qué sirve eso de la Historia?
¡Para divertir a los historiadores! (ríe). Sé que se dice mucho eso de que “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” pero, la verdad, no lo creo... La Historia escrita, en todas sus variedades, resulta crucial para la civilización, para la educación de la gente. Pero no le veo una función específica. Pienso en mis propios libros y es verdad que hay gente que se me ha acercado en conferencias o ferias y me ha dicho que algunos de ellos les han servido de cara a su experiencia personal. En el caso de El Holocausto español [2011], fue impresionante el número de personas que me confesaron que les había ayudado a entender sus propias tragedias familiares. Recibí cartas y mails diciendo algo que a mí me costaba creer; que el libro había tenido para ellos una función psicológica. Se escribió un artículo que decía que esta obra era la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que el PP no habría permitido. Me parece una exageración pero es verdad que me lo han dicho mucho, así que puede que cierta Historia sí llegue a cumplir esa función.
¿Quizá quien analiza el pasado entiende mejor la información que proporciona el presente? Por ejemplo, leyendo un periódico y pensando en quién lo financia y qué simpatías tiene antes que creerse sin más los titulares...
De entrada, es increíblemente difícil generalizar. ¿Para qué sirve la Historia? ¿La Historia de quién? Hubo un periodo en la universidad española, y desde luego en los colegios, en que se imponía una versión. “Pasó esto, y te lo aprendes de memoria”. Pero en nuestro sistema británico no se da tanta importancia al contenido empírico de un periodo, a los hechos que sucedieron. Existe la idea de que da igual qué época estudies, lo importante son las herramientas intelectuales que aprendas a manejar, ya se hable de Grecia Antigua o de terrorismo árabe. En jerga académica, las “habilidades transferibles” o, en mis propias palabras, un shit detector, un detector de basura. A mis alumnos les hago leer un montón de libros para que aprendan a distinguir entre unos y otros. Se trata de aprender a pensar. Mucho más que conocer los hechos, esa es la verdadera utilidad de la Historia.
http://ctxt.es/es/20160713/Politica/7142/espa%C3%B1a-pp-transicion-provincias.htm
El hispanista Paul Preston (Liverpool, 1946) nos recibe en su cocina, taza de té en mano. En el 80º aniversario del inicio de la Guerra Civil, el historiador ha actualizado su libro La guerra civil española (Debate) en una versión gráfica, con dibujos de José Pablo García. Resulta sorprendente, cuando menos, que aquel chico del Liverpool obrero y bombardeado acabara en la distinguida Universidad de Oxford, estudiando lo que entonces se consideraba más “periodismo” que Historia. Preston ocupa la cátedra Príncipe de Asturias de Historia Contemporánea española y es director del Centro Cañada Blanch para el estudio de la España contemporánea de la London School of Economics & Political Science.
¿Tiene España un problema con la memoria histórica de la dictadura?
Sí. Por una razón obvia: el régimen de Franco se basaba en el terror. Sus tácticas bélicas estaban calculadas para matar al mayor número posible de republicanos. Su control posterior de la educación, el púlpito y los medios fue total. De este modo, hubo un lavado de cerebro nacional, creándose lo que se ha llamado el franquismo sociológico. En el momento de la Transición, al establecer una democracia limitada (la mejor posible dadas las circunstancias), no iba a haber un contralavado de cerebro; lógicamente, porque era una democracia y existía una libertad de expresión que se extendía a los franquistas. Claro, estos no querían saber nada de la memoria histórica. Sobre las víctimas de los republicanos se había investigado a fondo. Primero, por las propias autoridades republicanas y, después, a través de todo el follón de la causa general, etc. Pero con las víctimas de Franco, ocurrió lo contrario. En los primeros años de la Transición, los políticos no quisieron hacer nada, incluso los de izquierdas. Recuerdo haber tenido discusiones con Alfonso Guerra, y decirme este: “No es el momento, es muy peligroso”. Cosa que se puede entender, porque en los primeros años de la Transición...
¿Cómo se vivió aquello?
Una de las (muchas) cosas que a mí me cabrean es quien dice que la Transición fue un desastre. Fue la mejor posible en unas circunstancias tremendamente peligrosas. Hay que pensar que, en el momento de morir Franco, había unas Fuerzas Armadas entrenadas no para defender España del enemigo exterior sino del interior. Y además estaba la Guardia Civil, que ahora es una tropa de buenazos que controlan el tráfico pero que entonces era acojonante; lo recuerdo muy bien, porque yo era estudiante en España a finales de los años sesenta. Y los grises, es decir, la policía armada, que también eran unos hijos de puta. A eso se le sumaban 200.000 falangistas con licencias de armas. Entre esto y el franquismo sociológico --los que se habían criado en él o beneficiado de él--, no es de extrañar que se diera lo que se ha venido a llamar “el pacto del olvido”, no remover las cenizas, no profundizar en la memoria histórica. Aunque, afortunadamente, existía un miniejército de historiadores locales que sí lo estudiaron. Aun así, hoy en día quedan provincias enteras donde no se ha investigado nada; claro, gobernadas por el PP.
Y las izquierdas, ¿no han tenido problemas también con su propia memoria?
Como en cualquier problema histórico, siempre hay montones de interpretaciones. Evidentemente, aquellos que siguen la línea CNT-FAI o la línea POUM acusan a Negrín, a la mayoría de los socialistas y, sobre todo, al Partido Comunista, de ser unos asesinos. ¿Por qué? Porque estos últimos habían llegado a la conclusión de que, para proseguir la guerra, había que hacer un esfuerzo bélico convencional: la idea de los anarquistas y el POUM de hacer una guerra revolucionaria chocaba con las necesidades de guerra. ¿De dónde iban a sacar las armas? Habría sido cuestión de llamar por teléfono a Franco y decir “¿A usted le importa dejar de hacer la guerra unos 5 o 10 años mientras nosotros hacemos nuestra revolución? Y luego ya volvemos”. ¡Una chuminada! Aparte de las peleas, realmente desagradables, entre profranquistas y prorrepublicanos en la historiografía de la guerra, dentro de la izquierda, como decís, hay también muchas disputas.
¿Por qué dedicarse a la Historia de España?
Nací en el año 1946, en Liverpool, que había sido una ciudad muy castigada por el blitz, los bombardeos nazis, precisamente por ser el punto de llegada del armamento americano. Cuando era pequeño, los adultos conversaban mucho sobre ello. Con ocho, nueve años, los juegos en la calle eran alemanes contra británicos. Cogíamos las gabardinas y las abotonábamos como una capa; corríamos agarrándolas de manera que cada uno era un avión. ¡¡Brrrrrrmm!! A los diez años, empecé a hacer maquetas de aviones de guerra, empecé a leer sobre todo esto. Cuando tocó ir a la universidad, gané una beca para ir a Oxford, un lugar muy elitista. Que un chico del norte, de clase obrera, llegara allí era un pequeño milagro. No me gustó nada el ambiente social, la mayoría era gente como Boris Johnson. El temario era bastante aburrido: Historia Constitucional, mucha Historia Medieval, y se pensaba que la Historia Contemporánea no era más que “periodismo”. Me quedaba con las ganas de investigar los orígenes de la II Guerra Mundial. Hacia el final de la carrera, ya tenía claro que quería hacer un doctorado pero no sabía qué estudiar; desde luego, no quería hacerlo sobre Historia británica. Entonces me ofrecieron una beca para estudiar un máster en Reading... ¡sobre el periodo de entreguerras! Escogías dos asignaturas para todo el curso, y hacías una tesina por cada una. Yo cogí Literatura de izquierdas en entreguerras (Steinbeck, Camus, etc.) y la Guerra Civil española, de la que, salvo por un ensayo escrito en mis días de Oxford, apenas sabía nada. Éramos sólo cuatro personas en clase, y tuve la increíble suerte de que me tocó como profesor Hugh Thomas [autor de La Guerra Civil española, 1961]; un tío muy divertido que hacía el papel de excéntrico inglés, que le echaba mucho teatro. Así que, de cara a mi tesis doctoral, este tema se presentó como una gran cornucopia: la Guerra Civil española comprendía fascismo, comunismo, masonería, todo tipo de figuras históricas. Me entusiasmé y leí todo lo que pude encontrar en inglés. En seguida había agotado casi todo lo que había, que no era tanto, y decidí que tenía que aprender español y seguir con ello...
¿Un historiador llega a jubilarse o sigue siempre investigando?
Teóricamente, me jubilé de la universidad hace cinco años pero sigo trabajando: dirijo una colección editorial, un centro de investigación académica... Doy unas pocas clases y dirijo alguna tesis. Y sí, sigo y seguiré investigando hasta que ya no pueda continuar. Porque no sé qué otra cosa hacer.
¿Algún nuevo proyecto en el horizonte?
Pues una historia de España desde la Primera República hasta el presente, que lleva por título Un pueblo traicionado. Por un lado, es un resumen de lo ocurrido pero se centra sobre todo en tres temas fundamentales: la corrupción, la incompetencia política y la violencia social.
¿Cómo surgió la idea de hacer un libro de Historia en cómic?
¡No fue idea mía! En Gran Bretaña no hay tradición de cómic adulto, como creo que hay en España y, sobre todo, en Francia. Aquí se leen, lo mismo que en Estados Unidos, los cómics de superhéroes que tanto gustan a esos locos de The Big Bang Theory. La idea se le ocurrió a mi editor. Un día me dijo: “¿Qué te parece si hacemos una versión en cómic?”. “Hombre”, respondí, “es un poco ridículo; ¿quién se va a leer eso?”. Me respondió: “ Te sorprenderías”, y me dijo que haríamos lo siguiente: encontraría a un dibujante que hiciera unas cuantas páginas y, si me gustaba, seguiríamos adelante. Así, José Pablo García dibujó 15 o 20 planillas. Se las enseñé a mis hijos --de 26 y 28 años-- y les gustó. Se las enseñé a mis colegas de la universidad y, lejos de parecerles ridículo…, ¡les pareció fantástico! Me dijeron que precisamente funcionaría bien en España, donde hay un verdadero déficit educativo respecto a la Guerra Civil. Así que le dije a mi editor que adelante. Acabé encantado con el dibujante: dentro de los límites del género, ha hecho maravillas. Como máximo, habré modificado sólo dos o tres bocadillos al final, y eso para resumir el texto del libro (que él usaba como guión). Hemos trabajado en paralelo, digamos, con muy poca colaboración directa. Estoy muy, muy contento y, de hecho, es posible que vayamos a por más. Me gustaría que esto sirviera para divulgar el tema entre los jóvenes, aunque no sé si finalmente será así.
¿Tiene el historiador la función de evitar que se difundan bulos y mitos históricos?
Lo primero, hay que entender que la gente tiene muchas preocupaciones como para ponerse a leer libros de Historia. Su trabajo, su vida...
Alguna excepción hay.
Poco se sabe sobre cifras de ventas o de tirada pero, por ejemplo, parece que los libros de Pío Moa se venden muchísimo. ¿Por qué? Porque esos libros le están dando la razón al lector en sus prejuicios; confirman ese franquismo sociológico del que hemos hablado.
Pero en Gran Bretaña, los libros de Historia tienen mayor índice de ventas y en general se vende más la Historia: se hacen series, etc.
El problema es que mucho historiador español serio no es entretenido. Como si, para ellos, lo entretenido dejara de ser “serio” automáticamente.
Vamos, que ven la divulgación como algo inferior.
Bueno, una cosa es la divulgación. Pero otra muy diferente es ser ameno cuando se escribe sobre temas que no son de divulgación, que son complejos y serios. Por ejemplo, mi libro El holocausto español, ¿es un libro de divulgación, o más bien de investigación?
De divulgación e investigación: hemos visto a la gente leerlo por gusto, por morbo... Llega a gente que no tiene nada que ver con la Historia.
Bueno... pues entonces eso es ser ameno, entretenido. En la actualidad, afortunadamente, hay historiadores españoles que sí que son amenos. Julián Casanova, Enrique Moradiellos, Jorge Marco o “el Gunde” [Gutmaro Gómez Bravo]... ¡Ahora los hay! El problema es que un libro de Pío Moa es un libro que se centra en consignas generales: se caga en los muertos de los republicanos: “No hubo represión” y además “los hijos de puta se lo merecían”. Como veis, lleno de contradicciones. Pero, en fin, si uno es franquista, con una bazofia de Pío Moa o de César Vidal ya es suficiente para lo que busca. Para todos los demás, no existe un superventas generalista. Uno tiene que ponerse a comparar veinte o treinta libros escritos por historiadores buenos... Otro problema a la hora de interesarse la gente por la Historia es el sistema educativo; en España, quizás porque aún no se han cicatrizado las heridas... pero en Gran Bretaña también ocurre que hay mucha gente que no tiene ni idea de quién era Churchill.
Sin embargo, el sistema educativo británico no trata la Historia como lo hace el español, al modo del siglo XIX (es decir, una lista de datos para memorizar). En Gran Bretaña se entrena al alumno a cotejar fuentes desde los 13 años...
Recuerdo una vez, hace ya muchos años, que tuve una cátedra visitante en la Complutense, con estudiantes de posgrado. Entré en la clase --habría una veintena de alumnos-- y les dije: “He venido para daros una lectura de la Guerra Civil. Es decir, cómo la interpreto yo y por qué he llegado a estas conclusiones. Os pediré que me hagáis un trabajo semanal”. Hubo caras de terror, pero es que ese es el sistema aquí: te enseña a escribir. “Y ya os digo desde ahora que no me interesa que me deis mi versión. Lo que quiero es vuestra versión”. Al principio, estaban acojonados. Me dijeron: “El profesor nos suele imponer su libro de texto; muchas veces, entra, nos dice abran el libro por la página tal o cual y empieza a leer directamente”. ¡Pero qué docencia es esta!
¿Docencia de “sermón y púlpito”? Con libro único y sagrado.
Efectivamente. Claro, que a los quince días estaban encantados, tuvimos debates, discusiones, todo eso... Al final, creo que les gustó. Pero para mí fue chocante saber que, a nivel de posgrado, no existía entonces ese elemento de debate.
Empezamos la entrevista hablando de memoria histórica. ¿Existe un choque de memorias sobre la Transición, entre aquellos que la vivieron y aquellos que no, pero que juzgan los frutos --buenos y malos-- de los 40 años de democracia que siguieron?
Evidentemente, lo hay. Yo sí que recuerdo muy vivamente la Transición porque participaba entonces en la Junta Democrática [la alianza antifranquista formada en 1974 por el PCE, el PSP, CCOO, etc.]. Es cierto que era un cachondeo (ríe) pero eso es otro tema. Al final, si uno ha vivido solamente en democracia, se puede permitir ser mucho más crítico con ciertas cosas. Hace quince días, un equipo de documentalistas alemanes vino a entrevistarme a mi despacho y me contaron algo que me dejó helado. Dijeron que en su país, aun habiéndose dado un proceso de desnazificación tras la Segunda Guerra Mundial, muchos jóvenes carecen absolutamente de remordimientos sobre el Holocausto, lo están olvidando y, a día de hoy, muchos ultraderechistas sólo le echan en cara a Adolf Hitler el haber perdido la guerra; no la masacre de los gitanos, los judíos... Y que hay bastante odio a los británicos, por haberles derrotado (En fin, sé que somos odiables). Pero tampoco sé hasta qué punto lo que me dijeron es representativo.
MUCHOS ULTRADERECHISTAS SÓLO LE ECHAN EN CARA A ADOLF HITLER EL HABER PERDIDO LA GUERRA; NO LA MASACRE DE LOS GITANOS, LOS JUDÍOS...
¿Para qué sirve eso de la Historia?
¡Para divertir a los historiadores! (ríe). Sé que se dice mucho eso de que “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” pero, la verdad, no lo creo... La Historia escrita, en todas sus variedades, resulta crucial para la civilización, para la educación de la gente. Pero no le veo una función específica. Pienso en mis propios libros y es verdad que hay gente que se me ha acercado en conferencias o ferias y me ha dicho que algunos de ellos les han servido de cara a su experiencia personal. En el caso de El Holocausto español [2011], fue impresionante el número de personas que me confesaron que les había ayudado a entender sus propias tragedias familiares. Recibí cartas y mails diciendo algo que a mí me costaba creer; que el libro había tenido para ellos una función psicológica. Se escribió un artículo que decía que esta obra era la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que el PP no habría permitido. Me parece una exageración pero es verdad que me lo han dicho mucho, así que puede que cierta Historia sí llegue a cumplir esa función.
¿Quizá quien analiza el pasado entiende mejor la información que proporciona el presente? Por ejemplo, leyendo un periódico y pensando en quién lo financia y qué simpatías tiene antes que creerse sin más los titulares...
De entrada, es increíblemente difícil generalizar. ¿Para qué sirve la Historia? ¿La Historia de quién? Hubo un periodo en la universidad española, y desde luego en los colegios, en que se imponía una versión. “Pasó esto, y te lo aprendes de memoria”. Pero en nuestro sistema británico no se da tanta importancia al contenido empírico de un periodo, a los hechos que sucedieron. Existe la idea de que da igual qué época estudies, lo importante son las herramientas intelectuales que aprendas a manejar, ya se hable de Grecia Antigua o de terrorismo árabe. En jerga académica, las “habilidades transferibles” o, en mis propias palabras, un shit detector, un detector de basura. A mis alumnos les hago leer un montón de libros para que aprendan a distinguir entre unos y otros. Se trata de aprender a pensar. Mucho más que conocer los hechos, esa es la verdadera utilidad de la Historia.
http://ctxt.es/es/20160713/Politica/7142/espa%C3%B1a-pp-transicion-provincias.htm
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EVOLUCIÓN HUMANA El bichito que planta cara a Dios. Un organismo marino muestra por qué el ser humano no está en la cúspide de la evolución
“La pérdida no es más que cambio y el cambio es un placer de la naturaleza”.
Marco Aurelio
“Sólo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días, es mudo. Sólo la casualidad nos habla”, escribía Milan Kundera en La insoportable levedad del ser. Y algo habla, o más bien grita, en una playa de Badalona, cerca de Barcelona: la dominada por el puente del Petróleo. Por este pantalán que se mete 250 metros en el mar Mediterráneo se descargaban productos petrolíferos hasta finales del siglo XX. Y a sus pies se levanta desde 1870 la fábrica de Anís del Mono, el licor en cuya etiqueta aparece un simio con la cara de Charles Darwin como guiño a la teoría de la evolución, por entonces polémica.
Hoy, el puente del Petróleo es un precioso mirador con una estatua de bronce dedicada al mono con rostro darwinista. Y, por una casualidad que habla, entre sus paseantes habituales se encuentra un equipo de biólogos evolutivos del departamento de Genética de la Universidad de Barcelona. Caminan por la pasarela sobre el océano y lanzan un cubo para atrapar a un animal marino, el Oikopleura dioica, un bicho de tan solo tres milímetros, pero con boca, ano, cerebro y corazón. Parece insignificante, pero, como Darwin, hace que el discurso de las religiones se tambalee. Coloca al ser humano en el lugar que le corresponde: con el resto de animales.
“Hemos estado mal influenciados por la religión, pensando que estábamos en la cúspide de la evolución. No lo estamos. Estamos al mismo nivel que el resto de los animales”, sentencia el biólogo Cristian Cañestro. Junto a su colega Ricard Albalat dirige una de las tres únicas instalaciones científicas del mundo para estudiar al Oikopleura dioica. Las otras dos están en Noruega y Japón. La suya es una salita fría, con centenares de ejemplares prácticamente invisibles metidos en recipientes de agua, en un rincón de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona.
“La visión hasta ahora es que al evolucionar ganábamos en complejidad, ganando genes. Así se pensó cuando se secuenciaron los primeros genomas, de mosca, de gusano y del ser humano. Pero hemos visto que no es así. La mayoría de nuestros genes está también en las medusas. Nuestro ancestro común los tenía. No es que nosotros hayamos ganado genes, es que los han perdido ellos. La complejidad génica es ancestral”, sentencia Cañestro.
En 2006, este biólogo investigaba el papel de un derivado de la vitamina A, el ácido retinoico, en el desarrollo embrionario. Esta sustancia indica a las células de un embrión lo que tienen que hacer para convertirse en un cuerpo adulto. El ácido retinoico activa los genes necesarios, por ejemplo, para formar las extremidades, el corazón, los ojos y las orejas. Cañestro estudiaba este proceso, común en los animales, en el Oikopleura. Y se quedó con la boca abierta.
“Los animales utilizan una cascada de genes para sintetizar el ácido retinoico. Me di cuenta de que en el Oikopleura dioica faltaba uno de estos genes. Luego vi que faltaban más. No encontrábamos ninguno”, recuerda. Este animal de tres milímetros fabrica su corazón, de manera inexplicable, sin ácido retinoico. “Si ves un coche sin ruedas moviéndose, ese día tu percepción de las ruedas cambia”, ilustra Cañestro.
El último ancestro común entre este minúsculo habitante de los océanos y el ser humano vivió hace unos 500 millones de años. Desde entonces, el Oikopleura ha perdido el 30% de los genes que nos unían. Y lo ha hecho con éxito. Si usted se mete en cualquier playa del mundo, allí estarán ellos rodeando su cuerpo. En la batalla de la selección natural, los Oikopleura han ganado. En algunos ecosistemas marinos, su densidad alcanza los 20.000 individuos por cada metro cúbico de agua. Son perdedores, pero solo de genes.
Albalat y Cañestro acaban de publicar en la revista especializada Nature Reviews Genetics un artículo que analiza la pérdida de genes como motor de la evolución. Su texto ha despertado interés mundial. Ha sido recomendado por F1000Prime, una clasificación internacional que señala los mejores artículos sobre biología y medicina. El suyo empieza con una frase del emperador romano Marco Aurelio, filósofo estoico: “La pérdida no es más que cambio y el cambio es un placer de la naturaleza”.
Los dos biólogos subrayan que la pérdida de genes, incluso, pudo ser clave para el origen de la especie humana. “El chimpancé y el ser humano comparten más del 98% de su genoma. Quizás habría que buscar las diferencias en los genes que se han perdido de manera diferente durante la evolución de los humanos y el resto de primates. Algunos estudios sugieren que la pérdida de un gen hizo que la musculatura de nuestra mandíbula fuera más pequeña y esto permitió aumentar el volumen de nuestro cráneo”, hipotetiza Albalat. Quizá, perder genes nos hizo más inteligentes que el resto de los mortales.
En 2012, un estudio del genetista estadounidense Daniel MacArthur mostró que, de media, cualquier persona sana tiene 20 genes que no funcionan. Y, aparentemente, tan campantes. Albalat y Cañestro, del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona, ponen dos ejemplos muy estudiados. En algunas personas, los genes que codifican la proteína CCR5 o la DUFFY están anulados por mutaciones. Son las proteínas que utilizan, respectivamente, el virus del sida y el parásito que causa la malaria para entrar en las células. La pérdida de estos genes hace a los humanos más resistentes a estas enfermedades.
En el laboratorio de Cañestro y Albalat hay un cartel que imita al de la película Reservoir Dogs, en el que aparecen los científicos y otros miembros de su equipo vestidos con camisas blancas y corbatas negras, como en el filme de Quentin Tarantino. Su montaje se titula Reservoir Oiks, en alusión al Oikopleura. Los dos biólogos creen que el organismo marino va a permitir formular, y responder, preguntas nuevas sobre nuestro manual de instrucciones común: el genoma.
El cerebro del Oikopleura tiene unas 100 neuronas y el de los humanos contiene 86.000 millones, pero somos mucho más similares de lo que parece. Entre un 60% y un 80% de las familias de genes humanos tienen un claro representante en el genoma de Oikopleura. “Este animal nos permite estudiar qué genes humanos son esenciales”, aplaude Albalat. O lo que es lo mismo: por qué algunas mutaciones son irrelevantes y otras provocan efectos terribles en nuestra salud.
Los seres vivos poseen una maquinaria celular que repara las mutaciones que surgen en su ADN. El Oikopleura dioica ha perdido 16 de los 83 genes ancestrales que regulan este proceso. Esta incapacidad para autorrepararse podría explicar su pérdida extrema de genes, según detalla el artículo en Nature Reviews Genetics.
A Cañestro se le ilumina la mirada al hablar de estas ausencias. Los genes suelen actuar en cascada para llevar a cabo una función. Si en una cascada conocida de ocho genes faltan siete en el Oikopleura, porque la función se ha perdido, la permanencia del octavo gen puede revelar una segunda función esencial que había pasado desapercibida. Ese gen sería como un cruce de autopistas. Desmantelada una carretera, sobrevive porque es fundamental en otra ruta. “Esa segunda función ya estaba en el ancestro común y puede ser importante en los humanos”, celebra Cañestro.
“No hay animales superiores y animales inferiores. Nuestras piezas de Lego son básicamente las mismas, aunque con ellas construyamos cosas diferentes”, zanja el biólogo. Piense en su lugar en el mundo la próxima vez que bucee en el mar. Esa nieve blanca que flota en el agua y se puede ver a contraluz son las deposiciones del Oikopleura.
http://elpais.com/elpais/2016/06/13/ciencia/1465783505_295391.html?rel=lom
lunes, 18 de julio de 2016
Artículo originalmente publicado en News Chronicle. Londres, 29 de julio de 1936. AUTOR Jay Allen
Acabo de llegar de Tetuán donde he tenido una entrevista sensacional con el general Francisco Franco, jefe de los rebeldes españoles. Salí de su caluroso cuartel general con dos convicciones:
1ª. Realmente cree que tiene todavía la posibilidad de dominar a la República.
2.ª Si considera posible el fracaso cercano tendrá la tentación de provocar un incidente internacional de la mayor gravedad.
1ª. Realmente cree que tiene todavía la posibilidad de dominar a la República.
2.ª Si considera posible el fracaso cercano tendrá la tentación de provocar un incidente internacional de la mayor gravedad.
A mi pregunta: ¿Ahora que el golpe ha fracasado en sus objetivos, por cuánto tiempo seguirá la matanza?
Contestó tranquilamente: ‘No habrá compromiso ni tregua, seguiré preparando mi avance hacia Madrid. Avanzaré —gritó—, tomaré la capital. Salvaré España del marxismo, cueste lo que cueste”.
Le pregunté si no había llegado el momento de los tablas.
Me miró con lo que creo era auténtica sorpresa y dijo: "No, no ha llegado. He tenido dificultades, la deserción de la flota fue un duro golpe, pero seguiré avanzando. Pronto, muy pronto, mis tropas habrán pacificado el país y todo eso (…) será pronto algo como una pesadilla”.
¿Eso significa que tendrá que matar a la mitad de España?
El general Franco sacudió la cabeza con sonrisa escéptica, pero dijo: “Repito, cueste lo que cueste (…)”
¿Qué haría su gobierno si venciera?
General Franco: "Yo establecería una dictadura militar y más tarde convocaría un plebiscito nacional para ver lo que el país quiere. Los españoles están cansados de política y de políticos (…)”.
¿Cómo consiguió usted colaborar con la República con aparente lealtad durante tanto tiempo? (Franco fue jefe de Estado Mayor en 1934 y 1935). General Franco: “Colaboré realmente todo el tiempo en que pensé que la República representaba la voluntad popular”.
Y las elecciones de febrero, ¿no representaron la voluntad popular?
General Franco: “Los elecciones nunca la representan (…)”
¿Pero cómo va a pacificar España si la matanza sigue? ¿No teme que una guerra civil prolongada destruirá a la República, destruirá el Ejército y la Marina y dejará el camino abierto al comunismo?
General Franco: “No. Los ejércitos se forjan en la guerra. Esta es la lucha entre la España verdadera y los marxistas”
El jefe rebelde parecía cansado cuando se despidió. Al dejar el palacio vi a oficiales en mangas de camisa bebiendo jerez.
Necesité varios días para arreglar esta entrevista. Hasta hoy, el general Franco había dado solamente comunicados oficiales a la prensa. Tras mandarle una lista de preguntas, vía Algeciras, sonó el timbre de mi teléfono. El que llamaba era el oficial de Estado Mayor de Algeciras. "¿Le gustaría ver al general?", preguntó. Siguiendo sus instrucciones me dirigí a Tánger. Cuando llegué a la zona española, dos moros armados me detuvieron, y mi coche, incluido el neumático de repuesto, fue registrado. En la garita de la frontera, fascistas de camisa azul lo registraron de nuevo.
Después de esperar una hora, se me comunicó que podía ir a Tetuán con escolta. Antes de llegar al palacio del alto comisario en Tetuán fui cacheado dos veces. Después de esperar un rato en el elegante despacho del alto comisario, un hombre de poca estatura entró en la habitación. Era el general Franco, vestido de uniforme completo con fajín, con borlas de rojo y amarillo.
Es asombrosamente pequeño (otro enano que quiere ser dictador). Sus ojos son amables, su nariz aguileña, sus manos y pies muy pequeños. Tendrá barriga muy pronto.
A los cuarenta y tres años es el general-niño de España. También fue el capitán más joven y el más joven teniente. Es evidente que sus hombres le adoran.
http://ctxt.es/es/20160713/Politica/7191/Franco-Allen-Golpe-de-estado-Rep%C3%BAblica-militares.htm
La nueva mercantilización de la sanidad: de la gestión de hospitales a la lista de trasplantes
Santiago Sáez y Lara Palma
La Marea
Tras el fracaso del modelo Alzira en Madrid y Castilla-La Mancha, el sector privado busca ahora sectores vitales como los trasplantes, la investigación o el big data. “¿Qué no pagaría alguien que necesite un riñón para saltarse una lista de espera?”, se pregunta la radióloga Luisa Lores.
“La infiltración de la sanidad por las empresas privadas tiene mucha presencia de la sanidad norteamericana, que es una sanidad muy mercantilista y muy desigual”. Luisa Lores, radióloga del Complejo Hospitalario de Pontevedra y miembro de la Federación de Asociaciones por la Defensa de la Sanidad Pública, lleva años estudiando la privatización del aparato sanitario español. Una de las empresas estadounidenses que preocupan a Luisa es Centene Corporation. La multinacional, con base en St. Louis, Missouri, intentó entrar en la sanidad de nuestro país en 2013. Llegó a obtener la concesión de la Comunidad de Madrid, a través de la sociedad puertorriqueña HIMA San Pablo, para la construcción y gestión de tres hospitales (en Parla, San Sebastián de los Reyes y Aranjuez). El proyecto, puesto en marcha por el entonces presidente regional, Ignacio González (hoy investigado por su presunta relación con las tramas Gürtel y Púnica), fue paralizado por las huelgas de la sanidad y la justicia. El gobierno de González, finalmente, abandonó el plan, en el que también se habían adjudicado hospitales a Ribera Salud y Capio (hoy IDC Salud).
Centene, no obstante, no se quedó de brazos cruzados. En 2014, la multinacional estadounidense compró a Bankia la mitad de Ribera Salud por 60 millones de euros. Además, según informaciones publicadas en el diario El Confidencial, Centene tiene una opción para adquirir la otra mitad, propiedad del Banco Sabadell. De esta forma, la compañía de Missouri, que también ha comprado a Adeslas y Asisa, sitúa parte de sus negocios en la Comunidad Valenciana, donde ya controla tres hospitales en las provincias de Valencia y Alicante (Alzira, Torrevieja y Elche).
Cambio de modelo
El “modelo Alzira” de privatización de la sanidad (también llamado “PPP”) fue el elegido por la Comunidad de Madrid, la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, con casos en otras comunidades como Cataluña y Galicia. El modelo se basa en conceder a una empresa privada la construcción y gestión integral del centro durante un tiempo, a cambio de un canon anual.
No obstante, la implantación de la privatización de la sanidad por medio del modelo Alzira ha dejado de ser la preferida, tras la paralización de los procesos en Madrid y Castilla-La Mancha y los problemas surgidos en los centros en funcionamiento: “El modelo PPP es muy costoso, y les resulta menos rentable gestionar hospitales. Es una muy buena noticia para la sanidad pública que no se haya seguido por ese camino, porque para profesionales y pacientes es nefasto. Pero no debemos pensar que se van a quedar ahí. Quieren quedarse con todo”, afirma Lores.
“Antes intentaban hacer pequeñas empresas fragmentadas dentro de los hospitales e ir infiltrando con inversión privada aquellas que les interesaban más. Eso supuso muchos problemas sindicales, así que ahora lo que les interesa es la investigación, los datos, la sangre, los trasplantes… ese tipo de cosas”, explica la radióloga gallega.
Trasplantes privados
Uno de los ámbitos en los que, a juicio de Luisa Lores, la privatización de la sanidad produce mayor rechazo social es en el de los trasplantes. “Hay un enorme problema en quién gestiona la lista de espera de trasplantes”, explica la facultativa, que pone como ejemplo la Fundación Renal Íñigo Álvarez de Toledo (FRIAT).
La FRIAT es una fundación privada sin ánimo de lucro, perteneciente a la familia Álvarez de Toledo, muy próxima al Partido Popular. Para Lores, tiene que ser “totalmente incompatible” la actividad privada con la gestión de las listas de espera y los datos de trasplantes: “Una persona que necesita un riñón tiene que pasarse años conectado a una máquina. ¿Qué no pagaría alguien para saltarse una lista de espera?”.
Fuente: http://www.lamarea.com/2016/06/30/la-nueva-mercantilizacion-la-sanidad-la-gestion-hospitales-la-lista-trasplantes/
La Marea
Tras el fracaso del modelo Alzira en Madrid y Castilla-La Mancha, el sector privado busca ahora sectores vitales como los trasplantes, la investigación o el big data. “¿Qué no pagaría alguien que necesite un riñón para saltarse una lista de espera?”, se pregunta la radióloga Luisa Lores.
“La infiltración de la sanidad por las empresas privadas tiene mucha presencia de la sanidad norteamericana, que es una sanidad muy mercantilista y muy desigual”. Luisa Lores, radióloga del Complejo Hospitalario de Pontevedra y miembro de la Federación de Asociaciones por la Defensa de la Sanidad Pública, lleva años estudiando la privatización del aparato sanitario español. Una de las empresas estadounidenses que preocupan a Luisa es Centene Corporation. La multinacional, con base en St. Louis, Missouri, intentó entrar en la sanidad de nuestro país en 2013. Llegó a obtener la concesión de la Comunidad de Madrid, a través de la sociedad puertorriqueña HIMA San Pablo, para la construcción y gestión de tres hospitales (en Parla, San Sebastián de los Reyes y Aranjuez). El proyecto, puesto en marcha por el entonces presidente regional, Ignacio González (hoy investigado por su presunta relación con las tramas Gürtel y Púnica), fue paralizado por las huelgas de la sanidad y la justicia. El gobierno de González, finalmente, abandonó el plan, en el que también se habían adjudicado hospitales a Ribera Salud y Capio (hoy IDC Salud).
Centene, no obstante, no se quedó de brazos cruzados. En 2014, la multinacional estadounidense compró a Bankia la mitad de Ribera Salud por 60 millones de euros. Además, según informaciones publicadas en el diario El Confidencial, Centene tiene una opción para adquirir la otra mitad, propiedad del Banco Sabadell. De esta forma, la compañía de Missouri, que también ha comprado a Adeslas y Asisa, sitúa parte de sus negocios en la Comunidad Valenciana, donde ya controla tres hospitales en las provincias de Valencia y Alicante (Alzira, Torrevieja y Elche).
Cambio de modelo
El “modelo Alzira” de privatización de la sanidad (también llamado “PPP”) fue el elegido por la Comunidad de Madrid, la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, con casos en otras comunidades como Cataluña y Galicia. El modelo se basa en conceder a una empresa privada la construcción y gestión integral del centro durante un tiempo, a cambio de un canon anual.
No obstante, la implantación de la privatización de la sanidad por medio del modelo Alzira ha dejado de ser la preferida, tras la paralización de los procesos en Madrid y Castilla-La Mancha y los problemas surgidos en los centros en funcionamiento: “El modelo PPP es muy costoso, y les resulta menos rentable gestionar hospitales. Es una muy buena noticia para la sanidad pública que no se haya seguido por ese camino, porque para profesionales y pacientes es nefasto. Pero no debemos pensar que se van a quedar ahí. Quieren quedarse con todo”, afirma Lores.
“Antes intentaban hacer pequeñas empresas fragmentadas dentro de los hospitales e ir infiltrando con inversión privada aquellas que les interesaban más. Eso supuso muchos problemas sindicales, así que ahora lo que les interesa es la investigación, los datos, la sangre, los trasplantes… ese tipo de cosas”, explica la radióloga gallega.
Trasplantes privados
Uno de los ámbitos en los que, a juicio de Luisa Lores, la privatización de la sanidad produce mayor rechazo social es en el de los trasplantes. “Hay un enorme problema en quién gestiona la lista de espera de trasplantes”, explica la facultativa, que pone como ejemplo la Fundación Renal Íñigo Álvarez de Toledo (FRIAT).
La FRIAT es una fundación privada sin ánimo de lucro, perteneciente a la familia Álvarez de Toledo, muy próxima al Partido Popular. Para Lores, tiene que ser “totalmente incompatible” la actividad privada con la gestión de las listas de espera y los datos de trasplantes: “Una persona que necesita un riñón tiene que pasarse años conectado a una máquina. ¿Qué no pagaría alguien para saltarse una lista de espera?”.
Fuente: http://www.lamarea.com/2016/06/30/la-nueva-mercantilizacion-la-sanidad-la-gestion-hospitales-la-lista-trasplantes/
Freinet, la pedagogía que revolucionó la escuela
Célestin Freinet fue uno de los referentes innovadores más importantes de la pedagogía moderna y popular, tanto por sus teorías, antiautoritarias y democráticas, como por la aplicación de un abanico de técnicas que le conceden al alumno un grado notable de libertad y protagonismo.
Jaume Carbonell
"A finales de julio de 1936, justo al comienzo de la Guerra Civil, desapareció el maestro catalán Antoni Benaiges. Dos años antes había llegado al pueblo burgalés de Bañuelos de Bureba dispuesto a aplicar, en su pequeña escuela rural, la técnica Freinet, una innovadora metodología pedagógica basada en la participación de los alumnos y el uso de la imprenta. Durante más de 75 años, el trabajo y la personalidad del maestro permanecieron en la intimidad del recuerdo de sus antiguos alumnos y de sus compañeros de profesión, mientras la familia conservaba el deseo de conocer la verdad sobre su paradero.
En agosto de 2010, con motivo de la exhumación de una fosa común en el paraje de La Pedraja (Burgos), la memoria del maestro emergió y se inició una investigación que ha descubierto una historia única, emotiva y poética. Una historia casi al límite del olvido, que se ha podido recuperar gracias a los testimonios de quienes lo conocieron o escucharon hablar de él, pero también a partir de los textos del maestro y de las redacciones de sus alumnos que se editaron en la escuela". (del libro Antoni Benaiges, el maestro que prometió al mar, con textos de Francesc Escribano, Francisco Ferrándiz y Queralt Solé y fotografías de Sergi Bernal).
Célestin Freinet (1896-1966), un maestro francés de pueblo, fue uno de los referentes innovadores más importantes de la pedagogía moderna y popular, tanto por sus teorías, radicalmente antiautoritarias y democráticas, como por la aplicación de un amplio abanico de técnicas que le conceden al alumno un grado notable de libertad y protagonismo y que le permiten adquirir un aprendizaje más sólido, crítico y eficiente. Técnicas que estimulan el tanteo experimental, la libre expresión infantil, la cooperación y la investigación del entorno.
En las aulas Freinet los niños se organizan en asambleas que sirven para regular la vida del grupo, revisar el trabajo, proponer proyectos y tomar decisiones; preparan conferencias que se documentan en la biblioteca de trabajo donde disponen de libros de consulta, monografías, artículos de prensa y archivos fotográficos; y elaboran textos libres que, después de corregirlos colectivamente, los imprimen y forman parte de la revista o periódico escolar que se distribuye entre las familias y se intercambia con alumnos de otros centros.
La pedagogía Freinet generó un amplio movimiento cooperativo de maestros alrededor del mundo. En Cataluña, el inspector de enseñanza Herminio Almendro animó a un amplio abanico de maestros rurales, entre los que había Patricio Redondo y José de Tapia, a que experimentasen las técnicas Freinet. Y dos años más tarde publicó La Imprenta en la Escuela. Antoni Benaiges también utilizó la imprenta escolar y aún se conserva una revista escolar de sus alumnos de Bañuelos de Bureba sobre el mar, de 1936. En uno de los textos se dice: "El mar será muy grande y muy ancho. Y hondo. La gente irá allí a bañarse. Yo no he visto al mar. El maestro nos dice que iremos a bañarnos". El maestro, en efecto, les prometió que en verano les llevaría a ver el mar, un deseo que no pudo cumplir porque, pocos días después del levantamiento fascista, le hicieron desaparecer. Fueron muchos los maestros asesinados, encarcelados, exiliados y depurados. Su amigo Patricio Redondo, exiliado en México, creó una escuela Freinet y siempre mantuvo vivo el recuerdo de Benaiges.
La pedagogía republicana quedó radicalmente barrida durante el franquismo. A partir de los años sesenta, se recupera la filosofía y la práctica Freinet, para aplicarla a diversas escuelas cooperativas de carácter renovador. Y aún hoy, muchas de sus técnicas, con varias adapaciones, se aplican a un buen número de aulas.
http://www.eldiario.es/catalunya/diarieducacio/Freinet-pedagogia-revoluciono-escuela_6_203389662.html
Jaume Carbonell
"A finales de julio de 1936, justo al comienzo de la Guerra Civil, desapareció el maestro catalán Antoni Benaiges. Dos años antes había llegado al pueblo burgalés de Bañuelos de Bureba dispuesto a aplicar, en su pequeña escuela rural, la técnica Freinet, una innovadora metodología pedagógica basada en la participación de los alumnos y el uso de la imprenta. Durante más de 75 años, el trabajo y la personalidad del maestro permanecieron en la intimidad del recuerdo de sus antiguos alumnos y de sus compañeros de profesión, mientras la familia conservaba el deseo de conocer la verdad sobre su paradero.
En agosto de 2010, con motivo de la exhumación de una fosa común en el paraje de La Pedraja (Burgos), la memoria del maestro emergió y se inició una investigación que ha descubierto una historia única, emotiva y poética. Una historia casi al límite del olvido, que se ha podido recuperar gracias a los testimonios de quienes lo conocieron o escucharon hablar de él, pero también a partir de los textos del maestro y de las redacciones de sus alumnos que se editaron en la escuela". (del libro Antoni Benaiges, el maestro que prometió al mar, con textos de Francesc Escribano, Francisco Ferrándiz y Queralt Solé y fotografías de Sergi Bernal).
Célestin Freinet (1896-1966), un maestro francés de pueblo, fue uno de los referentes innovadores más importantes de la pedagogía moderna y popular, tanto por sus teorías, radicalmente antiautoritarias y democráticas, como por la aplicación de un amplio abanico de técnicas que le conceden al alumno un grado notable de libertad y protagonismo y que le permiten adquirir un aprendizaje más sólido, crítico y eficiente. Técnicas que estimulan el tanteo experimental, la libre expresión infantil, la cooperación y la investigación del entorno.
En las aulas Freinet los niños se organizan en asambleas que sirven para regular la vida del grupo, revisar el trabajo, proponer proyectos y tomar decisiones; preparan conferencias que se documentan en la biblioteca de trabajo donde disponen de libros de consulta, monografías, artículos de prensa y archivos fotográficos; y elaboran textos libres que, después de corregirlos colectivamente, los imprimen y forman parte de la revista o periódico escolar que se distribuye entre las familias y se intercambia con alumnos de otros centros.
La pedagogía Freinet generó un amplio movimiento cooperativo de maestros alrededor del mundo. En Cataluña, el inspector de enseñanza Herminio Almendro animó a un amplio abanico de maestros rurales, entre los que había Patricio Redondo y José de Tapia, a que experimentasen las técnicas Freinet. Y dos años más tarde publicó La Imprenta en la Escuela. Antoni Benaiges también utilizó la imprenta escolar y aún se conserva una revista escolar de sus alumnos de Bañuelos de Bureba sobre el mar, de 1936. En uno de los textos se dice: "El mar será muy grande y muy ancho. Y hondo. La gente irá allí a bañarse. Yo no he visto al mar. El maestro nos dice que iremos a bañarnos". El maestro, en efecto, les prometió que en verano les llevaría a ver el mar, un deseo que no pudo cumplir porque, pocos días después del levantamiento fascista, le hicieron desaparecer. Fueron muchos los maestros asesinados, encarcelados, exiliados y depurados. Su amigo Patricio Redondo, exiliado en México, creó una escuela Freinet y siempre mantuvo vivo el recuerdo de Benaiges.
La pedagogía republicana quedó radicalmente barrida durante el franquismo. A partir de los años sesenta, se recupera la filosofía y la práctica Freinet, para aplicarla a diversas escuelas cooperativas de carácter renovador. Y aún hoy, muchas de sus técnicas, con varias adapaciones, se aplican a un buen número de aulas.
http://www.eldiario.es/catalunya/diarieducacio/Freinet-pedagogia-revoluciono-escuela_6_203389662.html
domingo, 17 de julio de 2016
La (verdadera) ciencia de la felicidad. El secreto es simple: sexo, ejercicio, música y charla. Lo demás son patrañas que solo sirven para engrosar unas pocas cuentas corrientes y vaciar todas las demás.
¿Tenían razón los hedonistas? “La naturaleza”, escribió el filósofo y economista inglés Jeremy Bentham (1748-1832), padre del utilitarismo, “ha situado a la humanidad bajo el gobierno de dos amos soberanos, el dolor y el placer; a ellos corresponde en exclusiva señalar lo que debemos hacer, así como determinar lo que acabaremos haciendo”. Desde luego, la cuestión del placer y la búsqueda de la felicidad ha supuesto siempre una enorme atracción para los filósofos, de Platón a Nietzsche, de Aristóteles a Mill, de Epicuro a Hume. Y también parece irresistible para la gran masa de gente que no se dedica a la filosofía profesional, a juzgar por los grandes éxitos de ventas que está consiguiendo un enjambre de autoproclamados chamanes, presuntos profetas e irrebatibles cantamañanas que conforman lo que ya se conoce como “la industria de la felicidad”. Pero la ciencia de la felicidad es otra cosa. Lee en Materia las reflexiones de uno de los mejores psicólogos experimentales de nuestro tiempo, el psicólogo de Harvard Dan Gilbert.
Gilbert se basa en lo que se debe basar un pensador moderno: en los datos, los experimentos y las teorías que nos revelan la realidad de nuestra mente. El mundo es como es, no como nos gustaría que fuera, y esto vale tanto para los planetas y los átomos como para la asombrosa sociedad de 200.000 millones de neuronas que llevamos dentro del cráneo. Y los datos dicen que el secreto de la felicidad está en cuatro actividades cotidianas al alcance de cualquier bolsillo: sexo, ejercicio, música y conversación. Y no, leer libros de autoayuda no aparece en la lista. Esas obras solo reportan felicidad –en efectivo— a quienes las escriben.
El ruido que hacen los beocios sobre esta materia ha alcanzado tal nivel de decibelios que mucha gente piensa que la psicología es una pseudociencia. No lo es. La psicología es una parte fundamental de las llamadas ciencias cognitivas, una aleación de neurobiología, genética, biología molecular, física, matemáticas, computación, inteligencia artificial y –sí— psicología experimental que, en nuestros días, supone nuestra mejor esperanza de entender el cerebro humano, el objeto más complejo del que tenemos noticia en el universo.
Lo que ocurre, como siempre, es que hay un montón de gente dispuesta a pervertir la psicología a mayor gloria de su propio bolsillo, y otro montón aún mayor que prefiere creerse sus falacias y patrañas en vez de guiarse por el mejor instrumento de conocimiento que tenemos –y tendremos—, que es la ciencia. Lee lo que dice Gilbert y sé feliz si puedes. Confórmate con la verdad.
http://elpais.com/elpais/2016/07/15/ciencia/1468582643_207029.html
Gilbert se basa en lo que se debe basar un pensador moderno: en los datos, los experimentos y las teorías que nos revelan la realidad de nuestra mente. El mundo es como es, no como nos gustaría que fuera, y esto vale tanto para los planetas y los átomos como para la asombrosa sociedad de 200.000 millones de neuronas que llevamos dentro del cráneo. Y los datos dicen que el secreto de la felicidad está en cuatro actividades cotidianas al alcance de cualquier bolsillo: sexo, ejercicio, música y conversación. Y no, leer libros de autoayuda no aparece en la lista. Esas obras solo reportan felicidad –en efectivo— a quienes las escriben.
El ruido que hacen los beocios sobre esta materia ha alcanzado tal nivel de decibelios que mucha gente piensa que la psicología es una pseudociencia. No lo es. La psicología es una parte fundamental de las llamadas ciencias cognitivas, una aleación de neurobiología, genética, biología molecular, física, matemáticas, computación, inteligencia artificial y –sí— psicología experimental que, en nuestros días, supone nuestra mejor esperanza de entender el cerebro humano, el objeto más complejo del que tenemos noticia en el universo.
Lo que ocurre, como siempre, es que hay un montón de gente dispuesta a pervertir la psicología a mayor gloria de su propio bolsillo, y otro montón aún mayor que prefiere creerse sus falacias y patrañas en vez de guiarse por el mejor instrumento de conocimiento que tenemos –y tendremos—, que es la ciencia. Lee lo que dice Gilbert y sé feliz si puedes. Confórmate con la verdad.
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Debemos aprender de Namibia. Este país de 2,4 millones de personas ha logrado enormes avances en 25 años
Situada entre Angola y Sudáfrica, Namibia sufrió muchísimo durante la larga lucha contra el apartheid. No obstante, desde que logró su independencia de Sudáfrica en el año 1990, este país de 2,4 millones de personas ha logrado enormes avances, especialmente durante el último par de años. Una razón de gran peso para el éxito de Namibia ha sido el enfoque adoptado por el Gobierno sobre la educación. Las personas en los países avanzados consideran la educación primaria y secundaria gratuita como algo normal y corriente, pero en muchos países pobres, la educación secundaria e incluso las escuelas primarias requieren del pago de una matrícula. De hecho, a menudo se recomienda a los Gobiernos que lo hagan como una forma de “recuperar costes”. Pero en Namibia la enseñanza primaria pública es gratuita, y, a partir de este curso escolar, la secundaria también lo es.
El Gobierno de Namibia también está siendo proactivo en otros aspectos importantes. Los esfuerzos de erradicación de la malaria han reducido los casos anuales en un 97% en aproximadamente una década. El coeficiente de Gini de Namibia (la medida estándar de la desigualdad en la distribución del ingreso) ha desafiado la tendencia mundial al alza y se ha reducido en alrededor de 15 puntos desde el año 1993 (sin embargo, se debe puntualizar que este país tenía uno de los niveles más altos de desigualdad en el mundo). La tasa de pobreza ha caído a la mitad, del 69% en 1993 a menos del 30%; además, la pobreza extrema (el número de personas que viven con menos de 1,90 dólares al día) disminuyó en un nivel similar, desde casi el 53% a menos del 23%.
Namibia también tiene la calificación más alta de África según Reporteros Sin Fronteras en lo que se refiere a libertad de prensa, muy por delante de Estados Unidos y otras economías ricas. El país también cuenta con calificaciones entre las más altas de África en el índice de percepción de la corrupción (IPC) que prepara Transparencia Internacional. Y a pesar de que los precios de las materias primas han estado cayendo, ha logrado mantener un fuerte crecimiento del PIB —se estima un 4,5% en el año 2015— tras un crecimiento promedio de casi el 4,2% a partir del año 1991 hasta 2014. Al mismo tiempo, su ratio deuda sobre PIB, que se encuentra en un nivel aproximado del 25%, es menos de un tercio del de Europa o EE UU. Por supuesto, Namibia tiene sus problemas. La tasa de desempleo, al menos cuando se la mide de manera convencional, continúa siendo obstinadamente elevada, ubicándose en casi el 28%. Y, al igual que otros países de la región, se enfrenta a un alto nivel de sida: casi el 17% de la población es seropositiva.
El Banco Mundial clasifica a Namibia como un país de ingreso medio-alto, pero las autoridades insisten en que su país es, en la práctica, un país en desarrollo. Tiene ciertamente algunas de las dificultades que asociamos con las economías menos desarrolladas. Tiene que desarrollar un país extenso y árido con una población pequeña. Esto incluye comunidades aisladas en el desierto compuestas por cazadores-recolectores nómadas, quienes de alguna manera deben integrarse en una sociedad moderna sin perder su identidad. La integración de las personas que hace un cuarto de siglo estaban al margen de la economía mundial sería una tarea enorme para cualquier país. Para Namibia, es aún más difícil: ya que al igual que cualquier otro país del mundo, también se enfrenta a los efectos del cambio climático.
No obstante, Namibia ha tomado estos problemas con criterio, a medida que crea una economía diversificada y una sociedad cohesionada. Sorprendentemente, las facciones políticas rivales de la época de la lucha por la libertad del país se han unido para trabajar por el bien común. De hecho, proporciona atención médica de bajo coste no solo para sus propios ciudadanos, sino también para los de sus vecinos. Entre el 15% y el 20% de las citas médicas en el norte de Namibia las realizan ciudadanos angoleños. El gerente del hotel donde nos alojamos, justo al otro lado de la frontera, envía regularmente un pequeño bote a través de un río infestado de cocodrilos para traer a angoleños que desean comprar provisiones en el hotel o ir al consultorio namibio.
Nadie en Namibia habla de construir un muro entre su país y sus vecinos pobres y corruptos. Por el contrario, los namibios con los que hablamos entienden que no pueden escoger quiénes son sus vecinos, así que lo mejor es trabajar con ellos para compartir los escasos recursos hídricos, cooperar con los esfuerzos regionales de salud, fomentar la inversión y realizar intercambios de estudiantes. Además, el Gobierno sabiamente ha entendido que los recursos naturales abundantes pueden convertirse de manera fácil en una maldición, enriqueciendo a unos pocos a expensas de muchos. Las autoridades saben que a menos que la riqueza natural se invierta en infraestructura y en la capacidad productiva de su población, el agotamiento de los recursos va a empobrecer al país, no enriquecerlo. También saben que sería irresponsable no recolectar y aprovechar para los ciudadanos locales la mayor cantidad posible de los beneficios provenientes de los recursos del país y, por ello, están reconsiderando las leyes de inversión y revisando los contratos mineros, de manera que estos instrumentos garanticen lo antedicho.
La transparencia es crucial en este proceso, por lo que un fuerte apoyo del Gobierno a la libertad de prensa es de suma importancia. Tal como el presidente, Hage Geingob, nos dijo, la prensa suele decir cosas que a él no le gustan. Pero, después de haber luchado por la libertad con la Sudáfrica del apartheid, Geingob señala que Namibia debe defender las libertades que se conquistaron. Además, reconoce cómo la transparencia lo protege de las demandas de favores de grupos corporativos y grupos con otros intereses. No todos los recursos clave son finitos. Algunos, como la pesca, son renovables, y el Gobierno está trabajando muy fuerte para preservar y mejorarlos. Lo más importante, a diferencia de la mayoría de las otras economías dependientes de las materias primas, se ha logrado diversificar la economía hasta el punto de que los servicios representan más del 60% del PIB, con el turismo encabezando la lista. Cada año, más de un millón de turistas extranjeros visitan el país.
Eso no es sorprendente. Es uno de los lugares más bellos del mundo, y su población cultiva su medio ambiente y protege a sus animales. Hace un siglo, los colonizadores —el 1% de la época— disfrutaron de la caza deportiva y diezmaron la población de rinocerontes y elefantes. Ahora los científicos locales traen animales a la Costa de los Esqueletos y a otras partes del país. Irónicamente, parte de la financiación para estas actividades proviene del actual 1%, que realiza donaciones a favor de la causa. Namibia muestra que incluso los países que comienzan con serias desventajas —situaciones extremas de racismo, colonialismo, desigualdad y subdesarrollo— pueden trazar un camino hacia la prosperidad compartida. Sus logros merecen reconocimiento internacional y ser emulados.
http://economia.elpais.com/economia/2016/06/23/actualidad/1466679640_400949.html
El Gobierno de Namibia también está siendo proactivo en otros aspectos importantes. Los esfuerzos de erradicación de la malaria han reducido los casos anuales en un 97% en aproximadamente una década. El coeficiente de Gini de Namibia (la medida estándar de la desigualdad en la distribución del ingreso) ha desafiado la tendencia mundial al alza y se ha reducido en alrededor de 15 puntos desde el año 1993 (sin embargo, se debe puntualizar que este país tenía uno de los niveles más altos de desigualdad en el mundo). La tasa de pobreza ha caído a la mitad, del 69% en 1993 a menos del 30%; además, la pobreza extrema (el número de personas que viven con menos de 1,90 dólares al día) disminuyó en un nivel similar, desde casi el 53% a menos del 23%.
Namibia también tiene la calificación más alta de África según Reporteros Sin Fronteras en lo que se refiere a libertad de prensa, muy por delante de Estados Unidos y otras economías ricas. El país también cuenta con calificaciones entre las más altas de África en el índice de percepción de la corrupción (IPC) que prepara Transparencia Internacional. Y a pesar de que los precios de las materias primas han estado cayendo, ha logrado mantener un fuerte crecimiento del PIB —se estima un 4,5% en el año 2015— tras un crecimiento promedio de casi el 4,2% a partir del año 1991 hasta 2014. Al mismo tiempo, su ratio deuda sobre PIB, que se encuentra en un nivel aproximado del 25%, es menos de un tercio del de Europa o EE UU. Por supuesto, Namibia tiene sus problemas. La tasa de desempleo, al menos cuando se la mide de manera convencional, continúa siendo obstinadamente elevada, ubicándose en casi el 28%. Y, al igual que otros países de la región, se enfrenta a un alto nivel de sida: casi el 17% de la población es seropositiva.
El Banco Mundial clasifica a Namibia como un país de ingreso medio-alto, pero las autoridades insisten en que su país es, en la práctica, un país en desarrollo. Tiene ciertamente algunas de las dificultades que asociamos con las economías menos desarrolladas. Tiene que desarrollar un país extenso y árido con una población pequeña. Esto incluye comunidades aisladas en el desierto compuestas por cazadores-recolectores nómadas, quienes de alguna manera deben integrarse en una sociedad moderna sin perder su identidad. La integración de las personas que hace un cuarto de siglo estaban al margen de la economía mundial sería una tarea enorme para cualquier país. Para Namibia, es aún más difícil: ya que al igual que cualquier otro país del mundo, también se enfrenta a los efectos del cambio climático.
No obstante, Namibia ha tomado estos problemas con criterio, a medida que crea una economía diversificada y una sociedad cohesionada. Sorprendentemente, las facciones políticas rivales de la época de la lucha por la libertad del país se han unido para trabajar por el bien común. De hecho, proporciona atención médica de bajo coste no solo para sus propios ciudadanos, sino también para los de sus vecinos. Entre el 15% y el 20% de las citas médicas en el norte de Namibia las realizan ciudadanos angoleños. El gerente del hotel donde nos alojamos, justo al otro lado de la frontera, envía regularmente un pequeño bote a través de un río infestado de cocodrilos para traer a angoleños que desean comprar provisiones en el hotel o ir al consultorio namibio.
Nadie en Namibia habla de construir un muro entre su país y sus vecinos pobres y corruptos. Por el contrario, los namibios con los que hablamos entienden que no pueden escoger quiénes son sus vecinos, así que lo mejor es trabajar con ellos para compartir los escasos recursos hídricos, cooperar con los esfuerzos regionales de salud, fomentar la inversión y realizar intercambios de estudiantes. Además, el Gobierno sabiamente ha entendido que los recursos naturales abundantes pueden convertirse de manera fácil en una maldición, enriqueciendo a unos pocos a expensas de muchos. Las autoridades saben que a menos que la riqueza natural se invierta en infraestructura y en la capacidad productiva de su población, el agotamiento de los recursos va a empobrecer al país, no enriquecerlo. También saben que sería irresponsable no recolectar y aprovechar para los ciudadanos locales la mayor cantidad posible de los beneficios provenientes de los recursos del país y, por ello, están reconsiderando las leyes de inversión y revisando los contratos mineros, de manera que estos instrumentos garanticen lo antedicho.
La transparencia es crucial en este proceso, por lo que un fuerte apoyo del Gobierno a la libertad de prensa es de suma importancia. Tal como el presidente, Hage Geingob, nos dijo, la prensa suele decir cosas que a él no le gustan. Pero, después de haber luchado por la libertad con la Sudáfrica del apartheid, Geingob señala que Namibia debe defender las libertades que se conquistaron. Además, reconoce cómo la transparencia lo protege de las demandas de favores de grupos corporativos y grupos con otros intereses. No todos los recursos clave son finitos. Algunos, como la pesca, son renovables, y el Gobierno está trabajando muy fuerte para preservar y mejorarlos. Lo más importante, a diferencia de la mayoría de las otras economías dependientes de las materias primas, se ha logrado diversificar la economía hasta el punto de que los servicios representan más del 60% del PIB, con el turismo encabezando la lista. Cada año, más de un millón de turistas extranjeros visitan el país.
Eso no es sorprendente. Es uno de los lugares más bellos del mundo, y su población cultiva su medio ambiente y protege a sus animales. Hace un siglo, los colonizadores —el 1% de la época— disfrutaron de la caza deportiva y diezmaron la población de rinocerontes y elefantes. Ahora los científicos locales traen animales a la Costa de los Esqueletos y a otras partes del país. Irónicamente, parte de la financiación para estas actividades proviene del actual 1%, que realiza donaciones a favor de la causa. Namibia muestra que incluso los países que comienzan con serias desventajas —situaciones extremas de racismo, colonialismo, desigualdad y subdesarrollo— pueden trazar un camino hacia la prosperidad compartida. Sus logros merecen reconocimiento internacional y ser emulados.
http://economia.elpais.com/economia/2016/06/23/actualidad/1466679640_400949.html
sábado, 16 de julio de 2016
La revolución de las hijas del burdel. Adolescentes de Kamathipura, un slum que hacina a 7.000 prostitutas, han creado un proyecto para educar mediante arte, meditación o viajes.
Son mujeres y empoderadas. Son jóvenes y expertas. Fueron maltratadas y son valientes. Fueron esclavas y son independientes. Fueron abusadas y son fuertes. Son artistas, profesoras, periodistas, oradoras, trabajadoras sociales, estudiantes... Son hijas de las prostitutas de uno de los barrios rojos más grandes del mundo, pero no reniegan de su pasado. Fueron víctimas y son agentes del cambio. Un grupo de adolescentes decididas a revolucionar conceptos antagónicos en la sociedad india.
“Muchos abusaron de mi cuando aun era una niña. Aunque recuerdo vívidamente cómo, a los nueve años, uno de los clientes del burdel me sentó en su regazo e introdujo su dedos en mi vagina...”, cuenta Shweta Katti, de 21 años. En perfecto inglés y sin titubeos, relata la pérdida de la inocencia, la humillación, el dolor y la culpa. Pero es un discurso articulado con seguridad serena. “No odio a los hombres. No todos son iguales”. Su firmeza se ampara en un alegato desprovisto de dudas que sólo el insondable ejercicio de la memoria ha transformado en constructivo. Palabras que han servido más como bálsamo ajeno que como martirio propio. Tras el tormento y la piedad, Shweta estudia psicología para ayudar a otras niñas que han sido violadas. “Las mujeres de Kamathipura [el barrio rojo de Mumbai] piensan que no pueden soñar a lo grande y eso les impide alcanzar sus metas”. Masticada y paladeada por ella misma, su historia es ejemplo de superación para muchas audiencias y le ha valido el reconocimiento internacional de 25 menores de 25, mujeres jóvenes ejemplares, junto a otras como la activista y Premo Nobel de la Paz paquistaní Malala Yousafzai.
Pero las listas siempre se quedan cortas. Porque Shweta no es la única. Otras 15 hijas de prostitutas forman Kranti —revolución en hindi—, un organización creada en 2010 por adolescentes del segundo burdel más grande del mundo. Nominado al Premio Profesor Global (2016) —conocido como el nobel de enseñanza—, las chicas, de 12 a 21, años no quieren ser beneficiarias de proyectos de desarrollo, sino agentes del desarrollo mismo. La integran Nilofar, de 22 años, que trabaja como profesora y quiere estudiar turismo para dedicarse a la hostelería. Farah, de 21, que será periodista una vez termine sus prácticas de verano en la BBC de Mumbai. O Kavita, Ashini y Shradda; de 21, 18 y 16, que organizan talleres semanales de pintura, escultura y teatro para niños con cáncer en el hospital del centro de la ciudad. Cada una con sus sueños personales, pero todas unidas por un pasado del que no escapan. Sólo huyen de la condescendencia. “Kamathipura es el barrio en que nací. Puede que la gente tenga pena de nosotras. Pero ese pasado no nos debilita, sino que nos hace más fuertes”, dice Shradda, apenas quinceañera, mientras termina de retocarse ante el espejo. Éste devuelve una sonrisa afable acompañada del aplomo de sus ojos; bisoños pero curtidos en certezas que explican más que las palabras.
Infancia en el slum de la prostitución
Shaddra y el resto de integrantes de Kantri vivieron su niñez y adolescencia atrapadas en el sistema de esclavitud que rige Kamathipura. Alrededor de 200 euros se paga por el tráfico y venta de una mujer en al barrio rojo de Mumbai, estima la ONG local Prerana Anti-Trafficking . Algo más de 15 euros vale pasar una hora con una menor. Y no más de 1.200 euros cuesta comprar una niña en el burdel más antiguo de India. Instaurado por los colonos británicos hace dos siglos, hoy en día las calles este slum se confunden con el glamour de los rascacielos de la megalópolis india. Abigarradas y promiscuas, sus calles esconden alrededor de 7.000 trabajadoras sexuales plegadas a sistema de karza —deudas de vida— inexistentes e infladas por las redes de tráfico humano. Aunque las autoridades locales sostienen que número de prostitutas se redujo de 50.000 en 1992 a 2.000 en 2009, ONGs como Prerana Ati-Trafficking Centre sostienen que el tráfico de mujeres aumenta en el burdel y que esas cifras se quedan cortas. Se estima que unos 10.000 menores viven en sus calles.
Explotación sexual e infantil; las peores formas de esclavitud moderna se concentran en las 14 calles de Kamathipura, colmadas de enjambres de criaturas entre el olor a falta de intimidad y pobreza suburbial. Según el extenso informe de 2016 sobre el Índice de Esclavitud Moderna, de finales de mayo, India concentra la mayor población de esclavos modernos: 18 millones de personas presas de trabajos forzados, explotación infantil y prostitución.
“Mi abuela vivía en Karnataka [estado indio al sur de Mumbai] y era bailarina. La llevaron a trabajar a Kamathipura cuando era menor. Ella no sabía que era un burdel. Luego llegaron las adicciones y demás.”, explica Sheetal Jain, de 21 años. Tres generaciones de mujeres de su familia sobrevivieron en el slum de la prostitución. Bajo la promesa de trabajo y arrancadas a edades prematuras de otros estados indios o países vecinos como Nepal y Bangladesh, las esclavas sexuales son encarceladas y prostituidas por los dalals —proxenetas— hasta que alcanzan edades superiores a los 25 años. Entonces, el sistema adhiya —ingresos compartidos— las fuerza a ceder parte de sus ganancias en conceptos de alquiler y seguridad; reduciendo sus ya pingües ganancias al 40%.
Los intentos de acabar con el tráfico humano son frenados por la contradicción de leyes nacionales y estatales, como la sección 8 de la Immoral Trafficking Prevention Act, (Acta de prevención del tráfico inmoral) que criminaliza a la mujer por ofrecer sus servicios. Las lagunas legales y la impunidad se unen a la corrupción de la policía local, que filtra información a las mafias antes de que las unidades anti-tráfico ordenen las redadas. Numerosas organizaciones no gubernamentales intentan mitigar los estragos de la esclavitud sexual en Kamathipura. Bien colaborando con la policía en denuncias y arrestos. Bien ofreciendo alternativas de trabajo a las prostitutas, o refugio y educación a los menores que viven en el burdel.
“Las ONGs de Kamathipura imparten educación formal a los niños, pero los sobreprotegen”, critica la propia Sheetal, que pasó por cuatro organizaciones diferentes. “Mientras, a las mujeres sólo les enseñan empleos tradicionales como costura y punto... Así hasta que alcanzan la edad del matrimonio, en la adolescencia”.
Aceptar el pasado para revolucionar el presente
“En Kranti nos enseñan a explorar nuestras pasiones mediante las artes plásticas o la meditación. Eso nos motiva a soñar lo que queremos hacer con nuestras vidas, como el resto del mundo. Sin condicionarnos por nuestro por nuestro pasado”, concluye Sheetal. Ella nunca consiguió integrarse en escuelas y casas de acogida, su único interés era la música y pensaba que nunca acabaría la educación obligatoria. Pero el sistema de Kranti le ofreció otras alternativas; terminó sus estudios y ahora imparte talleres de percusión y cuentacuentos en las que explica su historia de lucha personal para ayudar a los alumnos.
Danza, música, teatro, meditación o talleres sobre justicia social son parte integral de las actividades de Kranti. Las adolescentes de Kamathipura también participan en voluntariados y han viajado a Nepal, Buthan o Estados Unidos como parte de su formación. “No sólo les ayuda a compartir sus historias alrededor del mundo, sino que encuentran formas de relacionarse con gentes de otros países y culturas que viven situaciones similares”, explica Robin Chaurasiya, precursora de la iniciativa y encargada de buscar los fondos para la formación de las revolucionarias; como se autodenominan. Estadounidense de 30 años con orígenes indios, Robin llegó a Mumbai después de ser expulsada de las fuerzas aéreas americanas por su condición sexual, y en Kamathipura entrenó a su agitador ejército de adolescentes: “Con terapia y educación, han aprendido a no avergonzarse de su pasado, que no debe limitar su futuro. Ahora se sienten orgullosas de sus orígenes en Kamathipura, porque eso les ha convertido en las mujeres que son”.
Amrin Shaikh, de 15 años, mueve las manos con vehemencia. “La gente me rechazaba por mi origen y condición. Ahora lucho por mis derechos y respondo a los que piensan que soy tonta”, traduce su hermana Nilofar, que también ha aprendido lenguaje de signos gracias a Kranti. Alumna con las mejores calificaciones de su promoción, Amrin es sordomuda pero elocuente; y lo demuestra preguntando una y otra vez si se ha hecho entender.
La misma confianza que desprenden el resto de hijas de Kamathipura. Sólo empañada por el recuerdo de sus madres, algunas de las cuales ya murieron en el slum de la prostitución. Una vacilación que dura apenas segundos. Sheetal insiste en una idea, repiqueteando como sus dedos sobre la piel de tambores y djembés: “Estamos muy orgullosas de nuestras madres. Somos fuertes gracias a ellas y a lo que vivimos juntas”, ni un ápice de paternalismo: “Entendimos que lo hicieron por nosotras y aquí hemos aprendido a perdonar”.
http://elpais.com/elpais/2016/06/24/planeta_futuro/1466769362_575564.html
“Muchos abusaron de mi cuando aun era una niña. Aunque recuerdo vívidamente cómo, a los nueve años, uno de los clientes del burdel me sentó en su regazo e introdujo su dedos en mi vagina...”, cuenta Shweta Katti, de 21 años. En perfecto inglés y sin titubeos, relata la pérdida de la inocencia, la humillación, el dolor y la culpa. Pero es un discurso articulado con seguridad serena. “No odio a los hombres. No todos son iguales”. Su firmeza se ampara en un alegato desprovisto de dudas que sólo el insondable ejercicio de la memoria ha transformado en constructivo. Palabras que han servido más como bálsamo ajeno que como martirio propio. Tras el tormento y la piedad, Shweta estudia psicología para ayudar a otras niñas que han sido violadas. “Las mujeres de Kamathipura [el barrio rojo de Mumbai] piensan que no pueden soñar a lo grande y eso les impide alcanzar sus metas”. Masticada y paladeada por ella misma, su historia es ejemplo de superación para muchas audiencias y le ha valido el reconocimiento internacional de 25 menores de 25, mujeres jóvenes ejemplares, junto a otras como la activista y Premo Nobel de la Paz paquistaní Malala Yousafzai.
Pero las listas siempre se quedan cortas. Porque Shweta no es la única. Otras 15 hijas de prostitutas forman Kranti —revolución en hindi—, un organización creada en 2010 por adolescentes del segundo burdel más grande del mundo. Nominado al Premio Profesor Global (2016) —conocido como el nobel de enseñanza—, las chicas, de 12 a 21, años no quieren ser beneficiarias de proyectos de desarrollo, sino agentes del desarrollo mismo. La integran Nilofar, de 22 años, que trabaja como profesora y quiere estudiar turismo para dedicarse a la hostelería. Farah, de 21, que será periodista una vez termine sus prácticas de verano en la BBC de Mumbai. O Kavita, Ashini y Shradda; de 21, 18 y 16, que organizan talleres semanales de pintura, escultura y teatro para niños con cáncer en el hospital del centro de la ciudad. Cada una con sus sueños personales, pero todas unidas por un pasado del que no escapan. Sólo huyen de la condescendencia. “Kamathipura es el barrio en que nací. Puede que la gente tenga pena de nosotras. Pero ese pasado no nos debilita, sino que nos hace más fuertes”, dice Shradda, apenas quinceañera, mientras termina de retocarse ante el espejo. Éste devuelve una sonrisa afable acompañada del aplomo de sus ojos; bisoños pero curtidos en certezas que explican más que las palabras.
Infancia en el slum de la prostitución
Shaddra y el resto de integrantes de Kantri vivieron su niñez y adolescencia atrapadas en el sistema de esclavitud que rige Kamathipura. Alrededor de 200 euros se paga por el tráfico y venta de una mujer en al barrio rojo de Mumbai, estima la ONG local Prerana Anti-Trafficking . Algo más de 15 euros vale pasar una hora con una menor. Y no más de 1.200 euros cuesta comprar una niña en el burdel más antiguo de India. Instaurado por los colonos británicos hace dos siglos, hoy en día las calles este slum se confunden con el glamour de los rascacielos de la megalópolis india. Abigarradas y promiscuas, sus calles esconden alrededor de 7.000 trabajadoras sexuales plegadas a sistema de karza —deudas de vida— inexistentes e infladas por las redes de tráfico humano. Aunque las autoridades locales sostienen que número de prostitutas se redujo de 50.000 en 1992 a 2.000 en 2009, ONGs como Prerana Ati-Trafficking Centre sostienen que el tráfico de mujeres aumenta en el burdel y que esas cifras se quedan cortas. Se estima que unos 10.000 menores viven en sus calles.
Explotación sexual e infantil; las peores formas de esclavitud moderna se concentran en las 14 calles de Kamathipura, colmadas de enjambres de criaturas entre el olor a falta de intimidad y pobreza suburbial. Según el extenso informe de 2016 sobre el Índice de Esclavitud Moderna, de finales de mayo, India concentra la mayor población de esclavos modernos: 18 millones de personas presas de trabajos forzados, explotación infantil y prostitución.
“Mi abuela vivía en Karnataka [estado indio al sur de Mumbai] y era bailarina. La llevaron a trabajar a Kamathipura cuando era menor. Ella no sabía que era un burdel. Luego llegaron las adicciones y demás.”, explica Sheetal Jain, de 21 años. Tres generaciones de mujeres de su familia sobrevivieron en el slum de la prostitución. Bajo la promesa de trabajo y arrancadas a edades prematuras de otros estados indios o países vecinos como Nepal y Bangladesh, las esclavas sexuales son encarceladas y prostituidas por los dalals —proxenetas— hasta que alcanzan edades superiores a los 25 años. Entonces, el sistema adhiya —ingresos compartidos— las fuerza a ceder parte de sus ganancias en conceptos de alquiler y seguridad; reduciendo sus ya pingües ganancias al 40%.
Los intentos de acabar con el tráfico humano son frenados por la contradicción de leyes nacionales y estatales, como la sección 8 de la Immoral Trafficking Prevention Act, (Acta de prevención del tráfico inmoral) que criminaliza a la mujer por ofrecer sus servicios. Las lagunas legales y la impunidad se unen a la corrupción de la policía local, que filtra información a las mafias antes de que las unidades anti-tráfico ordenen las redadas. Numerosas organizaciones no gubernamentales intentan mitigar los estragos de la esclavitud sexual en Kamathipura. Bien colaborando con la policía en denuncias y arrestos. Bien ofreciendo alternativas de trabajo a las prostitutas, o refugio y educación a los menores que viven en el burdel.
“Las ONGs de Kamathipura imparten educación formal a los niños, pero los sobreprotegen”, critica la propia Sheetal, que pasó por cuatro organizaciones diferentes. “Mientras, a las mujeres sólo les enseñan empleos tradicionales como costura y punto... Así hasta que alcanzan la edad del matrimonio, en la adolescencia”.
Aceptar el pasado para revolucionar el presente
“En Kranti nos enseñan a explorar nuestras pasiones mediante las artes plásticas o la meditación. Eso nos motiva a soñar lo que queremos hacer con nuestras vidas, como el resto del mundo. Sin condicionarnos por nuestro por nuestro pasado”, concluye Sheetal. Ella nunca consiguió integrarse en escuelas y casas de acogida, su único interés era la música y pensaba que nunca acabaría la educación obligatoria. Pero el sistema de Kranti le ofreció otras alternativas; terminó sus estudios y ahora imparte talleres de percusión y cuentacuentos en las que explica su historia de lucha personal para ayudar a los alumnos.
Danza, música, teatro, meditación o talleres sobre justicia social son parte integral de las actividades de Kranti. Las adolescentes de Kamathipura también participan en voluntariados y han viajado a Nepal, Buthan o Estados Unidos como parte de su formación. “No sólo les ayuda a compartir sus historias alrededor del mundo, sino que encuentran formas de relacionarse con gentes de otros países y culturas que viven situaciones similares”, explica Robin Chaurasiya, precursora de la iniciativa y encargada de buscar los fondos para la formación de las revolucionarias; como se autodenominan. Estadounidense de 30 años con orígenes indios, Robin llegó a Mumbai después de ser expulsada de las fuerzas aéreas americanas por su condición sexual, y en Kamathipura entrenó a su agitador ejército de adolescentes: “Con terapia y educación, han aprendido a no avergonzarse de su pasado, que no debe limitar su futuro. Ahora se sienten orgullosas de sus orígenes en Kamathipura, porque eso les ha convertido en las mujeres que son”.
Amrin Shaikh, de 15 años, mueve las manos con vehemencia. “La gente me rechazaba por mi origen y condición. Ahora lucho por mis derechos y respondo a los que piensan que soy tonta”, traduce su hermana Nilofar, que también ha aprendido lenguaje de signos gracias a Kranti. Alumna con las mejores calificaciones de su promoción, Amrin es sordomuda pero elocuente; y lo demuestra preguntando una y otra vez si se ha hecho entender.
La misma confianza que desprenden el resto de hijas de Kamathipura. Sólo empañada por el recuerdo de sus madres, algunas de las cuales ya murieron en el slum de la prostitución. Una vacilación que dura apenas segundos. Sheetal insiste en una idea, repiqueteando como sus dedos sobre la piel de tambores y djembés: “Estamos muy orgullosas de nuestras madres. Somos fuertes gracias a ellas y a lo que vivimos juntas”, ni un ápice de paternalismo: “Entendimos que lo hicieron por nosotras y aquí hemos aprendido a perdonar”.
http://elpais.com/elpais/2016/06/24/planeta_futuro/1466769362_575564.html
viernes, 15 de julio de 2016
PSICOLOGÍA. La huella de la palabra
Distintos estudios apuntan a que eternos rivales como la terapia psicológica y los tratamientos farmacológicos podrían ser grandes aliados a la hora de propiciar cambios positivos en el cerebro.
LA PALABRA es el lenguaje del cerebro, es lógico pensar que, a fuerza de repetirla, acabe dejando una impronta. Estudios de neuroimagen demuestran que así es.
El cerebro es un órgano vivo que sufre cambios constantes: se transforma en función de lo que vemos, oímos, hacemos y decimos, y gracias a la neuroplasticidad, activa durante toda la vida, se sigue modificando hasta la muerte.
Los hallazgos a nivel molecular en este campo hicieron a Eric Kandel merecedor del Premio Nobel de Fisiología o Medicina en el año 2000. Sus descubrimientos se han ido comprobando mediante neuroimagen y siguen siendo objeto de estudio.
El cerebro funciona como un gran bloque interconectado. En él hay distintas regiones especializadas encargadas de decodificar información, almacenar recuerdos, regular emociones, decidir si una conducta es pertinente ante una situación determinada, qué estímulos de nuestro entorno son más o menos relevantes y, por tanto, merecen una mayor o menor atención, etcétera. La actividad cerebral es incesante: en función del momento, unas regiones están más activas que otras, optimizando así su funcionamiento y rendimiento energético. En algunos casos, determinadas regiones están activas cuando en condiciones normales deberían permanecer en reposo, por eso hablamos de enfermedad: funcionan mal.
Observemos la región conocida como cerebro emocional: el sistema límbico. En él conviven una estructura llamada amígdala, implicada en el procesamiento de emociones como el miedo, que se activa en situaciones de peligro; el hipocampo, órgano fundamental de la memoria, y áreas de gran especialización como, por ejemplo, la encargada del recuerdo de las vivencias traumáticas. En personas con fobias –miedo irracional ante un estímulo normalmente inocuo– observamos una hiperactividad del sistema límbico en general y en particular a nivel de la amígdala y el hipocampo. Ante estímulos que no suponen un peligro real, estas zonas deberían estar en reposo.
Diferentes técnicas de neuroimagen funcional han permitido estudiar la incidencia de la psicoterapia sobre el funcionamiento del cerebro en enfermedades mentales como la fobia, observándose una normalización de su funcionamiento tras un tratamiento adecuado. Los estudios han encontrado que la psicoterapia también provoca cambios a nivel de la corteza prefrontal o el cerebro lógico, que es la región responsable del pensamiento racional y otras funciones mentales superiores propias del ser humano. Se ha concluido además que a los cambios funcionales les siguen otros en la estructura cerebral, más estables a largo plazo, tras la aplicación de la psicoterapia. Curiosamente, se han detectado patrones similares con la psicoterapia y con los tratamientos farmacológicos, lo que sugiere que psicoterapia y medicamentos podrían funcionar de forma paralela.
Tradicionalmente hemos asistido al enfrentamiento de dos corrientes: las “biologicistas”, que centran sus conocimientos, las bases de la enfermedad mental y, en consecuencia, su solución en los procesos bioquímicos cerebrales, y las “psicologicistas”, que plantean que tanto el origen como la solución se encuentran en el ambiente. Sin embargo, esta tradicional rivalidad va perdiendo fuelle porque, según varios estudios, las intervenciones psicoterapéuticas también son biológicas, pues producen cambios a nivel bioquímico similares a los que producen los fármacos.
El poder del silencio
PSICOLOGIA El secreto del éxito del psicoanálisis está en el silencio del psicoanalista: es el paciente quien tiene que profundizar en su cerebro hasta extraer las conclusiones necesarias con ayuda del tiempo y de la pericia directiva del analista.
Diferentes técnicas psicoterapéuticas, como la terapia de orientación psicodinámica (el psicoanálisis) o la cognitivo-conductual, demuestran tener un impacto claro sobre el funcionamiento cerebral.
La fuerza de la repetición es la responsable de que funcione la terapia cognitivo-conductual, de ahí los famosos “deberes” que el terapeuta manda semana tras semana hasta conseguir una nueva huella cerebral.
http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/psicologia-cerebral/?por=friso
LA PALABRA es el lenguaje del cerebro, es lógico pensar que, a fuerza de repetirla, acabe dejando una impronta. Estudios de neuroimagen demuestran que así es.
El cerebro es un órgano vivo que sufre cambios constantes: se transforma en función de lo que vemos, oímos, hacemos y decimos, y gracias a la neuroplasticidad, activa durante toda la vida, se sigue modificando hasta la muerte.
Los hallazgos a nivel molecular en este campo hicieron a Eric Kandel merecedor del Premio Nobel de Fisiología o Medicina en el año 2000. Sus descubrimientos se han ido comprobando mediante neuroimagen y siguen siendo objeto de estudio.
El cerebro funciona como un gran bloque interconectado. En él hay distintas regiones especializadas encargadas de decodificar información, almacenar recuerdos, regular emociones, decidir si una conducta es pertinente ante una situación determinada, qué estímulos de nuestro entorno son más o menos relevantes y, por tanto, merecen una mayor o menor atención, etcétera. La actividad cerebral es incesante: en función del momento, unas regiones están más activas que otras, optimizando así su funcionamiento y rendimiento energético. En algunos casos, determinadas regiones están activas cuando en condiciones normales deberían permanecer en reposo, por eso hablamos de enfermedad: funcionan mal.
Observemos la región conocida como cerebro emocional: el sistema límbico. En él conviven una estructura llamada amígdala, implicada en el procesamiento de emociones como el miedo, que se activa en situaciones de peligro; el hipocampo, órgano fundamental de la memoria, y áreas de gran especialización como, por ejemplo, la encargada del recuerdo de las vivencias traumáticas. En personas con fobias –miedo irracional ante un estímulo normalmente inocuo– observamos una hiperactividad del sistema límbico en general y en particular a nivel de la amígdala y el hipocampo. Ante estímulos que no suponen un peligro real, estas zonas deberían estar en reposo.
Diferentes técnicas de neuroimagen funcional han permitido estudiar la incidencia de la psicoterapia sobre el funcionamiento del cerebro en enfermedades mentales como la fobia, observándose una normalización de su funcionamiento tras un tratamiento adecuado. Los estudios han encontrado que la psicoterapia también provoca cambios a nivel de la corteza prefrontal o el cerebro lógico, que es la región responsable del pensamiento racional y otras funciones mentales superiores propias del ser humano. Se ha concluido además que a los cambios funcionales les siguen otros en la estructura cerebral, más estables a largo plazo, tras la aplicación de la psicoterapia. Curiosamente, se han detectado patrones similares con la psicoterapia y con los tratamientos farmacológicos, lo que sugiere que psicoterapia y medicamentos podrían funcionar de forma paralela.
Tradicionalmente hemos asistido al enfrentamiento de dos corrientes: las “biologicistas”, que centran sus conocimientos, las bases de la enfermedad mental y, en consecuencia, su solución en los procesos bioquímicos cerebrales, y las “psicologicistas”, que plantean que tanto el origen como la solución se encuentran en el ambiente. Sin embargo, esta tradicional rivalidad va perdiendo fuelle porque, según varios estudios, las intervenciones psicoterapéuticas también son biológicas, pues producen cambios a nivel bioquímico similares a los que producen los fármacos.
El poder del silencio
PSICOLOGIA El secreto del éxito del psicoanálisis está en el silencio del psicoanalista: es el paciente quien tiene que profundizar en su cerebro hasta extraer las conclusiones necesarias con ayuda del tiempo y de la pericia directiva del analista.
Diferentes técnicas psicoterapéuticas, como la terapia de orientación psicodinámica (el psicoanálisis) o la cognitivo-conductual, demuestran tener un impacto claro sobre el funcionamiento cerebral.
La fuerza de la repetición es la responsable de que funcione la terapia cognitivo-conductual, de ahí los famosos “deberes” que el terapeuta manda semana tras semana hasta conseguir una nueva huella cerebral.
http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/psicologia-cerebral/?por=friso
Autopsia o venganza. Investigaciones como el ‘informe Chilcot’ son impensables en nuestro país
Una democracia sana necesita autopsias. Disecciones profundas, con acceso a todo tipo de documentos y testigos de las acciones políticas más relevantes. Pero investigaciones como el informe Chilcot, solicitado por Gordon Brown sobre la participación británica en la guerra de Irak, son imposibles en nuestro país.
Primero, los españoles anteponemos la lealtad partidista a la lealtad a la comunidad. Es inaudito que un presidente español pida a una autoridad prestigiosa que examine la labor de un Gobierno de su propio partido. Auditaremos todo lo que haga falta de los adversarios políticos. Ya sea deuda ilegítima o facturas en los cajones. Pero no cuestionaremos a los nuestros.
Segundo, los españoles no analizamos las decisiones, sino que juzgamos a los decisores. La comisión Chilcot evaluó la política británica antes, durante y tras la invasión de Irak. El objetivo era evitar que los desastres encadenados en la política exterior británica que llevaron a la guerra de Irak se vuelvan a repetir. Aprender de los errores. Ciertamente, se nombra a los responsables de actuaciones concretas, como Blair. Pero la meta de estos informes no es juzgar a un primer ministro del pasado, sino mejorar los protocolos de actuación que ayuden a tomar mejores decisiones a los primeros ministros del futuro.
En España es difícil que invirtamos tiempo y recursos en desentrañar el fondo de decisiones políticas complejas. Cuando estamos descontentos, nosotros vamos directos al juzgado alegando crímenes contra la humanidad o contra la Constitución. Denunciamos a los políticos frente a unos tribunales que no tienen ni los medios ni el mandato para ofrecer una fotografía completa del problema.
Para resolver cualquier fallo colectivo, necesitamos detectar las instituciones, y no sólo las personas jurídicas, responsables. Los agujeros negros, en política exterior o en corrupción interior, son el resultado de procesos llenos de detalles. De pequeñas decisiones, algunas justificables y otras no. Pero es más cómodo señalar con el dedo a alguien.
Queremos venganza, no aprender. Como Bush en 2003.
Primero, los españoles anteponemos la lealtad partidista a la lealtad a la comunidad. Es inaudito que un presidente español pida a una autoridad prestigiosa que examine la labor de un Gobierno de su propio partido. Auditaremos todo lo que haga falta de los adversarios políticos. Ya sea deuda ilegítima o facturas en los cajones. Pero no cuestionaremos a los nuestros.
Segundo, los españoles no analizamos las decisiones, sino que juzgamos a los decisores. La comisión Chilcot evaluó la política británica antes, durante y tras la invasión de Irak. El objetivo era evitar que los desastres encadenados en la política exterior británica que llevaron a la guerra de Irak se vuelvan a repetir. Aprender de los errores. Ciertamente, se nombra a los responsables de actuaciones concretas, como Blair. Pero la meta de estos informes no es juzgar a un primer ministro del pasado, sino mejorar los protocolos de actuación que ayuden a tomar mejores decisiones a los primeros ministros del futuro.
En España es difícil que invirtamos tiempo y recursos en desentrañar el fondo de decisiones políticas complejas. Cuando estamos descontentos, nosotros vamos directos al juzgado alegando crímenes contra la humanidad o contra la Constitución. Denunciamos a los políticos frente a unos tribunales que no tienen ni los medios ni el mandato para ofrecer una fotografía completa del problema.
Para resolver cualquier fallo colectivo, necesitamos detectar las instituciones, y no sólo las personas jurídicas, responsables. Los agujeros negros, en política exterior o en corrupción interior, son el resultado de procesos llenos de detalles. De pequeñas decisiones, algunas justificables y otras no. Pero es más cómodo señalar con el dedo a alguien.
Queremos venganza, no aprender. Como Bush en 2003.
Fallece Juan Peña “El Lebrijano”
Considerado como uno de los grandes Maestros de la escena flamenca, defensor de lo jondo pero innovador al mismo tiempo, se encontraba trabajando en “De Sevilla a Cádiz (1969-2016)”, un espectáculo donde dirigía al también lebrijano José Valencia, y que se convertirá, durante la XIX edición de la Bienal, en un cálido homenaje a su figura.
Juan Peña “El Lebrijano” ha fallecido en la madrugada del miércoles, a los 75 años de edad, en su casa sevillana de la Plaza de San Julián. Se trata de una gran pérdida para la familia flamenca, en particular, y para el arte universal, en general. No en vano, de él dijo Gabriel García Márquez que, “cuando El Lebrijano canta, se moja el agua”.
Juan Peña Fernández nace en Lebrija (Sevilla) en 1941, en el seno de una familia gitana y flamenca, gracias a la cual se han escrito fundamentales páginas en la historia del arte jondo, con figuras como Perrata y Perrate, Fernanda y Bernarda de Utrera, Bambino, Turronero, Gaspar de Utrera, Miguel Funi, Diego del Gastor, Pedro Peña, Pedro Bacán o Dorantes, entre otras. Curiosamente, “El Lebrijano”, como ha sido conocido para el arte, comienza su andadura profesional tocando la guitarra en un espectáculo de La Paquera de Jerez, aunque pronto el cante se convertirá en su santo y seña, y al que se entregaría por completo. Tras ganar experiencia en tablaos, recorrerá medio mundo con compañías como las de Antonio Gades o Manuela Vargas, antes de decidirse a labrar su leyenda en solitario.
Entre sus trabajos más laureados se encuentran obras como “De Sevilla a Cádiz” (1969); homenaje a la ruta del cante grande; “La palabra de Dios a un gitano” (1972), donde acerca por primera vez el mundo sinfónico y voces corales al flamenco; “Persecución” (1976), un hito musical, social y una defensa al pueblo gitano; o “Ven y Sígueme” (1982), donde colabora con Rocío Jurado y Manolo Sanlúcar. El Lebrijano fue, de hecho, un precursor en hacer discos flamencos temáticos, y uno de sus hallazgos claves fue el de encontrar la conexión entre dos culturas primas hermanas, la andaluza y la árabe, con álbumes ya clásicos como “Encuentros” (1985), con la Orquesta Andalusí de Tánger, “Casablanca” (1998), con la Orquesta Arábigo Andaluza, o “Puertas Abiertas” (2005), junto al violinista Faiçal Kourrich. Otra obra fundamental en su carrera es “Lagrimas de Cera” (1999), donde aporta su particular visión a la Semana Santa andaluza.
A lo largo de su carrera, El Lebrijano ha recibido muchos premios y distinciones, como la Medalla de Andalucía otorgada por el gobierno andaluz en 1986, la Medalla del Trabajo otorgada por el gobierno de España en 1999, el Premio 8 de Abril en la Categoría de Música, concedido en 2010 por el Instituto de Cultura Gitana, o el Giraldillo Ciudad de Sevilla en 2014, concedido por la Bienal de Flamenco tras clausurar su XVIII edición con el espectáculo “El cante se escribe con L”. De hecho, el cantaor protagonizó la Gala de los Giraldillos que acogió el Teatro Lope de Vega en 2015 durante el ciclo “Septiembre es Flamenco”, y también la “Gala Bienal de Sevilla” que llenó el teatro londinense Sadler’s Wells dentro de la programación del Flamenco Festival London 2016, junto al Ballet Flamenco de Andalucía, Farruquito o Manuel Valencia.
Juan Peña “El Lebrijano” se encontraba dirigiendo un nuevo espectáculo para la Bienal, “De Sevilla a Cádiz (1969-2016)”, basado en su mítico disco y protagonizado por José Valencia, también cantaor y también lebrijano, con la colaboración de Pastora Galván al baile. Dicho espectáculo se convertirá, el 18 de septiembre en el Teatro Lope de Vega, durante la programación oficial de la XIX edición de la Bienal de Flamenco, en un cálido homenaje a su figura, como gran artista y como persona querida por toda la escena jonda.
http://www.labienal.com/fallece-juan-pena-el-lebrijano/
Juan Peña “El Lebrijano” ha fallecido en la madrugada del miércoles, a los 75 años de edad, en su casa sevillana de la Plaza de San Julián. Se trata de una gran pérdida para la familia flamenca, en particular, y para el arte universal, en general. No en vano, de él dijo Gabriel García Márquez que, “cuando El Lebrijano canta, se moja el agua”.
Juan Peña Fernández nace en Lebrija (Sevilla) en 1941, en el seno de una familia gitana y flamenca, gracias a la cual se han escrito fundamentales páginas en la historia del arte jondo, con figuras como Perrata y Perrate, Fernanda y Bernarda de Utrera, Bambino, Turronero, Gaspar de Utrera, Miguel Funi, Diego del Gastor, Pedro Peña, Pedro Bacán o Dorantes, entre otras. Curiosamente, “El Lebrijano”, como ha sido conocido para el arte, comienza su andadura profesional tocando la guitarra en un espectáculo de La Paquera de Jerez, aunque pronto el cante se convertirá en su santo y seña, y al que se entregaría por completo. Tras ganar experiencia en tablaos, recorrerá medio mundo con compañías como las de Antonio Gades o Manuela Vargas, antes de decidirse a labrar su leyenda en solitario.
Entre sus trabajos más laureados se encuentran obras como “De Sevilla a Cádiz” (1969); homenaje a la ruta del cante grande; “La palabra de Dios a un gitano” (1972), donde acerca por primera vez el mundo sinfónico y voces corales al flamenco; “Persecución” (1976), un hito musical, social y una defensa al pueblo gitano; o “Ven y Sígueme” (1982), donde colabora con Rocío Jurado y Manolo Sanlúcar. El Lebrijano fue, de hecho, un precursor en hacer discos flamencos temáticos, y uno de sus hallazgos claves fue el de encontrar la conexión entre dos culturas primas hermanas, la andaluza y la árabe, con álbumes ya clásicos como “Encuentros” (1985), con la Orquesta Andalusí de Tánger, “Casablanca” (1998), con la Orquesta Arábigo Andaluza, o “Puertas Abiertas” (2005), junto al violinista Faiçal Kourrich. Otra obra fundamental en su carrera es “Lagrimas de Cera” (1999), donde aporta su particular visión a la Semana Santa andaluza.
A lo largo de su carrera, El Lebrijano ha recibido muchos premios y distinciones, como la Medalla de Andalucía otorgada por el gobierno andaluz en 1986, la Medalla del Trabajo otorgada por el gobierno de España en 1999, el Premio 8 de Abril en la Categoría de Música, concedido en 2010 por el Instituto de Cultura Gitana, o el Giraldillo Ciudad de Sevilla en 2014, concedido por la Bienal de Flamenco tras clausurar su XVIII edición con el espectáculo “El cante se escribe con L”. De hecho, el cantaor protagonizó la Gala de los Giraldillos que acogió el Teatro Lope de Vega en 2015 durante el ciclo “Septiembre es Flamenco”, y también la “Gala Bienal de Sevilla” que llenó el teatro londinense Sadler’s Wells dentro de la programación del Flamenco Festival London 2016, junto al Ballet Flamenco de Andalucía, Farruquito o Manuel Valencia.
Juan Peña “El Lebrijano” se encontraba dirigiendo un nuevo espectáculo para la Bienal, “De Sevilla a Cádiz (1969-2016)”, basado en su mítico disco y protagonizado por José Valencia, también cantaor y también lebrijano, con la colaboración de Pastora Galván al baile. Dicho espectáculo se convertirá, el 18 de septiembre en el Teatro Lope de Vega, durante la programación oficial de la XIX edición de la Bienal de Flamenco, en un cálido homenaje a su figura, como gran artista y como persona querida por toda la escena jonda.
http://www.labienal.com/fallece-juan-pena-el-lebrijano/
jueves, 14 de julio de 2016
Australia, una receta contra tiroteos múltiples en EEUU. Las muertes a tiros han caído tras el endurecimiento legal a raíz de una matanza en 1996
Barack Obama y Hillary Clinton creen que la receta australiana contra los tiroteos en masa puede funcionar en Estados Unidos. Australia endureció sus leyes de armas en 1996 tras el asesinato de 35 personas en una zona turística de la isla de Tasmania a manos de Martin Bryant, un hombre blanco de 28 años con antecedentes de esquizofrenia. Se trata de la tercera masacre a tiros con más víctimas de las dos últimas décadas, después de la de Noruega en 2011, con 77 muertos, y la más reciente en Orlando, con 49 asesinados. Bryant había comprado legalmente el rifle AR-15 y el fusil de combate con los que atacó. Entre las víctimas, la mayoría australianos, hubo cuatro menores de edad —dos de ellos, de tres y seis años— y una pareja de turistas malasios.
MÁS INFORMACIÓN
Menos de dos semanas después del tiroteo, las autoridades prohibieron los rifles de asalto automáticos y semiautomáticos (Bryant mató a 12 víctimas en 15 segundos con uno de estos); hicieron más rigurosa la expedición de licencias de posesión, con periodos de espera de 28 días, una estricta verificación de antecedentes y la exigencia de una causa justificada para adquirir un arma; también iniciaron un programa de recompra y destrucción de rifles durante un año con el que cerca del 20% nacional salió de circulación, según cifras oficiales.
Un estudio independiente de 2010 desveló que tras las leyes de 1996 el descenso de los homicidios con arma de fuego en Australia fue significativo. La doctora en Economía Christine Neill, coautora de la investigación, matiza por correo electrónico que los efectos de la regulación en países con una tradición de armas diferente no tiene por qué ser la misma, pero recusa las simplificaciones: “He escuchado a gente diciendo recientemente: ‘¡Australia no tiene ningún problema con terroristas islámicos, pero EEUU sí!’ Hay que resaltar que Australia tiene una mayor proporción de migrantes y musulmanes en su población que Estados Unidos… Y estadísticamente la mayoría de los asesinatos en masa allí los perpetran los hombres blancos”.
Los homicidios con arma de fuego pasaron de 1.672 en los 18 años previos a la nueva legislación (1979-1996) a solo 726 en los 18 siguientes (1997-2014), según cifras de la Oficina Australiana de Estadísticas. La tasa de homicidios relacionados con armas se redujo a casi una tercera parte en el mismo lapso. Y mientras que en 1996, año de la masacre que desató los cambios, hubo una tasa de 0,57 asesinatos de este tipo por cada 100.000 habitantes, en 2014 apenas fue del 0,13.
Obama se refirió al ejemplo australiano en 2014, en estos térnimos: “Hace un par de décadas, Australia tuvo una masacre similar a las de Columbine o Newtown [ambas en escuelas, con 13 y 27 muertos]. Entonces ellos dijeron: ‘Bueno, se acabó, no veremos esto de nuevo’. Y básicamente impusieron leyes de armas muy severas. Desde entonces, no han tenido asesinatos en masa”. EE UU no ha podido dar un paso semejante porque la Segunda Enmienda de su Constitución consagra —según la interpretación predominante— el derecho a tener armas, su uso está muy arraigado y las organizaciones a favor son demasiado poderosas.
La candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, también hizo referencia a la receta australiana el pasado octubre: “No conozco suficientes detalles para decirles cómo lo haríamos o cómo funcionaría, pero sin duda el ejemplo australiano es digno de seguir”.
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/06/15/actualidad/1466003362_814612.html?rel=lom
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Menos de dos semanas después del tiroteo, las autoridades prohibieron los rifles de asalto automáticos y semiautomáticos (Bryant mató a 12 víctimas en 15 segundos con uno de estos); hicieron más rigurosa la expedición de licencias de posesión, con periodos de espera de 28 días, una estricta verificación de antecedentes y la exigencia de una causa justificada para adquirir un arma; también iniciaron un programa de recompra y destrucción de rifles durante un año con el que cerca del 20% nacional salió de circulación, según cifras oficiales.
Un estudio independiente de 2010 desveló que tras las leyes de 1996 el descenso de los homicidios con arma de fuego en Australia fue significativo. La doctora en Economía Christine Neill, coautora de la investigación, matiza por correo electrónico que los efectos de la regulación en países con una tradición de armas diferente no tiene por qué ser la misma, pero recusa las simplificaciones: “He escuchado a gente diciendo recientemente: ‘¡Australia no tiene ningún problema con terroristas islámicos, pero EEUU sí!’ Hay que resaltar que Australia tiene una mayor proporción de migrantes y musulmanes en su población que Estados Unidos… Y estadísticamente la mayoría de los asesinatos en masa allí los perpetran los hombres blancos”.
Los homicidios con arma de fuego pasaron de 1.672 en los 18 años previos a la nueva legislación (1979-1996) a solo 726 en los 18 siguientes (1997-2014), según cifras de la Oficina Australiana de Estadísticas. La tasa de homicidios relacionados con armas se redujo a casi una tercera parte en el mismo lapso. Y mientras que en 1996, año de la masacre que desató los cambios, hubo una tasa de 0,57 asesinatos de este tipo por cada 100.000 habitantes, en 2014 apenas fue del 0,13.
Obama se refirió al ejemplo australiano en 2014, en estos térnimos: “Hace un par de décadas, Australia tuvo una masacre similar a las de Columbine o Newtown [ambas en escuelas, con 13 y 27 muertos]. Entonces ellos dijeron: ‘Bueno, se acabó, no veremos esto de nuevo’. Y básicamente impusieron leyes de armas muy severas. Desde entonces, no han tenido asesinatos en masa”. EE UU no ha podido dar un paso semejante porque la Segunda Enmienda de su Constitución consagra —según la interpretación predominante— el derecho a tener armas, su uso está muy arraigado y las organizaciones a favor son demasiado poderosas.
La candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, también hizo referencia a la receta australiana el pasado octubre: “No conozco suficientes detalles para decirles cómo lo haríamos o cómo funcionaría, pero sin duda el ejemplo australiano es digno de seguir”.
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La extravagante vida de Nicolas Cage en 16 estrambóticos episodios. Dos de sus matrimonios han durado menos de un año, se enfrentó al gobierno de Mongolia, se niega a medicarse, se ha convertido en un género en sí mismo...
Nicolas Cage y su vida estrambótica piden a gritos un reality show. El actor que fue apodado como “el James Stewart marciano” y que según el crítico Roger Ebert tenía dos únicas velocidades, intensa y más intensa, se ha convertido en un género en sí mismo, interpretando películas rutinarias tan de serie b que solo se estrenan en los canales estadounidenses por cable. Tiene un Oscar, sí (por Leaving Las Vegas, 1995) y actuaciones memorables (sobre todo en Arizona baby, 1987, y Adaptation, 2002), pero una vida llena de paranoias y malas decisiones le ha llevado a convertirse en un personaje del que todo el mundo está esperando su siguiente excentricidad.
Cage se ha casado tres veces (dos de esos matrimonios han durado menos de un año) y tiene dos hijos, Weston (25 años, de una relación con Christina Fulton con la que no llegó a casarse) y Kal-El (11 años, con su actual espoca, Alice Kim, con la que anda en estos días en los juzgados). Seguramente Nicolas Kim Coppola (California, 52 años), su nombre real, es la estrella más estrafalaria de su generación. Estas son solo algunas de sus enrevesados episodios...
1. Se arruinó y tuvo que venderlo todo
En 2009 una investigación fiscal destapó que Nicolas Cage debía 7,5 millones de euros a la hacienda pública de Estados Unidos. Durante los años posteriores siguió acumulando facturas sin pagar y en el ejercicio fiscal de 2013 la deuda ascendió a 11,3 millones. En su defensa, Cage culpó a su contable y argumentó que él no estaba al tanto de dichas pérdidas. Evidentemente, estaba demasiado ocupado comprando fósiles (una de sus llamativas pasiones) y, sólo en 2007, 22 coches de lujo. “Tenía que poner el dinero en algún sitio”, se defiendió Cage haciendo gala de su nerviosismo, “y creo firmemente en las inmobiliarias. No me fío del mercado de la bolsa y no me fío de dejar el dinero en el banco”. Llegó a decir que estaba en la ruina y tuvo que vender bastantes de sus posesiones (muchos coches, por ejemplo) para estabilizar su cuenta corriente.
2. Su obsesión por los superhéroes le hizo cambiar su nombre y llamar a su hijo como Superman
Su nombre de nacimiento es Nicolas Kim Coppola, pero lo cambió no sólo para huir de la presión de su estirpe (es sobrino del famoso director Francis Ford Coppola), sino por su admiración hacia el superhéroe de Marvel Luke Cage. Su obsesión por los cómics le llevó a comprar el primer ejemplar original de Superman por 120.000 euros (y venderlo por 1,7 millones cuando se arruinó) y a ponerle a uno de sus dos hijos Kal-El, el nombre original de Clark Kent. Según Cage, se decantó por Kal-El porque es símbolo de bondad, originalidad y los Estados Unidos de América. Esta extravagancia nos hace mucha gracia, pero el chaval tendrá que sufrirla toda su vida.
3. Persiguió a Patricia Arquette durante 9 años, consiguió que le aceptase como marido y el día de la boda pasó algo... y se suspendió
En los años 80 Nicolas Cage se cruzó con la actriz Patricia Arquette (Chicago, 48 años) y se enamoró inmediatamente de ella. Cuando le pidió una cita, Patricia se lo quitó de encima diciéndole que sólo saldría con él si le regalaba un autógrafo de J.D. Salinger (escritor legendario por su absoluto aislamiento) y una orquídea negra, ejemplar que literalmente no existe. Mientras Patricia Arquette se olvidaba de la anécdota, Nicolas debió tomárselo como un “acepto el reto” y unos días más tarde se presentó en su casa con una carta que incluía la firma de Salinger (a saber cómo la consiguió) y una orquídea modificada genéticamente para lucir pétalos oscuros. A Patricia Arquette debió de hacerle gracia (o aterrorizarle por completo) y aceptó no una cita, sino una petición de matrimonio. De camino a la boda Nicolas tuvo un ataque de ira en el aeropuerto y Arquette canceló la boda. Pero le dio una segunda oportunidad en 1995, y entonces sí que se celebró la boda.
4. Se casó con la hija de Elvis (su ídolo) después de ¡10 días! de relación
La relación entre Patricia y Nicolas tardó 9 años en florecer (literalmente), pero sólo 9 meses en romperse, aunque la pareja ocultó su separación hasta 2001. Aquel año, Nicolas se había encaprichado de otra obsesión. Desde que interpretó a un delincuente imitador de Elvis Presley en Corazón salvaje (David Lynch, 1990) Cage añadió el rey del rock a su lista de mitos personales. Y ya sabemos que cuando a Nicolas Cage le gusta algo, le gusta con una pasión barroca. Por eso acabó casándose con la hija de Elvis, Lisa Marie Presley (Memphis, 48 años) tan sólo 10 días después de conocerse. “Aquella relación estaba basada en el humor”, confesó el actor hace unos meses. “Nos reíamos mucho. Pero hace muchas vidas de aquello”, ironizó. Al parecer, Lisa Marie no había tenido suficientes emociones fuertes tras su matrimonio con Michael Jackson, pero las risas acabaron pronto y su relación con Nicolas Cage duró menos de 4 meses.
5. Tiene como mascotas un pulpo, un tiburón, un cocodrilo y dos cobras gigantes
La actriz Kathleen Turner contó en su autobiografía que durante el rodaje de Peggy Sue se casó (Francis Ford Coppola, 1986) Nicolas Cage fue arrestado por conducir borracho y robar un chihuahua que se encontró en la calle. Cage la denunció y consiguió que Turner reconociera que la historia era falsa, disculpándose por el perjuicio causado a la reputación profesional de Nicolas y por la angustia y el bochorno que la falsa anécdota le había ocasionado. Lo más asombroso de esta historia es que Nicolas Cage considerase que el robo de un chihuahua era un episodio vergonzoso cuando él mismo ha reconocido que entre sus mascotas se encuentran un pulpo, un tiburón, un cocodrilo y dos cobras albinas gigantes.
6. Se enfrentó al gobierno de Mongolia por una calavera de dinosaurio
Tras una ajustada subasta en la que Leonardo DiCaprio también estaba pujando, Cage consiguió hacerse con una calavera de tarbosaurio por el módico precio de 347.000 euros. El problema vino cuando las autoridades de Mongolia le exigieron devolverla, al haber sido excavada allí, ya que en Estados Unidos la propiedad privada de fósiles es legal (afortunadamente para la decoración de la casa de Nicolas) pero en Mongolia no. El actor se negó hasta donde pudo, con un conflicto internacional a la vista. Finalmente, el actor tuvo que devolver la calavera al gobierno de Mongolia. Y no consta que pagase al actor ni un céntimo.
7. Se arrancó dos dientes, sin que nadie se lo pidiera
¿Por qué lo hizo? Por exigencias del guión que nadie le había pedido. Durante el rodaje de Birdy (Alan Parker, 1984) Nicolas Cage decidió extirparse cuatro muelas para sufrir el dolor físico insoportable que según él le ayudaría a ponerse en la piel de los soldados combatientes en Vietnam.
8. Ya tiene construído su sarcófago, donde se le enterrará con su colección de calaveras de animales y pigmeos
Más vale prevenir. Cage ha decidido pasar la eternidad en Nueva Orleans (donde también compró una mansión encantada y la capilla de Nuestra Señora de la Ayuda Perpetua) y obviamente no va a hacerlo en una tumba barata, que eso es para la gente que no sale en películas. El actor tiene reservado un mausoleo de casi tres metros donde podrán darle sepultura acompañado de su colección de calaveras de animales exóticos y pigmeos, con las que habitualmente mantiene conversaciones en el salón de su casa.
9. Se enzarzó con el cantante de Mötley Crüe
Hace un par de meses Nicolas se enzarzó con Vince Neil, cantante de Mötley Crüe, a la salida de un hotel en Las Vegas. Inicialmente fue imposible entender qué estaba pasando según unas confusas imágenes (grabadas por el móvil de alguien que pasaba por ahí) en las que Cage zarandeaba a Neil con un brazo, le acariciaba con el otro y le suplicaba a gritos que parase. Luego se descubrió que Vince Neil había agredido a una fan de Cage que le estaba pidiendo un autógrafo, así que Nicolas le arrastró fuera para que se calmase. El problema es que Cage acabó siendo el más nervioso de todos.
10. Considera que el sexo de los cerdos es indigno (tal cual)
En Besos de vampiro (Robert Bierman, 1989) Cage, actor de método sin escrúpulos, prefirió comerse una cucaracha de verdad en vez de un huevo crudo tal y como indicaba el guión. “Cada músculo de mi cuerpo me decía que no lo hiciera”, recuerda Cage, “pero lo hice de todas formas”. Lo que nunca come es cerdo porque considera que el sexo de los cerdos es indigno, a diferencia del de las aves y el pescado. A principios de los 90 Cage tenía un aura de actor siniestro y, tras ganar el Oscar por Leaving Las Vegas (Mike Figgis, 1995), se dio cuenta de que su esperpéntico modo de vida podía ser mucho más emocionante si conseguía hacerse millonario.
Así fue como se despidió para siempre del cine vanguardista y de bajo presupuesto y se reconvirtió en una improbable estrella del cine de acción gracias a ahora películas como La roca (Michael Bay, 1996), Con Air (Simon West, 1997) o Cara a cara (John Woo, 1997). Los críticos se mostraron desconcertados ante el ímpetu de Cage por abrazar el exceso del cine comercial pero, vista hoy, aquella decisión tiene mucha lógica: ¿por qué conformarse con comer cucarachas cuando puedes comprar calaveras de dinosaurio?
11. Se alojó en el castillo del conde Drácula
Durante el rodaje de Ghost Rider. Espíritu de venganza (Mark Neveldine, 2012) en Rumanía, el actor aprovechó un par de días libres para hacer turismo como cualquier otro visitante, pero como es Nicolas Cage su alojamiento fue el castillo del conde Drácula. “Quería canalizar la energía, pero fue escalofriante”, le aclaró Cage a su compañero, el actor Idris Elba.
12. Comió setas alucinógenas con su gato
A la atracción de Nicolas por la magia sólo le hacía falta un empujoncito psicotrópico para convertirse en catarsis. El propio actor contó en un programa de televisión que un día pilló a su gato comiendo unas setas alucinógenas del frigorífico, así que decidió acompañarle en el viaje. Ambos se pasaron horas mirándose fijamente a los ojos, convencidos de que eran hermanos. Y sí, en efecto, Cage guarda sus drogas en el frigorífico.
13. Llegó a ser propietario de 15 casas
Esa fascinación por las fuerzas oscuras y los viajes astrales llevó a Nicolas a comprar 15 casas alrededor del mundo. Algunas estaban encantadas, otras eran castillos y las demás las mandó constuir él en las dos islas privadas que se compró (en Leaf Cay, Bahamas). El éxito de sus películas le había reportado más dinero del que se podía gastar. O eso pensaba él.
14. Se niega a medicarse
“Invito al espectro total de los sentimientos. Es mi mayor recurso como actor. Necesito poder sentirlo todo y por eso rechazo cualquier tipo de medicación”. Con esta declaración, mientras usted se toma un Ibuprofeno para calmar un dolor de cabeza, el actor lo rechaza. El dolor es sano.
15. Se ha convertido en un género cinematográfico en sí mismo
Después de arruinarse, Nicolas Cage se sumió en una filmografía plagada de subproductos que además de un escaparate de malas decisiones capilares son una muestra de la necesidad de Cage de hacer dinero fácil: Bangkok dangerous, Señales del futuro, Furia ciega, Bajo amenaza, El pacto o Desterrado han mantenido a flote la cuenta bancaria de Nicolas Cage, pero han dañado, quizá de forma irreparable, su estatus de estrella. La mayoría de estas películas se han estrenado directamente en plataformas digitales en Estados Unidos sin pasar por los cines. Además de thriller, comedia o drama, está el género Cage.
16. Y actualmente come un menú de 9 euros y va a un gimnasio 'low cost'
En 2011 Nicolas Cage tocó fondo cuando su actual esposa, Alice Kim (a quien conoció en un bar para solteros donde las chicas siempre son más jóvenes, en este caso 20 años) le denunció por violencia doméstica. Según ella, Cage la agarró del brazo y la arrastró para entrar en casa. Cage no habla de Alice, con la que sigue casado, pero sí de su país de origen: “Siento mucho respeto por Corea y sus industrias. Samsung es de Corea. Me quito el sombrero ante cualquier país que trabaje tan duro como ellos”.
Tras vender la mayoría de sus posesiones, Cage vive actualmente en Las Vegas, come a diario en la misma cafetería a 9 euros el menú y va a un gimnasio low-cost donde se cambia de ropa obsesionado porque nadie le haga fotos en el vestuario.
http://elpais.com/elpais/2016/06/16/icon/1466075020_152207.html
Cage se ha casado tres veces (dos de esos matrimonios han durado menos de un año) y tiene dos hijos, Weston (25 años, de una relación con Christina Fulton con la que no llegó a casarse) y Kal-El (11 años, con su actual espoca, Alice Kim, con la que anda en estos días en los juzgados). Seguramente Nicolas Kim Coppola (California, 52 años), su nombre real, es la estrella más estrafalaria de su generación. Estas son solo algunas de sus enrevesados episodios...
1. Se arruinó y tuvo que venderlo todo
En 2009 una investigación fiscal destapó que Nicolas Cage debía 7,5 millones de euros a la hacienda pública de Estados Unidos. Durante los años posteriores siguió acumulando facturas sin pagar y en el ejercicio fiscal de 2013 la deuda ascendió a 11,3 millones. En su defensa, Cage culpó a su contable y argumentó que él no estaba al tanto de dichas pérdidas. Evidentemente, estaba demasiado ocupado comprando fósiles (una de sus llamativas pasiones) y, sólo en 2007, 22 coches de lujo. “Tenía que poner el dinero en algún sitio”, se defiendió Cage haciendo gala de su nerviosismo, “y creo firmemente en las inmobiliarias. No me fío del mercado de la bolsa y no me fío de dejar el dinero en el banco”. Llegó a decir que estaba en la ruina y tuvo que vender bastantes de sus posesiones (muchos coches, por ejemplo) para estabilizar su cuenta corriente.
2. Su obsesión por los superhéroes le hizo cambiar su nombre y llamar a su hijo como Superman
Su nombre de nacimiento es Nicolas Kim Coppola, pero lo cambió no sólo para huir de la presión de su estirpe (es sobrino del famoso director Francis Ford Coppola), sino por su admiración hacia el superhéroe de Marvel Luke Cage. Su obsesión por los cómics le llevó a comprar el primer ejemplar original de Superman por 120.000 euros (y venderlo por 1,7 millones cuando se arruinó) y a ponerle a uno de sus dos hijos Kal-El, el nombre original de Clark Kent. Según Cage, se decantó por Kal-El porque es símbolo de bondad, originalidad y los Estados Unidos de América. Esta extravagancia nos hace mucha gracia, pero el chaval tendrá que sufrirla toda su vida.
3. Persiguió a Patricia Arquette durante 9 años, consiguió que le aceptase como marido y el día de la boda pasó algo... y se suspendió
En los años 80 Nicolas Cage se cruzó con la actriz Patricia Arquette (Chicago, 48 años) y se enamoró inmediatamente de ella. Cuando le pidió una cita, Patricia se lo quitó de encima diciéndole que sólo saldría con él si le regalaba un autógrafo de J.D. Salinger (escritor legendario por su absoluto aislamiento) y una orquídea negra, ejemplar que literalmente no existe. Mientras Patricia Arquette se olvidaba de la anécdota, Nicolas debió tomárselo como un “acepto el reto” y unos días más tarde se presentó en su casa con una carta que incluía la firma de Salinger (a saber cómo la consiguió) y una orquídea modificada genéticamente para lucir pétalos oscuros. A Patricia Arquette debió de hacerle gracia (o aterrorizarle por completo) y aceptó no una cita, sino una petición de matrimonio. De camino a la boda Nicolas tuvo un ataque de ira en el aeropuerto y Arquette canceló la boda. Pero le dio una segunda oportunidad en 1995, y entonces sí que se celebró la boda.
4. Se casó con la hija de Elvis (su ídolo) después de ¡10 días! de relación
La relación entre Patricia y Nicolas tardó 9 años en florecer (literalmente), pero sólo 9 meses en romperse, aunque la pareja ocultó su separación hasta 2001. Aquel año, Nicolas se había encaprichado de otra obsesión. Desde que interpretó a un delincuente imitador de Elvis Presley en Corazón salvaje (David Lynch, 1990) Cage añadió el rey del rock a su lista de mitos personales. Y ya sabemos que cuando a Nicolas Cage le gusta algo, le gusta con una pasión barroca. Por eso acabó casándose con la hija de Elvis, Lisa Marie Presley (Memphis, 48 años) tan sólo 10 días después de conocerse. “Aquella relación estaba basada en el humor”, confesó el actor hace unos meses. “Nos reíamos mucho. Pero hace muchas vidas de aquello”, ironizó. Al parecer, Lisa Marie no había tenido suficientes emociones fuertes tras su matrimonio con Michael Jackson, pero las risas acabaron pronto y su relación con Nicolas Cage duró menos de 4 meses.
5. Tiene como mascotas un pulpo, un tiburón, un cocodrilo y dos cobras gigantes
La actriz Kathleen Turner contó en su autobiografía que durante el rodaje de Peggy Sue se casó (Francis Ford Coppola, 1986) Nicolas Cage fue arrestado por conducir borracho y robar un chihuahua que se encontró en la calle. Cage la denunció y consiguió que Turner reconociera que la historia era falsa, disculpándose por el perjuicio causado a la reputación profesional de Nicolas y por la angustia y el bochorno que la falsa anécdota le había ocasionado. Lo más asombroso de esta historia es que Nicolas Cage considerase que el robo de un chihuahua era un episodio vergonzoso cuando él mismo ha reconocido que entre sus mascotas se encuentran un pulpo, un tiburón, un cocodrilo y dos cobras albinas gigantes.
6. Se enfrentó al gobierno de Mongolia por una calavera de dinosaurio
Tras una ajustada subasta en la que Leonardo DiCaprio también estaba pujando, Cage consiguió hacerse con una calavera de tarbosaurio por el módico precio de 347.000 euros. El problema vino cuando las autoridades de Mongolia le exigieron devolverla, al haber sido excavada allí, ya que en Estados Unidos la propiedad privada de fósiles es legal (afortunadamente para la decoración de la casa de Nicolas) pero en Mongolia no. El actor se negó hasta donde pudo, con un conflicto internacional a la vista. Finalmente, el actor tuvo que devolver la calavera al gobierno de Mongolia. Y no consta que pagase al actor ni un céntimo.
7. Se arrancó dos dientes, sin que nadie se lo pidiera
¿Por qué lo hizo? Por exigencias del guión que nadie le había pedido. Durante el rodaje de Birdy (Alan Parker, 1984) Nicolas Cage decidió extirparse cuatro muelas para sufrir el dolor físico insoportable que según él le ayudaría a ponerse en la piel de los soldados combatientes en Vietnam.
8. Ya tiene construído su sarcófago, donde se le enterrará con su colección de calaveras de animales y pigmeos
Más vale prevenir. Cage ha decidido pasar la eternidad en Nueva Orleans (donde también compró una mansión encantada y la capilla de Nuestra Señora de la Ayuda Perpetua) y obviamente no va a hacerlo en una tumba barata, que eso es para la gente que no sale en películas. El actor tiene reservado un mausoleo de casi tres metros donde podrán darle sepultura acompañado de su colección de calaveras de animales exóticos y pigmeos, con las que habitualmente mantiene conversaciones en el salón de su casa.
9. Se enzarzó con el cantante de Mötley Crüe
Hace un par de meses Nicolas se enzarzó con Vince Neil, cantante de Mötley Crüe, a la salida de un hotel en Las Vegas. Inicialmente fue imposible entender qué estaba pasando según unas confusas imágenes (grabadas por el móvil de alguien que pasaba por ahí) en las que Cage zarandeaba a Neil con un brazo, le acariciaba con el otro y le suplicaba a gritos que parase. Luego se descubrió que Vince Neil había agredido a una fan de Cage que le estaba pidiendo un autógrafo, así que Nicolas le arrastró fuera para que se calmase. El problema es que Cage acabó siendo el más nervioso de todos.
10. Considera que el sexo de los cerdos es indigno (tal cual)
En Besos de vampiro (Robert Bierman, 1989) Cage, actor de método sin escrúpulos, prefirió comerse una cucaracha de verdad en vez de un huevo crudo tal y como indicaba el guión. “Cada músculo de mi cuerpo me decía que no lo hiciera”, recuerda Cage, “pero lo hice de todas formas”. Lo que nunca come es cerdo porque considera que el sexo de los cerdos es indigno, a diferencia del de las aves y el pescado. A principios de los 90 Cage tenía un aura de actor siniestro y, tras ganar el Oscar por Leaving Las Vegas (Mike Figgis, 1995), se dio cuenta de que su esperpéntico modo de vida podía ser mucho más emocionante si conseguía hacerse millonario.
Así fue como se despidió para siempre del cine vanguardista y de bajo presupuesto y se reconvirtió en una improbable estrella del cine de acción gracias a ahora películas como La roca (Michael Bay, 1996), Con Air (Simon West, 1997) o Cara a cara (John Woo, 1997). Los críticos se mostraron desconcertados ante el ímpetu de Cage por abrazar el exceso del cine comercial pero, vista hoy, aquella decisión tiene mucha lógica: ¿por qué conformarse con comer cucarachas cuando puedes comprar calaveras de dinosaurio?
11. Se alojó en el castillo del conde Drácula
Durante el rodaje de Ghost Rider. Espíritu de venganza (Mark Neveldine, 2012) en Rumanía, el actor aprovechó un par de días libres para hacer turismo como cualquier otro visitante, pero como es Nicolas Cage su alojamiento fue el castillo del conde Drácula. “Quería canalizar la energía, pero fue escalofriante”, le aclaró Cage a su compañero, el actor Idris Elba.
12. Comió setas alucinógenas con su gato
A la atracción de Nicolas por la magia sólo le hacía falta un empujoncito psicotrópico para convertirse en catarsis. El propio actor contó en un programa de televisión que un día pilló a su gato comiendo unas setas alucinógenas del frigorífico, así que decidió acompañarle en el viaje. Ambos se pasaron horas mirándose fijamente a los ojos, convencidos de que eran hermanos. Y sí, en efecto, Cage guarda sus drogas en el frigorífico.
13. Llegó a ser propietario de 15 casas
Esa fascinación por las fuerzas oscuras y los viajes astrales llevó a Nicolas a comprar 15 casas alrededor del mundo. Algunas estaban encantadas, otras eran castillos y las demás las mandó constuir él en las dos islas privadas que se compró (en Leaf Cay, Bahamas). El éxito de sus películas le había reportado más dinero del que se podía gastar. O eso pensaba él.
14. Se niega a medicarse
“Invito al espectro total de los sentimientos. Es mi mayor recurso como actor. Necesito poder sentirlo todo y por eso rechazo cualquier tipo de medicación”. Con esta declaración, mientras usted se toma un Ibuprofeno para calmar un dolor de cabeza, el actor lo rechaza. El dolor es sano.
15. Se ha convertido en un género cinematográfico en sí mismo
Después de arruinarse, Nicolas Cage se sumió en una filmografía plagada de subproductos que además de un escaparate de malas decisiones capilares son una muestra de la necesidad de Cage de hacer dinero fácil: Bangkok dangerous, Señales del futuro, Furia ciega, Bajo amenaza, El pacto o Desterrado han mantenido a flote la cuenta bancaria de Nicolas Cage, pero han dañado, quizá de forma irreparable, su estatus de estrella. La mayoría de estas películas se han estrenado directamente en plataformas digitales en Estados Unidos sin pasar por los cines. Además de thriller, comedia o drama, está el género Cage.
16. Y actualmente come un menú de 9 euros y va a un gimnasio 'low cost'
En 2011 Nicolas Cage tocó fondo cuando su actual esposa, Alice Kim (a quien conoció en un bar para solteros donde las chicas siempre son más jóvenes, en este caso 20 años) le denunció por violencia doméstica. Según ella, Cage la agarró del brazo y la arrastró para entrar en casa. Cage no habla de Alice, con la que sigue casado, pero sí de su país de origen: “Siento mucho respeto por Corea y sus industrias. Samsung es de Corea. Me quito el sombrero ante cualquier país que trabaje tan duro como ellos”.
Tras vender la mayoría de sus posesiones, Cage vive actualmente en Las Vegas, come a diario en la misma cafetería a 9 euros el menú y va a un gimnasio low-cost donde se cambia de ropa obsesionado porque nadie le haga fotos en el vestuario.
http://elpais.com/elpais/2016/06/16/icon/1466075020_152207.html
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