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miércoles, 22 de abril de 2020

Cómo gestionar los ataques de pánico. La repentina y efímera sensación de ansiedad, la falta de aliento y el miedo incapacitante pueden confundirse con los síntomas del coronavirus. Esto es lo que hay que hacer al respecto.

Estaba previsto que Anna Daniels, una mujer de 27 años que vivía en Chagrin Falls, Ohio, comenzará un nuevo trabajo como niñera el 30 de marzo, pero eso se suspendió indefinidamente debido a la pandemia de coronavirus. Ella ha estado desempleada desde finales de febrero. El prometido de la Sra. Daniels trabaja para el gobierno local y es considerado un empleado esencial, por lo que ha pasado sus días sola. Ha tenido un grave costo emocional.

"No puedo ir al gimnasio o socializar con mi familia. No puedo mantenerme sola. Es como si mi mundo se estuviera derrumbando ", dijo.

El 26 de marzo, la Sra. Daniels estaba en la cama viendo las noticias, cuando de repente su visión comenzó a ponerse borrosa. Su pecho se apretó y no podía respirar. "Pensé que tenía el coronavirus y podría morir de esto", dijo. "Fue una de las peores experiencias que he tenido en mi vida". Después de 20 minutos, sus síntomas disminuyeron y se dio cuenta de que había sufrido su primer ataque de pánico.

La pandemia de coronavirus está afectando a todo el mundo, y no es de extrañar que, como resultado, muchas personas puedan experimentar ataques de pánico por primera vez. Un ataque de pánico aparece repentinamente, trayendo consigo ansiedad, miedo o incomodidad de corta duración.

Es una activación de la respuesta fisiológica de "lucha o huida" del cuerpo, que se desencadena por una amenaza percibida, dijo el Dr. Paul Nestadt, codirector de la Clínica de Trastornos de Ansiedad Johns Hopkins. "Entonces, todas las cosas que tu cuerpo querría hacer si estás cerca de un tigre se activan en el momento equivocado", dijo.

Su corazón comienza a latir y bombear sangre para que sus músculos tengan el combustible para correr, luchar y salir del peligro, dijo la Dra. Lynn Bufka, directora principal de la Asociación Americana de Psicología. Sin embargo, la mayoría de las veces cuando las personas sufren un ataque de pánico, no responden a algo que requiere correr o pelear. "A veces pueden ser desencadenantes invisibles", dijo. Los ataques de pánico pueden ser aterradores. "Es la sensación que tienes cuando estás a punto de cruzar la calle y hay un autobús justo ahí", dijo.

Los ataques de pánico son bastante comunes incluso en circunstancias mucho menos graves. Un estudio en Arch Gen Psychiatry indicó que uno de cada cuatro estadounidenses tendrá al menos un ataque de pánico en algún momento de sus vidas. Pero el coronavirus parece estar causando que muchas personas sufran ataques de pánico en poco tiempo. "Hay un mayor nivel de estrés debido a toda esta incertidumbre", dijo el Dr. Bufka.

La Dra. Neha Vyas, doctora en medicina familiar de la Clínica Cleveland, dijo que había pasado la mayor parte de su tiempo en las últimas semanas tratando de controlar la ansiedad relacionada con la pandemia en los pacientes. Para empeorar las cosas, algunos de los síntomas de un ataque de pánico (endurecimiento del pecho y dificultades respiratorias) a menudo se confunden con los síntomas del coronavirus.

El Dr. Vyas dice que existen diferencias reveladoras entre los ataques de pánico y los síntomas del coronavirus. Los ataques de pánico aparecen repentinamente y generalmente duran solo de 15 a 20 minutos, mientras que los síntomas del coronavirus surgen en unos pocos días. Con el coronavirus, la dificultad para respirar suele ir acompañada de otros síntomas, como fiebre y tos, ninguno de los cuales está presente con un ataque de pánico.

"No hay un síntoma en particular que sea diagnóstico del coronavirus. Es un grupo de síntomas", dijo el Dr. Vyas.

Como resultado, es importante llamar a su proveedor de atención médica para que lo asesore, en lugar de dirigirse a una visita en persona, lo que pone en riesgo la exposición.

El Dr. Vyas señala que los síntomas de un ataque de pánico pueden ser similares a los de un ataque cardíaco. Entonces, si un paciente tiene ciertas afecciones (antecedentes cardíacos, presión arterial alta, sudoración excesiva o dolor en el brazo, el cuello y la espalda), eso puede ser motivo de mayor preocupación. Ella alentaría a los pacientes con factores de riesgo cardíaco que experimentan estos síntomas a buscar atención médica inmediata.

Lauren S. Hallion, profesora asistente en el departamento de psicología de la Universidad de Pittsburgh, es líder de un grupo recién formado de más de 100 investigadores y médicos llamados "PsychVsCovid", que está reuniendo recursos para manejar el virus. El grupo creó varias iniciativas de divulgación, incluida una para desarrollar un conjunto de pautas y recursos para pacientes y médicos para ayudar a distinguir entre los ataques de pánico y Covid-19, la enfermedad causada por el coronavirus.

"Para las personas sanas, un ataque de pánico no es peligroso", dijo. Pero ser capaz de identificar un ataque de pánico es útil porque incluso darse cuenta de que está teniendo uno puede ayudarlo a disiparse, dijo.

El Dr. Butka insta a quienes experimentan un ataque de pánico a practicar una respiración completa y constante para combatir la hiperventilación. El Dr. Nestadt dijo que ayuda a tranquilizarse a sí mismo que está seguro y que los sentimientos incómodos pasarán. Sugiere usar distracciones relajantes, como escuchar música. Una técnica llamada "5, 4, 3, 2, 1" es otro método de distracción: se detiene para notar cinco cosas que puede ver, cuatro cosas que puede tocar, tres cosas que puede escuchar, dos cosas que puede oler y una cosa que puede probar

El Dr. Vyas también recomienda hacer ejercicio, lo que puede aliviar la ansiedad.

Daniels dijo que estaba tratando de evitar futuros ataques de pánico al caminar seis millas para respirar aire fresco y estar cerca de la naturaleza. También ha vuelto al arte, un pasatiempo que persiguió en la escuela secundaria. "Me estoy centrando en actividades menores para tratar de planificar mi día, así que no me asusto y tengo algo que hacer".

Es difícil ver a un ser querido en apuros. Aún así, dijo el Dr. Nestadt, es importante no intervenir automáticamente. Primero, pregunte si la persona que experimenta el ataque quiere espacio o apoyo. Sobre todo, no le digas a la persona que "simplemente se calme", ​​dijo el Dr. Butka. Reconozca su miedo, hágales saber que usted está allí para apoyarlos y ayudarlos a resolver problemas. La Sra. Daniels dijo que su prometido pudo calmarla sosteniéndole la cara, animándola a respirar y asegurándole que todo estaría bien y que lo tomaría un día a la vez.

Si los ataques de pánico interfieren con su funcionamiento diario, vale la pena considerar buscar tratamiento de un profesional.

Cuando busque ayuda mental profesional por primera vez, conéctese en línea o llame y solicite recomendaciones a su proveedor de atención primaria. El Dr. Nestadt sugiere consultar el sitio web de su aseguradora para obtener una lista de proveedores. Tenga en cuenta que no todos esos proveedores aceptarán nuevos pacientes, o algunos ya no aceptarán seguro. Pero es la mejor manera de encontrar un proveedor en su red de seguros.

Otra fuente es el sitio Find a Therapist de la Asociación de Ansiedad y Depresión de Estados Unidos, donde puede ingresar su dirección para encontrar proveedores verificados cerca de usted.

Durante un tiempo de órdenes de quedarse en casa, muchos proveedores aceptan ver a los pacientes virtualmente. Medicare ahora puede pagar por la atención brindada a través de telesalud que ocurre bajo una gama mucho más amplia de condiciones. Nuevamente, es importante consultar tanto con su proveedor de seguros como con su profesional de salud mental para determinar qué está cubierto.

"La tasa de ataques de pánico es un síntoma de ansiedad general", dijo el Dr. Nestadt. "Crecen en momentos de estrés". Él tiene la esperanza de que una vez que hagamos avances para controlar el virus, sentiremos menos ansiedad, dijo. "Y podríamos ver menos ataques de pánico también".

https://www.nytimes.com/2020/04/11/smarter-living/coronavirus-managing-panic-attacks.html?action=click&module=moreIn&pgtype=Article&region=Footer&action=click&module=MoreInSection&pgtype=Article&region=Footer&contentCollection=Smarter%20Living

viernes, 17 de abril de 2020

Francesco Tonucci: “No perdamos este tiempo precioso dando deberes”

El psicopedagogo italiano asegura que este encierro demuestra “todavía más” que la escuela no funciona

Barcelona - 11 ABR 2020 -

Francesco Tonucci (Fano, 1940) es un experto en niños. Desde su casa de Roma, donde lleva cinco semanas encerrado, este psicopedagogo italiano contesta por videoconferencia algunas de las cuestiones que más afectan a los menores durante este periodo de encierro para combatir el coronavirus. Tonucci reconoce que son muchos los padres que piden consejos. Propone ideas como que tengan su propio diario secreto de confinamiento o un lugar, por pequeño que sea, para esconderse dentro de casa. El psicopedagogo se muestra crítico con la escuela y cómo está afrontando este encierro.

Pregunta. ¿Qué es lo peor del confinamiento para los niños?
Respuesta. Debería ser el no poder salir, pero es mentira porque lamentablemente tampoco antes salían. Los niños desean salir y solo pueden hacerlo de la mano de un adulto. Con lo cual es importante que los niños vuelvan a salir, dentro y fuera del coronavirus. Quedarse en casa es una condición nueva, no ser autónomo no lo es. Espero que los niños puedan mostrarnos con la fuerza de este encierro cuánto necesitan más autonomía y libertad. Es muy interesante cómo están reaccionando ellos. Durante los primeros días de confinamiento, envié un vídeo a nuestras ciudades de la red internacional de la ciudad de los niños animando a convocar los consejos para pedir su opinión y dar consejos a los alcaldes; me parecía un poco paradójico que todo el mundo pedía a los psicólogos consejos para los padres y a los pedagogos para los maestros y nadie pensaba en ellos. Los niños sienten mucho la falta de la escuela, es decir, no de los profesores y los pupitres sino la falta de los compañeros. La escuela era el lugar donde los niños podían encontrarse con otros niños. La otra experiencia en la que pude comprobar que la escuela era muy deseada para los niños fue cuando están en el hospital.

P. Entonces, considera que los políticos no tienen en cuenta a los menores para tomar sus decisiones.
R. Como siempre. Los niños prácticamente no existen, no aparecen en sus preocupaciones. La única preocupación ha sido que la escuela pueda seguir de forma virtual. En Italia, por ejemplo, la gran preocupación es demostrar que pueden seguir igual que antes a pesar de las nuevas condiciones, es decir, lo hacemos casi sin que den cuenta, sentados como estaban en la escuela frente a una pantalla haciendo clases y con deberes. Muchos no se han dado cuenta de que la escuela no funcionaba antes y en esta situación se nota lo poco que funcionaba. Los niños están hartos de los deberes y para las familias es una ayuda porque es lo que ocupa a los niños. Los deberes siempre son demasiados, no tanto por la cantidad sino por la calidad. Son inútiles por los objetivos que los docentes imaginan.

P. Si se hace todo mal, ¿Qué propone?
R. Hice un pequeño vídeo ofreciendo consejos de sentido común. Tenemos una oportunidad. Los niños en la escuela se aburren y así es difícil que aprendan. Además, existe un conflicto entre escuela y familia, es un conflicto moderno, la familia siempre está lista para denunciar el colegio. Ahora la situación es nueva: la escuela se hace en familia, en casa. Propongo que la casa se considere como un laboratorio donde descubrir cosas y los padres sean colaboradores de los maestros. Por ejemplo, cómo funciona una lavadora, tender la ropa, planchar, aprender a coser…

P. Pero en este laboratorio, ¿Los padres están trabajando también?
R. Pido cosas que hay que hacer en casa igualmente. La cocina, por ejemplo, es un taller de ciencia. Los niños deben aprender a cocinar. El maestro puede proponer que los alumnos cocinen un plato con su salsa y escriban la receta. Así estamos haciendo física, química, literatura y se puedo montar un libro virtual de recetas. Otra experiencia que me parece importante es que los niños hagan vídeos de su experiencia en casa. La otra experiencia, por supuesto, es la lectura. Cómo la escuela no consigue que los niños amen la lectura es un gran peso. La escuela debería preocuparse más, dar a sus alumnos el gusto de leer.

P. Eso supone enfrentarse a las pantallas, a los videojuegos. 
R. Estamos pensando en una escuela que tiene que hacer propuestas a los niños encerrados en casa. Proponer a los niños que lean un libro debe ser un regalo, no un deber. Hay otra forma que es la lectura colectiva, de familia. Crear un teatro que tiene su horario y su lugar en la casa, y un miembro de la familia lee un libro como si fuera una telenovela. Media hora todos los días. Son propuestas que parecen poco escolares, pero todas tienen que ver con las disciplinas escolares. Estudiando las plantas de las casas se puede hacer una experiencia de geometría. Todo esto lo digo para que se entienda que se puede aprovechar la riqueza que tenemos ahora, la casa y la disponibilidad de los padres. Usted dice que los padres no tienen tiempo: no es verdad. A pesar de todo el tiempo que están ocupados, no saben qué hacer en el tiempo libre. Normalmente el tiempo que pasan con ellos es para acompañarlos a actividades y no para vivir con ellos. Otra propuesta es que jueguen, eso es lo más importante. Que inventen juegos. Llamar a los abuelos para que aconsejen juegos, ellos fueron niños cuando los juegos había que inventarlos.

P. Nunca habremos pasado con ellos tanto tiempo como ahora.
R. Por eso mismo. No perdamos este tiempo precioso dando deberes. Aprovechemos para pensar si otra escuela es posible.

P. ¿Qué tiene que hacer un niño el primer día que salga de este confinamiento?
R. Gritar, lanzar piedras, correr, y abrazarse con alguien; aunque eso último será complicado.

https://elpais.com/sociedad/2020-04-11/francesco-tonucci-no-perdamos-este-tiempo-precioso-dando-deberes.html

martes, 14 de abril de 2020

¿Le cuesta pensar y no para de comer? Astronautas y científicos polares saben cómo lidiar con el aislamiento

Los estudios sobre la psicología del confinamiento señalan claves para superar los deterioros que causa, como el humor, celebrar pequeñas victorias y respetar el espacio de los demás

Una de las llamadas más extrañas que pueden realizarse es la que comunica a los científicos de la base Concordia, en medio de la Antártida, con los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS), a 400 kilómetros de la superficie terrestre. Esa llamada muestra el gran vínculo que une a esos dos grupos humanos: el gigantesco aislamiento en el que viven. Tanto es así, que esa nave espacial es el vecino más próximo de Concordia, ya que los humanos más cercanos en tierra están a 600 kilómetros, en la base rusa Vostok. La Agencia Espacial Europea (ESA) pone en contacto a los astronautas con esa base en su estudio del efecto psicológico de la reclusión. Durante décadas, muchos especialistas han estudiado la salud mental de este reducido grupo de personas situaciones extremas; ahora sus lecciones son útiles para todo el planeta, con millones de personas encerradas en sus casas por la pandemia.

“Estos días hemos escuchado muchas historias de aumento de sensaciones de depresión, ansiedad, irritabilidad y trastornos del sueño experimentados por personas aisladas por el coronavirus, muy similar a lo que experimentan algunos astronautas y expedicionarios polares”, asegura Larry Palinkas, psicólogo de la Universidad del Sur de California. “No todos los humanos pueden adaptarse fácilmente”, añade este experto, que lleva décadas estudiando a personas sometidas a estas condiciones, también para la NASA. Pero aunque no es un reto fácil, Palinkas cree que la experiencia de astronautas y expedicionarios puede ser de gran utilidad ahora. Evidentemente, sin olvidar las condiciones sociales y económicas de cada uno: los astronautas no tienen que reparar la nave con un bebé en brazos ni bajar a la calle a ganarse unos euros para pagar el alquiler.

Un repaso a los síntomas habituales resulta demasiado familiar: dolores de cabeza, aburrimiento, fatiga, falta de higiene, menor motivación y aumento de peso provocado por un mayor apetito

“Ellos saben que habrá días malos, pero que pasarán”, afirma Emma Barrett, experta en la psicología de estas situaciones extremas de la Universidad de Manchester. “Lo importante es centrarse en el presente y tratar de no detenerse en un futuro incierto. Concéntrese en las cosas que puede controlar, no en lo que no puede. La ansiedad puede salirse de control si pasas todo el día preocupándote por el futuro”, insiste Barrett.

Muchas aventuras polares del siglo XIX terminaban como la del explorador estadounidense Arthur Greely, con el grupo abocado “al motín, la locura, el suicidio y el canibalismo, dejando a seis supervivientes de una tripulación de 25 hombres”, según explica Palinkas. Pero las condiciones actuales de los científicos de Concordia no son tan extremas, con todas las necesidades cubiertas, y se parecen mucho más a las que vive hoy la ciudadanía en sus casas. Un repaso a los síntomas habituales de los científicos polares le puede resultar demasiado familiar: dolores de cabeza, aburrimiento, fatiga, falta de atención a la higiene personal, menor motivación con “inercia intelectual” y aumento de peso provocado por un mayor apetito. “Sin embargo”, advierte Palinkas en uno de sus trabajos, “los síntomas más comunes de las personas que realizan expediciones polares incluyen trastornos del sueño, deterioro del rendimiento cognitivo, emociones negativas y tensión interpersonal y conflicto”.
Pedro Duque, durante un entrenamiento de la ESA en una cueva de Cerdeña (Italia).
 Pedro Duque, durante un entrenamiento de la ESA en una cueva de Cerdeña (Italia). ESA

Y, entre todos ellos, resalta un síntoma más difuso, pero que muchos enclaustrados están sufriendo ya: la empanada mental. “Algunas personas pueden experimentar dificultades para recordar cosas y completar ciertas tareas a medida que sus mentes comienzan a experimentar una forma de hibernación psicológica”, explica Palinkas. Esta hibernación cerebral es un fenómeno que se ha observado durante experimentos de simulación espacial de larga duración y en bases polares y se refiere a una “desaceleración del cuerpo y la mente debido a la estimulación restringida", en palabras de Palinkas. “La gente dormirá más tiempo o tendrá dificultades para dormir y su funcionamiento cognitivo mostrará signos de pequeño deterioro”, añade. En un estudio reciente en Concordia, se descubrió que los cerebros se dejaban llevar en lugar de hacer frente a la situación. "Es un mecanismo de protección contra el estrés crónico, lo cual tiene sentido: si las condiciones son incontrolables, pero sabes que en algún momento en el futuro las cosas mejorarán, puedes optar por reducir los esfuerzos mentales para preservar la energía”, explicaba Nathan Smith, de la Universidad de Manchester.

Astronautas y expedicionarios son seleccionados para estas duras pruebas según su perfil psicológico, y realizan entrenamientos para prepararse, como cuando la ESA atrapa durante días en cuevas de Cerdeña (Italia) a sus elegidos. Nada de eso vale en la situación actual: todo el mundo está en esta reclusión y nadie tuvo tiempo de prepararse. Pero la experiencia puede ofrecer algunas claves útiles para la población. Por ejemplo, como han dicho ya muchos expertos, adaptarse al cambio marcándose una rutina que ayude a reducir la incertidumbre al construir una estructura firme en el día a día. O el ejercicio. Entre 2010 y 2011, ocho voluntarios pasaron 520 días encerrados simulando una misión a Marte. Los cientos de estudios que se realizaron sobre el comportamiento de los tripulantes de la Mars 500 muestran que el ejercicio de resistencia (correr, bicicleta) ayudaba no solo físicamente, sino que también mejoraba la adaptación en términos psicológicos de rendimiento cognitivo, mientras que el ejercicio de fuerza no.

“Algunas personas pueden experimentar dificultades para recordar cosas y completar ciertas tareas a medida que sus mentes comienzan a experimentar una forma de hibernación psicológica”

Los expertos también recomiendan escribir, por ejemplo un diario, ya que proporciona una válvula de escape para expresar sus sentimientos, además de ocupar el tiempo. Diego Urbina, uno de los tripulantes de Mars 500, recomendaba hace unos días escribir cartas o emails en lugar de redes sociales: “Escribir mensajes largos y cartas ayuda a reflexionar, a hacer introspección y permite un contacto humano más profundo que el que podemos tener hoy a través de WhatsApp”. Barrett también cree que es útil porque ayuda a darle un sentido al caos. Además, Urbina aconseja encontrar un espacio propio en el que aislarse de los demás compañeros de encierro. Es algo que aparece en todos los estudios: por pequeña que sea la nave o la base, aunque sea únicamente el catre, todos deben tener un lugar sagrado en el que poder estar cómodos y que los demás tienen que respetar.

“Hoy ha sido difícil. No entendemos lo que nos está pasando. Caminamos uno en silencio junto al otro, sintiéndonos ofendidos. Tenemos que encontrar alguna manera de mejorar las cosas". Escribía estas palabras el cosmonauta soviético Valentine Lebedev, quien pasó 211 días a bordo de la Mir en 1982: calculó que el 30% del tiempo en el espacio involucraba conflictos de la tripulación. Generalmente por simples malentendidos que se magnifican. La doctora Beth Healey, que pasó un año en Concordia para los estudios de la ESA lo resumía así: “Todos lo notan todo. Incluso un cambio en lo que comiste en el desayuno se convierte en objeto de largas discusiones”. Por eso, se recomienda respetar el espacio de los demás y ser especialmente tolerante y dialogante si ha tocado pasar el encierro acompañado. “Se concentran en ser agradables”, resume Barrett.

Para mitigar los roces, en la base polar se obligan a comer todos juntos, para tumbar la tentación de evitar a alguien permanentemente. Y tanto los astronautas como la gente de ciencia usan un recurso que está en nuestras manos: celebrar. Festejar cumpleaños, pequeños logros o inventar motivos para organizar una fiesta es fundamental para disfrutar de un momento de relajación divertida. “Estas personas valoran los aspectos positivos de su situación, como una taza de café perfecta o unas risas, se centran en pequeños logros y celebran esas pequeñas victorias con el grupo”, apunta Barrett.

Barrett asegura que valoran los aspectos positivos de su situación, como una taza de café perfecta o unas risas, se centran en pequeños logros y celebran esas pequeñas victorias con su grupo

Frente al aburrimiento, esta especialista recuerda que suelen combatir la monotonía con actividades pasivas, como ver la tele, y activas, como crear minirepresentaciones teatrales, compartir un rato de juegos, cocinar, etcétera. “Lo que me ha sorprendido estos días es la creatividad de la gente para mantenerse mentalmente sana y feliz y conectada con los demás”, asegura Palinkas. Ya sean celebraciones nocturnas desde el balcón o al pasear al perro por el vecindario, esos contactos sociales, “incluso si son breves, son extremadamente importantes y ayudan a sentir que no es el único que está pasando por estos cambios”, asegura.

Por último, pero no menos importante, contamos con una gran herramienta: el humor. "La risa es la mejor medicina”, apunta Palinkas, “es ciertamente importante porque permite el ejercicio de la creatividad y ayuda a desviar la tensión social y reducir el potencial conflicto”. Un estudio con diversas tripulaciones espaciales observó que el humor era un mecanismo habitual para afrontar las tensiones en todas las culturas y situaciones, y aunque usaban todo tipo de humor, tendían a utilizar más el positivo. Al usarlo, caían los niveles de soledad, depresión, estrés, tensión y ansiedad entre los astronautas, mientras mejoraban los sentimientos de amistad, autoestima y optimismo.

En un estudio sobre las tripulaciones de submarinos de Israel, los científicos se mostraban sorprendidos por los altos niveles de cinismo y humor con los que afrontaban el encierro los marineros. La mayor manifestación de esta actitud era El diario nocturno, una especie de periódico satírico que confeccionan con fotos, enlaces a noticias y otros materiales, para repasar lo sucedido durante el día. “Es nuestra forma de lidiar con cosas dolorosas y expresar cinismo. Refleja cinismo. En lugar de que alguien vaya y les diga a los demás lo que quiere decirles, simplemente lo agrega al periódico nocturno y así es como todo el mundo lo sabe. Es un diario divertido y cínico que facilita la rutina, para generar risas”, explicaba uno de los tripulantes. “Hay muchas pruebas de que el tipo correcto de humor puede ser crucial para afrontar altos niveles de estrés ante la adversidad. Pero hay que tener cuidado: el chiste alegre de una persona puede ser irritante para otra o incluso puede sentirse hostigado. El humor ayuda a aliviar el estrés siempre que no caiga en la intimidación”, advierte Barrett.

https://elpais.com/ciencia/2020-04-09/te-cuesta-pensar-y-no-paras-de-comer-astronautas-y-cientificos-polares-saben-como-lidiar-con-el-aislamiento.html

lunes, 13 de abril de 2020

«El aislamiento ha sido el desencadenante para reconocer la interdependencia»

Yayo Herrero es una de las principales voces del ecofeminismo. Hablamos con ella para analizar la situación en la que nos encontramos y los retos que habría que afrontar en los próximos meses para que, después del coronavirus, afrontemos la crisis económica y social de una manera diferente a como lo hicimos en 2008.

La tercera semana de confinamiento comenzó con medidas más restrictivas para intentar aliviar la presión sobre el sistema sanitario. Un sistema que se ha visto desbordado de mil maneras. Todo el Estado, todo el sistema, se encuentra en una situación similar. Hasta el 9 de abril sólo podrán salir a trabajar aquellas personas que lo hagan en sectores estratégicos. Yayo Herrero cree que es necesario plantear unas nuevas políticas sociales y económicas más próximas a lo sociocomunitario, que permitan, entre otras cosas, una redistribución de la riqueza (para evitar que las capas sociales menos favorecidas no sean las que paguen los platos rotos de la crisis económica derivada del coronavirus). Opina que la situación actual ha puesto de manifiesto cómo los trabajos de cuidados, invisibilizados y poco valorados habitualmente, se han vuelto esenciales para sostener el confinamiento.

Parece que la crisis sanitaria está rompiendo ciertas costuras del sistema. ¿Cómo ve la situación?

La crisis sanitaria de la Covid-19 tiene lugar en un marco fuertemente tensionado. La salida de la crisis de 2008 se basó en políticas de austericidio, recortes de servicios públicos, rescate y mantenimiento de las estructuras financieras. En muchos casos, a costa de una precarización de la mayor parte de la gente. Por un lado, el importante desmantelamiento de la red de servicios públicos: sanidad, educación, dependencia; y por otro, la fragilización del trabajo. Las condiciones laborales, que ya eran frágiles, se deterioraron mucho más.

Antes de las crisis de la Covid-19 éramos un país con altas tasas de desempleo, con gran cantidad de trabajos de baja calidad, personas que tienen trabajo pero son pobres, fuerte crisis habitacional con la generación de la burbuja. Ahora, tenemos un modelo económico que, estructuralmente, es tremendamente dependiente. Dependiente de energía del exterior, de materiales y alimentos, y basado en monocultivos como el turismo que son tremendamente frágiles.

La crisis llega en este marco estructural. Por delante nos encontramos que las emergencias no son sólo las sanitarias. Hemos declarado la emergencia climática, todas las proyecciones del IPCC dicen que nuestras economías se resentirán por la influencia del cambio climático. Y esta es una crisis económica que era anunciada ya desde hace tiempo.

Esto es importante tenerlo en cuenta para analizar y tratar de presionar para ver qué tipo de políticas públicas se ponen en marcha para afrontar esta crisis sanitaria. Si la salida es similar a la de 2008, pero partiendo de un punto más precario, mucho más frágil, podemos encontrarnos una situación de empobrecimiento generalizado y precarización aún mayor. Y, sobre todo, cuando los discursos de ideología ultraderechista, o neofascista, van calando en algunos sectores de la población que cada vez tiene más miedo, o que pretende blindar de alguna manera su propia situación identificando un enemigo que es el otro, lo que está fuera, ante el que debe defender.

¿No cree que habremos aprendido algo respecto a 2008?
Ahora mismo no lo parece. Desde la UE se han hecho discursos grandilocuentes sobre cuántos millones de euros se iban a invertir en medidas sociales. Pero, cuando rascas un poco, ves que buena parte de estas medidas son más bien de impulso y sustentación del sistema financiero. Dar dinero a los bancos para que tengan liquidez para prestar a la gente para que salga por la vía del endeudamiento. No da la impresión, a nivel Europeo, que el 2008 haya dejado un aprendizaje interesante, al menos desde el punto de vista de las condiciones de vida de las personas. Quizás desde otros puntos de vista, desde los intereses de los grandes capitales, sí; no les salió tan mal y por eso pretenden reeditarlo.

Y ¿en el ámbito más local?
Si miras dentro del mismo gobierno, traslucen tensiones importantes. Una parte que quiere mantener un poco el pacto de estabilidad, el déficit, la dinámica algo más neoliberal de fortalecimiento financiero; y otra parte del gobierno que presiona para intentar sacar adelante medidas como la mejora de las condiciones de los ERTE, o la prohibición del despido a partir de ahora por causa del coronavirus. O algunas medidas que esperamos como la suspensión de alquileres, aunque sea con una pequeña protección a los propietarios que tengan alquilada la casa y sea su único ingreso. Sin estar satisfecha y siendo bastante crítica, por supuesto me planteo qué pasaría en esta circunstancia si tuviéramos un gobierno completamente neoliberal.

A pesar de las tensiones, ¿diría que la sociedad está viendo que los servicios públicos se han convertido en algo esencial?
Este es de los grandes aprendizajes de las últimas semanas. Tengo la sensación de que una parte importantísima de la sociedad, diría mayoritaria, de repente es consciente de la importancia de tener un sistema sólido de salud pública que hace que cualquier persona, venga de donde venga y tenga lo que tenga, disfrute del derecho y la posibilidad de ser dignamente atendida en un hospital. Independientemente de que en este momento, la lógica de recortes haga que se esté teniendo que hacer en unas condiciones tremendamente precarias.

Hay una explosión de reconocimiento, de agradecimiento, hacia todas las personas que trabajan en el ámbito de la sanidad pública, y no sólo: cuidadoras, trabajadoras domésticas, reponedores de supermercado, carretillas, transportistas… de repente nos damos cuenta de que una buena parte de los trabajos, que por cierto, están mayoritariamente feminizados y que han sido absolutamente precarios, despreciados, mal vistos y desprotegidos, cuando llega el momento de afrontar una cosa de estas, son los que no pueden dejar de funcionar.

¿Trataremos estos trabajos de otra manera a partir de ahora?
Creo que probablemente sí. Para mucha gente lo que vendrá será diferente de lo que había antes. Ver, de repente, este frenazo económico evidenciará la fragilidad de todo el sistema económico y el hecho de que nuestras vidas dependen de un cúmulo de relaciones poco sólidas, precarias, muy basadas en la lejanía. Que cuando caen o se desploman se nos llevan a todos por delante.

Es muy interesante también, creo, en sociedades tan atomizadas como nuestras, sobre todo en los ámbitos urbanos, ver cómo precisamente, la orden de aislarnos, de tener que encerrarnos y mantener la distancia social, ha sido el desencadenante para que mucha gente empiece a mirar por las ventanas, los balcones, empiece a conocer por el nombre a sus vecinos, a preocuparse un poco por otras personas que están en el exterior de sus casas. Teniendo la conciencia de que preocuparte de otras personas hará también que otros se preocupen por ti. Es un reconocimiento de la interdependencia muy fuerte.

Esta situación parece haber dejado claro que la interdependencia es mucho mayor de lo que parecía antes …

Absolutamente. Son sociedades que están hiperconectadas por arriba, en lo económico y político y, sin embargo, en los últimos años se han atomizado mucho por la base. Estamos en un momento de convulsión en el que muchas personas, de manera intuitiva, se ven obligadas a reconectarse rápidamente por pura supervivencia, material y emocional.

Vemos cómo el frenado tan brutal de la economía se lleva por delante las ocupaciones, la normalidad tal cual la conocíamos y, al mismo tiempo, paradójicamente, hace que la atmósfera sea respirable, que el agua sea más clara, que se reduzcan las emisiones. Y revela, yo creo, el gran problema civilizatorio que tenemos: una economía que, cuando crece, destruye las posibilidades de seguir viviendo de forma digna, y cuando decrece, como ahora, con la lógica de poder que hay, cae violentamente sobre las personas más pobres y vulnerables. Y creo que esta doble tensión también puede hacer que muchas personas sean más conscientes de que salir de aquí requiere cambios profundos en nuestras maneras de organizar la economía, la política y la vida.

Parece que la crisis sanitaria tiene que ver con la ingesta de animales salvajes, en este caso, el pangolín. ¿Hay relación entre esto y un sistema económico que empuja a las personas a buscar estas formas de alimentación?

Hay que ser cauta. Debemos leer bastantes más estudios antes de sacar conclusiones precipitadas. Dicho esto, lo que sí me parece absolutamente clave es el hecho de que la cadena alimentaria y las atrocidades que se cometen en ella, son un factor de riesgo en la salud importantes. Sabemos ya mucho sobre la presencia de pesticidas, de productos contaminantes, alteradores hormonales y endocrinos en algunos productos alimenticios.

Ahora, por ejemplo, todo lo que sale con el pangolín. Pero recordemos la encefalitis espongiforme que transmitían las vacas. Hablábamos de vacas que habían sido alimentadas con restos de proteína animal. Obviamente saltarse y el alterar ciclos y dinámicas naturales en muy poco tiempo genera distorsiones y consecuencias que no sabemos por dónde vendrán.

Me parece interesante, según he ido viendo, varios artículos en diversas publicaciones europeas sobre la incidencia que tiene la pérdida de biodiversidad en la transmisión más acelerada del virus y en la llegada de estos virus a las cadenas más altas de las redes tróficas, es decir, que la desaparición de la biodiversidad hace que cada vez haya menos especies interpuestas entre los virus y mamíferos. Eso sí que aumenta la expansión de los virus y pandemias.

También hay otros artículos que hablan de que la expansión del virus ha sido más dura en los lugares que previamente tenían un nivel de contaminación más fuerte. Algunos de los investigadores a los que he preguntado me han dicho que todavía tienen que hacer estudios, pero obviamente, si tienes un virus que afecta en mayor medida a personas que tienen patologías previas o afecciones cardiorrespiratorias, y vivimos en ciudades donde la gente respira durante años aire sucio, nos coloca en una situación de mayor riesgo ante virus y pandemias. Que, además, aumentarán debido al cambio climático.

¿Qué cree que deberíamos aprender de esta crisis socialmente?

Creo que si asumimos que esta situación de emergencia no es coyuntural, sino que es una nueva normalidad, que es lo que nos está diciendo la comunidad científica queramos o no queramos escucharla, necesitaríamos actuar en ejes diferentes, empezando por apostar de manera clara por un principio de suficiencia.

Aprender a vivir con lo necesario. Todo el mundo. Esto supone un cambio en los modelos productivos, en los estilos de vida y de consumo absolutamente radical. Por lo tanto, tenemos que cambiar la cultura del reparto. Para que personas que están en situaciones tremendamente vulnerables, empobrecidas y precarias puedan vivir con lo necesario, hay que abordar la redistribución de la riqueza, de los tiempos y de los trabajos que hacen falta para mantener nuestra especie. Mira la cantidad de trabajo de cuidados que se ha revelado como necesario a partir de esta crisis.

Y, finalmente, también hay una política pública basada en la precaución, en la cautela y el cuidado. Parece fácil pero es radicalmente incompatible con la lógica que defiende que hay que correr cualquier riesgo o sacrificar cualquier cosa con tal de que la economía crezca. Este principio del cuidado, desde la lógica del reparto y la justicia para que todos tengan suficiente, supone una manera de abordar la política pública y la economía que está en las antípodas de las que tenemos en el momento actual.

Al igual que el sistema sanitario se ha visto tensionado, el educativo también… ¿Qué respuesta puede dar el sistema?

Tengo la sensación de que por la urgencia y la rapidez con la que ha sucedido todo esto, parte de lo que está pasando cayó directamente sobre el profesorado, que está asumiendo la situación como puede. Estoy viendo un compromiso brutal para intentar atender, hacerse cargo de una situación que ha caído a plomo. Y luego, están las familias. Se dice que el virus afecta igual a todos y que no conoce de clases. El virus probablemente no, pero sus consecuencias son marcadamente diferentes en función de la posición de clase, de si eres gitana o paya, de la edad que tengas.

Cuando vives en una casa de 120 metros, tienes una buena conexión de wifi, una familia que te puede resolver una duda o te puede ayudar a organizar el cuadrante de tareas, estás en mucho mejores condiciones que si vives en una casa de 40 metros, no tienes conexión y, además, tu familia no te puede echar un cable. Y por si fuera poco tienes un profesorado que se encuentra confinado en casa y a su vez tiene hijos, y que lidia con ello como puede.

Fuente:
https://catalunyaplural.cat/es/el-aislamiento-ha-sido-el-desencadenante-para-que-las-sociedades-atomizadas-reconozcan-la-interdependencia/

viernes, 10 de abril de 2020

Por qué hablar de nuestros problemas ayuda tanto (y cómo hacerlo).

Hay más en el viejo consejo de "háblalo" de lo que parece. Aquí hay algunas pruebas que explican por qué es tan útil.

Cuando su auto se descompone, usted sabe cómo arreglarlo o cómo encontrar a alguien que pueda hacerlo. Las emociones, por otro lado, son un poco más difíciles de arreglar. No hay una llave inglesa que puedas agarrar o reparar en un taller al que puedas llevar tus sentimientos. Pero sí tiene una herramienta en su kit que siempre puede usar: hablar sobre sus sentimientos. Incluso hablar de tus sentimientos en voz alta a otra persona puede ayudar. Entonces, ¿por qué lo evitamos o creemos que no funciona? Hay muchas razones por las que hablar sobre nuestros problemas puede ser difícil. Algunas personas (especialmente los hombres) se socializan para internalizar los sentimientos, en lugar de darles voz. A veces, las mismas emociones con las que estás lidiando, como la culpa por algo que hiciste o la vergüenza de cómo crees que te perciben, pueden sentirte tan abrumadoras que no puedes obtener la motivación para hablarlo.

Independientemente de la razón por la que podría mantenerlo, hablar tiene poderosos beneficios psicológicos que podrían no ser obvios. Sin embargo, "hablar sobre eso" es una frase amplia, así que aclaremos un poco. Cuando hablamos de hablar sobre sus problemas, puede tomar algunas formas.

· Contarle a un amigo de confianza. A veces, solo necesita expresar cómo se siente sin un plan real para una solución. "¡Tuve el peor día en el trabajo!" puede ser el comienzo de una conversación que lo ayude a procesar el estrés de un día difícil.

· Discutir un conflicto con un compañero. Las peleas ocurren en las relaciones. Pero mantener tus sentimientos contigo mismo puede causar problemas entre tú y tu pareja. Si bien trabajar para encontrar soluciones constructivas a sus problemas de relación siempre es algo bueno, el solo hecho de ser abierto sobre sus sentimientos con su pareja también puede hacer que su comunicación sea más saludable.

· Terapia de conversación con un terapeuta con licencia. Hay una razón por la que las personas pagarán dinero para hablar sobre los problemas con un terapeuta. Ya sea que necesite hablar sobre una enfermedad mental con la que está luchando, esté en terapia de pareja para trabajar en su relación o simplemente necesite hablar con alguien que sepa cómo manejar el estrés, un buen terapeuta puede ayudarlo a eliminar sus emociones.

· Ser abierto sobre tus luchas. A veces, desahogarse con nadie en particular puede ayudar no solo a usted, sino también a otros. Por ejemplo, en 2015, Sammy Nickalls, escritor, comenzó el hashtag de redes sociales #TalkingAboutIt para alentar a las personas a ser abiertas sobre sus luchas con enfermedades mentales. El hecho de compartir cómo es la vida diaria puede ayudarlo a usted y a otras personas con las mismas dificultades a darse cuenta de que no está solo y que lo que se siente abrumador es realmente normal.

Lo que todas estas formas tienen en común es que son conversaciones diseñadas específicamente para examinar y expresar las emociones que tienes, en lugar de construir una solución específica. Definir cosas que puede hacer para mejorar su situación es ciertamente bueno, pero simplemente verbalizar cómo se siente puede ser, en sí mismo, parte de la solución también.

¿Por qué ayuda hablar de eso?
Conseguir un nuevo trabajo, romper con un mal compañero o invertir en su propia superación personal son cosas prácticas que puede hacer para resolver problemas en su vida. Pero, ¿de qué sirve hablar de eso? Cuando luchas en la agotadora batalla cuesta arriba contra tus propios sentimientos negativos, puede parecer que hablar de eso es lo menos productivo que puedes hacer.

En realidad, tu cerebro y tu cuerpo obtienen mucho de hablar.

Cuando siente sentimientos muy intensos, especialmente miedo, agresión o ansiedad, su amígdala dirige el programa. Esta es la parte del cerebro que, entre otras cosas, maneja su respuesta de lucha o huida. Es el trabajo de la amígdala, y de su sistema límbico en su conjunto, determinar si algo es una amenaza, idear una respuesta a esa amenaza si es necesario y almacenar la información en su memoria para que pueda reconocer la amenaza más adelante. Cuando te estresas o abrumas, esta parte de tu cerebro puede tomar el control e incluso anular los procesos de pensamiento más lógicos.

Investigación de U.C.L.A. sugiere que poner sus sentimientos en palabras, un proceso llamado "etiquetado de afecto", puede disminuir la respuesta de la amígdala cuando se encuentra con cosas que le molestan. Así es como, con el tiempo, puede estar menos estresado por algo que le molesta. Por ejemplo, si tuvo un accidente automovilístico, incluso estar en un automóvil inmediatamente después podría abrumarlo emocionalmente. Pero a medida que habla de su experiencia, expresa sus sentimientos en palabras y procesa lo que sucedió, puede volver al automóvil sin tener la misma reacción emocional.
Gracias por leer The Times.

La investigación de la Southern Methodist University sugirió que escribir sobre experiencias traumáticas o someterse a terapia de conversación tuvo un impacto positivo en la salud y el sistema inmunológico de un paciente. El estudio sostiene que contener los pensamientos y las emociones es estresante. Tienes los sentimientos negativos de cualquier manera, pero tienes que trabajar para reprimirlos. Eso puede afectar el cerebro y el cuerpo, haciéndote más susceptible a enfermarte o simplemente sentirte horrible.

Nada de eso quiere decir que hablar sobre sus problemas, o incluso hablar de la terapia con un terapeuta con licencia, arreglará automáticamente todo y lo hará feliz y saludable de inmediato. Pero, como comer mejor y hacer ejercicio, puede contribuir a la mejora general de su bienestar. Más importante aún, puede ayudarlo a comprender cómo y por qué se siente de la manera que lo hace, para que pueda manejar sus emociones de manera más efectiva en el futuro.

¿Cómo podemos hacerlo mejor?
De manera crucial, no todas las formas de hablar sobre los problemas en voz alta pueden ayudar. De hecho, múltiples estudios que examinan a estudiantes universitarios, mujeres jóvenes y adultos que trabajan sugieren que la co-rumiación, o enfocarse constantemente y hablar sobre experiencias negativas en su vida, puede tener el efecto contrario, lo que lo estresa más y extrae cuánto tiempo un problema Te molesta. Para hablar sobre sus problemas de manera más constructiva, hay algunas cosas clave que puede hacer.

· Elige a las personas adecuadas para hablar. Si alguna vez has hablado sobre cómo te sientes y parece que no has sacado nada, es posible que estés hablando con la persona equivocada. Tener un amigo de confianza que lo apoye (sin permitir malos hábitos como la rumiación) puede ayudar. Si necesita asesoramiento específico sobre un problema, busque a alguien que haya enfrentado problemas similares y, idealmente, los haya resuelto. Y si necesita mucho tiempo de conversación, intente difundir sus conversaciones a varias personas. Una persona puede agotarse, y tener un amplio sistema de apoyo social le permite distribuir esa carga.

· Elige el momento adecuado para hablar. Tan importante como elegir con quién hablar es cuando hablas con ellos. Es posible que tus amigos quieran apoyarte, pero tienen sus propias vidas. Preguntar si tienen el tiempo y la energía para hablar antes de desempacar sus bolsas emocionales puede ayudarlos a ambos a estar mejor equipados para la conversación. Esto también significa ser cortés con su tiempo. A veces ocurren crisis y es posible que deba interrumpir a alguien, pero la mayoría de las conversaciones de apoyo pueden esperar.

· Encuentre un terapeuta, incluso si no tiene una enfermedad mental. Los terapeutas a menudo tienen la reputación de ser necesarios solo si tiene una enfermedad mental. Este no es el caso. Puede ir a terapia si se siente demasiado estresado, si no está durmiendo bien o si solo quiere que alguien hable con él. Piense en ello menos como ver a un médico y más como un entrenador personal. Además, recuerde que al igual que con los médicos, los mecánicos o cualquier otra persona que contrate, hay buenos y malos (o malos para usted), por lo que si no tiene éxito la primera vez, intente con otra persona.

· Date un punto final. No todas las conversaciones sobre sus problemas deben conducir a un plan de acción para un cambio tangible, pero sí deben conducir a algo más que a quejarse. Dése espacio para desahogarse sobre sus sentimientos y, mientras lo hace, concéntrese en cómo se siente durante todo el proceso. Si te estás poniendo más nervioso, tómate un descanso. Si te encuentras hablando de las mismas cosas una y otra vez sin obtener una nueva comprensión o sentir alivio, intenta otra cosa para procesar cómo te sientes. Es posible que no pueda solucionar el problema externo que le está molestando, pero el objetivo al menos debería ser mejorar su estado de ánimo al respecto.

· Habla sobre lo bueno y lo malo. Expresar cómo te sientes es saludable. Expresarse solo cuando se siente mal no lo es. Ya sea que esté hablando con amigos, socios o en las redes sociales, asegúrese de compartir sus buenas experiencias y sentimientos cuando surjan. Hablar sobre estas experiencias puede reforzarlas en su cerebro y hacer que sea más fácil salir de los patrones de pensamiento negativos más adelante. Además, ayuda a construir sus relaciones con las personas con las que está lo suficientemente cerca como para hablar.

Por supuesto, este proceso aún puede ser complicado. Algunos días, hablar sobre sus problemas puede quejarse de algo que sucedió en el trabajo, pero en otros puede implicar llorar en el hombro de alguien durante una hora. Puede parecer embarazoso o incómodo las primeras veces, pero cuanto más se abra, más fácil será compartir cómo se siente.

https://www.nytimes.com/2020/04/03/smarter-living/talking-out-problems.html?algo=identity&fellback=false&imp_id=922865263&imp_id=736183349&action=click&module=Smarter%20Living&pgtype=Homepage

jueves, 9 de abril de 2020

_- Irene Vallejo: “Los cuentos son el salvoconducto que te permite traspasar el miedo”

_- La autora recibe el premio El Ojo Crítico de Radio Nacional por su libro "El infinito en un junco". 

Irene Vallejo (Zaragoza, 1979), autora de El infinito en un junco (Siruela, ocho ediciones en seis meses), es como una flor cuya suavidad resulta una roca cuando defiende la esencia de su vida: el amor por la lectura. La historia de esa pasión es la esencia de su libro, que es a la vez aquella flor y esta roca.

“La lectura está amenazada ahora, como las palabras”, afirma. Madre de un hijo de cinco años al que dedica cuentos y tiempo, considera que, además de las palabras, “están en riesgo la sanidad, la educación pública, el encuentro con lo diferente”. Su libro, por el que este miércoles recibe el premio El Ojo Crítico de Radio Nacional, es una excursión de 450 páginas que dejó boquiabiertos a escritores que doblan su edad o su experiencia, como Juan José Millás o Mario Vargas Llosa. Aún no se cree que este amor suyo por la lectura haya tenido las consecuencias que nuestra cultura reserva al best-seller.

Entre las palabras que usa reserva “éxito” para la vida personal (que progrese el hijo, cuya salud ha sacudido, hasta su mejoría presente, su vida y la de Enrique, su marido) y la palabra “esfuerzo” para el trabajo de sus padres, marcados por su contagiosa pasión lectora. Ella ha hecho con becas todos sus estudios; la han acogido universidades europeas y norteamericanas, y escribió este libro para honrar lo que más quiere.

Su primera palabra, cuando su madre le puso en la cuna un peluche, fue mambo, “quizá porque quise decir mamá”. No fue muy precoz para leer, aunque sus padres le dejaban en la cabecera el periódico que leían, EL PAÍS, en cuyo Semanal publica Vallejo desde hace una semana.

“Para leer no fui muy precoz. Mi madre dice que a los dos años ya hablaba bien. Y que estaba alcanzando un vocabulario amplio. Quería saber el nombre exacto de las cosas. Me llamaban la atención los refranes, las metonimias... ¿Qué es eso de se te ve el plumero, dónde están esas plumas? ¿¡¡Y qué es el cuello de botella!!? ¡¿Por qué se llama como el cuello de las personas?!”

Su libro es un testimonio de ese amor activo por lo que decían las palabras. “Me gustaban las palabras y los cuentos. Se los pedía a los conocidos y a los desconocidos”. Necesitaba “un suministro constante de cuentos... Era porque en el momento de ir a la cama me contaban cuentos, y yo lo sentía como el instante más feliz del día, y quería que eso trascendiese”. ¿Miedo, quizá? “En ese momento de oscuridad, a solas, con la luz apagada, los cuentos son el salvoconducto que te permite traspasar el miedo”.

Es posible que su mente infantil, dice, “asociase cuentos e historias con el escudo contra los miedos”. De eso va Desvelo, su primer artículo en EPS, “la madre despierta sueña con dormir”, termina así el texto. “Los niños no quieren dormir. Y se da la paradoja de que les fuerzas a ir a la cama a dormir, cuando ellos no quieren... A mí, en concreto este reto de EL PAÍS [escribe desde hace años también para Heraldo de Aragón] me quitó literalmente el sueño. Escribí el artículo cuando el niño se estaba durmiendo...” Cuando ya no había que contarle cuentos... “Me gustaba mucho que me contaran cuentos de viva voz, me resistí un poco a los libros, a leer en libros. Yo quería que me siguieran contando cuentos. Pensaba que, si yo aprendía a leer, perdería el privilegio de que me los contaran”.

Por eso, ahora rinde homenaje, en su libro, en sus conferencias, en esta entrevista, a la potencia de la oralidad. Lo infinito en un junco recorre la historia universal de los libros desde la antigüedad, como si ella misma se lo contara antes de dormir “para mantener despiertos los libros”. “Descubrí la literatura a través de la palabra viva. Mis padres me dedicaban ese momento para estar juntos, para compartir la historia. Era un viaje con ellos”.

Unas veces era el padre, otras la madre. “Me contaban el cuento, estaban conmigo, eran mis compañeros, nos desgajábamos de la realidad de mi dormitorio, viajábamos juntos a otros mundos. La oralidad tenía un poco de teatro...”. Era una experiencia incomparable con la literatura escrita. “Una de las cosas que lamento es que ya nadie me cuenta historias ni me lee en voz alta. Cuando nos hacemos adultos nadie nos lee... Los libros tienen otras ventajas: eres tú el que elige, y por lo tanto eres más libre. Te relacionas a solas, eliges el ritmo, y eso supone el descubrimiento de la intimidad”.

En su libro ella descubre a san Agustín viendo por primera vez a alguien leer en voz baja, y ese alguien era san Ambrosio. “Era como darle voz a la palabra. Le parece magia: lee alguien que está físicamente cerca de mí, pero está fuera de mi alcance. Su espíritu, podríamos decir su mente, está en otro lugar inaccesible para mí. A san Agustín eso le impresionó. Ese es uno de los primeros testimonios de la intimidad de un individuo que está absorto en sí mismo y ha perdido el contacto con lo que está a su alrededor. Ha escapado”.

Ahora seguimos leyendo en voz baja, pero nos leen en voz alta. “Están la radio, los podcasts, los audiolibros, porque seguimos deseando una voz como la de Scherezade que nos cuente un cuento al dormirnos, o por la mañana, cuando nos sentimos solos”.

—¿Cuál sería la palabra que ahora marca su vocabulario?
—Sosiego. Para leer. Para dejar de saltar de una cosa a otra. Para disfrutar de la música de las palabras.

—La música amenazada de las palabras.
—Me preocupa la salud de las palabras. Tiene mucho que ver con la salud de la sociedad. Estamos perdiendo el contacto con los que no piensan como nosotros. Las redes y los algoritmos tienden a rodearnos de lo que nos gusta y de lo que nos interesa, y nos disocia y nos separa de lo diferente. Me preocupa el arrinconamiento de las humanidades. El descrédito de la educación. Creo que hay cosas muy importantes que defender: la sanidad, la educación, el encuentro con lo diferente y la salud de las palabras.

Lo infinito en un junco es también, en ese sentido, un manifiesto suave y rocoso a favor de la música de leer.

 https://elpais.com/cultura/2020/02/11/actualidad/1581451249_126417.html

domingo, 5 de abril de 2020

Tres tipos de persona que hay que saber detectar para alejarse lo antes posible. Estos son los efectos devastadores de la tríada oscura de la personalidad.

La marquesa de Merteuil, interpretada por Glenn Close en Las amistades peligrosas, es un exponente genial de maquiavelismo. Carismática y arrebatadora, reduce a escombros la vida de hombres y mujeres que caen en sus redes, que no se dan cuenta de su influencia hasta que es demasiado tarde. Y este rasgo solo es uno de lo que en psicología se ha dado en llamar la tríada oscura de la personalidad. Fuera del cine, su influencia puede alcanzarte en la calle, en el trabajo y hasta en la cena de Navidad.

"De maquiavélicos, psicópatas y narcisistas está el mundo lleno. Se presentan como personas integradas en nuestras vidas y destacan por su gran magnetismo y unas dotes extraordinarias para la manipulación y la seducción", dice la psicóloga clínica Helena Romeu. "Es en la distancia corta cuando, sin que uno sepa bien cómo, inoculan su maldad hasta destruirnos", añade. Por supuesto, no todos se gastan las argucias de la marquesa de Merteuil ni son asesinos como Charles Manson, uno de los más sanguinarios de la historia, pero conviene estar prevenidos para evitar caer en sus redes.

Un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychiatry considera que, aunque tienen algunos elementos en común, cada rasgo oscuro de la tríada sigue su propio patrón de agresión y respuesta despiadada. Por ejemplo, el narcisista tiene alguna probabilidad más de ponerse en el lugar del otro y podría tener un mayor autocontrol en su impulso de agresión cuando siente amenazado su ego. La psicopatía, sin embargo, puntúa alto en la falta de empatía y en todas las formas de agresión. El maquiavélico tiene empatía, pero muy reducida e insuficiente para imaginar lo que otra persona está sintiendo.

Con todo, según Romeu tienen algo en común: "A los tres les mueve el poder, los desafíos y el sexo superficial sin ningún control de sus impulsos y sin preocuparse de si su comportamiento es legal, honesto o decente. Hacen lo que quieren y cuando quieren sin compasión y sin inmutarse por sus consecuencias morales o sociales". Romeu define las pistas elementales que nos pueden ayudar a identificar a una persona maquiavélica, psicópata o narcisista.

El maquiavélico, virtuoso del embuste
Se mueve entre la intriga, la manipulación y la mentira. Maquina hasta conseguir lo que desea, deleitándose en su maldad. "Me convertí en una virtuosa del engaño. No buscaba mi placer, sino conocimiento. Consulté a los más estrictos moralistas para aprender como pretender ser, filósofos para saber qué pensar y novelistas para ver cuán lejos podía llegar y, al final, destilé todo en un principio maravillosamente simple: ganar o morir", describe la mencionada marquesa de Merteuil.

Aunque tiene mayor capacidad que un psicópata para identificar emociones, la utiliza en beneficio propio, según ha observado un equipo de psicólogos de las Universidades de Florida y del Sur de Alabama en un estudio con más de mil participantes, publicado en Personality and Individual Differences. Es algo que comparte con el narcisismo. "La frialdad emocional y la voluntad de manipular siguiendo su propio interés conforman uno de los puntos clave de la red del mal", advierten los autores.

El psicópata, un depredador integrado
Puede mostrarse arrollador, inteligente, carismático y con cierto encanto, pero es un auténtico depredador sin escrúpulos. Lo suyo es infringir las leyes del modo que sea. Es despiadadamente cruel, transgresor, manipulador y actúa siempre buscando su propio interés y la satisfacción de sus necesidades. En su afán perfeccionista se hace insensible al dolor. No siente el mínimo remordimiento, por muy deplorables que sean sus actos, y su capacidad destructiva crece cuanto mayor es su poder social y su coeficiente intelectual.

Un psicópata distingue entre el bien y el mal, y sabe calibrar su conducta para no ser cazado, pero no hay en ella ribete alguno de piedad, moralidad o preocupación ética. Son impulsivos y buscan el riesgo. No necesitan un motivo para que se desate un comportamiento violento, pero lo que más le irrita es que no se cumpla su "santa voluntad". Aunque el psicópata esté integrado en la sociedad, no se puede esperar de él una relación personal o de pareja sana, estable y duradera.

Se ha descubierto en la psicopatía alteraciones cerebrales, sobre todo en el lóbulo frontal, bien por malformación, enfermedad o daño cerebral. Algunos niños que han estado demasiado expuestos al dolor y a los malos tratos no desarrollan las conexiones neuronales convenientemente, pero con un ambiente adecuado esas estructuras se pueden modular y frenar la propulsión a la psicopatía.

El narcisista, castigado por su soberbia
Su grandeza irracional y desmesurada delata a veces a un tipo frágil. Su complejidad va más allá de la vanidad del joven Narciso, que se enamoró de su propia imagen reflejada en el agua. El narcisista se deleita en sus propias acciones y reacciona desproporcionadamente a cualquier hecho que pueda interpretar como amenaza a su creencia de superioridad. Desconoce la empatía y se las ingenia para que todo gire a su alrededor.

Según los resultados de los tests Narcissistic Personality Inventory, la población narcisista se ha duplicado desde 2012 y abunda en la clase política. Son personas que exageran sus talentos y se arrogan una autoridad que no les corresponde. Les encanta el poder y se muestran encantadores. Fantasean con el éxito, el brillo y la belleza. A pesar de que les faltan atributos para convertirse en líderes y conseguir el respeto de los demás, usan cualquier artimaña para hacerse con el control. Muchos niños tiranos que no conocen límites son narcisistas en la edad adulta.

En ese ego sobredimensionado, el narcisista se siente excluido de las reglas y deberes que rigen la sociedad. No acepta críticas y si alguna vez expresa un lamento es por su propio bien, no porque haya en él un mínimo de tristeza o remordimiento. Lo peor es que cuando no recibe la atención y la admiración esperadas, su hechizo se desvanece y en su desesperación puede llegar a ser muy destructivo.

https://elpais.com/elpais/2019/11/27/buenavida/1574887223_297755.html

miércoles, 1 de abril de 2020

Estar confinado y solo. Lo que esta crisis revela del gran mal oculto de nuestra época

El Reino Unido creó hace dos años un ministerio de la Soledad. Vivirla de cerca por unas semanas puede ayudar a entender lo que supone sufrirla de forma crónica

El gran solitario Michel de Montaigne ya advertía de que es igual de fácil fracasar en soledad que en compañía. “Reclúyete en ti mismo, pero prepárate antes para acogerte allí; sería absurdo confiarte a ti mismo si no sabes gobernarte”, escribió el inventor del ensayo moderno. Las medidas de aislamiento impuestas a un tercio de la humanidad para frenar la expansión del coronavirus están sacando a la luz la epidemia oculta del siglo XXI.

Cuando el Gobierno del Reino Unido decidió crear un Ministerio para la Soledad, a finales de 2018, uno de cada cinco británicos aseguraba que se sentía solo la mayor parte del tiempo. 200.000 personas mayores, averiguaron los sondeos, habían pasado más de un mes sin comunicarse con amigos o familiares. Múltiples estudios médicos han señalado la deriva física y mental a la que puede conducir un aislamiento involuntario. Deterioro del sistema inmunológico, enfermedades cardiacas, alzhéimer o depresión. La trágica paradoja de la crisis actual es que puede conducir a muchas personas a encerrarse más en sí mismas a la vez que les prohíbe las herramientas para intentar salir de esa prisión.

Las buenas noticias, si es que algunas pueden surgir de esta debacle, son que las nuevas tecnologías de comunicación, la creciente sensación de comunidad que está surgiendo y la obligada ralentización de la vida, que ha permitido levantar la alfombra y descubrir lo que había debajo, han puesto el foco sobre un problema hasta ahora ignorado. “La soledad es un estado mental subjetivo. Mucha gente puede sentirse sola en medio de la multitud, ir a una fiesta y ser incapaces de conectar con nadie. Y otros pueden estar solos en casa, o con alguna otra persona, y sentirse muy a gusto consigo mismos”, empieza por aclarar la doctora Sarita Robinson, profesora titular de la Escuela de Psicología en la Universidad de Central Lancashire.

La tesis doctoral de Robinson se titulaba Respuestas Cognitivas y Neuroinmunes ante una Amenaza. “Vivimos un momento artificial, en el que nuestra capacidad de conectar con nuestras redes sociales habituales se ha visto reducida. Y es esa pérdida la que nos puede conducir a una sensación de soledad. Lo que debemos hacer es parar un minuto y autoevaluarnos: ‘¿Me siento realmente solo? ¿Siento que tengo a mi alrededor el apoyo social de amigos y familiares que necesito?”. Si la respuesta no satisface, la solución está al alcance de la mayoría. Videollamadas, grupos de whatsapp o simples conversaciones telefónicas.

El problema surge en aquellos que no consiguen salir del laberinto de su soledad con estas estrategias, o que no tienen acceso a ellas. Ahí es donde debe responder la tribu. “Esa es nuestra responsabilidad social, que no podemos desatender. Y aplaudo las leyes de ‘buen samaritano’ que está poniendo en marcha el Reino Unido, para que un ejército de voluntarios preparados llame a la gente mayor, los más vulnerables, y les ofrezca compañía. Porque esta realidad está ya entre nosotros desde hace mucho tiempo. Son cientos de miles los ancianos olvidados en todos los países. Quizá el coronavirus tenga la virtud de poner en el foco este problema”, dice Robinson.

El idioma inglés diferencia entre loneliness y solitude. El español solo tiene una palabra: soledad. Pero es fácil entender que no es lo mismo sentirse solo que disfrutar de un aislamiento voluntario.

Jacqueline Olds, profesora de Psiquiatría en la Universidad de Harvard, lleva décadas escribiendo sobre el asunto. Y denunciando lo que llama “el culto a la actividad”. “Toda esa gente que llena su tiempo con el trabajo, el gimnasio, los eventos sociales, las tiendas, van a tener ahora una situación complicada cuando tengan que manejar su propia soledad”, dice.

—¿Y cuál es el remedio?

—Hay un fabuloso psicólogo en Estados Unidos, de origen húngaro, llamado Mihály Csíkszentmihály, que escribió hace 25 años un libro llamado Flow (Flujo). Algunas personas tienen un par de veces al día lo que él llama flow experiences (la traducción más aproximada sería la de momentos en los que te dejas llevar). Son situaciones en las que disfrutas tanto lo que estás haciendo que el tiempo parece detenerse y podrías estar toda la vida así. La mayoría de nosotros tenemos una o dos cosas que nos gustan. Otros no. Y van a tener que encontrar aquello que dé contenido a su tiempo— defiende Olds.

Todas estas recetas, admite la profesora, pierden mucho sentido cuando cae sobre las personas una avalancha en forma de ruina económica. Cuando la pobreza entra por la puerta, la felicidad se va por la ventana. “Lo sé, es duro e injusto. Mucho más en Estados Unidos, que no tiene la red de asistencia social de Europa. Ojalá hubiera una gran solución, más allá de las pequeñas respuestas de los cientos de ONG”, dice.

Pero en la medida en que el problema al que haya que enfrentarse sea el de la soledad, ambas profesoras insisten en ver una oportunidad brillante en el hecho de poder redescubrir el valor de la comunicación humana. Robinson sugiere un pequeño juego lleno de anticipación. Cada vez que venga a la cabeza alguna de las cosas que el aislamiento impide (tomar un café o quedar a comer con un amigo, visitar algún lugar concreto) debe escribirse una pequeña nota, aplastarla en una bola de papel y guardarla en un tarro. Y esperar al momento en que todo acabe, para que una mano inocente saque la primera bola y comencemos a cumplir anhelos. “Incluso aquellos que normalmente se sienten solos, he descubierto estos días, tienen mejor ánimo. Creen que, por una vez, todos estamos en el mismo barco”, apunta Olds. “El hecho de que, al final, nos juntemos todos en una misma batalla que no es otra que el de salvar la vida humana, aunque estemos solos en nuestras casas, es algo maravilloso”, asegura.

La soledad afecta especialmente a la gente mayor, pero atormenta mucho más a los jóvenes, como demostró en 2010 una encuesta de la Fundación para la Salud Mental del Reino Unido. Hasta un 36% de las personas entre 18 y 34 años admitían un estado de tristeza. Y a los inmigrantes, y a los desempleados, y a las madres o padres solteros, y a las personas con problemas mentales, y paradójicamente, a aquellos que se dedican a atender a los dependientes. Ahora el coronavirus ha hecho que la soledad afecte a mucha más gente, aunque viva acompañada. Y amenaza con agravar esta epidemia oculta, pero puede ser el inicio de su solución. Aproximarse al abismo por unas semanas puede ser un modo de entender lo que supone vivir cada día asomado a él de un modo crónico. 

https://elpais.com/ideas/2020-03-30/estar-confinado-y-solo-lo-que-esta-crisis-revela-del-gran-mal-oculto-de-nuestra-epoca.html

Cómo afrontar el confinamiento


Consejos inuit para mejorar tu vida

El presente como única realidad. Los verdaderos amigos. Una inesperada salida ante el miedo. Pequeñas lecciones de los pueblos del norte que ayudan a superar las adversidades diarias.

LOS 70.000 inuits —en idioma aborigen, “la gente”— extienden su territorio natural entre Canadá, Alaska, Siberia y Groenlandia. Los pobladores del Ártico tienen una mitología y espiritualidad propias. Según la escritora y ensayista estadounidense Annie Dillard, los inuits creen que “cada individuo posee seis o siete almas, encarnadas por personas diminutas desperdigadas por diferentes partes del cuerpo”. Una de las creencias más bellas de estos pueblos del norte es que las estrellas son agujeros en el cielo que dejan pasar la luz de los seres queridos que ya han fallecido para que desde abajo sepamos que son felices.

Tal vez por las duras condiciones de vida de estos pobladores del frío, su sabiduría popular expresa el arte cotidiano de superar las circunstancias más difíciles. Veamos algunas pinceladas que pueden ser útiles también para nuestro día a día.

Ayurnamat. Este término inuit no tiene una palabra equivalente en nuestro idioma, pero comprende una filosofía vital que podemos englobar en esta frase: “No merece la pena preocuparse por las cosas que no podemos cambiar”. Esta misma idea existe en las tradiciones china y árabe, pero el hecho de que los esquimales posean un vocablo específico indica hasta qué punto está integrado en su cultura. La supervivencia exige centrarse solo en lo que depende de uno mismo, dejando fuera todo aquello sobre lo que no tenemos control.

“No hagas en tu hogar ventanas tan pequeñas que impidan que la claridad entre en las habitaciones”. Tomado de forma literal, es comprensible que en los asentamientos en los que durante buena parte del año la luz es escasa haya que facilitar la entrada del sol. Sin embargo, este dicho inuit tiene una segunda lectura en clave personal. Si tu mirada sobre la realidad es estrecha, siempre lo verás todo oscuro o directamente negro, ya que tu visión está teñida por tu mirada. El mejor remedio contra el pesimismo y la negatividad es ampliar horizontes y entender que hay un mundo muy amplio más allá de nuestros problemas.

“Nunca sabrás de verdad quiénes son tus amigos hasta que el hielo se rompa bajo tus pies”. Llevado a nuestro entorno urbano, la actriz Marlene Dietrich decía que “los únicos amigos que cuentan son los que puedes llamar a las cuatro de la madrugada”. Ciertamente, en situaciones de celebración y de tranquilidad podemos albergar la ilusión de que tenemos muchas amistades, pero la piedra de toque son los momentos difíciles. Ante una ruina económica, una separación o una larga enfermedad —equivalentes al hielo que se rompe—, muchas personas desaparecen y solo una minoría sigue presente, dando lo mejor de sí mismos. Este filtro revelador es una de las cosas que podemos agradecer a la adversidad.

“Los regalos hacen esclavos, así como el látigo hace al perro”. Todos tenemos en mente la imagen de un trineo tirado por perros que surca el territorio nevado. Los animales cumplen con su misión a la fuerza, empujados por el azote de quien los conduce. Del mismo modo, según la sabiduría esquimal, aceptar un obsequio demasiado costoso nos coloca en una posición de debilidad hacia el otro, ya que inconscientemente nos sentiremos obligados a devolver el favor. Esto es algo a tener en cuenta uno mismo al ofrecer un regalo. Habría que preguntarse antes: ¿entrego esto de forma generosa y espontánea, o con el tiempo esperaré algo a cambio?

“Si tienes miedo, cambia de camino.” Esta inspiración esquimal parece ir en contra del moderno coaching, que aconseja desafiar las creencias limitadoras y salir de la zona de confort; sin embargo, tiene también otra interpretación: para hacer algo desde la duda y la desconfianza, mejor no hacerlo. Un ejemplo de ello sería iniciar una relación sentimental bajo el temor de ser engañados o de que las cosas no salgan bien por cualquier otro motivo. Hay que domar primero el miedo para vivir y amar con libertad.

“El ayer son cenizas y el mañana es madera. Solo hoy arde el fuego con todo su esplendor”. Encontramos equivalentes de esta idea en el zen japonés y, de hecho, en prácticamente todas las tradiciones espirituales. Y es tan simple como difícil de aplicar, a no ser que pongamos conciencia en cada uno de nuestros actos. La existencia se compone de momentos, y quien no sabe disfrutarlos se condena a vivir siempre en la melancolía del pasado o en el anhelo del futuro. 

Para mitigar y medir el enfado 

En su libro Pequeño curso de magia cotidiana, Anna Sólyom cita un ritual de los inuits recogido por la historiadora del arte Lucy R. Lippard para momentos en los que la ira se apodera de nosotros: “Una costumbre de los esquimales para aliviar a alguien de su enfado consiste en que esa persona camine siguiendo una línea recta a través del campo. El punto en que el enfado es conquistado es marcado con una vara, como testimonio de la fuerza o la duración del enojo”. Esta práctica presenta una doble ventaja. El hecho de mover el cuerpo en momentos de ofuscación nos ayuda a salir de la encerrona en la que nos ha puesto nuestra mente. Por otro lado, esta forma tan gráfica de medir la ira nos permite distanciarnos de ella y entender nuestra propia emoción como algo que no nos pertenece.

Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.

https://elpais.com/elpais/2020/03/02/eps/1583148380_800866.html

viernes, 13 de marzo de 2020

_- “Las emociones intensas no son buenas para el aprendizaje.” Héctor Ruiz, investigador y autor de ‘¿Cómo aprendemos?’, analiza los mecanismos que influyen en nuestra manera de aprender y en cómo se pueden utilizar para mejorar la calidad de la enseñanza

_- Puede que todos hayamos pasado (y algunos todavía lo estarán haciendo) por una situación parecida durante nuestro más o menos dilatado periplo académico: toparnos con ciertos conocimientos que, como el agua y el aceite, se nos atragantan y nos cuestan horas y horas asimilar, mientras que otros, en cambio, se instalan en nuestra memoria con una naturalidad pasmosa. Son interrogantes que, en cierta medida, aún persisten tanto para alumnos como docentes: ¿Qué factores influyen en el aprendizaje? ¿De qué manera el conocerlos puede contribuir a mejorar la calidad de la enseñanza? Para ello, hablamos con Héctor Ruiz Martín, máster en Genética Evolutiva, investigador en psicología cognitiva y autor de ¿Cómo aprendemos? (editorial Graó, 2020).

Pregunta. ¿Cómo aprenden las personas?
Respuesta. Las personas aprendemos dando significado a nuestras experiencias, y eso significa conectar lo que estamos aprendiendo con algo que ya sabemos y con lo que está relacionado. Nuestra memoria funciona formando redes en las que los elementos se vinculan por relaciones de significado que provienen de la experiencia. Cuando tratamos de recordar lo aprendido, en realidad reproducimos una mezcla de esos elementos producto del aprendizaje con otros que ya teníamos (o que aprenderemos a posteriori), con los que acabamos reconstruyendo el recuerdo.

P. ¿Se aprende hoy de una manera efectiva? ¿Puede mejorarse?
R. Para que el aprendizaje sea más efectivo, debemos conseguir que los alumnos reflexionen sobre aquello que están aprendiendo, es decir, que lo interpreten a la luz de sus conocimientos, que piensen en ejemplos sobre lo que se les está explicando e intenten interpretarlo en un nuevo contexto... Darles una buena explicación no es suficiente (aunque sí importante).

Una de las maneras más efectivas de consolidar el aprendizaje es evocarlo. No volverlo a escuchar o leer, sino tratar de recordarlo y reproducirlo con tus palabras. Si se trata de hechos (por ejemplo, las capitales europeas), pues los hechos tal cual; pero si son conceptos, tratar de explicarlos con tus propias palabras, a ti mismo o a otra persona. Si, como profesores, incluimos actividades en las que conseguimos que esas actividades se hagan habitualmente, y no solo en el examen, estaremos mejorando la enseñanza en el aula.

Otra de las cosas que pueden ayudar es enseñar a los alumnos buenas estrategias de aprendizaje. No enseñamos a los alumnos a aprender, sino que les planteamos lo que tienen que asimilar e incluso tratamos de ayudarles a aprenderlo, pero luego ellos tienen que estudiar, y nosotros no les decimos cuáles son las formas más efectivas de estudiar.

P. ¿Qué otras estrategias favorecen el aprendizaje?
R. Los alumnos que, cuando estudian, se ponen a prueba a sí mismos (es decir, tratando de evocarlo y explicarlo), son mucho más efectivos que aquellos que estudian y reestudian, que leen y vuelven a leer hasta quedarse con la idea. Todo te lleva a un aprendizaje, pero hay estrategias mucho más efectivas, que se notan especialmente cuando las cosas se ponen exigentes.

Otra es la práctica espaciada: no dejarlo todo para el último día. Es mucho más efectivo estudiar una hora durante cinco días que cinco horas un solo día, y no por una cuestión de cansancio, sino porque la memoria, en esos impactos separados por un tiempo en el que se ha permitido que haya un cierto olvido, al tratar otra vez de recuperar esa información la hace más fuerte, la consolida. Si además lo combinas con la evocación, desarrollamos la práctica más efectiva que hay.

Hay muchas otras [estrategias] que pueden añadir valor, como planificarte, decidir la hora a la que vas a estudiar y apagar el móvil (y no tenerlo siquiera a la vista); o no estudiar con música, por mucho que creas que te va bien. Acostumbramos a confundir lo que nos gusta con lo que es efectivo. La música solo te puede ir bien en un entorno de mucho ruido para que, al menos, lo tape y proporcione un entorno más agradable. En caso contrario, el silencio es infinitamente mejor.

P. En el libro te centras en los mecanismos cognitivos que rigen la memoria y el aprendizaje. ¿Cómo puede potenciarse su funcionamiento?
R. Para potenciar la memoria, hay que maximizar el número de contextos en los que se trabajan los conceptos; no limitarlos a uno solo. Un aprendizaje profundo facilita que veamos (y trabajemos y utilicemos) las mismas ideas en diferentes contextos, de manera que las hagamos más flexibles, porque las conectamos con más conocimientos previos. Por ejemplo, si yo estudio el concepto de densidad, y para ello trabajo con líquidos, pero luego me preguntan por qué las máquinas del aire acondicionado van arriba, y no abajo, les tendré que decir que no tengo ni idea, porque no lo he estudiado, cuando en realidad, es una cuestión de densidad: el aire frío es más denso que el caliente, y por eso lo ponemos arriba, para que caiga. Yo no me puedo limitar a estudiar la densidad con líquidos, sino que lo tendré que ver también con gases y sólidos, y lo que sucede cuando un objeto se dilata (que pierde densidad y aumenta el volumen...).

P. ¿Juegan las emociones un papel relevante en el proceso del aprendizaje?
R. Creo que usamos la palabra “emoción” o “emocional” de una manera demasiado amplia. Es cierto que en clase conviene que los alumnos se sientan a gusto, cómodos y seguros; pero decir que hay que provocar emociones para recordar mejor las cosas no es riguroso. No porque planees una actividad que provoque emociones en los alumnos, se van a acordar mejor de los conceptos que iban a ver. De lo que sí se van a acordar mejor es de lo que pasó en clase, pero no necesariamente de lo que se supone que querían aprender. Ahí el típico ejemplo es el de un experimento que hacemos, que explota y salen colores. Será muy emotivo, pero al día siguiente tú preguntas a los alumnos qué es un cambio químico y te dirán “¿un cambio qué?”. Y en cambio sí te pueden hablar de lo que hicieron ayer, de la explosión y los colores.

Lo correcto es pensar en la importancia de las emociones desde un punto de vista como el de la motivación, dentro de esa dimensión emocional del aprendizaje que hace que le dediquemos a algo más atención, tiempo y esfuerzo, y que nos ayude a aprenderlo mejor. Pero no se trata solo de interés: uno de los factores más importantes es que el estudiante se crea capaz de aprender lo que se le propone aprender. Eso se llama autoeficacia, y es específica para cada disciplina o habilidad.

P. ¿De qué manera influyen otras emociones como la sorpresa y la curiosidad?
R. Lo importante es que, en el momento del aprendizaje, las emociones intensas (buenas o malas) se mantengan a raya. No son positivas para el tipo de aprendizaje que buscamos en la escuela, porque desvían nuestra atención hacia cosas superfluas para el aprendizaje, secuestrando nuestros recursos cognitivos. A partir de ahí, otras emociones controladas siempre van a ser buenas. Generar curiosidad es positivo, pero tampoco pensemos que es la solución, porque es una emoción puntual y de muy poca duración que, dependiendo de la complejidad que tenga la explicación, enseguida se acaba. Lo que es fuerte es el interés, lo que técnicamente llamamos valor subjetivo. Surge de toda una serie de elementos alrededor de lo que voy a aprender. Mejor que buscar que la clase sea divertida, es conseguir que sea interesante. Volvemos a la motivación, porque el interés es uno de los factores que más la motivan (el otro es la autoeficacia). Si no te crees capaz de aprender algo, normalmente pierdes el interés.

P. ¿Qué prácticas sirven para promover el aprendizaje?
R. Las clases con mucha interactividad, en donde se emplaza a los alumnos a reflexionar y razonar, son más efectivas. Otra práctica nada tradicional es aplicar métodos de aprendizaje cooperativo, pero bien, porque un trabajo en grupo no tiene por qué ser cooperativo. ¿Cuántas veces sucede, al evaluar uno de esos trabajos, que algunos alumnos han hecho de todo, mientras que otros se escaquean (o son desplazados por los primeros)? En cambio, sí se da cuando los estudiantes se ayudan a aprender los unos a los otros, para que todos consigan alcanzar los objetivos de aprendizaje, ya sea en actividades de una hora u otras a más largo plazo.

La manera de garantizar que es cooperativo es que la evaluación se haga individualmente, para cada uno de ellos, y que luego se valore a nivel de grupo, como en un equipo donde cada uno gana unos puntos, y la puntuación final es la suma o la media de ellos. De esta manera, los alumnos de mayor capacidad se van a asegurar de que los otros también aprenden lo que deben; y además, al hacerlo, les estás dando una nueva oportunidad de aprendizaje, porque una de las mejores maneras de aprender algo es explicárselo a otra persona. De esta forma los aprendizajes son mucho más profundos, sólidos y duraderos que si lo hicieran empollando en el último momento, solo para pasar el examen, algo que, como profesores, debemos luchar por evitar.

Otro es el que habla de que usamos solo el 10 % del cerebro, que tampoco es cierto; lo usamos al 100 % en todo momento, y está siempre activo. No se sabe muy bien de dónde surgió esta idea; probablemente de algún iluminado de esos a los que les gusta pensar que el ser humano tiene un potencial oculto que podemos sacar. De ahí los superhéroes...

P. ¿Qué procesos de la enseñanza son más importantes?
R. La instrucción, el feedback y la evaluación. La instrucción se refiere al momento en que el docente empieza a introducir un conocimiento o una habilidad nueva. Ahí es muy importante que hagamos pensar a los alumnos sobre lo que están aprendiendo. El feedback sucede cuando los alumnos ya han comenzado a aprender y lo ponen en práctica. Será positivo si, como un GPS, nos dice dónde estamos, a dónde queremos ir, y lo que tenemos que hacer ahora para llegar al objetivo. Debe identificar las áreas en las que tiene que mejorar y cómo hacerlo. La evaluación es totalmente necesaria, porque sin ella tampoco puede haber feedback. Lo que pasa es que hay que realizarla de manera que no estigmatice, en el que los alumnos dispongan de muchas oportunidades de éxito con pruebas evaluativas de bajo riesgo.

https://elpais.com/economia/2020/02/27/actualidad/1582802517_740361.html?rel=lom

sábado, 29 de febrero de 2020

Mario Bunge: Discurso Doctorado «Honoris Causa» en la Universidad de Salamanca, 15 de mayo de 2003. Cómo criar y cómo matar la gallina de los huevos de oro

«Ante todo, agradezco al claustro de doctores salmantinos, así como al señor Rector y los señores Vicerrectores, el haber aceptado la propuesta de mi querido amigo, el Profesor Miguel Ángel Quintanilla, de honrarme con un doctorado honoris causa.

La Universidad de Salamanca ha sido una de las luminarias europeas durante ocho siglos. Suele olvidarse, injustamente, sus contribuciones a la cultura universal. Baste recordar que fue aquí donde Francisco de Vitoria echó las bases del derecho internacional, instrumento indispensable para la convivencia de los pueblos. Cada vez que se lo aplica, se rinde homenaje tácito a la Universidad salmantina, y cada vez que se lo viola se atenta contra la civilización moderna.

Me propongo defender dos tesis. La primera es que la investigación científica es la gallina de los huevos de oro. La segunda es que hay maneras de criarla, y otras tantas de matarla.

[1] La investigación básica es el motor de la cultura intelectual y la madre de la técnica

La investigación básica consiste en la búsqueda de la verdad independientemente de su posible uso práctico, el que acaso jamás llegue. Es la investigación que hacen los matemáticos, físicos, químicos, biólogos, científicos sociales y humanistas. Es sabido que la investigación básica alimenta a la técnica sin ser técnica, porque la técnica diseña medios para cambiar el mundo en lugar de estudiarlo.

El distintivo de la American Association for the Advancement of Science es un par de círculos concéntricos. El círculo central es dorado y simboliza la ciencia básica, mientras que el anillo que lo rodea es azul y simboliza la técnica. La idea es que la ciencia nutre a la técnica. Esta idea podría ampliarse, inscribiendo el círculo en un cuadrado que simbolice la cultura moderna.

En efecto, nuestra cultura, a diferencia de las demás, se caracteriza por su dependencia de la investigación básica. Si ésta se detuviera, ya por falta de vocaciones, ya por falta de fondos, ora por censura ideológica, ora por decreto, nuestra civilización se estancaría, y pronto decaería hasta convertirse en barbarie. Baste recordar lo que sucedió con la ciencia básica bajo el fascismo, y con la biología, la psicología y las ciencias sociales bajo el estalinismo.

Las mejoras, los avances menudos, la elaboración de ideas básicas, pueden planearse y encargarse. Los grandes inventos, como los grandes descubrimientos, no pueden planearse ni encargarse, porque son producto del ingenio estimulado por la curiosidad.

Es posible programar una máquina, pero es imposible programar un cerebro original. Lo que sí es posible es educar un cerebro receptivo e inquieto. Esto es lo que hace todo intelectual disciplinado: va esculpiendo su propio cerebro a medida que va aprendiendo y creando.

Puesto que la espontaneidad no es programable, hay que darle oportunidades antes que órdenes: hay que fomentar la curiosidad, y con ella la creatividad científica o artística sin esperar resultados inmediatos. La exigencia de resultados inmediatos garantiza la mediocridad y el desaliento, e incluso el fracaso.

Por ejemplo, ciertos gobiernos actuales pretenden hacer la guerra al terrorismo, sin entender que es imposible hacer la guerra a células secretas, y sin entender que los terroristas, como los cruzados, no lo son de nacimiento, sino que son productos de ciertas circunstancias y de una educación fanática.

El terrorismo, tanto el de abajo como el de arriba, no terminará si no se transforman esas circunstancias y si no se hace un esfuerzo por entender la psicología y la sociología del terrorista. Tanto en política como en medicina, más vale prevenir que curar. Y cuando se trata de curar hay que buscar y emplear remedios eficaces en lugar de grasa de culebra. Y eso requiere investigación seria antes que receta ideológica. A su vez, los resultados de la investigación se hacen esperar.

Siempre hay que esperar para cosechar frutos, sean comestibles, sean conceptuales. Por ejemplo, Apolonio describió las secciones cónicas unos 200 años a.C., pero nadie las usó con provecho hasta que Galileo empleó la parábola para describir la trayectoria de las balas, y Kepler la elipse para describir las trayectorias planetarias.

Las investigaciones desinteresadas de Ampère y Faraday no rindieron frutos prácticos sino cuando Henry inventó el motor eléctrico. Las ecuaciones de Maxwell y las mediciones de Hertz sólo sirvieron para entender el electromagnetismo, hasta que Marconi las usó para inventar la radio. Thomson, el descubridor del electrón, no pudo anticipar la industria electrónica. Rutherford, el padre de la física nuclear, nunca creyó que sus trabajos darían lugar a la ingeniería nuclear ni las plantas nucleares.

Otro ejemplo: los inventores de la física cuántica no soñaron que ella serviría para diseñar ordenadores y, con ellas, un nuevo sector de la industria. Crick y Watson no previeron la emergencia de poderosas firmas biotécnicas pocas décadas después de anunciar la estructura del ADN.

La unión de la ciencia con la técnica es tan íntima, que no se pueden mantener facultades de ingeniería al día sin el concurso de departamentos de matemática, física, química, biología y psicología. Por ejemplo,el bioingeniero que se ocupa de diseñar prótesis tiene que aprender bastante anatomía y fisiología humanas, y el experto en administración de empresas tiene que aprender bastante psicología, sociología y economía.

La historia de la ciencia y de la técnica sugieren algunas moralejas de interés para quienquiera que se interese en políticas culturales. He aquí tres de ellas.

Primera: Es deseable fomentar la ciencia básica, no sólo para enriquecer la cultura, sino también para nutrir la técnica, y con ella la economía y el gobierno.

Segunda: Puesto que el conocimiento humano es un sistema, en el que toda componente interactúa con otros constituyentes, es preciso fomentar todas las ramas de la cultural intelectual, así como promover la construcción de puentes entre ellas.

Tercera: La ciencia y la técnica no avanzan automáticamente, a despecho de las políticas culturales, sino que son muy sensibles a éstas. Por este motivo, hay que averiguar cuáles son sus estímulos y sus inhibidores. Empecemos por estos últimos.

[2] Los 7 enemigos de la investigación básica

Sugiero que los principales enemigos de la ciencia básica son los siguientes.

1. Mala enseñanza de la ciencia: autoritaria, datista, memorista, y tediosa.

2. Educadores y administradores miopes, que ignoran que no se puede descuidar ninguna rama importante del conocimiento, porque todas estas ramas interactúan entre sí, por lo cual las especialidades estrechas son efímeras.

3. Pragmatismo: creencia de que se puede conseguir huevos sin criar gallina. Los gobiernos norteamericanos más retrógrados recortaron los subsidios a la investigación en ciencias sociales, pero conservaron o aumentaron los subsidios a las ciencias naturales. Se estima que cerca de la mitad de los aumentos sensacionales de la productividad industrial norteamericana desde el fin de la segunda guerra mundial se deben a que los gastos en investigación básica ascienden al 3 % del producto interno bruto, o sea, varias veces lo que gasta España.

4. Neoliberalismo y el consiguiente debilitamiento de las organizaciones estatales, en particular las universidades nacionales. El ejemplo canadiense es elocuente: el gobierno conservador de la década del 80 decretó que los científicos tendrían que buscar fondos en el sector privado. Dado que no los encontraron, el resultado neto de esta política utilitarista es que los gastos por estudiante han disminuido en un 20%, en tanto que los gastos norteamericanos han aumentado en un 30% durante el mismo período. El gobierno liberal inició una rectificación de este curso desastroso, pero obró tarde e insuficientemente. Mientras tanto, centenares de investigadores emigraron, y miles de estudiantes desistieron de estudiar ciencias.

5. Oscurantismo tradicional: fundamentalismo religioso, ciencias ocultas, homeopatía, psicoanálisis, etc., y la censura ideológica concomitante. Por ejemplo, el gobierno actual de la India, comprometido con la religión hindú, ha promovido los estudios de astrología y de medicina védica. Otro ejemplo es la restricción a la investigación de las células totipotentes para complacer a unos teólogos retrógrados.

6. Oscurantismo posmoderno: “pensamiento débil”, retorismo, deconstruccionismo, existencialismo, y la filosofía femenina que considera la ciencia, y en general la racionalidad y la objetividad, como “falocéntricas”.

7. Constructivismo-relativismo en filosofía, sociología e historia de la ciencia, doctrina que niega la posibilidad de hallar verdades objetivas e imagina trampas políticas tras los teoremas más inocentes, con lo cual desanima la búsqueda de la verdad, lo que a su vez empobrece la cultura.

Dejemos ahora estas reflexiones y admoniciones pesimistas, y veamos qué puede hacerse para promover la búsqueda de la verdad por la verdad.

[3] Qué hacer para promover la investigación básica

Propongo que una manera de promover el avance del conocimiento básico es adoptar, elaborar y poner en práctica las medidas siguientes:

1. Enseñar más ciencia, y enseñarla mejor, en todos los niveles, así como montar museos y espectáculos científicos.

2. Aumentar los subsidios a la investigación básica, particularmente en los sectores más descuidados.

3. Ofrecer becas a estudiantes interesados en ramas descuidadas o emergentes de la ciencia básica, tales como matemática, física de líquidos, química teórica, neurociencia cognitiva, socio-economía, sociología política, economía del desarrollo, investigación operativa, sociolingüística, y filosofía exacta.

4. Reforzar la participación de investigadores en el diseño de políticas culturales y planes de enseñanza.

5. Aliviar a los investigadores de tareas administrativas.

6. Denunciar las imposturas intelectuales, tales como el “creacionismo científico”, las medicinas alternativas, y fomentar en cambio el pensamiento crítico, el debate racional y la divulgación científica.

7. Resistir el movimiento de privatización de las universidades. Las funciones específicas de la Universidad son producir y difundir conocimiento, no dinero; por consiguiente, la Universidad debe seguir siendo dirigida por académicos, no por empresarios ni por comisarios, así como las empresas deben seguir siendo dirigidas por empresarios, no por investigadores ni por comisarios.

Termino. De todos los sistemas que constituyen una sociedad, el cultural es el más vulnerable a los choques económicos y políticos. Por esto es el que hay que manejar con mayor cuidado y alimentar con mayor dedicación, sin esperar otros rendimientos inmediatos que su propio enriquecimiento

Dada la centralidad de la ciencia en la cultura y la economía modernas, es aconsejable adoptar la política del gobierno surcoreano. Cuando la economía surcoreana entró en crisis, hace pocos años, en lugar de recortar los subsidios a la investigación básica, el gobierno resolvió incrementarlos hasta alcanzar el 5% del PIB. El resultado está a la vista: la producción científica surcoreana sobrepasa hoy a la india, pese a que la ciencia india empezó un siglo antes que la coreana.

No es que el dinero genere ciencia, sino que sin él, la ciencia languidece. Quien quiera comer huevos, que alimente a su gallina. Y quien quiera preservar una buena tradición deberá enriquecerla, porque la permanencia sólo se consigue a fuerza de cambios».

Mario Augusto Bunge (Florida Oeste, Provincia de Buenos Aires, 21 de septiembre de 1919-Montreal, 24 de febrero de 2020) fue un filósofo, físico y epistemólogo argentino. Bunge se declaró como un filósofo realista, cientificista, materialista y sistemista; además de defensor del realismo científico y de la filosofía exacta (…) Expresó públicamente su postura contraria a las pseudociencias, entre las que incluyó al psicoanálisis, la praxeología, la homeopatía, la microeconomía neoclásica (u ortodoxa), entre otras. En términos económicos y políticos, Bunge proponía una defensa del «socialismo como cooperativismo», diferenciándolo de y haciendo fuertes críticas al socialismo de tipo soviético y al populismo. Ejerció docencia en filosofía en Argentina, Uruguay, México, EE.UU., Alemania, Dinamarca, Suiza y Australia. Ocupó también la Cátedra Frothingham de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill, de Montreal, Canadá.

Fuente: https://conversacionsobrehistoria.info/2020/02/25/como-criar-y-como-matar-la-gallina-de-los-huevos-de-oro-mario-bunge-en-la-universidad-de-salamanca-2003/