Mostrando entradas con la etiqueta esclavos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta esclavos. Mostrar todas las entradas

jueves, 23 de julio de 2020

La brutal y casi olvidada "era de los linchamientos" de negros en Estados Unidos

Iniciación de un nuevo miembro del Ku Klux Klan.
Tras la I Guerra Mundial, los linchamientos repuntaron por la acción de grupos supremacistas como el Ku Klux Klan.

Luther Holbert, un ciudadano afroestadounidense, fue linchado en la localidad de Doddsville (Mississippi) por una multitud que le acusaba de matar a un hacendado blanco. Era el año 1904 y Estados Unidos vivía en plena segregación racial.

Holbert estaba junto a una mujer que se cree era su esposa. Ambos fueron atados a un árbol y obligados a extender sus manos mientras les iban cortando uno a uno los dedos que iban distribuyendo entre la muchedumbre como una suerte de souvenirs.

Luego les cercenaron las orejas, les golpearon y usaron un sacacorchos grande para abrir agujeros en sus cuerpos, sacando grandes trozos de carne. Finalmente fueron lanzados en una hoguera donde murieron quemados.

De esclavos a millonarios: la historia oculta de los primeros negros que hicieron fortuna en Estados Unidos (y en qué la invirtieron)

Quién fue el polémico general Robert E. Lee, cuya estatua está en el centro de las marchas de supremacistas blancos que desataron la violencia en Charlottesville

Mientras eran torturados y asesinados, la multitud de hombres, mujeres y hasta niños blancos que presenciaron su linchamiento comían huevos rellenos y tomaban limonada y whisky con la misma actitud relajada de quien asiste a un paseo campestre.

Más de 4.400 afroestadounidenses fueron linchados en Estados Unidos entre 1877 y 1950, según documentó la Iniciativa para una Justicia Igualitaria (EJI, por sus siglas en inglés).

Esta organización no gubernamental con sede en Alabama realizó un estudio llamado "Linchamientos en Estados Unidos: confrontando el terror racial", en el que hallaron unos 800 casos de muertes de este tipo que no habían sido registradas hasta ahora.
Placa que conmemora el comercio de esclavos.
El Monumento Nacional por la Paz y la Justicia fue creado en Montgomery, ciudad que tiene una larga historia vinculada con la esclavitud pero también con las luchas por la justicia racial.

La investigación se centró en 12 estados del sur de Estados Unidos y se enfocó en aquellos casos ejecutados con impunidad, con frecuencia en lugares públicos y a plena luz del día, en comunidades donde existía un sistema de justicia que funcionaba bien, al menos para los blancos.

Así marcó diferencias con los linchamientos que ocurrían en lugares sin ley, o los que afectaban a otras minorías como la asiática o la comunidad de estadounidenses de origen mexicano.

Se trata de un fenómeno de la historia de Estados Unidos sobre el cual poco se habla, pero que a partir del próximo 26 de abril será recordado con la inauguración del Monumento Nacional por la Paz y la Justicia en Montgomery (Alabama).

Trágico espectáculo
Muertes como la de Holbert no eran extrañas durante lo que los historiadores han llamado "la era de los linchamientos", que se extendió hasta mediados del siglo XX, pero que tuvo su apogeo entre 1890 y 1930, según explica Stewart Tolnay, profesor emérito de Sociología en la Universidad de Washington, a BBC Mundo.
Asistentes a un linchamiento de dos afroestadounidenses en Indiana en 1930.
Asistentes a un linchamiento de dos afroestadounidenses en Indiana en 1930.

En algunos casos, incluso se llegaban a publicar notas en los periódicos anunciando y convocando a las masas a participar.

"3.000 (personas) quemarán a un negro", rezaba en junio de 1919 un titular del New Orleans State; "John Hartfield será linchado por una muchedumbre de Ellisville a las 5 de la tarde de hoy", se leía en un ejemplar del Daily News de Jackson (Mississippi), de la misma época.

"Los casos en los que los linchamientos eran anunciados en los periódicos son unos pocos, aunque implicaron algunos de los sucesos espantosos con las mayores multitudes. Más frecuentes eran los casos en los que masas pequeñas detenían y linchaban a alguien a quien señalaban de haber presuntamente cometido algún tipo de delito", indica Tolnay, quien ha publicado dos libros y numerosos artículos académicos sobre el tema.

"La mayor parte no eran los linchamientos-espectáculo sino más bien eran cosas rutinarias y silenciosas", agrega.

El hecho de que estas muertes pudieran ser anunciadas en la prensa con anticipación demuestra que no se trataba de acciones impulsivas ejecutadas por una turba enardecida. Pese a ello era muy raro que los linchadores fueran enjuiciados.

Desiguales ante la muerte
Aunque los ciudadanos blancos también fueron objeto de linchamientos, las muertes de afroestadounidenses eran mucho más numerosas. Entre 1882 y 1889, la proporción de víctimas era de 4 negros por cada blanco; entre 1890 y 1900 era de 6 a 1; mientras que a partir de entonces aumentó a 17 a 1.

Aunque los blancos también eran víctimas de linchamientos, su proporción era mucho menor. Tolnay señala que usualmente los blancos que resultaban linchados se encontraban entre los miembros más marginados de su comunidad y que, en todo caso, no eran objeto de las duras torturas a las que podían ser sometidos los negros.

Las causas que podían llevar a un linchamiento también variaban de acuerdo con la raza.

Según el estudio del EJI, el 30% de los afroestadounidenses asesinados por las turbas habían sido acusados de homicidio y 25% por agresión sexual.

"La definición de violación de un negro a una blanca en el Sur era increíblemente amplia y no necesitaba que se alegara el uso de la fuerza porque las instituciones blancas, las leyes y la mayor parte de los blancos rechazaban la idea de que una mujer blanca podía o consentiría voluntariamente tener sexo con un afroestadounidense", señala la EIJ.

Otros centenares de negros perdieron la vida al ser señalados por provocar incendios, por robo o simplemente por "vagancia", hechos por los que —en caso de ser hallados culpables— un tribunal no les habría aplicado la pena de muerte.

Pero había acusaciones aún más triviales.
Según recoge el EIJ, el afroestadounidense Jesse Thornton fue linchado en Luverne (Alabama), en 1940, por referirse a un policía por su nombre sin emplear antes el título de "señor".

Igual suerte corrió en 1916 Jeff Brown en Cedarbluff (Mississippi) por tropezar accidentalmente con una joven blanca mientras corría para alcanzar el tren, así como el soldado Charles Lewis, en 1918, linchado en Hickman (Kentucky) por negarse a vaciar sus bolsillos mientras estaba vistiendo su uniforme militar.

"Los blancos nunca eran linchados por las razones triviales por las que mataban a los negros y usualmente tampoco eran objeto de tortura", señala Tolnay, quien aclara que los casos de violencia extrema contra las víctimas representaban en torno al 10% del total.

Sociedad de castas
La "era de los linchamientos" tuvo su epicentro en los estados del sur de Estados Unidos y se inició en las décadas que siguieron al final de la guerra civil y a la declaración formal del fin de la esclavitud, ocurrida en 1865.
Una horca.
Más de 4.400 afroestadounidenses murieron durante la "era de los linchamientos". Para los investigadores no se trata de una casualidad.

"Después de la guerra civil hubo unos 4 millones de esclavos negros que se convirtieron en personas libres y competían en las economías de los estados sureños con los blancos", señala Tolnay.

"Ellos fueron amenazados hasta que quedaron completamente privados de derechos de participación política en torno al año 1900 y el sur quedó gobernado por el sistema de castas raciales, en el cual había una línea clara que separaba a la "raza blanca superior" de la "raza negra subordinada".

"Los blancos ricos eran la élite y los blancos pobres usaban el linchamiento para reforzar ese sistema de castas raciales y reducir las probabilidades de ascenso social de los negros sureños", agrega.

El experto indica que, aunque casi todas las víctimas habían sido acusadas de algún tipo de falta y, en ocasiones, eran sacados por las turbas de los tribunales o de las cárceles —incluso sin haber sido juzgados—, esto no era un asunto de justicia popular ante un sistema disfuncional.

"Había un sistema penal perfectamente adecuado que podía hacerse cargo de los delincuentes, fueran blancos o negros. El linchamiento de los negros tenía un objetivo distinto: enviar un mensaje muy claro a la comunidad negra de que había límites para su movilidad ascendente", afirma Tolnay.
Ilustración del traslado de las víctimas de un ataque racista en Luisiana en 1873.
Tras la abolición de la esclavitud en 1865 se incrementaron los linchamientos y los ataques racistas en contra de los afroestadounidenses.

La EJI destaca que estas muertes no eran el resultado de la acción de unos pocos extremistas, sino que eran actos públicos violentos que implicaban la participación de toda una comunidad y que, en general, eran tolerados por las autoridades y los responsables no enfrentaban ningún tipo de consecuencia legal.

"Los linchamientos eran actos de violencia racial que estaban en el centro de una campaña sistemática de terror que perpetuaba y respaldaba un orden social injusto. Estos linchamientos eran terrorismo", apunta la organización en su informe.

¿Vergüenza o negocios?
Pero, ¿cómo se fue extinguiendo esta práctica?

Los linchamientos fueron una de las causas de la migración masiva de unos 6 millones de afroestadounidenses que entre 1915 y 1970 optaron por mudarse al norte del país, donde se establecieron en guetos.

Esa redistribución de la población redujo la disponibilidad de mano de obra barata en el sur, algo que según Tolnay puede haber convencido a las élites del sur de la necesidad de hacer cambios.

"Los linchamientos se convirtieron en algo vergonzoso para el sur en la medida en que la economía se desarrollaba en esos estados. La élite blanca intentaba atraer capitales foráneos por lo que tenía que cambiar la imagen del sur. Esta era una práctica brutal, espantosa e inhumana que no ayudaba", señala el experto.

Así, el fenómeno se fue extinguiendo paulatinamente pero sin que, según el EIJ, se produjera un proceso de reconciliación a través de la verdad como ha ocurrido en Alemania con el Holocausto o con el apartheid en Sudáfrica.
Un hombre observa una exposición de fotografías sobre los linchamientos en Estados Unidos.
En 2005, el Senado de Estados Unidos pidió disculpas por no haber aprobado una legislación que prohibiera los linchamientos. "Si yo pregunto: diga el nombre de un afroestadounidense linchado entre 1877 y 1950, la mayor parte de la gente no puede mencionar a nadie. Miles de personas murieron pero no pueden nombrar a una. ¿Por qué? Porque no hemos hablado de esto", dijo Bryan Stevenson, fundador de la EJI, a CNN a propósito de las causas para impulsar la creación del Monumento Nacional por la Paz y la Justicia.

Con el uso de recursos artísticos, esculturas y diseños esperan poner en contexto la historia del terror racial en el país.

Incluirán más de 800 memoriales de acero de dos metros de altura, uno por cada condado de Estados Unidos donde fue linchado un afroestadounidense, en los que estarán grabados los nombres de las víctimas.

Además, dispersos a lo largo del extenso lugar habrá réplicas de cada uno de esos monumentos que la EJI espera entregar a los condados que quieran exhibirlos para recordar en sus propios territorios la oscura historia de los linchamientos.

Para los responsables de la EJI, ver quienes reclaman estos memoriales será un indicador de cuánto se avanza en el camino de la verdad y de la reconciliación.

Ángel Bermúdez (@angelbermudez)

BBC Mundo
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-43745735

Paseos y casualidades que cambiaron la historia del pensamiento (cual manzana de Newton)


sábado, 4 de julio de 2020

:. Explotación infantil a través del trabajo: un fenómeno contemporáneo de esclavitud

:: La explotación infantil es la utilización de menores de edad por parte de personas adultas, para fines económicos o similares, en actividades que afectan a su desarrollo personal y emocional y al disfrute de sus derechos. Es altamente perjudicial y su erradicación, un desafío mundial.

No todo trabajo infantil es explotación
El trabajo infantil es esclavitud cuando ese trabajo interfiere con su educación y cuando se origina por condiciones de vulnerabilidad.

Conflictos armados, orfandad, catástrofes naturales y situaciones de pobreza son frecuentemente aprovechados por auténticas mafias y redes organizadas de explotación infantil.

No es esclavitud cuando se dan tareas apropiadas, que inciden en fomentar las habilidades y responsabilidades del niño.

Por ello, en el debate sobre trabajo y explotación infantil, hay que hilar fino y atender específicamente a qué actividades se dedican los niños y las niñas.

La extrema pobreza tiene la forma de un niño trabajando
La explotación infantil es, al mismo tiempo, consecuencia y causa de la pobreza, y en ella se aúnan todas las miserias.

Lleva a los niños al sótano en el ascensor social, fomenta mayores índices de analfabetismo, provoca enfermedades y malnutrición, y contribuye a su envejecimiento precoz.

Los niños provenientes de los hogares más pobres y de zonas rurales son sus principales víctimas. Se calcula que a nivel global hay cerca de 152 millones de niños y niñas trabajando indebidamente.

Casi la mitad de ellos, 72 millones, realizan trabajos peligrosos, sobre todo en África subsahariana, en Asia y el Pacífico, y en América Latina y el Caribe.

Los derechos del niño, socavados por la explotación
Los factores culturales, el nivel socioeconómico de la familia y las políticas públicas de apoyo a la infancia son determinantes para que se produzca este fenómeno. De hecho, en algunos países, son los propios progenitores quienes inciden en prácticas de explotación laboral.

Para Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), hay trabajo infantil inapropiado cuando se obliga al niño a trabajar a una edad muy temprana, en jornadas excesivas, en condiciones de estrés, en ambientes inapropiados, con exceso de responsabilidad, y bajo salario, sin acceso a la educación, y minando su dignidad y su autoestima; en suma, dificultando su pleno desarrollo social y psicológico.

La explotación infantil existe aunque la Convención de los Derechos del Niño contemple que “la humanidad debe al niño lo mejor que puede darle”, y esto es lo que le ayudará a “desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente, en forma saludable, en condiciones de libertad y de dignidad”, debiendo ser protegidos “contra toda forma de abandono, crueldad y explotación”. Hay que hacer algo al respecto.

Uno de los métodos más efectivos para intentar que los niños y las niñas no comiencen a trabajar demasiado temprano es establecer la edad laboral mínima por ley, pero con eso no basta, el control efectivo es esencial, y el apoyo a las familias en riesgo de exclusión, fundamental.

La OIT (Organización Internacional del Trabajo) alerta del riesgo de que la crisis provocada por la pandemia empuje al mercado laboral a gran número de niños y niñas para ayudar a la subsistencia de sus familias.

Los tipos de explotación infantil: los sectores de la esclavitud
La tolerancia al trabajo infantil en el ámbito de la economía sumergida, en lugares clandestinos y muchas veces insalubres, y la falta de contratos y por tanto de derechos laborales, convierte a los niños en víctimas propiciatorias para la explotación, la humillación y el maltrato.

Es lo que ocurre con las niñas maquiladoras del norte de México, que trabajan largas jornadas en fábricas, sobre todo textiles, a destajo, y a cambio de salarios de hambre.

O en Asia, con los niños explotados en fundiciones, extrayendo cargas de cristal de hornos a altas temperaturas y sin condiciones de seguridad, sufriendo graves secuelas por fatiga calórica, quemaduras, mermas auditivas, o lesiones oculares por las partículas de vidrio en suspensión, sílice, plomo y vapores tóxicos.

O en África, donde la explotación infantil se da pequeñas zonas mineras, en las que sufren trastornos de salud por la falta de medidas de protección en condiciones adversas, no solo por la tensión física, sino también por lesiones causadas por la desproporción entre su capacidad de resistencia y la carga de trabajo. Igual ocurre en las canteras de países sudamericanos, como Perú o Guatemala.

O en los talleres de curtido y artesanías, en los que pasan largas horas en cuclillas, como ocurre en el tejido de alfombras o elaboración de calzado, además de enfermedades respiratorias, por falta de higiene y exceso de polvo y residuos, les provocan enfermedades por los productos químicos, como benceno, tintes y adhesivos.

Pero en la explotación infantil también hay roles de género: el servicio doméstico es la explotación de las niñas (como las petite bonne marroquíes), especialmente de zonas rurales y pobres, cuyos progenitores las entregan a familias adineradas, con la esperanza de que tengan mejores condiciones de vida pero, en cambio, son esclavizadas y no se les permite acceder a la educación.

La agricultura, la ganadería y la pesca también pueden ser formas de explotación infantil, viéndose expuestos a agentes químicos (fertilizantes o plaguicidas tóxicos, como en las plantaciones de soja), y obligados a una dedicación extenuante.

En muchas ciudades, niños y niñas son vendedores ambulantes de baratijas, alimentos, participantes de un sector de la economía sumergida en el que la calle acaba convirtiéndose en su hábitat.

Trabajadores infantiles dignificando su condición
Pero muchos trabajadores infantiles y adolescentes han conseguido organizarse en movimientos asociativos (Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores, NATs) y luchan por que se diferencie el trabajo infantil de la explotación.

Además, rechazan que actividades ilícitas como la mendicidad, la prostitución o la delincuencia se identifiquen con las que para ellos son su medio de vida y la única oportunidad, en sus países y su situación, de ayudar a sus familias y salir adelante.

Estas agrupaciones reivindican que se les permita trabajar en condiciones dignas, defendiendo que su trabajo contribuye a su madurez progresiva y su responsabilidad en la adquisición de destrezas, como en el caso de los aprendices.

Propuestas de reflexión
Aunque existe una pugna entre las estrategias de abolición del trabajo infantil promovidas por los organismos internacionales y la realidad de muchos niños, niñas y adolescentes, también hay un irrefutable punto de consenso: se debe erradicar la pobreza infantil.

La falta de compromisos políticos firmes por parte de los gobiernos, la inexistencia de una legislación homogénea y efectiva, y la ausencia de políticas sociales con perspectivas de infancia siguen impidiendo la erradicación de la explotación infantil.

Hay que poner el acento, la lupa, especialmente en los sectores en los que adultos esclavistas emplean a niños y niñas: las fábricas de cerillas y fuegos artificiales, las alfarerías o los jinetes de camellos en Oriente Medio, son ejemplos gráficos de los fenómenos denunciados.

A veces la presión internacional lo único que ha conseguido ha sido una mayor desprotección para los trabajadores infantiles. Grupos empresariales del textil, tras recibir acusaciones por el empleo de mano de obra infantil en Asia, han optado por incentivar códigos internos de conducta y echar a los niños y las niñas de sus factorías, sin preocuparse por su destino ni el de sus familias.

Todos somos responsables y, por tanto, culpables, al comprar sin pensar en qué manos hicieron ese producto más barato, o pasear por una ciudad obviando el hecho de que hay niños y niñas trabajando en las calles, cuando deberían estar en el colegio.

Hace falta conciencia y acción por parte de todos
Las familias, la infancia y la adolescencia, deben tener acceso a herramientas que les permitan acceder a unas condiciones de vida dignas.

A la vez, se debe sensibilizar al conjunto de la sociedad para que denuncie, reaccione y repruebe el trabajo infantil inaceptable y cualquier otra forma de explotación (también la trata y el tráfico de personas).

Luego hay que dar un paso más. De la sensibilización y el compromiso hay que avanzar hacia una educación universal de calidad y a un compromiso real por la erradicación de la pobreza infantil. Una meta estrechamente ligada con el octavo ODS: acabar con el trabajo infantil para 2025.

Entre lo macro (acabar con la pobreza y el subdesarrollo) y lo micro (fomentar iniciativas locales contra la explotación laboral infantil) se encuentra el camino de los derechos humanos y de la infancia.

Carlos Villagrasa es profesor titular de Derecho Civil de la Universidad de Barcelona, en España, y presidente de la Asociación para la Defensa de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia (ADDIA).

Fuente:
http://www.ipsnoticias.net/2020/06/explotacion-infantil-traves-del-trabajo-fenomeno-contemporaneo-esclavitud/

jueves, 26 de marzo de 2020

Capitalismo militarizado, esclavismo y exterminio.

Por Alejandro Andreassi Cieri | 29/02/2020 | Opinión

Fuentes: Conversaciones sobre la Historia

La organización del trabajo es un aspecto clave para comprender el funcionamiento de las sociedades antiguas y modernas, los principios y valores con que se rigen y los objetivos que persiguen. Ese carácter de clave interpretativa lo es por varios motivos:

1. El trabajo humano ha existido a lo largo de la historia de la especie humana, pero en cada fase o época ha adquirido por su carácter jurídico y/o técnico, un carácter específico que ha señalado y definido a la sociedad y a la época correspondiente. No es lo mismo hablar de trabajo esclavo, servil o libre, porque, aunque las tareas que se realizarán con cada uno de ellos fueran similares, la distinta connotación normativa y axiológica los señala como radicalmente diferentes. La forma en que se ha objetivado el trabajo ha caracterizado -obviamente junto a otras pautas simbólicas- las diferentes épocas de la historia humana.

2. Especialmente en las sociedades modernas el trabajo es un factor trascendental en el proceso de socialización definitiva de los seres humanos, una socialización que comienza en el ámbito familiar y se complementa en el escolar formativo y culmina con la incorporación al ámbito laboral. Por lo tanto, se comporta como un elemento de integración y cohesión social.

3. En el proceso de trabajo se verifica la naturaleza más íntima de ese momento civilizatorio al que damos el nombre de capitalismo. Es la piedra fundamental en la que se basa el sistema capitalista, donde se asegura su reproducción y donde se realiza el primum movens del capitalismo: la generación de plusvalía en base a la explotación del trabajo humano asalariado por el capital.

Este libro que aquí resumo tiene como objeto el estudio del trabajo y su organización en los fascismos italiano y alemán. La hipótesis principal del mismo plantea que en el fascismo además de intensificarse la explotación del trabajo humano tal como se produce bajo el capitalismo, la relaciones laborales, que designan el lugar en que cada trabajador se sitúa en el proceso de trabajo así como las condiciones en que lo realiza, son el medio para integrar o excluir a los trabajadores en la comunidad nacional, llegando a una restauración del esclavismo y al exterminio por medio del trabajo como formas extremas de exclusión y de refuerzo de la identidad racial de la sociedad fascista. Ello va a ocurrir en el fascismo alemán, con la utilización como esclavos a los prisioneros de los campos de concentración, así como la consumación del genocidio judío, gitano y de prisioneros políticos mediante el recurso a trabajos forzados hasta la extenuación (recordar la siniestra escalera de la muerte de Mauthausen donde fueron asesinados tantos republicanos españoles). Pero también el fascismo italiano recurrió al trabajo esclavo durante la ocupación de Etiopía, creando una clara segregación de la población autóctona condenada a la servidumbre por el ocupante italiano.


Escalera de la muerte en las canteras del campo de Mauthausen (imagen: deportados.es)

Este enfoque era la consecuencia de un principio ideológico común a los fascismos: la convicción de la desigualdad radical, de base biológica, de los seres humanos. Frente a las ideas procedentes de la Ilustración y la Revolución francesa que proclamaban la igualdad de todos los miembros de la especie humana, sin distinciones raciales ni de ningún tipo, el fascismo consideraba lo contrario y erigía esa desigualdad como principio de organización social. Simultáneamente con esa afirmación se conectaba otro núcleo fundamental de la ideología del fascismo: su negación radical de la democracia. Como la desigualdad era la condición normal de la esencia humana los fascistas deducían que la democracia era antinatural ya que esta se basa en la igualdad política de todos los miembros de la sociedad, el equi-poder de cada ciudadano, o sea la capacidad de autonomía y participación equitativa en la toma de decisiones, que colectivamente se expresa como soberanía popular.

Los fascistas consideraban que la capacidad para trabajar y la calidad del trabajo que podía realizar cualquier persona era algo predeterminado, innato, vinculado a las características raciales de cada individuo, que de este modo se transformaban en un componente de la “naturaleza” humana, en rasgos esenciales, y no en el resultado del conjunto de prácticas y de ideas generadas en el proceso de producción cultural y de devenir histórico. Las características jerárquicas de la organización del trabajo bajo el capitalismo se transformaban según la perspectiva fascista en las condiciones naturales -biológicamente determinadas- de la organización de las relaciones de producción y del proceso de trabajo.

Exposición organizada por el Deutsche Arbeitsfront en 1938 (imagen: Bundersarchiv)

Los movimientos fascistas surgen en Italia y Alemania inmediatamente después del fin de la Primera Guerra Mundial, y por lo tanto han sido considerados producto de la misma. Sin embargo, los elementos seminales de su ideología se conformaron mucho antes, en el último tercio del siglo XIX, acompañando la Segunda Revolución industrial con la entrada en juego de los mayores avances de las ciencias naturales y de la tecnología derivada de ellas. La guerra jugó el papel de catalizador de esas tendencias previas. Me limitaré al examen de una de ellas, tal como lo hace el libro que ahora resumo, y que es producto tanto de esa Segunda Revolución Industrial como de la lucha de clases entre capital y trabajo desarrollada a lo largo del siglo anterior. Me refiero a la llamada Organización Científica del Trabajo (OCT) especialmente en su forma inicial: la metodología y objetivos propuestos por el taylorismo (ya que su impulsor fue el ingeniero norteamericano Frederick Winslow Taylor).

El objetivo declarado por Taylor al proponer su método era el de conseguir algo que había sido perseguido por los empresarios desde el inicio de la industrialización, y que consistía en la subordinación total del trabajo al capital con el objetivo de aumentar significativamente la productividad del trabajo asalariado eliminando cualquier posibilidad de resistencia obrera, para lo cual era necesario sustraer la más mínima parcela de control del proceso de trabajo, que había sido uno de las más importantes recursos de los obreros más cualificados, herederos de las técnicas y métodos del artesanado, para negociar sus condiciones de trabajo y de salario a lo largo del siglo XIX. Para conseguir esa sumisión del trabajo al capital, Taylor proponía que debía someterse al trabajador a una serie de rutinas diseñadas por la dirección de la empresa, y esas rutinas debían basarse en la investigación y determinación “científica” de los movimientos y tiempos que debía emplear cada trabajador en el desempeño de la tarea encomendada. Era una propuesta que transformaba al trabajador en un ente heterónomo sometido a las indicaciones de gerentes, ingenieros y capataces, y por lo tanto completaba el proceso de alienación y deshumanización de la tarea que se incubaba desde los orígenes del capitalismo. Se trataba de separar no sólo física sino mentalmente las tareas de diseño y dirección de las de ejecución del proceso de trabajo, las primeras reservadas a los puestos más altos de la jerarquía empresarial, y los últimos al conjunto de trabajadores asalariados, y todo ello con la legitimación que creía otorgaba una presunta “fundamentación científica”.

El impacto de esta propuesta anti-obrera que pretendía resolver definitivamente a favor del capital el resultado de la lucha de clases repercutió incluso en la dinámica bélica donde la optimización de procedimientos y la aceleración de ritmos de trabajo se aplicó a las operaciones militares para aumentar la potencia mortífera del armamento, ya de por sí con un poder destructivo sin precedentes, y que además permitía alargando el alcance y la potencia destructiva “desvincular; al ejecutor de la acción bélica de los resultados de la misma, por ejemplo con la utilización de armas químicas (gases venenosos), la ametralladora o la artillería pesada; un resultado similar a la alienación completa que sufría el obrero taylorizado -obligado a realizar tareas estandarizadas que él no controlaba y cuyos resultados finales ignoraba. Además, la guerra con ese despliegue tecnológico que la transformó en la primera masacre industrializada de la historia produjo como resultado la deshumanización definitiva de una actividad de por sí anti humana como es una guerra. Esa omnipotencia destructiva y al mismo exculpatoria del agente ejecutor inauguraría en la post guerra una militarización y brutalización de la política de la que harían gala los fascismos. Por lo tanto, vemos aquí la conjunción de eventos ideológicos y axiológicos creando el contexto cultural fértil al desarrollo fascista. A ello cabe agregar la pulsación modernizadora tanto del fascismo italiano como del alemán y su preferencia por la ciencia y la tecnología más avanzadas ya que estaban convencidos que sus respectivos programas para recuperar el estatuto de grandes potencias y sus planes de expansión imperial exigían no solo una industria avanzada sino también el respaldo tecno-científico necesario para alcanzar tales objetivos.

El único ingrediente que faltaba para cerrar completar el contexto favorable al desarrollo de los fascismos era el de la crisis en su dimensión no sólo económica sino también política. En Italia se va producir en la inmediata postguerra con la llegada de Mussolini al poder en octubre de 1922, mientras que en Alemania la crisis de 1929 sería la que acabaría favoreciendo la llegada de Hitler al poder en enero de 1933. La crisis de postguerra en Alemania va a ser superada por la República de Weimar, pero el inicio de la Gran Depresión en 1929 va a ser demoledor para la democracia alemana, ya que el empresariado junto a las fuerzas de la derecha y extrema derecha van a optar por una solución autoritaria para afrontar la crisis, facilitando el nombramiento de Hitler como canciller, con la aquiescencia del presidente Hindenburg.


Hitler durante una recepción con grandes empresarios (en primer término, Gustav Krupp) (imagen: Ullstein Bild Dtl.- Getty Images)

La llegada de los nazis al poder va a significar la destrucción de las organizaciones tanto políticas como sindicales del movimiento obrero alemán, cumpliendo con ello con una de las exigencias prioritarias del capital alemán. El empresariado quería volver a las condiciones de producción anteriores a 1918 y exigía eliminar todo el sistema de protección colectiva de los derechos laborales establecidos por la legislación de la República de Weimar, restableciendo la autoridad absoluta e incontestable del empresario sobre sus trabajadores

La formalización legal de la restitución del poder empresarial sobre los trabajadores va a ser la sanción por la dictadura nazi de la ley de organización del trabajo nacional de 20 de junio de 1934 (Gesetz zur Ordnung der nationalen Arbeit – AOG), confeccionada con la colaboración de los representantes del gran capital. La autoridad absoluta del empresario sobre sus empleados se restablecía mediante la figura del Betriebsführer (líder de empresa) reproduciendo a nivel de la economía la misma estructura jerárquica y autoritaria que los nazis impulsaban para reorganizar la sociedad alemana. La ley representaba los intereses generales del empresariado y los grupos conservadores alemanes y no sólo la ideología nazi, especialmente en la preocupación por eliminar al movimiento obrero, restaurar la disciplina laboral bajo la indiscutible autoridad de los patronos y alcanzar de este modo la máxima potencia productiva, así como la mayor eficiencia, situando de este modo a la empresa capitalista como el corazón del orden social. La ley otorgaba al empresario o director del establecimiento la totalidad del poder de dirección, organización, gestión, decisión y evaluación (Betriebsführer), mientras que sus empleados, el conjunto de la fuerza de trabajo, constituían el séquito (Gefolgschaft) que debía seguir fielmente las directrices de aquel, estableciendo –sin lugar a dudas- que se trataba de una relación fuertemente jerárquica en la que la fuerza de trabajo quedaba incondicionalmente subordinada al poder del patrono.

Simultáneamente los nazis esperaban que los trabajadores aceptasen esa posición subalterna a perpetuidad, ya que la eficacia que esperaban obtener mediante una dirección centralizada y vertical de las empresas aumentaría su productividad y por lo tanto la riqueza total, lo que permitiría a las mismas recompensar a sus trabajadores con adecuados salarios y servicios sociales provistos por las compañías, aumentando así la cohesión de la comunidad de empresa (Betriebsgemeinschaft)[1], que era concebida desde el punto de vista utilitario también como una comunidad de rendimiento o Leistungsgemeinschaft. Esta reorganización de las relaciones laborales era considerada por el fascismo alemán también como una condición sine qua non para recuperar el estatus de gran potencia y sus planes de hegemonía europea y expansión imperial. Ello explica la difusión de los métodos de la OCT en la economía alemana, que además de garantizar, como hemos visto, la anulación de la capacidad obrera de resistencia ante las imposiciones patronales permitía sustituir la negociación colectiva con la regulación de la relación obrero-patronal según resultados, según la eficiencia y productividad individual de cada trabajador.

Organigrama del DAF representando la organización jerarquizada del trabajo (imagen: Wikimedia Commons)

En Italia va a suceder lo mismo. Mussolini va a subordinar los sindicatos italianos a la patronal, primero mediante el llamado Pacto del Palazzo Vidoni, de octubre de 1925, donde quedó muy en claro que la autoridad dentro de la empresa era detentada por el empresario, sin ningún tipo de compensación o control por parte de sus empleados. En ese pacto la patronal lograba alejar a los sindicatos de cualquier interferencia en la gestión de las empresas, a cambio del otorgamiento a los sindicatos fascistas de la exclusiva representación de los trabajadores y la capacidad de firmar convenios; ya que se liquidaban definitivamente las comisiones internas (vestigio de las movilizaciones de del bienio rojo), Esa cuestión quedó refrendada en la “constitución” laboral, la Carta del Lavoro, sancionada al año siguiente, en donde se reconocía explícitamente (art. VII) la autoridad exclusiva del empresario en la conducción de la actividad económica, a la cual debía subordinarse sin reparos el conjunto de trabajadores, y a la empresa privada “como el instrumento más eficaz y útil para los intereses nacionales”. Ese pacto significó a su vez el otorgamiento a la Confindustria de la representación oficial del empresariado como bloque único en el proyecto corporativo, al tiempo que se confirmaba y reconocía por parte de la cúpula fascista la indiscutible y exclusiva autoridad del empresario en la dirección de su establecimiento.[2]


Anuncio de la proclamación de la Carta del Lavoro en la Piazza del Popolo de Roma (1927)(Wikimedia Commons)

Pero antes de alcanzarse este resultado en Italia, la colaboración entre clases que quería consolidar el fascismo, hubieron de superarse varios conflictos. El sindicalismo fascista intentaba sustituir al sindicalismo socialista, comunista y cristiano en su papel de interlocutores de los empresarios. Estos, que habían apoyado el ascenso fascista con la expectativa de que acabaran con el movimiento obrero y se restaurara la disciplina productiva, no iban a tolerar que surgiera un nuevo poder sindical, aunque fuera patrocinado por la dictadura. Pero en atención a la búsqueda de la colaboración de clases en una relación que exigía que los trabajadores aceptaran de buen grado una posición subalterna respecto a los patronos, implicó que no se pudiera impedir que las organizaciones sindicales fascistas conservaran una cierta iniciativa y se vieran obligadas a realizar acciones en defensa de reivindicaciones laborales, aunque siempre dentro de límites estrictos que no podían poner ni en cuestión la autoridad patronal dentro de la empresa, ni generar exigencias o expectativas obreras que trastocaran o complicaran los objetivos macroeconómicos.[3] Luego de una serie de huelgas entre febrero y marzo de 1925, especialmente en el sector de la metalurgia, que fueron prácticamente autorizadas por Mussolini y el Gran Consejo con el fin de enviar un mensaje a los patronos para que recordaran que la dictadura fascista era el árbitro que garantizaba la paz laboral que aquellos necesitaban, las huelgas acabaron con un discreto aumento salarial y los sindicatos fascistas se retiraron rápidamente del conflicto (la FIOM dirigida en condiciones de clandestinidad por los socialistas, intentó continuarlas), pero un mes después el Gran Consejo Fascista prohibió las huelgas considerándolas “acto de guerra”, que con la ley de abril de 1926 quedarían definitivamente proscritas, junto a los lock-outs.


Giuseppe Volpi di Misurata, presidente de Confindustria y ministro de Hacienda, en 1938 (archivo histórico de las Fondazione Fiera Milano)

Alcanzada esta situación en ambas dictaduras fascistas, donde la derrota del movimiento obrero en ambos países era total, era el momento de completar la instauración de los procedimientos recomendados por la OCT. Ya se habían experimentado en las empresas durante la República de Weimar, pero habían recibido el rechazo de las organizaciones sindicales, y en Italia no se introdujeron antes de la instauración de la dictadura fascista, siendo la FIAT la primera empresa en aplicar estos métodos de “racionalización” del trabajo. La OCT era claramente funcional no sólo con las exigencias de productividad del fascismo sino también con la concepción de verticalidad y jerarquía en la organización de la sociedad, donde cada empresa era una “micro sociedad”, una réplica de la comunidad nacional.[4]

De este modo las grandes corporaciones industriales inspiraban la remodelación de la organización social. En la opinión de dirigentes e intelectuales fascistas los grandes colosos empresariales cuyo desarrollo, que consideraban estimulados por la Gran Guerra, ofrecían tanto un modelo militar de organización jerárquica como el mejor ejemplo de la capacidad productiva, eran vistos como un pilar importante de la fuerza política del estado y por lo tanto en su capacidad militar. A su vez un régimen productivista debía reunir las características de una “nación en guerra”, un régimen de colaboración entre todas las clases sociales en un orden basado en la autoridad de las jerarquías naturales.[5] La OCT aseguraba, según consideraban Taylor y sus epígonos, la eficiencia y el aumento de la producción hasta niveles no conocidos previamente. Por ello los fascismos imponían la “razón productivista”, a la que consideraban el argumento fundamental para la recuperación de Alemania e Italia como grandes potencias con las que satisfacer sus objetivos imperiales.

Falta comentar una última característica de la organización del trabajo en los fascismos, y se trata del esclavismo, del empleo de mano de obra forzada en la producción. Tanto la dictadura hitleriana como la mussoliniana recurrieron al trabajo esclavo. El fascismo italiano lo hizo tanto en Somalia como en Etiopía, sometiendo a trabajos forzados a la población autóctona, y que en ese momento estaban prohibidos por los tratados internacionales. La Italia mussoliniana estableció un verdadero apartheid en sus colonias con la prohibición de matrimonio o relaciones sexuales entre población autóctona e italianos, así como de la separación espacial y comercial y de servicios entre los mismos en ciudades y pueblos, por lo tanto, haciendo del racismo también un recurso para la organización del trabajo servil que era “justificado” en función de las barreras raciales establecidas. A partir de 1940 también sometió a los italianos de cultura judía a trabajos forzados como consecuencia de la persecución racial iniciada con las leyes antisemitas de 1938.


Un grupo de personas procedentes de la Unión Soviética deportados a Alemania como trabajadores forzados a su llegada a Meinerzhagen, Sauerland, el 29 de abril de 1944. Fuente: Stadtarchiv Meinerzhagen. https://www.bpb.de/izpb/239456/zwangsarbeiterinnen-und-zwangsarbeiter

Pero el empleo masivo de trabajo esclavo, no sólo en Alemania sino en las zonas de ocupación es un aspecto singular de la barbarie nazi. En primer término, cabe decir respecto a esta cuestión que en el caso del fascismo alemán la utilización de trabajadores forzados se vinculó no sólo a objetivos de producción relacionados con las necesidades bélicas sino también con el genocidio. La utilización de trabajadores esclavos por los nazis respondió a necesidades de mano de obra requerida por el esfuerzo bélico, pero también fue una respuesta ante la misma dictada por el racismo y el darwinismo social que constituían núcleos centrales de su ideología. La magnitud del esclavismo era tal que en 1944 los trabajadores extranjeros representaban el 21 por ciento de la fuerza total de trabajo empleada en la industria.

Para los nazis los prisioneros en sus campos de concentración y exterminio, tanto las víctimas de la represión en Alemania a partir de 1933, opositores políticos (comunistas, socialdemócratas, anarquistas, pacifistas), los considerados “racialmente alógenos” (alemanes de cultura judía y gitana, principalmente) y los considerados “asociales” (todos aquellos ciudadanos que no se adecuaban al modelo de comportamiento exigido por la dictadura[6]), así como los cautivos procedentes de los países ocupados así como los prisioneros de guerra era “material consumible”, cuerpos humanos a disposición del régimen nazi para cumplir sus objetivos, pero al mismo tiempo, especialmente en el caso de judíos y gitanos, planificaban y aplicaban el trabajo forzado realizado en las condiciones inhumanas inimaginables uno de los métodos de su exterminio, que fundamentaban en sus propias convicciones social-darwinistas al considerar que de este modo forzarían una especie de “selección natural” durante al cual los primeros en caer serían los más débiles. Sus convicciones racistas les inducían a establecer una especie de clasificación jerárquica en la cual los judíos, gitanos y soviéticos ocupaban el escalón inferior, respecto a los demás prisioneros. Antes que en los campos se había comenzado con esa utilización de trabajo esclavo en los guetos donde habían recluido a los judíos que iban deportando desde toda la Europa ocupada, donde la distribución de los escasos comestibles disponibles dentro del gueto eran distribuidos desigualmente diferenciándose entre población “productiva” e “improductiva”, por lo tanto se utilizaba el trabajo de los cautivos como fuente de producción y como un medio de “seleccionar” en la población sometida a los que podían continuar siendo explotados y los que debían ser exterminados. Cuando comenzaron las deportaciones masivas a los campos de exterminio mantuvieron la clasificación de las víctimas en función de su carácter “productivo” o “improductivo”, enviando primero a los campos de la muerte a estos últimos mientras que se les extraía a los primeros hasta la última gota de su rendimiento laboral.[7]


Prisioneros judíos trabajan en una fábrica de IG Farben dependiente del campo de Auschwitz (imagen: holocaustresearchproject.org

Pero no se trató sólo de la explotación el trabajo esclavo mediante la aplicación de la fuerza bruta, sino que esta se combinó con las fórmulas más ortodoxas de la OCT, como métodos que podían aumentar el rendimiento de los trabajadores forzados. Los trabajadores alemanes más cualificados fueron destinados a los trabajos de supervisión de los obreros no cualificados, y de los trabajadores forzados en general, en aquellas empresas donde se habían aplicado métodos de OCT, con lo cual se fragmentó y se impidió la solidaridad intra-clase que podrían haber surgido en circunstancias normales, por la diferente condición jurídica de cada grupo de trabajadores. Las relaciones y condiciones políticas a las que se vieron sometidos unos y otros crearon las barreras suficientes para que los mecanismos de cohesión no funcionaran salvo en contados casos individuales. No sólo se trataba de la fundamental diferencia entre trabajadores libres y esclavos, sino de las jerarquías anexas a estas condiciones. Por ejemplo, como las que establecían que un trabajador judío o un prisionero de guerra ruso obviamente no podía desempeñar tareas de supervisión y estaban destinados a la escala más baja de la jerarquía laboral independientemente de su calificación previa.


La insignia P identificaba al grupo especialmente discriminado de trabajadores polacos. Fuente: DHM, Berlin, A 93/18 (Deutsches Historisches Museum). https://www.bundesarchiv.de/zwangsarbeit/geschichte/auslaendisch/polen/index.html

Los proyectos de explotación de mano de obra esclava comenzaron a formularse entre 1937 y 1939, debido a la gran absorción de mano de obra disponible en la industria armamentística y complementaria durante la ejecución de las diferentes fases del Plan Cuatrienal. Sin embargo el impulso que generalizó la utilización de trabajo esclavo, forzado tanto de los prisioneros de los campos de concentración como de prisioneros de guerra o civiles obligados a trabajar para Alemania en los territorios ocupados, fue la transformación de la Blitzkrieg en guerra total y prolongada entre 1941 y 1942. Todos los autores coinciden en señalar que el motivo fue la exacerbación de esa escasez de mano de obra multiplicada no sólo por las exigencias de hombres por el ejército a medida que se ampliaban y prolongaban las operaciones militares, sino también por las exigencias de la producción de guerra que crecía en paralelo con las actividades militares. Las primeras empresas que adoptaron tal iniciativa fueron las pertenecientes al área estatal o coparticipadas por el estado, como la Volkswagen, perteneciente al DAF y dirigida por Ferdinand Porsche; la fábrica de aviones Heinkel, la empresa Steyr – Daimler – Puch, dirigida por Georg Meindl –especialista en economía y ciencia política y miembro de las SS. Pero rápidamente se unieron empresas privadas de la importancia de la IG Farben, Mercedes Benz y Henschel, que pasaron a constituir casos paradigmáticos de la moderna industria capitalista que combinaba técnicas avanzadas de fabricación con la utilización de mano de obra esclava. Puede afirmarse con rotundidad que en su gran mayoría –las escasas excepciones confirman la regla- los empresarios no fueron obligados por el estado a utilizar trabajo esclavo, sino que su utilización respondió a la iniciativa de los hombres de negocios y dirigentes industriales, a medida que la guerra dificultaba el empleo de trabajadores libres. Vale la pena reproducir estas dos declaraciones, la primera de Robert Antelme, miembro de la resistencia francesa y deportado a los campos de Buchenwald y Dachau; y del un un ejecutivo de la fábrica de motores de aviación de Daimler-Benz, las que evocan a un mercado de esclavos:

… nos han reunido delante de la iglesia, y unos civiles han venido a buscar a los que eran capaces de trabajar en la fábrica. Hemos visto aparecer bajo los uniformes a rayas a un tornero, a un dibujante, a un electricista, etc. Después de haber seleccionado a todos los especialistas, los civiles han buscado a otros tipos que pudieran hacer trabajos en la fábrica. Para ello han pasado por delante de los que quedaban. Han mirado nuestros hombros, también nuestras cabezas. Los hombros no bastaban, había que tener una cabeza, tal vez una mirada digna de los hombros. Permanecían un momento delante de cada uno. Nos dejábamos mirar. Si lo que veía le gustaba, el civil decía: Komm! El tipo salía de la fila e iba a reunirse con el grupo de los especialistas. Algunas veces el civil se partía de risa ante un compañero y lo señalaba con el dedo a otro civil. El compañero no se movía. Daba risa, pero no gustaba. Los SS se mantenían alejados. Habían traído la carga, pero no seleccionaban, eran los civiles los que seleccionaban. Cuando un compañero contestaba al oír grita su oficio: tornero, el civil aprobaba con la cabeza satisfecho, y se volvía hacia el SS señalando al tipo con el dedo. Ante el civil el SS no entendía de inmediato; él había traído su carga; no había pensado que pudiese contener torneros [….] A los que tenían que trabajar en la fábrica se los aislaba de los demás. Los civiles se ocupaban de ellos con los capos que anotaban sus nombres. Los dos SS los habían abandonado y habían vuelto hacia nosotros, los que quedábamos y no sabíamos hacer nada. Liberados de los civiles que habían hecho una discriminación de valores entre nosotros con la conciencia tranquila, los SS recuperaban a sus verdaderos presos, aquéllos acerca de los cuales no se habían equivocado. Campesinos, empleados, estudiantes, camareros, etc. No sabíamos hacer nada; como los caballos, trabajaríamos afuera acarreando vigas, tablones, construyendo los barracones en los que el kommando se instalaría más tarde. La elección que acababa de producirse era muy importante. Los que iban a trabajar en la fábrica se librarían en parte del frío y de la lluvia. Para los del zaun-kommando, kommando de los tablones, el cautiverio no sería el mismo. Por eso, los que iban a trabajar afuera no iban a dejar nunca de perseguir el sueño de entrar en la fábrica. [8]

Observo a los judíos de acuerdo a su condición física. Generalmente escojo los más jóvenes, porque pienso que serán los más aptos física y mentalmente para nuestro trabajo con las máquinas […] Inevitablemente los separo de sus familias. Se suceden escenas desgarradoras […] Los judíos llevan con ellos sus pertenencias. Los hombres de las SS están provistos de bastones de madera y golpean con ellos a los judíos. [9]

Por ello los empresarios, enfrentados con la necesidad de utilizar mano de obra esclava no dudaron en hacerlo, aportando a las autoridades del régimen y especialmente a las SS, responsables del aprovisionamiento de trabajadores, las soluciones tanto de seguridad como las medidas técnicas y de organización del trabajo que permitieran un adecuado rendimiento de esa fuerza de trabajo, al tiempo que supieron extraer enormes beneficios de su explotación. [10]


Trabajadores extranjeros en BMW en Allach, alrededor de 1943. Todos los trabajadores extranjeros empleados en la fabricación de motores de aviación estaban obligados a utilizar un rótulo que indicaba de donde procedían. Los prisioneros de guerra soviéticos debían portar un rótulo con la abreviatura “SU”. Fuente: BMW Group Archiv http://www.ausstellung-zwangsarbeit.org/arbeit-bei-bmw.html

El gran salto hacia el uso habitual y masivo de trabajo forzado se produjo tras la asunción por Albert Speer de las responsabilidades como ministro de Armamentos, en 1942. Pocos días después de su designación se aprobaron los decretos que establecían el reclutamiento obligatorio de trabajadores en los territorios ocupados del este lo que daría, junto con la utilización de los prisioneros de los campos de concentración, esa dimensión enorme al uso de trabajo esclavo en la industria alemana, constituyendo un hecho sin precedentes en las modernas sociedades industriales. El modelo impulsado y generalizado por Speer se basó en la experiencia anticipada por las grandes empresas, acordando con las SS las cuotas de trabajadores forzados necesarios y la instalación de las fábricas junto o en el perímetro de los campos de concentración. El compromiso mostrado por gerentes y técnicos en la explotación de mano de obra esclava no estuvo sólo marcada por la inmediata necesidad de fuerza de trabajo provocada por las insaciables exigencias de la producción bélica, sino que se erigía como un proyecto sistemático y de largo alcance para su aplicación en la posguerra y en tareas civiles.[11] Pero en lo inmediato el factor más importante fue el propio desarrollo de las hostilidades, especialmente cuando entre finales de 1941 y comienzos de 1942 comenzó la reacción del Ejército Rojo y los primeros reveses alemanes en la URSS, lo que exigía un refuerzo de los contingentes llamados a filas para cubrir esas bajas.[12] Para otros autores también fue determinante la intención de evitar el empleo masivo de mujeres para sustituir a los hombres que debían marchar al frente.[13] Todo ello hizo apremiante el utilizar a los internos en los campos de concentración creando una dependencia mutua entre Speer y la administración de la industria armamentistas y las SS, quienes se encargaban de proveer la fuerza de trabajo forzada.



Después de la ejecución, los trabajadores forzados son llevados frente a la horca, Michelsneukirchen (Baviera), 18 de abril de 1941. Se ordenó a los hombres y mujeres polacas que trabajaban en la zona que se presentaran en el lugar de la ejecución. Un oficial de la Gestapo les informó sobre la consecuencias de violar las regulaciones alemanas Fuente: Sammlung Vernon Schmidt, Veteran der 90. Inf. Div., U.S. Army http://www.ausstellung-zwangsarbeit.org/arbeit-bei-bmw.html


Notas:

[1] Entre sus antecedentes inmediatos deben contarse documentos como el Wirtschaftspolitische Grundanschauungen und Ziele der NSDAP (Principios básicos y objetivos económicos del NSDAP) elaborado en marzo de 1931, distribuido como documento interno de discusión e información sobre la línea en economía política nazi, ver Avraham Barkai, Nazi Economics: Ideology, Theory, and Policy, Oxford, Berg, 1990, pp. 34-38.

[2] Mussolini apoyaba directamente a la dirección de la Confindustria al afirmar que “dentro de la fábrica debe existir únicamente la jerarquía directiva; por consiguiente, no cabe hablar siquiera de síndicos”, citado por Roland Sarti, Fascismo y burguesía industrial. Italia 1919-1940, Barcelona, Editorial Fontanella, 1973, p. 107. Ver también, Giovanni Contini, “Enterprise management and employer organisation in Italy. Fiat, public enterprise and Confindustria 1922-1990”, op. cit., pp. 204-205.

[3] Mussolini se decantó claramente a favor de los empresarios cuando el debate sobre los fiduciarios o síndicos de fábrica, a los que aquellos se oponían porque consideraban que podían ejercer funciones de control sobre su gestión, manifestando que “dentro de la fábrica debe existir únicamente la jerarquía directiva; por consiguiente, no cabe hablar siquiera de síndicos”, citado por Roland Sarti, Fascismo y burguesía industrial. Italia 1919-1940, Barcelona, Editorial Fontanella, 1973, p. 107.

[4] Diggins, John P., «Flirtation with Fascism: American Pragmatic Liberals and Mussolini’s Italy”, The American Historical Review, Volume 71, Issue 2, Jan. 1966, p. 487.

[5] Zeev Sternhell, El nacimiento de la ideología fascista, Madrid, Siglo XXI, 1994, p. 13-14.

[6] La persecución de los considerados holgazanes y gandules [Arbeitsscheue – Bummelanten], o sea poco dispuestos a adecuarse a la disciplina laboral que exigía el nacionalsocialismo, implicó desde el comienzo de la dictadura un aspecto claramente vinculado a los mecanismos de exclusión y selección social que formaban uno de los núcleos duros del proyecto de ingeniería social nazi. Pero se intensificó cuando la recuperación de los niveles de empleo produjo una escasez relativa de la fuerza de trabajo disponible y hubo que movilizar las últimas reservas asequibles. Por lo tanto podemos fijar que fue a partir de 1936, momento en que Hitler decidió la puesta en marcha del Plan Cuatrienal que debía asegurar la supremacía militar de Alemania, en que se intensificó la persecución de estos “asociales” y su reclusión en campos de trabajo donde, bajo la vigilancia de las SS, debían realizar trabajos forzados, calculándose que en 1937-38, aproximadamente 15.000 “asociales” o “refractarios al trabajo” fueron encerrados en el campo de concentración de Buchenwald.

[7] Götz Aly, Susanne Heim, Architects of Annihilation. Auschwitz and the Logic of Destruction, London, Weidenfeld & Nicholson, 2002, pp. 186-214.

[8] Robert Antelme, La especie humana, Madrid, Arena Libros, 2001, pp. 41-42.

[9] Citado por Bernard P. Bellon, Mercedes in Peace and War. German Automobile Workers, 1903-1945, New York – Oxford, Columbia University Press, 1990, pp. 245-246.

[10] Franz Neumann, Behemoth. Pensamiento y acción en el nacionalsocialismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1943, pp. 294-308. Neumann denomina la economía alemana en el momento de la guerra como “capitalismo monopólico totalitario” o sea “una economía capitalista privada, que regimenta un estado totalitario”.

[11] Michael T. Allen, The Business of Genocide. The SS, Slave Labor, and the Concentration Camps, Chapel Hill – London, The University of North Carolina Press, 2002, pp. 175-176.

[12] En la Daimler-Benz la utilización de mano de obra procedente de los campos de concentración comenzó en algunas plantas en el verano de 1940, después de la derrota de Francia, y plenamente en enero de 1941, convirtiéndose esta práctica, como afirma Neil Gregor en “…un elemento central de su política laboral”, Daimler Benz in the Third Reich, New Haven and London, Yale University Press, 1998, p. 176.

[13] Ulrich Herbert, Hitler’s Foreign Workers…, op. cit., p. 384; aunque su afirmación no sería compartida por otros que consideran, como hemos visto que la fuerza de trabajo femenina en Alemania durante la guerra llegó a ser superior a la de otros países beligerantes, lo que restaría fuerza a ese argumento para explicar el reclutamiento de mano de obra forzada, cfr. Eve Rosenhaft, Rosenhaft, Eve, “Women in Modern Germany”, Gordon Martel (ed.), Modern Germany Reconsidered, 1870-1945, London – New York, Routledge, 1992 y R.J. Overy, War and Economy in the Third Reich, Oxford, Clarendon Press, 1994.

Resumen de “Arbeit macht Frei”. El trabajo y su organización en el fascismo (Alemania e Italia), Mataró, El Viejo Topo – FIM, 2004.

Alejandro Andreassi Cieri

Alejandro Andreassi Cieri, Profesor jubilado del Departamento de Historia Contemporánea de la Universitat Autònoma de Barcelona

Ilustraciones: Conversación sobre la Historia y el autor.

lunes, 2 de diciembre de 2019

LAURENTINO GOMES | PERIODISTA BRASILEÑO Y AUTOR DE 'ESCLAVITUD' “La esclavitud africana dio origen al racismo y fue a escala industrial”

El autor de 'Esclavitud', uno de los libros del momento en Brasil, explica que el legado del vasallaje está presente en la desigualdad social que padece el país

La esclavitud ha existido desde los albores de la historia, pero solo alcanzó escala industrial cuando los europeos trajeron por la fuerza a 12,5 millones de africanos a América. El desarrollo del continente habría sido imposible sin la explotación de los supervivientes. Escravidão (Esclavitud), del escritor y periodista Laurentino Gomes (Maringá, 63 años), es uno de los libros del momento en Brasil, un fascinante reportaje sobre un episodio histórico cuyo legado está presente en la desigualdad en el último país americano que abolió la esclavitud. El autor sostiene, en una entrevista en São Paulo con motivo del Día de la Conciencia Negra (el 20 de noviembre), que los países implicados deberían pedir perdón.

Pregunta. ¿Aprendió más con su trilogía sobre la fundación de Brasil o ahora con la esclavitud?

Respuesta. La anterior me ayudó a comprender cómo fue la construcción del Estado brasileño en el siglo XIX tras romper lazos con Portugal. Pero si quieres entender Brasil en una dimensión más profunda, debes estudiar la esclavitud, el tema más importante de nuestra historia. Todo lo que fuimos, somos y lo que nos gustaría ser tiene que ver con la esclavitud. Con casi cinco millones de cautivos africanos, fue el mayor territorio esclavo de América y el último en poner fin a la trata, en 1850, y a la esclavitud, en 1888. El país fue construido por esclavos en todos los sectores económicos, azúcar, oro, diamantes, café. Los abolicionistas del siglo XIX argumentaron que Brasil necesitaba hacer dos aboliciones: dejar de comerciar con personas e incorporar a los antiguos esclavos a la sociedad como ciudadanos, dándoles tierra, empleo y educación. Brasil nunca ha hecho esto.

P. ¿Por qué?

R. Brasil se convirtió en un paria internacional como Sudáfrica durante el apartheid. La Ley áurea (que ilegaliza la esclavitud) busca librarle de esta mancha, pero nunca hizo ningún esfuerzo por incorporar a los afrodescendientes porque significaba la renuncia de privilegios y riquezas. Por eso somos uno de los países más segregados del mundo, aunque no tuviéramos leyes de segregación racial como las de EE UU. Si mides Brasil con cualquier criterio, ingresos, empleo, seguridad pública, existe un abismo entre las oportunidades para la población blanca y la negra. Aunque desarrollamos el mito de que éramos una gran democracia racial, las manifestaciones de racismo son explícitas en las redes sociales y en el discurso del presidente de la República.

P. ¿Cuál es la traducción práctica de la segunda abolición en Brasil?

R. Si la riqueza de las naciones ya no son los recursos naturales sino el capital humano, Brasil nunca será un país decente mientras la gran mayoría de la población (negra) carezca de educación, salud y trabajo decentes. Afrontar la desigualdad social en Brasil es sinónimo de segunda abolición, porque la mayoría de los pobres son negros. Por eso digo que no es solo una reparación histórica, sino una inversión en el futuro. Esta es la principal agenda política en el futuro, incluso si tenemos un Gobierno hostil. Este es un tema atrapado en el siglo XIX. Cualquier Gobierno, partido político o campaña electoral enfrentará este legado.

P. ¿Cuál es la mayor diferencia entre la esclavitud de América y el cautiverio en el mundo?

R. Existió en el antiguo Egipto, Babilonia, la antigua Grecia y en África antes de la llegada de los europeos. La primera novedad es la escala industrial, con 12,5 millones de personas embarcadas en unos 35.000 viajes al Nuevo Mundo. La segunda, el nacimiento del racismo: es la primera vez en la historia que se asocia la esclavitud a la piel negra. Existe toda una ideología para decir que los africanos eran salvajes y que lo mejor que podía pasarles era ser esclavizados para incorporarlos a la supuesta civilización europea instalada en los trópicos.

P. La Iglesia católica distinguía entre indios y africanos.

R. Hubo una discusión filosófica y teológica sobre si esclavizar o no a los indios, pero la realidad es que fueron masacrados. Portugueses y españoles no pudieron llevar a cabo su proyecto inicial de esclavizar a los indios. Si hubieran tenido éxito, podríamos no haber tenido esclavitud africana.

P. Cuenta en su libro que algunos grandes pensadores de los siglos XVIII y XIX defendían la libertad y la esclavitud.

R. Sí, David Hume (filósofo y escritor británico) era accionista de una empresa de comercio de esclavos. Thomas Jefferson, que escribió la Declaración de Independencia de EE UU y defendía que todo ser humano nacía con los mismos derechos, poseía un gran lote de esclavos.

P. ¿Deben los países pedir perdón? Usted cuenta que el expresidente Lula da Silva lo hizo, pero el portugués Marcelo Rebelo de Souza, no.

R. Creo que sí. Es una cuestión de honestidad, algo simbólico, porque fue una masacre. Ahora, dudo si sería posible pagar esta deuda. En África existe ahora una élite heredera de aquellos aliados con los europeos que se beneficiaron de la trata. El rey Ashanti en Ghana suministraba cautivos a ingleses y holandeses. ¿Quién indemniza a quién? Es difícil. Pero una actitud política de pedir perdón es importante. El papa Juan Pablo II lo hizo en Senegal, no por toda la Iglesia, sino por los católicos implicados. También apoyó medidas prácticas, como las cuotas en escuelas y en la Administración, para personas de ascendencia africana. Existe una deuda histórica que debe abordarse con palabras y gestos concretos.

P. Cuenta que hubo un tiempo en que por cada cien habitantes de Brasil, 86 eran esclavos. ¿Por qué no se rebelaron?

R. Había manuales que aconsejaban a los agricultores que no mantuvieran grupos del mismo origen, cultura, idioma o región. Esto les impidió organizarse. Y había un sistema de recompensa y castigo. El rebelde era azotado; el cooperativo ganaba tiempo libre semanal, el derecho a cultivar un huerto, ir a misa y ganar su propia manumisión (su libertad). La principal forma de resistencia era tratar de ocupar los espacios que la sociedad le daba al esclavo para acercarse al universo de los blancos, como las hermandades religiosas. Hubo un blanqueamiento cultural: cuanto más rápido se alejara de la cultura africana, más ventajoso sería.

P. ¿Ha consultado testimonios de esclavos?

R. Poco. Desafortunadamente la historia de la esclavitud es contada por los blancos. Hay algunos testimonios y biografías relativamente raros. Otra fuente preciosa para escuchar a los esclavos son las preguntas de la policía cuando fueron acusados de delitos. Todo lo que se sabe de Palmares, el principal quilombo (asentamiento creado por esclavos huidos en Brasil) son expediciones militares.

https://elpais.com/internacional/2019/11/19/actualidad/1574201523_512609.html

viernes, 12 de abril de 2019

El vertedero de seres humanos

La Universidad de Coimbra determina que los 158 cuerpos hallados a las afueras de la ciudad portuguesa de Lagos corresponden a esclavos africanos depositados en un basurero entre los siglos XV y XVII

Restos de un esclavo africano hallado en Lagos (Portugal).

Europa reabrió en 2009 las fauces de los infiernos cuando el Ayuntamiento de Lagos —hoy una plácida, soleada, turística y bella ciudad del Algarve portugués— decidió construir un aparcamiento subterráneo unos metros más allá de sus murallas medievales, en un área urbana conocida como Valle da Gafaria. Las excavadoras incidieron sobre el terreno y comenzaron a brotar decenas de huesos de seres humanos. Maria Teresa Santos Ferreira, profesora de Antropología de la Universidad de Coímbra, acudió con su equipo. Hoy, diez años después, los resultados de su investigación han sido hechos públicos en la International Journal of Osteoarchaeology: eran los cuerpos de 158 esclavos africanos, cuyos restos fueron abandonados en un estercolero cuando alboreaba el siglo XV. Arrancados de su tierra por la violencia o vendidos por traficantes, muchos de ellos no pudieron soportar el viaje hasta Portugal. Las osamentas de hombres, mujeres y niños —seis de los cuales habían sido arrojados al vertedero con pies y manos atados con cuerdas— dan fe de las circunstancias inhumanas de las primeras exploraciones portuguesas a África por la costa oeste del continente.

El infante Enrique el Navegante (1394-1460) fue el primero de los grandes exploradores de los mares de África y de las islas del Atlántico. Sus carabelas surcaban las costas partiendo del mayor puerto del sur del reino, Lagos, una ciudad que se convertiría pronto en el gran bazar europeo de carne humana. “Los esclavos”, rememora Santos Ferreira, “procedían de las razias llevadas a cabo en la parte occidental del continente, así como de la compra a los traficantes musulmanes, que a su vez los traían del interior de África”. Por eso, los análisis han determinado que los exhumados procedían de poblaciones bantúes (fundamentalmente en el África subsahariana, excepto el sur y la costa este).

Los barcos portugueses arribaron por primera vez en 1444 a las costas de Senegal y pronto regresaron al "puerto de Lagos cargados de mercancías, incluyendo los esclavos", indica el informe. Pero en 1512, el rey Manuel I ordenó que Lisboa se quedase en exclusiva con la trata. De todas formas, y aunque Lagos perdió importancia, las naos seguían llegando a este puerto antes de alcanzar la capital. Se ignora cuántos esclavos llegaron a Portugal en aquellos siglos, porque los archivos se perdieron durante el terremoto de Lisboa en 1755. Sin embargo, se calcula que entre 1441 y 1470 llegaron unos mil africanos al año y casi 2.000 anuales en las dos siguientes décadas, un número que se mantuvo estable o decreció a partir de 1530.

El estudio —en el que, además de Santos, han participado Catarina Coelhoa, João d’Oliveira Coelho, David Navegaa, Sofia N. Wasterlaina y Ana Rufino y que ha contado con el apoyo del Archaeological Institute of America y de la Fundación Gerda Henkel— establece que los cuerpos fueron depositados en el basurero entre los siglos XV y XVII, y que muchos de aquellos desdichados sufrieron en vida traumatismos y lesiones degenerativas. Los especialistas han analizado el sexo de 88 de ellos (56,31 % mujeres, 29,13% hombres y el resto sin determinar). La edad de su muerte ha sido establecida entre los 20 y 30 años para el 32%, los 30 y los 40 años para el 40% y un 6,59% de más de 40 años.

Además de los adultos, el equipo de la empresa Dryas Arqueologia Lda. halló también 31 menores ("no-adultos"), en muchos de los cuales se detectaron alteraciones en sus denticiones y un retraso del crecimiento. Según el estudio, los menores estuvieron expuestos "a duras condiciones", lo que les provocó déficits nutricionales que se reflejan en sus estructuras óseas, con osteoporosis craneales o falta de esmalte en los dientes. Esto, a su vez, evidencia sus "duras y cortas vidas". No obstante, los antropólogos vislumbraron algún signo de humanidad en la inhumación de los pequeños, ya que en el 66,7% de los casos "parecen haber sido enterrados con más cuidado que los adultos". De estos últimos, el 79,4% no guardaba la "orientación habitual cristiana en aquel tiempo, con la cabeza hacia el oeste y los pies hacia el este".

En aquella época, solo las personas bautizadas podían ser enterradas dentro de la ciudad. "Los esclavos, evidentemente, no lo estaban, por lo que sus cuerpos fueron depositados en los basureros, como podía ocurrir, por ejemplo, con los animales. Esta situación cambió con posterioridad y ya fueron inhumados dentro de la ciudad", indica Santos Ferreira.

De los cuerpos analizados, se han hallado evidencias de que cuatro mujeres, un hombre y un menor fueron atados antes de fallecer, lo que deja claro cómo estos "individuos esclavizados fueron tratados, incluso hasta su muerte".

https://elpais.com/cultura/2019/03/29/actualidad/1553848854_810812.html

En España, Un enorme genocidio, condenado por la ONU y con petición de que se recuperen los cadáveres y se les dé la correcta sepultura por parte del Estado. Lo que hasta ahora no se ha hecho, después de más de 80 años... Y muchos trabajaron tratados como esclavos sin cobrar, mal alimentados y mal tratados, como se trata a los esclavos, construyeron canales, presas, carreteras, caminos, y el llamado Valle de los Caídos...

martes, 22 de enero de 2019

_- "No puedes decir mi cuerpo es mío y quedarte con el de otra persona" Entrevista a Amelia Valcárcel & Vientres de alquiler.

_- Aiende S. Jiménez
www.diariovasco.com

Afirma que no existe «ningún resquicio en el feminismo por el que podamos prestar el mínimo apoyo al alquiler de vientres»

Su conferencia no dejó indiferente al público -mayoritariamente femenino- que asistió ayer al curso '¿Gestación subrogada o vientres de alquiler? Los límites de la mercantilización de los cuerpos de las mujeres' que Emakunde organizó en Donostia. La filósofa y escritora feminista Amelia Valcárcel argumentó su posición en contra y negó que tenga ninguna justificación en el feminismo.

- ¿Gestación subrogada o vientre de alquiler?

- La gestación subrogada es un eufemismo. Se trata del alquiler de personas para que te den criaturas. Por tanto no es una práctica de natalidad, ni médica. Es una vía para obtener algo que se desea, en este caso un bebé. Todos los argumentos que buscan dar legitimidad social a este fenómeno se basan en la división cuerpo-mente, y lo que tenemos es un cuerpo que ha favorecido la existencia de otro, pero no la afiliación del mismo. Esa madre es madre solo del cuerpo, y ni si quiera de todo él, porque la intención de dar vida a otra persona ni siquiera es suya.

«Lo más repugnante es que se utilice la libertad para intentar avalar semejante asunto»

- En su exposición ha hecho referencia en varias ocasiones a la esclavitud.
¿Considera esta práctica una forma de esclavizar a las mujeres?

- A lo largo de toda su historia la humanidad ha admitido ciertas prácticas a las que ha renunciado por muchas razones, y antes de admitir cualquier otra tiene que ser muy cuidadosa, no sea que se reproduzcan partes que ya se ha decidido que no estamos dispuestos a admitir como humanos a día de hoy. Nuestra humanidad ha comprado niños sin parar. Antiguamente había esclavas que solo se dedicaban a reproducirse, porque era un buen negocio, y eso no tiene nada de nuevo. Lo nuevo es prohibir que eso ocurra.

- Usted es feminista. Sin embargo la mayoría de las voces del feminismo son partidarias de la legalización de la gestación subrogada.

- Esta práctica conlleva una negación de la individualidad de los sujetos mujeres, una negación de la relación de filiación que es una de las más importantes y el regreso a dualismos ancestrales que negamos en cualquier otra situación. ¿Deberíamos como feministas admitirlo? Teniendo en cuenta que venimos de una tradición que trata de incorporar el sujeto femenino y que de otra parte es abolicionista y redentorista, no tenemos un solo resquicio por el cual podamos prestar el menor apoyo a este tipo de asunto.

- Hay quienes defienden la libertad de las mujeres para decidir sobre sus actos, el mensaje de
'mi cuerpo es mío'.

- 'Mi cuerpo es mío' es un eslogan, afortunado por cierto, pero no es un fundamento de derecho. No puedes decir mi cuerpo es mío para quedarte con el de otra persona. Lo más terrible que ocurre en este submundo que muchas personas quieren crear es querer utilizar el más hermoso de los nombres, que es el de la libertad, para avalar semejante asunto. Eso es lo más repugnante.

- ¿Y si una mujer decide gestar un bebé para otra persona por decisión propia?

- No conozco ningún caso, pero me daría igual, porque muchas prácticas abusivas son consentidas.

«La mayor parte de las prácticas violentas se dan sin violencia y con apariencia de contrato»

- ¿Esta práctica lo es?

- ¿Se le puede pedir a una mujer que geste y para a una criatura, y decirle que no es suya y que se la entregue a otro por dinero o por nada?
La mayor parte de las prácticas violentas se dan sin violencia explícita y bajo la apariencia de contrato, y es algo que ha ocurrido en todas las sociedades en el pasado.

- ¿Qué opina de que se esté planteando su regulación?

- Ya está regulado, está prohibido.

- Matizo, su legalización.

- Es evidente que no existe ni un solo fundamento para aceptar algo así. Ni uno. Como no los hay, el fundamento que se utiliza es a futuro. Esto es, por el superior interés del menor, se admite todo lo que ha habido antes de que este nazca.

- Para las parejas homosexuales es la única forma de cumplir el deseo de tener un hijo, aparte de la adopción.

- Pero deseo no significa derecho, porque sino tendríamos que asociar un derecho a cualquier deseo, y algunos deseos son de ineficaz cumplimiento y otros no están suficientemente justificados.

Fuente:
https://www.diariovasco.com/gipuzkoa/amelia-valcarcel-filosofa-20180713021012-ntvo.html?fbclid=IwAR3o0rg0Aq2LmBi_rBsjxYEAzGBDxREU1zKPV3gfg4xSFdNHMuBLdmoxuBU

miércoles, 12 de diciembre de 2018

_- El abecedario de Toni Morrison

_- Revue Ballast El Salto

De la b de Beloved —su novela más conocida— a la z de Zigzag. Una introducción al pensamiento de Toni Morrison a través de sus artículos, entrevistas en prensa y conferencias.

Toni Morrison

Toni Morrison en una lectura de su obra.

Una docena de novelas, numerosos ensayos, dos obras de teatro y algunos libros de literatura juvenil: Toni Morrison, hija de una familia obrera y antigua profesora de literatura en New Jersey, disecciona desde comienzos de los años 70 el “lenguaje de la opresión”. Comenzando por el que sufren los afroamericanos. Decidida, como afirma, a “neutralizar el racismo mezquino, a destruir la obsesión ordinaria, fácil y accesible por el color de la piel”, Morrison no se ha dejado de preguntar por las raíces y la organización social de su país. “Tengo 87 años y voy a sobrevivir a Donald Trump”, afirmó riendo la primavera pasada.

‘Beloved’: “La novela ofrece un vasto páramo controlado, una ocasión para ser y volverse el Otro. El extranjero. Con compasión, lucidez y el riesgo de un examen de consciencia. En esta repetición, para mí como autora, la joven Beloved, la que atormenta, es el Otro último, quien reivindica, para siempre reivindica un beso”.

(El origen de los otros)

Cantidad: “Para mí, la literatura incluye esta cantidad increíble de historias escritas por gente que, a través de la escritura, se sacudían el yugo de la esclavitud y entraban en el mundo de la libertad. No conozco en la historia de la humanidad otro pueblo que haya meditado, escrito y publicado tanto sobre su propia situación”.

(Entrevista con Pierre Bourdieu, octubre 1994)

Color: “Lo que me ha interesado es que en aquella época también llegaban a suelo americano empleados domésticos blancos. Estos domésticos eran en realidad esclavos, al igual que los esclavos negros. Pero es preciso interesarse por las condiciones en las que estos esclavos blancos llegaban: muchos de ellos morían durante el trayecto o bien cuando llegaban, y su servidumbre podía ser transmitida a sus mujeres e hijos. Estos esclavos blancos trabajan codo a codo con los esclavos negros en las plantaciones de tabaco. La sola diferencia entre ellos era la siguiente: los blancos podían escaparse y confundirse entre la multitud, mientras que los negros no podían hacerlo a causa de su color de piel. Esos tiempos son los verdaderos comienzos de este país”.

Entrevista publicada en L’Express, septiembre 2009) Definir: “Astuto, pero Maestro de Escuela le azotó de todos modos para mostrarle que las definiciones pertenecen a los definidores, no a los definidos”.

(Beloved)

Esclavitud: “Sin duda, estaba universalmente claro —para los vendedores como para aquellos que vendían— que la esclavitud era una condición inhumana, aunque rentable. Aquellos que vendían no querían, sin duda, volverse esclavos. Muy a menudo, aquellos que compraban se suicidaban para evitar esta condición. Entonces, ¿cómo funcionaba? Uno de los medios por los que las naciones podían tolerar la degradación que suponía la esclavitud era el recurso a la fuerza bruta. Otro consistía en embellecerla”.

(El origen de los otros)

Estadounidense: “Los mecanismos culturales por los cuales uno se vuelve estadounidense son claramente comprensibles. Un ciudadano de Italia o de Rusia emigrado a los Estados Unidos conserva en gran medida, o al menos en parte, la lengua y las costumbres de su país de origen. Pero si desea ser americano —ser reconocido en cuanto tal y encontrar realmente su lugar— debe volverse algo inimaginable en su país: debe volverse blanco”.

(El origen de los otros)

Fond: “No quedará nada de Fond (la pasarela sobre el río ya ha desaparecido), pero quizás puede ser bueno, ya que no era realmente una ciudad, solamente un barrio donde, cuando el tiempo era sereno, la gente del valle podía escuchar a veces cantar o tocar el banjo, y si sucedía que algún hombre del valle tenía algún asunto que hacer en las colinas allá arriba —cobrar un alquiler o la prima de un seguro— podía ver alguna mujer de piel oscura ejecutar algunos pasos de cakewalk,improvisar un black bottom, mover las caderas al ritmo de una armónica. […] La gente de color que la miraba reía y se frotaba las rodillas y el hombre del valle no tenía ningún problema en oír la risa sin reparar en el dolor humano que se encontraba en algún lugar bajo los párpados, en algún lugar bajo los paños de la cabeza, los sombreros de fieltro ligero, en la palma de las manos, tras las solapas usadas, en algún lugar en la curva de los tendones”.

(Sula)

Gente: “Escribir novelas es hacer aparecer a la gente ordinaria que no aparece en los libros de historia”.

(Entrevista en Téléréma, agosto 2012)

Inhumano: “Por muy fascinante que sea la ignominia de esos episodios de violencia, la cuestión que se revela, creo yo, mucho más reveladora que la severidad del castigo, es la de saber quién es esa gente. Qué encarnizamiento ponen en definir al esclavo como inhumano, salvaje, cuando la definición de lo inhumano describe en realidad considerablemente a aquel que castiga”.

(El origen de los otros)

Jazz: “También ha estado esta mina inagotable de canciones, de letras, de cantos espirituales, que era y que seguirá siendo por siempre la voz del jazz. Esta forma de poesía me habló inmediatamente”.

(Entrevista con Pierre Bourdieu, octubre 1994)

Liberar: “Liberarse era una cosa, reivindicar la propiedad de ese yo liberado era otra”.

(Beloved)

Minoría: “Siendo una minoría, a la vez como casta y como clase, vivíamos en los dobladillos de la vida, luchando contra nuestra debilidad y peleando para agarrarnos, o para escalar sin ayuda, en los grandes pliegues del vestido”.

(Ojos azules)

Mirada: “Oponer el poder negro a la dominación blanca continuaba siendo una forma de ser prisionero de la mirada del otro”.
(Entrevista para Psychologies, 2012)

Negro: “No me bastó más de una hora después de que la sacaran de entre mis piernas para comprender que algo no iba bien. Que no iba bien en absoluto. Me daba tanto miedo de tan negra que era. Negra como la noche, negra como el Sudán. Yo soy de piel clara, con un hermoso cabello, lo que llaman una mulata de tonos rubios, y el padre de Lula Ann también. Nadie en mi familia se acerca a este color”.
(Una bendición)

Odio: “Es el odio el que produce este efecto. Él consume todo, salvo a él mismo, sea cual sea vuestro sufrimiento, vuestro rostro se vuelve exactamente el mismo que el de vuestro enemigo”. (Love)

Ojos: “Desde hace algún tiempo, Pecola se decía que si sus ojos —sus ojos, que retenían las imágenes y sabían lo que podían ver— hubieran sido diferentes, es decir bellos, ella misma habría sido diferente. Tenía bellos dientes y una nariz menos grande y aplanada que las de ciertas chicas reputadas de lindas. Si ella hubiera sido diferente, bella quizás, Cholly habría quizás sido diferente también, y Mrs. Breedlove. Se habría dicho quizás: mira, esta Pecola de ojos tan bonitos. No debemos hacer ninguna grosería delante de ojos tan bellos. Cada noche, sin faltar, rezaba para tener los ojos azules”.
Ojos azules)

Olvidar: “Su pasado había sido parecido a su presente –intolerable–, y como ella no ignoraba que la muerte era cualquier cosa menos el olvido, utilizaba la poca energía que le quedaba para meditar sobre los colores”.

(Beloved)

Política: “Mis libros no responden únicamente a preocupaciones estéticas, así como tampoco exclusivamente a preocupaciones políticas. Pienso que, para poder ser tomado en serio, el arte debe hacer las dos cosas a la vez”.

(Entrevista con Pierre Bourdieu, octubre 1994)

Secuestrar: “Examino de nuevo la palabra ‘esclavo’ para hacerla íntima. Sobre todo, no quería que fuese una palabra anodina. […] Quería que el lector fuera secuestrado, sin memoria literaria, sin estar preparado para ello, exactamente como el esclavo. Los dos se enfrentaban a la urgente necesidad, y no podían contar más que con su buena voluntad y su participación. El lector debía ser despojado de la misma manera, y aprender por acumulación”.
(Entrevista con Toni Morrison, AFRAM newsletter, 1990)

Siglo XX: “Permitidme citar solamente algunos de los linchamientos que tuvieron lugar en el siglo XX: Ed Johnson, 1906 (linchado en el puente de Walnut Street, en Chattanooga, Tennesse, por una multitud que entró a la fuerza en la prisión donde estaba convicto, después de que fuera suspendida la pena de muerte que pesaba sobre él). Laura y D. L. Nelson, 1911 (madre e hija acusadas de asesinato, secuestradas en su celda y ahorcadas en un puente ferroviario a proximidad de Okemah, Oklahoma). Elias Clayton, Elmer Jackson e Isaac McGhie, 1920 (tres empleados de circo acusados de violación sin pruebas, linchados en Duluth, Minnesota, sin que sus asesinos sufrieran ninguna sanción). Raymond Gunn, 1931 (acusado de violación y asesinato, rociado con gasolina y quemado hasta morir por una multitud en Maryville, Missouri). Cordie Cheek, 1933 (linchado y mutilado por una multitud en Maury, Tennesse, tras haber sido puesto en libertad por una falsa acusación de violación). Booker Spicely, 1944 (abatido por un conductor de autobús en Durham, Carolina del Norte, tras haberse negado a sentarse al fondo del autobús). Maceo Snipes, 1946 (sacado de su casa en el condado de Taylor, Georgia, y abatido por haber votado en las primarias demócratas de Georgia; un cartel pegado en el muro de una iglesia negra de la localidad decía “El primer negro en haber votado no volverá a votar nunca más”). Lamar Smith, 1955 (figura del movimiento por los derechos civiles, abatido sobre el césped del tribunal del condado de Lincoln, en Brookshaven, Mississippi). Emmett Till, 1955 (a la edad de 14 años fue golpeado y abatido en Money, Mississippi, después de haber, según se decía, intentado ligar con una mujer blanca, que confesó haber mentido sobre esto en un primer momento)”. (El origen de los otros) Soledad: “Hay una soledad en la que uno se puede acunar. Los brazos cruzados rodeando las rodillas, nos mantenemos, nos agarramos, y este movimiento, a diferencia del de un barco, apacigua y calma al solitario que se acuna. Es una soledad interior, que envuelve como una piel. Luego hay una soledad vagabunda, independiente. Los pasos de esta otra soledad, seca e invasiva, parecen venir de algún lugar lejano”. (Beloved) Tom: “Harriet Beecher Stowe no escribió La cabaña del tío Tom para que Tom, Chloe ni nadie de entre los negros lo leyeran. Los lectores de su época eran blancos, necesitados de este embellecimiento, que querían o podían saborear”. (El origen de los otros)

Universal: “Esta investigación ficticia [acerca del libro Le regard du roi, de Camara laye] sobre las percepciones limitadas de una cultura nos permite ver la raza desaparecer de la experiencia que un occidental tiene de África cuando no hay el respaldo, protección o consignas de parte de Europa. Ella nos permite redescubrir o imaginar de nuevo el efecto que produce ser marginal, ignorado, superfluo, extranjero, de no escuchar nunca su nombre en boca de otros; de ser privado de historia o de representación, de ser una fuerza de trabajo vendida o explotada en el interés de una familia, de un hábil empresario o de un régimen local. En otras palabras: de volverse un esclavo negro. Es un encuentro perturbador que puede ayudarnos a hacer frente a las presiones y a las fuerzas desestabilizadoras del recorrido de los pueblos a través del mundo. A las presiones que pueden hacer que nos aferremos a nuestra propia cultura, a nuestra propia lengua, rechazando las de los demás. Hacernos clasificar el mal según la última moda, hacernos legislar, expulsar, conformarnos, purgar y dar crédito a las fantasías y a la imaginación. Sobre todo, estas presiones pueden hacernos negar al extranjero que hay en nosotros y resistir a muerte al carácter universal de la humanidad”.
(El origen de los otros).

Vender: “Has visto, dijo Jeri. Lo negro se vende. Es la materia prima más en boga del mundo civilizado. Las blancas, incluso las chicas color café con leche, tienen que desnudarse para obtener este tipo de atención”.
(Una bendición)

Woolf: “De Virginia Woolf, lo que amo es el uso que hace de la lengua, esta economía de la lengua. De Faulkner lo que me gusta es exactamente lo contrario, una suerte de abundancia, la repetición de las cosas”.

(Entrevista, “Toni Morrison, la memoria en herencia (1/5)” en France Culture, 2012)

Zigzag: “Había dejado su corbata. La de zigzags amarillos en diagonal sobre un fondo azul marino. Colgada en la puerta del armario, la punta hacia abajo, esperaba tranquila y pacientemente el retorno de Jude. ¿Es posible que se haya marchado si su corbata sigue aquí? Se acordará de ella y volverá, y entonces ella… uh. Ella podrá… decírselo. Sentarse tranquilamente y decírselo. Pero Jude, tú me conocías. Después de todos estos días, de todos estos años, tú me conocías. Mis maneras de hacer las cosas, mis manos, los pliegues de mi vientre, aquella vez en que quisimos destetar a Mickey y aquella otra en que el propietario dijo… y tú dijiste… y yo lloré, Jude. Tú me conocías, tú me escuchabas hablar por la noche, me oías en el baño y te burlabas de mi vieja faja usada y yo me reía porque yo también te conocía, Jude. ¿Cómo has podido abandonarme si me conocías?”.
(Sula)

Traducido por Pablo Lapuente Tiana.

Fuente:

https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/el-abecedario-de-toni-morrison

domingo, 28 de octubre de 2018

Prostitución & Explotación sexual “Las prostitutas no nacen de un repollo, nacen de la pobreza”

Entrevista con Alika Kinan, la primera mujer en el mundo en ganar un fallo contra el Estado argentino y los proxenetas que la explotaron sexualmente durante 16 años. Habla del impacto de la prostitución como la suma de todas las violencias de género.

Han pasado seis años desde que Alika Kinan escapó de la prostitución y todavía dice que sus dolores son muy hondos. Conversando con ella es difícil imaginar algún rastro de debilidad. Alika es hoy una de las activistas más reconocidas del mundo contra la trata y la explotación sexual.

Lea también:  De putas, feminismo y violencias​

Durante 16 años fue víctima de explotación sexual en un bar de Tierra del Fuego (Argentina) al que llegó engañada. Y su caso es recordado en los estrados judiciales porque es la primera sobreviviente de trata que ganó un fallo contra los proxenetas, y el Estado ordenó una indemnización “como forma de reparación por los derechos violados”.

En esta entrevista conversamos sobre su vida y activismo, la razón por la que ha venido a Colombia para hablar de su experiencia como sobreviviente de explotación sexual con magistrados y funcionarios, a propósito del debate que se adelanta en la Corte Constitucional para saber cómo se debe regular el uso del suelo de los prostíbulos.

¿Por qué para usted la prostitución no se puede desligar de la explotación sexual y la trata?

Permanentemente la gente busca establecer que son diferentes, y sí son diferentes, pero uno es responsable del otro. Sin prostitución no existiría explotación sexual ni trata y las conexiones que hay entre una y otra son muy fuertes.

¿Por qué vino a Colombia a hablar de estos temas?

He venido a Colombia a propósito del debate que se está dando en la Corte Constitucional y otras entidades del Estado para contar mi experiencia. La prostitución es una de las peores formas de violencia de género que sufren principalmente mujeres y niñas. Entonces, el debate para mí no es si reglamentamos o no la prostitución.

¿Cómo llegó usted a la prostitución?

Yo llegué a Tierra del Fuego, Argentina, captada primero por varios proxenetas porque estaba en una situación de extrema vulnerabilidad. Y cuando hablo de eso hablo de hambre, de miseria. No es algo ficticio o filosófico. A mí me dijeron que iba a la inauguración de un bar, un boliche, pero yo no tenía idea de qué tenía que hacer. ¿Por qué no cree que la prostitución es un trabajo?

Las putas no nacen de un repollo, nacen de la pobreza. ¿Qué Gobierno admitiría que yo siendo pobre dijera: ya vengo, voy a vender mi hígado, lo hago bajo mi consentimiento y necesito alimentar a mis hijos? ¿Por qué si no podemos vender las córneas, ni el hígado, ni los pulmones sí podemos vender nuestras vaginas? ¿Por qué son exclusivas de las mujeres?

¿Se puede hablar de decisión consentida en la prostitución?

No, además, no se trata de decisiones, sino de opciones reales, de circunstancias, se trata de que cuando te penetran más de 30 hombres por día no tienes deseo ni placer, porque quedas anulada. Por eso es que las mujeres que están en prostitución se alcoholizan y drogan, porque necesitan salir de sus cuerpos, porque es sano salir de ese cuerpo mientras está siendo violado. El hombre no paga por sexo, paga por poder, paga para limpiar la culpa después de saber que ha violado. El pago por sexo limpia la consciencia.

Lea también: "No queremos derechos laborales en la prostitución, queremos derechos humanos": Claudia Quintero

¿Cómo recuerda esos días cuando llegó a Tierra del Fuego?

Recuerdo que cuando llegué a Tierra del Fuego lo primero que hicieron fue llevarme a la Policía provincial. Allí me tomaron huellas dactilares, me tomaron datos, se acercaron muchos policías a verme. Yo pensaba en ese momento que eran muy amables. Pero luego entendí que en realidad ellos estaban viendo en qué condiciones estaba mi cuerpo para ser abordado.

¿Tenía controles sanitarios?

Sí, en el municipio de Ushuaia me generaron una libreta sanitaria. Así como los controles que se les hacen a las vacas o a los chanchos para el consumo humano. A mí me hacían un hisopado vaginal cada mes y un análisis de sangre, cada tres meses. Vos podés decir: “Bueno la estaban cuidando”. Pero no. No estaban cuidando mi salud, estaban cuidando la salud de los puteros, de quienes consumen sexo, para que no se enfermen, para que no contraigan un bicho y lo lleven a sus hogares. Porque quien consume prostitución no es una bestia inhumana.

¿Cómo eran los hombres que compraban sexo en Tierra del Fuego?

Eran como cualquiera de los hombres que están sentados alrededor nuestro. Eran los padres de familia, los ejecutivos, los empresarios, los que están en los barcos pesqueros, los que trabajan el campo, los que están en las minas, los militares, los médicos, los jueces, los fiscales, quienes toman decisiones importantes en el país.

¿Siente que hubiera llegado a la prostitución sin engaños?

No sé, porque realmente vos te ponés a pensar, ¿si no me hubieran engañado hubiese dejado de ir? Me hubiese quedado en mi casa, pasando hambre, con mi hermana, abandonada por mis padres. No sé, quizás por el coraje de haber sido violada con cinco años, con ocho, con 14, como me pasó a mí, ¿no hubieras ido tú también? Además, era fácil pensar que de todas maneras los hombres te iban a violar. No sé.

¿Hoy, en la orilla del activismo, interpela a los hombres que pagan por sexo?

Sí, a menudo. Y conozco a varios que se justifican diciendo: “Ay, pero si yo las quiero ayudar”. Yo les respondo como le he dicho a quienes hablan así de las venezolanas que han llegado migrando a Colombia: “Si vos la querés ayudar, dale trabajo; no le metas la pija en la boca, no le metas la pija en la vagina ni en el ano”.

¿Qué más se puede hacer para cambiar esa realidad de miles de mujeres en esa situación?

Los Estados deben reconocer y reparar esas vidas rotas por la explotación sexual. El Estado tiene la obligación de reconocer y reparar el daño, como sucedió en mi caso. Deben ayudar a dar un trabajo real y genuino, para que estas mujeres y niñas puedan fortalecerse y cortar de una buena vez con la explotación sexual, porque es común que las madres, las tías, las abuelas han estado en diferentes formas de explotación sexual y al no resolver su situación terminan condenando a sus propias hijas a la misma cadena de violencia. También se deben hacer campañas que muevan cambios culturales para que se desaliente la compra de sexo.

Fuente:
https://colombia2020.elespectador.com/pais/las-putas-no-nacen-de-un-repollo-nacen-de-la-pobreza