sábado, 8 de julio de 2017

El potencial unificador de la lucha por la abolición de la guerra. David Swanson, 29/06/2017.

No es extraño, para un activista centrado en una de las millones de causas nobles que existen en el mundo, el intentar reclutar otros activistas para su causa en particular. Esto no es exactamente lo que quiero hacer. Primero, para tener éxito, debemos convertir en activistas a millones de personas que no se encuentran activas en absoluto.

Por supuesto, prefiero los tipos de activismo que eliminan la necesidad de más activismo, como las campañas para automatizar el registro de votantes o para equiparar el salario mínimo interprofesional al coste de la vida. Pero, mayoritariamente, quiero que todo el mundo continúe haciendo aquello que le inspira. No obstante, creo conocer una manera de desplazar nuestro énfasis y unificar movimientos, una manera que no suele pasársenos por la cabeza.

No es extraño que un activista piense que su campo específico es el de máxima prioridad unificadora.

Por ejemplo:

Si no obtenemos dinero de la política, ¿cómo podemos promulgar o imponer alguna ley que no esté favorecida por el dinero? Hemos legalizado el soborno, ¡por Dios! ¿Qué otras cosas importan hasta que arreglemos eso? O:

Si no creamos medios de comunicación creíbles, democráticos e independientes, no podemos informar. El “puerta a puerta” no puede vencer a la televisión. Solo sabemos que Cindy Sheehan fue a Crawford o que “Occupyers” fueron a Wall Street porque la televisión corporativa decidió decírnoslo. ¿Por qué convocar elecciones si no podemos saber la verdad acerca de los candidatos? O:

Perdone, la tierra se está cociendo. Nuestras especies y muchas otras están perdiendo su hábitat. Si no es ya demasiado tarde, es el momento de decidir si incluso tendremos nietos. Si no tenemos ninguno, ¿qué importará el tipo de elecciones, o las redes de televisión que estos tienen?

Podemos seguir argumentando sin parar de este modo, así como asegurando que un mal social precede y causa otro mal social. El racismo o el militarismo, o el materialismo extremo son la enfermedad, mientras que los otros males sociales son los síntomas.

Tampoco quiero hacer esto exactamente. Quiero que trabajemos en todo, y que usemos todos los medios de unificación. Quiero que reconozcamos cómo cada problema contribuye a los otros, y viceversa. Personas hambrientas y asustadas no pueden terminar con el cambio climático. Una cultura que coloca un trillón de dólares al año para el asesinato en masa de personas lejanas, de piel oscura, no puede construir escuelas o terminar con el racismo. A menos que distribuyamos la riqueza, no podemos redistribuir el poder. No podemos crear medios de comunicación a menos que tengamos algo importante que decir. No podemos proteger el medio ambiente mientras ignoramos categóricamente al principal consumidor de petróleo en la tierra, solo porque criticar a las fuerzas armadas sería inapropiado. Pero continuaremos ignorándolo si no creamos buenos medios de comunicación. Tenemos que hacer todo esto, y hay varias maneras en las cuales podemos estar más unidos, ser más estratégicos y potencialmente más efectivos.

Una manera a la que, según pienso, no le prestamos la suficiente atención, consiste en concentrarse en la abolición completa y total de la guerra, la eliminación de todas las armas militares, todas las bases, todos los portaaviones, misiles, drones armados, generales, coroneles y, si fuera necesario, todos los senadores de Arizona.

¿Por qué la abolición de la guerra? Te daré 10 razones.

1. De hecho, tiene sentido. Una postura razonable se opone a algunas guerras y vitorea otras, pero vitorear a las tropas incluso en las guerras malas no atrae mucha energía, porque no tiene ningún sentido. Jeremy Corbyn solo gano votos señalando que las guerras generan terrorismo, son contraproducentes a su manera, poniéndonos en peligro más que protegiéndonos. Éstas, las guerras, deben de ser sustituidas por ayudas, diplomacia, cooperación, el imperio de la ley, herramientas de no violencia y habilidades para la reducción del conflicto. No tiene sentido afirmar que las guerras son, en cierto punto, buenas, pero que no deben de ser utilizadas en exceso - ¿Cuál es el sentido de las guerras si no el ganarlas? Y, si las guerras hacen del asesinato algo aceptable, ¿por qué la tortura es inaceptable? Y, si se aceptan las bombas lanzadas por aviones con piloto, ¿cuál es el problema con los drones? Y si el ántrax es bárbaro, ¿por qué el fosforo blanco o el Napalm son civilizados? Nada de esto tiene sentido, y es una razón por la cual el principal asesino de las tropas norteamericanas es el suicidio. Sabes cómo amar a las tropas, terminar con la guerra y darles opciones de vida que no le haga querer matarse a sí mismos.

2. El apocalipsis nuclear, a la par con el caos climático, es un peligro creciente, y continuará creciendo a menos que la abolición de la guerra tenga existo.

3. El mayor destructor de agua, aire, tierra y atmosfera es el militarismo. Es la guerra o el planeta. Es momento de elegir.

4. La guerra mata, primero y principalmente, a través de la retirada de los recursos allí donde son necesarios. Incluso de hambrunas y enfermedades epidémicas creadas por la guerra. Cualquier activismo que busca financiación para cualquier necesidad humana o medioambiental tiene que volverse hacia el final de la guerra. Es ahí donde se encuentra todo el dinero, más dinero al año que el que podría tomarse de inmediato, y una sola vez, de los multimillonarios.

5. La guerra genera ocultamiento, vigilancia, clasificación de los asuntos públicos, espionaje de activistas injustificado, mentiras patrióticas y acciones ilegales llevadas a cabo por agencias secretas.

6. La guerra militariza a la policía local, convirtiendo lo publico en un enemigo.

7. La guerra alimenta, así como se alimenta de racismo, sexismo, intolerancia, odio y violencia doméstica. Enseña a la gente a resolver los problemas disparando un arma.

8. La guerra divide a la humanidad en un momento en el que debemos unirnos alrededor de grandes proyectos si queremos sobrevivir y prosperar.

9. Un movimiento para la abolición de toda guerra, todas las armas y todas las atrocidades que se generan en la guerra puede unir a los opositores de un gobierno o grupo con los opositores de los crímenes de otro gobierno o grupo. Sin igualar todos los crímenes entre sí, podemos unirnos como opositores de guerra más que como opositores mutuos.

10. La guerra es lo que nuestra sociedad hace principalmente, absorbe la mayor parte de los gastos federales discrecionales, su promoción permea nuestra cultura. Es la auténtica base de la creencia de que el fin puede justificar medios nocivos. Una forma ideal de abrir nuestras mentes, para replantear lo que estamos haciendo en este planeta, es enfrentarnos a los mitos que nos venden la guerra como necesaria, inevitable o gloriosa.

Así, no trabajemos para unas fuerzas armadas medioambientalmente sensibles, en las cuales las mujeres tienen el mismo derecho a ser arrastradas a su interior, en contra de su propia voluntad. No nos opongamos a las armas ineficientes o que no matan lo suficientemente bien. Construyamos un movimiento amplio y diverso, en el cual uno de los factores unificadores sea la eliminación, en su totalidad, de la institución de asesinato en masa organizado.

David Swanson fue secretario de prensa de D. Kucinich en su candidatura presidencial de 2004. Actualmente dirige la página electrónica AfterDowningStreet.org y ha sido el impulsor de Impeachbybee.org. Recientemente, ha publicado War No More: The Case for Abolition.

Fuente:
https://www.counterpunch.org/2017/06/20/the-unifying-force-of-war-abolition/

viernes, 7 de julio de 2017

Un contrato para seguir enamorados

Hace unos meses, mi novio y yo nos servimos una cerveza cada uno y abrimos nuestras laptops. Era hora de revisar los términos del contrato de nuestra relación.

¿Acaso queríamos hacer algún cambio? Mientras Mark y yo revisábamos cada categoría, acordamos dos cambios menores: yo saldría a pasear al perro el martes y él el sábado, y ahora yo limpiaría los entrepaños de la cocina, pero él se haría cargo de la tina de baño.

La última versión del “Contrato de relación entre Mark y Mandy”, un documento de cuatro páginas con interlineado sencillo que firmamos y fechamos, tendría una vigencia exacta de doce meses, transcurridos los cuales tendríamos la opción de revisarlo y renovarlo, como habíamos hecho en otras dos ocasiones. El contrato especifica todo, desde las cuestiones sexuales hasta las finanzas y nuestras expectativas a futuro. Y me encanta.

Escribir un contrato de relación podría sonar calculador o poco romántico. Pero cada relación es contractual: nosotros solo hacemos los términos más explícitos. Nos recordamos que nuestro amor no es algo que nos pasa, sino algo que hacemos juntos. Después de todo, este método fue lo que nos unió en primer lugar.

Hace dos años y medio, escribí una columna de Modern Love sobre cómo Mark y yo habíamos pasado nuestra primera cita poniendo a prueba un experimento psicológico que utilizaba 36 preguntas para ayudar a dos extraños a enamorarse. Esa experiencia nos ayudó a pensar en el amor no como una cuestión de suerte ni del destino, sino como la práctica de realmente darse a la tarea de conocer a otra persona y permitir que esa otra persona nos conozca. Pensar en el amor de una forma deliberada parece funcionarnos bien.

En el pasado, no me había funcionado esperar que una relación funcionara simplemente porque las dos personas involucradas se amaban. Pasé mis veintes con un hombre que sabía exactamente qué quería y cómo quería ser él. Yo lo único que quise fue que él me amara.

Estuvimos juntos casi una década, y en ese tiempo de algún modo dejé de lado mis hábitos y preferencias. Si quería dividir los gastos en alimentos, él sugería que compráramos solo las cosas que nos gustaban a los dos. Si quería que pasáramos juntos los fines de semana, podía ir a esquiar con él y sus amigos. Y eso hacía. Hice que mi vida fuera como la suya.

No fue sino hasta que me fui a vivir a otro lado que comencé a darme cuenta de que no había habido lugar para mí en nuestra relación, y no solo porque mi ex no me lo había ofrecido: a mí nunca se me ocurrió pedirlo. Estaba enamorada y el amor significaba hacer, ¿no es así? Pero ¿qué pasa si lo amé demasiado?

Años antes, había leído Un cuarto propio de Virginia Woolf y pensé que lo había entendido, pero no fue así. A los veinte, me entregué por completo al amor y no fue sino hasta que la relación terminó, a los 29, cuando me di cuenta de lo que significaba habitar plenamente mis días y la amplitud de mi propia mente. Me dio tanta dicha descubrir que mi tiempo era mío, así como cada una de mis decisiones, ya fuera qué cocinar o a qué hora irme a la cama.

Decidí que en mi próxima relación amaría con mayor moderación, reservándome más para mí misma.

Cuando conocí a Mark, se amoldó a mi vida tan fácilmente que me sorprendió. Mis amigos lo adoraban. Mi perro, Roscoe, aullaba de alegría al verlo. Pero tenía mis dudas cuando comenzamos a hablar de vivir juntos.

Me preguntaba si las minucias de la vida doméstica nos convertirían en criaturas insignificantes que peleaban por la ropa sucia. Sobre todo, me preocupaba perderme de nuevo, por un hombre y una relación, rebasada por esas ideas anquilosadas de cómo el amor lo puede todo.

Mark tenía sus propias reservas. “No quiero hacer esto solo porque es lo que se supone que debemos hacer”, me dijo. “Solo quiero que vivamos juntos si eso mejorará nuestras vidas”. Pasamos semanas enumerando con angustia los pros y los contras de vivir juntos. Me había topado con un libro, The New I Do: Reshaping Marriage for Skeptics, Realists and Rebels, que recomienda contratos de matrimonio a corto plazo. Nos gustó la idea y nos dimos cuenta de que podíamos adoptar este método para vivir juntos.

Muchos de nosotros no nos damos cuenta de cómo el amor romántico actúa como una fuerza organizadora de nuestra vida, pero es una fuerza poderosa. Algunos usan el término “escalera mecánica de las relaciones” para describir cómo tendemos a seguir guiones familiares a medida que avanzamos en una relación, desde las salidas informales, pasando por la unión libre, el matrimonio y la familia. Estos guiones que nos dicen cómo debería ser el amor están tan omnipresentes que algunas veces resultan invisibles.

En mi última relación, había pasado demasiado tiempo preocupándome por subir la escalera. Ni siquiera estaba segura de lo que quería, pero me daba pánico intentar averiguarlo al hablar de ello. En cambio, peleaba por todo: el dinero, las tareas domésticas o cómo pasar el fin de semana. Si estaba enojada, me resultaba más fácil ser honesta. Con Mark, quería hacerlo mejor.

Nuestro contrato aborda mucho de lo que tiene que negociarse en cualquier relación, en especial si se vive con la otra persona. Comienza con nuestras razones para estar juntos: “Aspiramos a ayudarnos a ser amigos, miembros de la comunidad y ciudadanos del mundo más éticos y generosos”. Me parece que suena idealista, pero he tenido relaciones en las que acabé sintiéndome sola y disminuida. Esta ocasión, quería tener una intención más clara sobre lo que sucedería al exterior y al interior.

Los términos van de lo familiar (“Nos cuidaremos cuando alguno se enferme”) a lo imaginativo (“Si los dos nos enfermamos, le toca al perro”). De hecho, hay toda una sección para Roscoe, en la que detallamos sus horarios de paseos, visitas al veterinario e incluso lo dulce que pensamos que es.

Tenemos una sección sobre los invitados a la casa (pueden quedarse hasta dos semanas, pero deben contar con la aprobación de ambas partes) y una cláusula que tiene que ver con la ropa sudada que usa Mark para correr (“Mark acuerda colgar esa ropa en el cuarto de huéspedes o en la cara interna de la puerta del baño, pero quiere que Mandy sepa que este podría ser un incidente bastante común”).

Acordamos dividir la cuenta cuando salgamos a comer, con una excepción: “Las ocasiones especiales (la noche en la que uno invite a cenar al otro, celebraciones, etcétera) no se dividirán, de tal modo que una persona pueda invitar a la otra”. Era importante para mí que desayunáramos juntos porque era algo que solíamos hacer en mi familia durante mi infancia, así que lo pusimos por escrito.

Es sorprendente lo empoderador que puede ser ponerles palabras a tus deseos e inseguridades, por pequeñas que sean, y hacerles lugar. Es algo tan sencillo… pero no fue fácil. No estaba habituada a saber qué quería de una relación, mucho menos a decirlo en voz alta. Ahora, tengo que hacer ambas cosas.

No queríamos dar nada por hecho, lo cual significaba tener las conversaciones que antes solía evitar. En el apartado de “Sexo e intimidad”, por ejemplo, escribimos que estábamos de acuerdo en ser monógamos porque, en este preciso momento, la monogamia nos venía bien. Sin embargo, no damos por hecho que eso sea lo que vamos a querer siempre.

Nuestro contrato no es infalible ni es la solución a todos los problemas. No obstante, sí reconoce que cada uno tiene deseos que merecen expresarse y reconocerse. Mientras dábamos por terminada la más reciente renovación, Mark tecleó un nuevo encabezado antes del final: Matrimonio. “Y, ¿qué opinas?”, me preguntó, recargándose en la silla como si acabara de preguntarme de qué restaurante quería ordenar comida.

Me quedé mirando mi cerveza fijamente. Esta no era la primera vez que hablábamos sobre matrimonio, pero ahora, con el contrato abierto, parecía oficial. Me retorcí, sabiendo que una parte de mí quería decir: “Hagámoslo”, mientras que la otra quería rechazar la institución en general y amarnos y comprometernos en nuestros propios términos.

“¿Qué nos ofrece el matrimonio que no tengamos ya?”, pregunté.

“Buena pregunta”, dijo.

“Sería bonito escuchar los discursos graciosos y alentadores que nos dedicarán nuestros amigos”, dije. “Pero en realidad no quiero planear una boda ni pagarla”.

Estuvo de acuerdo. Nos gusta esto que hemos creado.

Sé que se supone que un compromiso de toda una vida debe incluir una sorpresiva propuesta de matrimonio, una aceptación llorosa y una publicación en Facebook de selfis felices. Sin embargo, se trata del resto de nuestras vidas, así que quiero que lo pensemos bien, juntos.

Por último, Mark tecleó: “Acordamos que el matrimonio es un tema de conversación en curso”.

Pareciera algo trivial ponerlo por escrito, pero hablar —en lugar de solo esperar y hacerse preguntas— ha sido un alivio para ambos.

Mientras termino de teclear esto, Mark está corriendo y el perro ronca a un volumen terriblemente dulce; yo estoy en casa en la amplitud de mi propia mente. Fracasé en mi meta de amar con mayor moderación, pero por primera vez en mi vida siento que hay lugar para mí en mi relación y espacio para que podamos decidir exactamente cómo queremos practicar el amor.

Pareciera que estamos subiendo la escalera mecánica de la relación, pero yo prefiero pensar que subimos por las escaleras que no son automáticas.

https://www.nytimes.com/es/2017/06/26/modern-love-36-preguntas-contrato/?smid=fb-espanol&smtyp=cur

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MODERN LOVE; Juega bien estas cartas: las 36 preguntas para enamorarse de cualquiera


jueves, 6 de julio de 2017

_- España, país de impunidad. Escuchamos los relatos de Chato, Felisa y Lidia, víctimas de las torturas de Billy el Niño.

Chato, Felisa y Lidia con Javier del Pino_- Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, “era el funcionario ideal de la Brigada Político Social del Régimen franquista. Era un torturador compulsivo que disfrutaba haciendo daño” dice Chato. “Lo mostraba con su media sonrisa, que era risa, mientras sus ojos se salían de las órbitas” afirma Lidia. “Su aliento, que apestaba a alcohol, lo sentíamos especialmente cerca las mujeres. Era su manera de imponerse” narra Felisa.

Varían los matices pero, en los relatos de estas tres víctimas de tortura, hay un recuerdo muy vivo, demasiado reciente de Billy el Niño. Han pasado cuarenta años pero, para ellos, y para tantos otros, sigue resultando difícil y doloroso recordar los días que pasaron detenidos en la Dirección General de Seguridad, conocida como DGS.

José María Galante, Chato, era un joven estudiante de Telecomunicaciones de apenas veinte años cuando fue detenido, hasta en cuatro ocasiones, en Madrid. Formaba parte del Sindicato Democrático de Estudiantes y más tarde se uniría a la Liga Comunista Revolucionaria. “Al régimen se le abrían las costuras”, sin embargo, todavía faltaban años para que llegara la democracia y, su forma de pedir cambios en este país, le haría pasar casi cinco años en las prisiones de Carabanchel, Zaragoza, Segovia, Zamora e incluso Segovia, donde protagonizó dos intentos de fuga. Ha pasado el tiempo pero él se sigue despertando empapado en sudor por las noches. Las pesadillas de las torturas que sufrió en los sótanos del edificio que alberga el reloj de la Puerta del Sol, son constantes. El relato de lo que allí vivió ayuda a comprender por qué. En una de las detenciones pasó 11 días en la DGS y, desde que entró, supo que había entrado “en el reino de irás y no volverás”. Allí supo qué eran la bañera o la barra, dos de las prácticas habituales de tortura. “Te colgaban desnudo en una barra y te golpeaban en los genitales, en el estómago, en las piernas hasta que te dolía hasta el aire que respirabas. Llega un momento en el que deseas morirte pero al mirar a tus torturadores te salva pensar que eres el único ser humano que está en aquella sala”. Uno de aquellos torturadores ha quedado clavado en su memoria. “Una de las veces que Billy el Niño me abrió la cabeza con la culata de la pistola con la que le gustaba jugar me dijo: ahora ya puedes ir diciendo por ahí que yo te he abierto la cabeza”. Cuando le recogieron del suelo y le lanzaron en la parte trasera de un furgón vestido con un mono empapado en vómito y sangre, él no podía sostenerse en pie. Pensó que iban a matarle. Ya habían asesinado a varios de sus amigos así que temió lo peor. Sin embargo, “cuando vi que entraba más gente en el furgón me entró un ataque de risa tremendo. Aquello significaba que seguiría con vida. Nos llevaban a la cárcel”.

Felisa Echegoyen también terminó en prisión pero no sin antes conocer a Billy el Niño. Él mismo fue a detenerle a su casa, en el barrio madrileño de Lavapiés. Antes de que llegara consiguió quemar todos los documentos que la relacionaban con la Liga Comunista Revolucionaria pero, “a aquellos miembros de la Brigada Político Social les cabreó no encontrar “la vietnamita”, como se conocía entonces a la multicopista con la que se preparaba la propaganda. Me golpearon frente a la ventana y me amenazaron con lanzarme al vació”. Con los demás compañeros, Felisa se había preparado para soportar la tortura en el caso de que algún día fuera detenida pero fue, en aquel instante, “cuando Billy me ahogó el grito con un pañuelo en mi casa”, cuando imaginó lo que viviría en los próximos días. También conoció los sótanos de la DGS recubiertos de azulejos amarillentos manchados de la sangre de otra gente torturada, también fue golpeada hasta perder el aliento y hasta entrar en shock. Apenas lo ha contado en dos ocasiones y se le quiebra la voz al narrar tres días que han marcado para siempre la vida de aquella joven de 26 años que luchaba a finales de los 70 por cambiar el país en que vivía.

La abogada Lidia Falcón abanderaba por entonces la lucha feminista en España. Su relación con el Partido Comunista hizo que la detuvieran hasta en siete ocasiones. Una de ellas, fue arrestada junto a sus dos hijos y su pareja. Días antes se había producido el primer atentado de ETA que dejó víctimas civiles en España. “Cuando llegué a Madrid después de viajar detenida toda la noche desde Barcelona y vi la Cafetería Rolando destrozada imaginé que me iban a relacionar con aquello”. No consiguieron encontrar ninguna prueba de que ella tuviera relación con aquel atentado pero, durante nueve días, en pleno Estado de Excepción, supo que la brutalidad que se vivía en Vía Laietana en Barcelona no era muy original. En la Puerta del Sol de Madrid pasaba lo mismo. Eso sí, el protagonista de la violación de los derechos más elementales de un detenido era allí Billy el Niño. “Cuando me golpeaba en el vientre me decía: ¡Puta, así no parirás más! Lo soporte como pude pero mi gran preocupación era mi hija. Estaba en un lugar donde se violaba a las mujeres y uno de los policías me dijo nada más entrar en la DGS: Tu hija está en los calabozos. Allí puede encontrar novio”. A su hija no le pasó nada pero a ella sí. Tras nueve días de tortura fue directamente a la enfermería de la prisión.

Chato, Felisa y Lidia tienen hoy secuelas psicológicas y físicas de lo que vivieron. Chato nunca más volvería a correr como antes. Lidia ha pasado en varias ocasiones por quirófano para ser operada de lesiones que llevan la firma de Billy el Niño, pero sus relatos no han servido para que, por ahora, quien fuera condecorado por sus superiores, entre ellos, Rodolfo Martín Villa, ex ministro de Gobernación, haya pagado por sus delitos, por haber marcado para siempre la vida de muchas personas. Quienes luchan contra sus fantasmas y continúan relatando lo que vivieron para que el pasado no se olvide, quienes luchan contra la impunidad, han abierto esta nueva semana un nuevo camino. Con la Coordinadora estatal de apoyo a la Querella Argentina contra crímenes del franquismo, Luis Suárez-Carreño ha presentado una querella contra Billy el Niño a la que pronto se sumaran otros, entre ellas las de Chato y Felisa. Las firme quien las firme, todas esas rendijas judiciales tienen un denominador común, hablan de una de las páginas más oscuras de la historia de España pero, como dice Chato, "hay que leerla para que este deje de ser un país de impunidad y porque solo así seremos una sociedad plenamente democrática".
Oír aquí.

Fuente: http://cadenaser.com/programa/2017/06/23/a_vivir_que_son_dos_dias/1498230301_479728.html

miércoles, 5 de julio de 2017

EEUU: Hay que aprender del éxito de Jeremy Corbyn y dirigirse a los votantes jóvenes.

Se podía haber llegado a pensar que las elecciones de noviembre habían trazado con claridad una línea en torno al centrismo demócrata. Pero la derrota de Jon Ossoff en el sexto distrito del Congreso en Georgia puede significar de veras su última aliento. Ni siquiera disponiendo de una cantidad de fondos seis veces mayor que la de su oponente y de un presidente republicano enloquecido e incompetente, pudo Ossoff conseguir que votara por él un número suficiente de republicanos ricos y de elevada formación como para darle la vuelta al distrito.

Cuando Bernie Sanders hizo notar que no estaba seguro de que Ossoff fuera de verdad progresista, no fue algo que resultara agradable de decir, pero tampoco era inexacto. El futuro del Partido Demócrata no se cifra en hombres como Ossoff. Tenemos que aprender de la remontada de Jeremy Corbyn en las elecciones del Reino Unido y empezar a poner nuestra fuerza y nuestro dinero en candidatos que estén de veras a la izquierda.

Nos mofamos de las historias de que el presidente número 45 sigue regalando a los que le visitan en su oficina un mapa que explica su victoria electoral, pero a muchos demócratas les preocupan los detalles de las elecciones y las razones de la derrota de Hillary Clinton. Está claro que el sexismo constituyó un factor significativo, como lo fue la intervención del ex-director del FBI, James Comey y la posible interferencia de Rusia. Pero los que dentro del Partido estén dispuestos a llevar a cabo una verdadera introspección han de reconocer que la ausencia de la aplastante victoria que se había anticipado debe achacarse a la incapacidad de que las políticas del Partido tuvieran eco entre la gente de los estados que decidieron las elecciones, lugares del centro del país que han visto como su medio de vida se ha consumido, en vez de florecer, bajo el capitalismo tardío.

Las promesas de Trump de que resolvería los problemas que asolan a sus comunidades – problemas tales como el desempleo, la pobreza y la crisis de los opiáceos – parecen ser promesas vacías. Pero los demócratas podrían haber hecho un trabajo bastante mejor demostrando que se preocupaban por las comunidades de la Norteamérica media: por ejemplo, apareciendo de verdad en ellas. Que Clinton se codee con estrellas de Hollywood tiene poco atractivo para los norteamericanos que están en el centro del país.

Tenemos que acudir a movimientos como la Marcha de Mujeres [Women´s March], que inspiró a un número sin parangón de personas a salir a la calle, y a la campaña Preséntate por Algo [Run for Something], que ayuda a la gente progresista a presentarse a las elecciones, y que ha conseguido una inmensa y entusiasta respuesta de nuevos candidatos. Son la mejor esperanza que tienen los demócratas de hacer efectivo el cambio en 2018 y más allá de esa fecha. Pero sólo si dan motivos para que vayan a votar los jóvenes que salieron a votar por Obama, pero no se molestaron en votar por Clinton.

Esto significa centrarse en cuestiones reales que significan mucho para los jóvenes: ayuda para las deudas por estudios, empleo regular, atención sanitaria que les permita la posibilidad de crear una familia.

Aunque su continuado compromiso con el Comité Nacional Demócrata [DNC] demuestra la ambición de Bernie Sanders de promover esta agenda, es momento de que se haga a un lado. Su negativa a inscribirse como miembro del Partido Demócrata invalida cualquier pretensión veraz de que tiene que estar al timón del mismo. Son legítimas muchas de sus críticas al Partido, pero si Sanders no está dispuesto a comprometerse a trabajar en su interior en favor del cambio, tiene que prestar su apoyo a alguien que esté dispuesto a hacerlo.

Elizabeth Warren es la elección evidente, comparada con los que se parecen a Nancy Pelosi o Joe Biden, es una “outsider”, pero sigue siendo una demócrata que ha demostrado su compromiso con el Partido. Su populismo económico encara muchos de las mismas preocupaciones que Trump pretendía que mitigaría, pero ella ofrece soluciones que mantengan a flote a la clase media haciendo que los ricos aporten más, en lugar de prometer impulsar el crecimiento por medio de una desregulación que sólo consigue que los megarricos lo sean todavía más. Y está claro su compromiso con valores sociales progresistas, al contrario de Sanders, cuya observación de que “no se puede excluir simplemente a la gente que no está de acuerdo con nosotros [respecto a los derechos reproductivos]” provocó la respuesta de mujeres de la izquierda que no quieren que sus derechos se consideren como objeto de regateo.

Cuando los republicanos del Senado presionan para sacar adelante un proyecto de ley que llevará a la muerte y bancarrota de muchos norteamericanos que tengan la desgracia de estar mal y ser de clase media, eso debería suponer hoy una clara oportunidad para que los demócratas afirmen que pueden ofrecer una alternativa mejor. Se perderá la oportunidad si seguimos debatiendo qué significa ser demócrata. El centro ha tenido su ocasión. Es momento de abrirle el camino a Warren, a la izquierda, a un partido que valore la diversidad y se dirija a los jóvenes.

Jean Hannah Edelstein periodista independiente radicada en Nueva York, es columnista del diario The Guardian.

Fuente: The Guardian, 25 de junio de 2017 

http://www.sinpermiso.info/textos/eeuu-hay-que-aprender-del-exito-de-jeremy-corbyn-y-dirigirse-a-los-votantes-jovenes

_- LO ETERNO

_- Acaba de fallecer un amigo íntimo, el escritor mexicano Antonio Sarabia. Se ha ido de golpe. Visto y no visto: en tan sólo un parpadeo se fue Antonio.
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En una carta de pésame a la familia Besso, Albert Einstein incluyó su ahora famosa cita "Ahora que se ha apartado de este extraño mundo un poco por delante de mí. Aquello no significa nada. La gente como nosotros, quiénes creen en la física, saben que la distinción entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión obstinadamente persistente."

VERÁN, LLEGA un momento en la vida en que se te empieza a morir la gente alrededor. Sí, desde luego, la parca nos acecha en cualquier rincón; como dice Fernando de Rojas en La Celestina, nunca se es lo suficientemente viejo como para no vivir un día más ni lo suficientemente joven como para no morir mañana. Así que a mí, como a cualquier humano, ya me había tocado atravesar unas cuantas pérdidas. Pero lo que digo es que llega un momento en el que se empiezan a morir muchos a la vez. Demasiados. Gente de tu edad o algo mayor que tú, pero que ha formado parte de tu vida. En ocasiones han sido amigos muy queridos; otras veces se trata de simples conocidos, pero añejos. El bosque humano de tu existencia comienza a ser talado. Esta es otra de las malditas consecuencias de envejecer, un proceso que no tiene ni pizca de gracia, más allá del alivio de saber que aún no estás en el suelo convertido en leña.

Justamente acaba de fallecer uno de esos amigos íntimos, el escritor mexicano Antonio Sarabia, que vivía en Lisboa desde hacía años. Se ha ido de golpe, apareció cadáver una mañana, una salida de escena estupenda para el protagonista, pero sobrecogedora para los demás. Visto y no visto: en tan sólo un parpadeo, allá se fue Antonio con todas sus vivencias, sus recuerdos, sus deseos, sus amores y sus disgustos, sus sueños y su talento, que era mucho. La muerte es increíble, impensable. Venimos a este mundo con un yo inmenso que lo llena todo, somos para nosotros mismos lo más importante que sucede en el universo, y de pronto se apaga la luz y ya no queda nada de todas esas ansias colosales de vivir. Fue precisamente Antonio Sarabia quien me hizo conocer estos bellísimos versos de Salvatore Quasimodo: “Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra / atravesado por un rayo de sol: / y de pronto anochece”.

Bueno, sí perdura algo durante cierto tiempo: el nostálgico recuerdo de la gente que te quería. Pero ellos a su vez también morirán. En el caso de Antonio queda además su obra, que es magnífica y mucho menos conocida de lo que debería. Como su última novela publicada, Los dos Espejos, que trata precisamente de un hombre, el doctor Espejo, que es asesinado, y que se pasa la mitad del libro siendo un fantasma. O como la que sacará la editorial Malpaso el próximo otoño, No tienes perdón de Dios, genial y deliciosa. Aun así, la posteridad es esquiva, arbitraria. Autores formidables terminan arrumbados en estanterías nunca visitadas de bibliotecas remotas. Salvo escasísimas y azarosas excepciones, el destino de todos es el olvido.

Pero justamente ese estar abocados a la nada convierte la vida en algo precioso y único. Qué gran triunfo es una vida bien vivida. Y creo que esas vidas bellas quedan de algún modo resonando en la estela de la humanidad. Aunque no nos acordemos de quienes las vivieron, su efecto perdura. Y en esto mi amigo Sarabia fue también ejemplar. Era un hombre guasón y muy gracioso, pero en lo importante de la vida era estoico, riguroso, impecable. Con ese rigor se aplicaba a la escritura. Y al cuidado de su gente querida. Y a sobrellevar los mordiscos del destino con impávida entereza. Con el tiempo, Antonio fue creciendo ante mis ojos. En los últimos años le vi alcanzar la altura de un gigante. Era una de las personas más valientes que he conocido; valiente de verdad, sin los aspavientos del temerario. Valiente de sostenerle la mirada a la muerte y al deterioro. En el último chat de WhatsApp que nos intercambiamos, pocos días antes de irse, estuvimos comentando las tropelías de unos cuantos malvados; yo le dije que por desgracia los malos ganaban casi siempre, y él me contestó: “No siempre, linda, y sus pequeñas victorias sólo impresionan a los más tontos que ellos. Las verdaderas victorias ni siquiera son públicas”. Consiguió ser un sabio y su gran victoria privada fue hacer de su vida una obra de arte. En su novela Los dos Espejos, el fantasma del doctor logra resolver su propio asesinato y comprender lo que ha sido su existencia. Una vez alcanzado el conocimiento, comienza a disolverse en la nada. Y sus últimas palabras, con las que acaba el libro, son: “Qué maravilla: por fin, lo eterno”.

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/rosa-montero-lo-eterno/

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martes, 4 de julio de 2017

Teatro combativo contra los silencios. Carla Chillida estrena en Tercera Setmana 'Las solidarias', un homenaje a las mujeres libertarias

Sin miedos a crear polémica, llegando al extremo de la provocación, poniendo al espectador cara a cara con temas de los que no se hablan por un olvido, en ocasiones, intencionado. Con el teatro como herramienta artística, la dramaturga y bailarina  Carla Chillida (Valencia, 1985) no duda en hurgar en las heridas y los silencios, con el claro objetivo de despertar mentes y provocar debate. Con una corta pero intensa trayectoria de teatro político y combativo, la directora y actriz ha estrenado en el festival de artes escénicas Tercera Setmana, de Valencia, Las solidarias, la última producción de su compañía, en la que pone el foco en la lucha de las mujeres libertarias durante la Segunda República española y la Guerra Civil. Acompañada en el escenario por Margarida Mateos, Paula Romero y Yarima Osuna, todas ellas procedentes de la danza o de un teatro muy físico, Carla Chillida dirige un poderoso y contundente espectáculo de dos horas, en el que no hay un momento de descanso, con música en directo, movimientos coreográficos y una estudiada puesta escénica con el grafismo artesanal muy presente. Utilizando testimonios, discursos y poemas de mujeres que hicieron del movimiento libertario un grito de lucha,  Las solidarias, escrito por Patricia Pardo, entra de lleno en el mundo femenino.

Este es el sexto montaje de la compañía A tiro hecho, creada en 2011 en Valencia por la propia Carla Chillida junto al grafista Elías Taño. Se estrenaron aquel año con No te salves. Homenaje a Mario Benedetti, un espectáculo “combativo pero amable”, y desde entonces su discurso se ha ido radicalizando de manera deliberada. “Se nos cierran muchas puertas, pero se nos abren otras interesantes como plazas públicas, centros sociales o agrupaciones. Todo es más precario, pero nos mueve la gratificación de hacer el teatro en el que creemos”, asegura Chillida, que la temporada pasada presentó con mucho éxito de público su anterior trabajo, La sección, en el Teatro del Barrio de Madrid.

“Las nuevas mujeres libres no tendrán que empezar de nuevo”. Las solidarias es un hermoso recuerdo a todas aquellas mujeres que lucharon durante la República y la Guerra Civil por conquistar derechos en el marco personal, social y profesional. Temas como la maternidad, el amor romántico, la violencia de género o las violaciones van apareciendo a lo largo de esta función. La primera parte está centrada en el relato más personal de las cuatro actrices protagonistas, -“partimos de nosotras mismas y de nuestro relato como mujeres. Hemos reflexionado sobre lo que nos pasa a nosotras en el papel que nos han asignado, de la rabia y las dificultades de ser a día de hoy una mujer y de que te reconozcan en tu trabajo, de cómo la violencia de género está cada día más presente”, explica Carla Chillida-, para poner el foco, en la segunda parte, en las mujeres del movimiento libertario, en aquellas que “nunca deberíamos olvidarlas por lo que han luchado por las generaciones posteriores”. “Lo que consiguieron en muy pocos años fue enorme. Gracias a ellas se aprobó la ley del aborto y muchas cosas más”, añade la directora, enormemente agradecida.

En un gran ejercicio de memoria histórica y tras una exhaustiva investigación sobre la realidad de estas mujeres libres, Las Solidarias saca a escena, en unos caballetes con fotos y nombre, a muchas de aquellas revolucionarias, Sara Berenguer, Yolanda Besteiro, Maria Cambrils y otras, cuyo lema ‘La revolución será feminista o no será’, unas serigrafías que se realizan manualmente al final de la función.

Esta decisión para luchar contra el olvido invade también la obra de Javier Sahuquillo (Valencia, 1982), La capilla de los niños, estrenada también en Tercera Setmana, certamen dirigido por Salva Bolta. En este caso se trata de la obsesión de su autor y director por sacar del silencio el asesinato de las niñas de Alcásser, del que el próximo mes de noviembre se cumplen 25 años. A través de uno de los crímenes más impactantes de la historia de España, en el que tres chicas de 14 y 15 años fueron violadas, torturadas y salvajemente asesinadas en aquella localidad valenciana, y todas las incógnitas que todavía invaden el suceso, La capilla de los niños indaga en la memoria colectiva e individual, a través de un juego, muchas veces cómico, en el que se parte de que toda gran mentira necesita su dosis de verdad. Interpretada por Laura Sanchis y Juan Vera, este montaje de la compañía Perros daneses que combina hechos reales y ficticios, busca, en una narración arriesgada, penetrar en la realidad de un crimen que, más allá del horror, “destruyó la seguridad de la clase media español”. “¿Quién estuvo detrás de todo ello? ¿Hay más implicados que los sujetos juzgados? En ocasiones, se modifica el recuerdo en favor del poder”, se lamenta Sahuquillo.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/06/20/actualidad/1497940251_777294.html

lunes, 3 de julio de 2017

Hay poco triunfalismo, mucha expectación y algunas profecías de consuelo. La victoria de Macron sobre fondo de abstención intriga a Francia.

Rafael Poch
La Vanguardia

Más allá del hecho, claro y bien medido, de la histórica derrota de los “sectores populares” y del soberanismo nacional en las instituciones francesas, la interpretación de la victoria del macronismo en el último ciclo electoral francés (presidenciales seguidas de legislativas) intriga al país.

El único matiz de esa derrota es la abstención, el hecho de que la mayoría de los franceses no han participado en las elecciones (57% sin contar 9,5 millones de ausentes del censo) y que la base real del nuevo poder triunfante -dotado de plenos poderes y con mayorías en las instituciones- ronda el 16% y brilla en su base social por la ausencia de los llamados “sectores populares”, la Francia de los de abajo. Pero, a partir de ahí ¿qué conclusiones?

¿Hay una espera entre curiosa e indulgente rodeando al macronismo y su pretendida “renovación” neoliberal, a la vez de izquierdas y de derechas, o toda esa abstención que supera en diez millones de almas al voto al partido presidencial es un gruñido social presto a explosionar?

Esta segunda interpretación es la preferida por la izquierda, que tras su éxito de abril (19% del voto) se encuentra ahora con 27 míseros diputados (sobre 577) y contenta de haber logrado grupo parlamentario. Sin embargo, lo menos que puede decirse es que si el nuevo poder es frágil, a la abstención de 6 de cada 10 franceses tampoco le falta ambiguedad.

El líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que en 2014 ya profetizó que “las de 2017 no serán unas elecciones, será una insurrección”, dice ahora que la abstención está cargada de “contenido político ofensivo” y que es una “huelga general cívica”, pero la simple realidad es que al día de hoy, y encuestas en mano, la abstención puede también interpretarse como quietismo conformista.

Mélenchon profetiza ahora, “un choque social terrible” y espera “el acontecimiento”, una chispa (en ruso iskra, así se llamaba la revista de Lenin) que encienda el panorama, como sucedió en Túnez con el suicidio de un joven que desencadenó la revolución ciudadana. “No se sabe qué será lo que prenderá la mecha, pero ya está encendida”, ha dicho en una entrevista con el semanario Society.

Todo eso es conjetura. En la propia circunscripción marsellesa de Mélenchon la abstención ha sido superior al 64%, siete puntos por encima de la media nacional. Y el electorado de la izquierda, 7 millones el pasado 23 de abril, se ha quedado en un 60% en casa en las legislativas. La situación es enormemente ambigua, para todos, y a nadie se le escapa.

“Mayoría absoluta, victoria relativa”, titula el muy macronista Le Monde en su edición de hoy. “Nunca una mayoría tan imponente se ha producido con tan pocos electores, jamás un poder presidencial tan fuerte había reposado sobre una base tan exigua”, señala la editorial del conservador Le Figaro. Si la expectativa de la izquierda tiene algo de tomar deseos por realidad y de obviar la incontestable derrota popular en las instituciones, la derecha no las tiene todas consigo. La victoria, “no ha suscitado ningún movimiento de entusiasmo alrededor de la persona, ni de sus candidatos, ni de su proyecto. Domina la expectación”, constata Le Figaro. La Francia plebeya se ha retirado pero en algún momento puede girarse con formas difícilmente controlables, observa el diario conservador.

http://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20170620/423516687149/la-victoria-de-macron-sobre-fondo-de-abstencion-intriga-a-francia.html

domingo, 2 de julio de 2017

_- Un libro corrige a Pérez-Reverte y su versión "neutral" de la guerra civil para jóvenes.

_«¡Las historias de la guerra suenan tan distintas según
quién las cuenta! Los libros hablan siempre de batallas, de
fuerzas, de armas, de ayuda internacional, de frentes y de todas
esas cosas. Están escritos por los que dirigieron la guerra
o por otros que toman como fuentes los papeles de los que
dirigieron la guerra.
Pero luego hablas con los que la vivieron como soldados
o con los que la sufrieron sin combatir y te cuentan cosas que
parecen tratar de otro tema: es como si la guerra que cuentan
unos y la que cuentan otros fueran guerras distintas».

Severino Pallaruelo, Papeles de la guerra1



-¿Qué fue la llamada guerra civil? Nuestra historia contada a los jóvenes es una réplica a la obra publicada por Arturo Pérez-Reverte que dibuja una guerra entre "hermanos"

- Carlos Fernández y Silvia Casado copian el mismo formato de novela gráfica para rebatir las verdades que "silencia" el novelista con un relato de "víctimas y verdugos"

Arturo Pérez-Reverte vende en La guerra civil contada a los jóvenes una versión, según él, "objetiva" de la historia reciente de España. La guerra española, como un enfrentamiento entre "hermanos". Pero este relato equidistante chirría, según la historiadora Silvia Casado Arenas y el filósofo Carlos Fernández Liria, que han replicado al escritor con su propio libro también en formato cómic: ¿Qué fue la guerra civil? Nuestra historia explicada a los jóvenes. Porque sí hubo "víctimas y verdugos".

Los autores de la obra replicante explican que Reverte, con su "visión neutral", ahonda en la idea del "todos fueron iguales", "silencia muchas verdades" y peca de falsa "equidistancia".

Y como "es importante no perder la batalla cultural de la memoria histórica", Silvia Casado y Carlos Fernández han editado un libro "idéntico en su forma editorial" al de Reverte pero más completo y crudo en el contenido. ¿Qué fue la guerra civil? (Akal, 2017) tiene la "clara intención", sostienen, de reivindicar con otra memoria colectiva y corregir el "peligroso" escenario dibujado por La guerra civil contada a los jóvenes (Alfaguara, 2015).

Reverte dice que escribe "sin clichés partidarios ni etiquetas fáciles" sobre la "espantosa" guerra que enfrentó "al hermano contra el hermano", según introduce en el prólogo del libro. Con él, asegura querer "evitar que tan desoladora tragedia vuelva a repetirse nunca".

Sin embargo, los autores de la réplica señalan que en realidad está "descontextualizando históricamente las causas políticas", como si la guerra civil fuera "un fenómeno natural inevitable", apunta Casado. "Ser equidistante cuando se trata de víctimas y de verdugos, consiste en identificar a las primeras y señalar a los segundos", remata Fernández.

Cómo narrar los acontecimientos es la diferencia radical entre ambos libros. Las causas del golpe de Estado, los actores que lo ejecutan, la represión y el ejercicio del terror... o la llegada de la democracia, una "decisión personal" del rey Juan Carlos, según Arturo Pérez-Reverte. Con formato calcado de novela gráfica, la obra del novelista está ilustrada por Fernando Vicente y la réplica, por David Ouro.

Este medio ha intentado, sin éxito, obtener declaraciones de Pérez-Reverte sobre la polémica en torno a su libro y la obra que le responde. Analizamos las diferencias entre ambos libros en cinco claves.

Actores y causas del golpe de Estado
Pérez-Reverte describe en su libro un escenario reinado por desórdenes públicos e inestabilidad política, un caldo del que salen soluciones "extremistas" basadas en modelos enfrentados: "la Italia fascista o la Alemania nazi" y "la Rusia comunista". España, abocada a una "confrontación inevitable", vive una sublevación "para instaurar una dictadura militar", pero "las cosas se complicaron por la resistencia".

Carlos Fernández y Silvia Casado difieren en el enfoque. El "problema de fondo" era el "poder electoral" ganado por las "clases populares más pobres". Una situación que las "élites" afrontan apoyando "a grupos sociales violentos" de corte nazi y fascista con el objetivo de finiquitar la democracia. Señalan que Franco, además, tuvo "grandes patrocinadores", Hitler y Mussolini, y mecenas como Juan March.

La "espantosa" guerra civil
Cuenta Reverte que la "tragedia española" fue un campo de "experimentación"para los regímenes enfrentados luego en la Segunda Guerra Mundial. Nazis y fascistas "tomaron partido por las tropas rebeldes". El escritor subraya la intervención soviética "confiando en que una victoria republicana acabaría convirtiendo a España en un país comunista".

Según la réplica editorial, el "relativo fracaso" del golpe de Estado dio paso a la guerra civil. Alemania e Italia acuden "rápidamente" a asistir a los golpistas, coinciden, pero la República acusó la no intervención de los gobiernos occidentales democráticos y la tardía ayuda de la URSS. Aún con la participación de las Brigadas Internacionales, "los dos bandos no estuvieron en pie de igualdad en ningún momento".

Represión, "caos" y terror
Los dos libros coinciden en el "sangriento" inicio de la guerra. España queda cubierta de luto, con paradigmas como Paracuellos del Jarama o las miles de fosas comunes del franquismo. La guerra civil contada a los jóvenes de Reverte subraya las "terribles represalias" rebeldes, como la masacre de Badajoz o el bombardeo nazi de Gernika, y también las "innumerables atrocidades" en zona republicana, caso de las "matanzas" de religiosos.

La diferencia está en un dato crucial: la represión golpista era un plan organizado y en zona gubernamental fue fruto de "grupos incontrolados", como incide la respuesta al cómic del escritor murciano. Los golpistas dejan en cunetas al menos el triple de desaparecidos forzados. La República logró dominar el "caos" mientras los militares fascistas "impusieron el terror" asesinando "a miles de civiles", como también explica Francisco Espinosa en La Columna de la Muerte. Llamaban al "exterminio", dicen Casado y Fernández, que transcriben como muestra fragmentos de discursos y declaraciones de Mola, Franco, Yagüe y Queipo.

Una "férrea" dictadura
La guerra no acabó con la victoria franquista. España vivió una represión "despiadada y sistemática" y el exilio era la única salida para los derrotados y "expuestos a las represalias de los vencedores", cuenta el escritor. Era una "férrea dictadura" dispuesta a aplastar "cualquier resto de libertad y democracia". Pero el régimen, dice más tarde, "se fue suavizando" sin perder nunca su "carácter autoritario".

La guerra duró "40 años más", toda la dictadura, insisten la historiadora y el filósofo. Y el combate, dicen, continuó también para los vencidos: muchos siguieron luchando contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial o luego en la lucha antifranquista que perseguía recobrar las libertades perdidas. La "persecución y castigo" de la dictadura de Franco dejó cifras como los 50.000 ejecutados tras la guerra civil, el centenar de campos de concentración con "medio millón" de presos esclavos o los 30.000 niños robados.

¿La democracia del rey Juan Carlos?
"España se convirtió en una monarquía parlamentaria por decisión personal del rey Juan Carlos". La frase de Arturo Pérez-Reverte es tajante. Franco designó a su "sucesor" y éste "liquidó el régimen franquista", legalizó los partidos políticos y reconcilió la nación. "Devolvió a España la democracia". De un plumazo, según el novelista.

Disienten de esta versión los autores del libro que corrige a Reverte. "Franco había dejado las cosas bien atadas a través de la monarquía", escriben. El príncipe Juan Carlos de Borbón "juró los principios del Movimiento franquista" y el futuro rey "expresó su fidelidad al Caudillo, comprometiéndose a continuar su obra".

El "régimen de terror" y el "adoctrinamiento ideológico" del franquismo tiende sus tentáculos marcando "profundamente a varias generaciones de españoles", refieren Silvia Casado y Carlos Fernández. La "versión revisionista de la guerra civil" es un claro ejemplo en manos de historiadores "neutrales" que crean "una falsa simetría" dibujando "dos bandos", fascista y comunista, que fueron "supuestamente todos culpables". Es la equidistancia que "silencia verdades".

Fuente: http://www.eldiario.es/cultura/libros/guerra-civil-dibujo-Perez-Reverte_0_651985579.HTML

sábado, 1 de julio de 2017

El exilio español de la A a la Z. Un grupo de investigadores publica un monumental diccionario en el que han trabajado durante veinte años y que rescata a los escritores desterrados tras la Guerra Civil.

El “viento sucio de la Historia”, como decía Salinas, los arrojó al otro lado del mundo. Tenían la maleta detrás de la puerta, no compraban muebles en sus casas de desterrados porque eso sería renunciar al regreso a España cuando muriera Franco. Pero Franco no se moría. Y ellos comenzaron a habitar en los cementerios del exilio.

¿Qué fue de los desterrados españoles? ¿Dónde se guarda su memoria? Un grupo de investigadores lleva veinte años trabajando en una obra que es un monumento a esa memoria olvidada y que ahora sale a la luz. El Diccionario Biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939, publicado por la editorial sevillana Renacimiento, es la propuesta para viajar por esos recuerdos del exilio intelectual, el atlas de los mapas del destierro. Casi 1.500 entradas que se adentran en la vida y la obra de 1.191 autores españoles que tuvieron que huir de España tras la Guerra Civil.

El libro, que se presentará hoy en el Ayuntamiento de Sevilla con el respaldo del Centro de Estudios Históricos de Andalucía aprovechando el Día de la Memoria, es un trabajo colectivo del Grupo de Estudios del Exilio Literario (GEXEL), adscrito a la Universitat Autònoma de Barcelona. Un total de 102 investigadores que participan en un ambicioso proyecto editorial del que ya han salido interesantes trabajos de rescate de la obra perdida de estos escritores.

Deuda moral
El grupo GEXEL se creó en 1993 para reconstruir la memoria cultural del exilio republicano de 1939. Era un proyecto de intención académica pero que también tenía implicaciones éticas y políticas al considerar que España tenía que saldar una deuda moral con “aquellos españoles que pagaron con el destierro forzoso su fidelidad a la legalidad democrática republicana”, según argumentaban en el manifiesto de creación.

La mayor parte del exilio intelectual no ha sido incorporado de forma natural al patrimonio español. Salvo el caso de los desterrados de primera fila como Luis Cernuda, Rafael Alberti, María Zambrano, Pedro Salinas o Francisco Ayala, el resto vive aún en el exilio puesto que es imposible encontrar sus libros en España, así en el franquismo como en la democracia. “Las obras que mencionamos en el capítulo de Creación debieran ser obras presentes en el catálogo de la Biblioteca Nacional de Madrid a disposición de cualquier lector. Son parte de nuestro patrimonio literario e intelectual, sin cuyo conocimiento nunca estará completa la historia de la cultura”, asegura Manuel Aznar Soler, catedrático de Literatura Española Contemporánea de la Universitat Autònoma de Barcelona, director del GEXEL y coordinador del libro junto al profesor José Ramón López García. “La recuperación de esta biblioteca del exilio y de la historia de nuestro exilio republicano de 1939 debería haber sido un tema prioritario de la política cultural de Estado y sigue siendo una asignatura pendiente”, añade.

Cada entrada del diccionario es un viaje en el tiempo hacia esas biografías del exilio y también un recorrido por la España del destierro, la que crearon los exiliados, como tantas veces relató Max Aub. En México DF se reunían en cafés como el Papillón, en la antigua calle Madero, que les recordaba la Carrera de San Jerónimo de Madrid, o el Ambassadeurs del Paseo de la Reforma que les evocaba el restaurante Lhardy. Con Francisco Ayala se viaja a Buenos Aires: allí frecuentaban los cafés de la Avenida de Mayo, que era como la calle de Alcalá trasplantada al otro lado del mundo.

En los mapas del exilio que ahora se descubren con este diccionario surgen otras ciudades-refugio para aquella España peregrina como París, Toulouse, La Habana, Nueva York, Montevideo o Londres. En Inglaterra, el autor malagueño Salazar Chapela, que llamaban el “tío de Londres”, recibía en La Bretagne, un restaurante en South Kensington y luego se iba a la sala de pintura española de la National Gallery. Así veían pasar el tiempo y la Historia de la que ya no formaban parte.

“Si terrible es el olvido de los exiliados, aún lo ha sido más para las mujeres. En este diccionario aparecen historias sorprendentes como la de Victoria Kent, la política republicana, escondida en un pequeño apartamento con nombre falso en el París de los nazis y cuyo sufrimiento relató en el libro Cuatro años en París; la historia de la poeta Concha Méndez, o de María Lejárraga, que había sido esposa de Gregorio Martínez Sierra y desde el exilio tuvo que reivindicar la autoría de los textos que firmó con el nombre de él.

Algunos de aquellos exiliados se adaptaron sin problemas, o sobrevivieron pero jamás lograron adaptarse, otros idealizaron España hasta confundir sus recuerdos y la realidad, otros murieron antes de regresar a un país que ya no era el que recordaban como subrayó desolado Max Aub en La gallina ciega.

Hay momentos especialmente trágicos al repasar las entradas biográficas de los exiliados que nunca lograron adaptarse como Pedro Garfias al que solían ver platicar con fantasmas en las tabernas de México. Garfias es uno de los símbolos derrotados del exilio con su cátedra de cantinas y emérito del pulque. El poeta se bebió la vida dejando sus versos abandonados en servilletas de las tabernas. Parecía el más alegre, pero fue el que nunca asumió la derrota. Este diccionario cuenta su historia y la de más de un millar de aquellos expulsados a los que al morir, como decía el verso de Juan Rejano, “les hallaron España en el pecho”.

EDITORIALES PARA LA SUBSISTENCIA
Este diccionario revisa, supera y amplía la obra mítica que en 1976 editó Taurus y que dirigió José Luis Abellán: El exilio español de 1939, en la que participaron autores desterrados como Manuel Andújar, Aurora de Albornoz, Tuñón de Lara o Juan Marichal. Abordaba el exilio desde la literatura, el teatro, el cine, la ciencia o el pensamiento. Y trataba un elemento fundamental en el que también incide el diccionario: la importancia de las revistas y las editoriales en los países de acogida, fundamentales para la subsistencia con el encargo de traducciones, correcciones, ilustraciones... Es el caso del Fondo de Cultura Económica de México o la bonaerense Losada.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/06/13/actualidad/1497374517_678085.html?rel=lom

viernes, 30 de junio de 2017

El regreso del mariscal Paulus. El denostado comandante del Sexto Ejército nazi es noticia por la reedición de ‘Stalingrado y yo’.


Li Ch'uan: A estos hombres se les llama "locos criminales" ¿Qué pueden esperar sino la derrota?.

"Hay dos futuros; el futuro del deseo y el futuro del destino, y la razón humana nunca ha aprendido a separarlos". 
De El Mundo, el demonio y la carne. 1929

Pocos personajes hay en la II Guerra Mundial que caigan tan antipáticos como el mariscal Paulus, el hombre que rindió el Sexto Ejército alemán en Stalingrado y fue la cabeza visible de la derrota más simbólica (en realidad la más decisiva fue la de Kursk) de los nazis en la contienda. Los hay peores, claro, verdaderamente malvados y atroces –de Heydrich, por ejemplo, no dices que fuera antipático, y menos se lo hubieras soltado en su cara-, pero Friedrich Paulus destaca en la categoría de los desagradables.

Paulus, del que ahora se reedita Stalingrado y yo (La Esfera de los Libros), un libro fundamental y descatalogado desde hace años –en realidad no unas memorias sino un conjunto heterogéneo de textos y documentos compilados por Walter Goerlitz y prologados por Ernst Alexander Paulus, el hijo del mariscal (tuvo otro que murió en Anzio)-, fue siempre un tipo estirado, agrio, adusto, de nula empatía, indeciso, pretencioso y cargante, que además se creía la repanocha. Era de aquellos que en plena guerra mundial van por ahí medrando y preguntando qué hay de lo mío. Es verdad que era alto, guapo y elegante y eso engañaba. Pero no tenía para nada el carisma de Rommel, al que se parece en otras cosas como lo de perder batallas famosas y que Hitler le animara (en su caso sin éxito) a suicidarse.

Lo elevaron por encima de sus méritos y capacidades y ejerciendo el mando se mostró estricto, puntilloso, ordenancista pero a la vez vacilante, e incapaz de comprender y no digamos de compartir las penurias de sus soldados. Por supuesto jamás mostró -mientras luchaba- la más mínima compasión por el enemigo ni remordimientos por la guerra de aniquilación que Hitler libraba y de la que él era parte privilegiada del engranaje con sus pantalones de montar con raya roja, sus mapas y sus guantes de cabritilla. Le indignaban más los malos modales de Jodl que las Leyes de Nurenberg.

Era un snob como una casa. Es cierto que el detalle parece añadir poco al perfil negativo de alguien que comandaba un devastador ejército mecanizado de Hitler pero es que Paulus era verdaderamente repulsivo en ese aspecto y hasta coqueteaba con ese “von” de su apellido que no era para nada de recibo y con el que sin embargo se le conoce popularmente. En realidad la aristócrata era su mujer, la rumana Elena-Constance Rosetti Solescu, llamada Coca por su familia, descendiente de la más rancia nobleza de Moldavia y Valaquia y que eran amigos de los Cantacuceno (no me extrañaría que Elena hubiera conocido a Patrick Leigh Fermor durante las andanzas moldavas de este con la princesa Balasha). Su esposa (que soñaba con verlo en el puesto de Keitel) le allanó el camino al entonces joven alférez Paulus, de familia pequeñoburguesa de Hessen (y rechazado por ello en la Marina imperial) para ingresar en el gran mundo de la vieja Europa, pero también le puso el listón alto: ya que no tenía pedigrí propio debía labrarse una reputación y esas cosas suelen salir mal: igual que te lías en Nóos la lías en Stalingrado.

Allí demostró que ponerlo al frente del Sexto Ejército –sin haber tenido antes ni siquiera el mando de un regimiento- había sido una pifia, lo que, si bien se piensa fue una suerte para el mundo civilizado. En el momento crucial, cuando desobedeciendo las órdenes de Hitler pudo quizá haber salvado al menos una parte de sus fuerzas rompiendo el cerco y huyendo de aquel infierno a la derecha del Volga, se "jiñó"(1) literalmente (sufría de colerina, “el mal ruso”) y permaneció dudando, como acostumbraba. Hitler le nombró mariscal en los últimos momentos (el 30 de enero de 1943) confiando en que se suicidaría; sin embargo, Paulus prefirió entregarse a los soviéticos y quedar como un cobarde, pero un cobarde vivo. Esto, que sorprendió a los propios rusos, hasta nos podría inspirar simpatía –todo lo que sea hacer rabiar a Hitler...-, pero el flamante mariscal se desentendió de la espantosa suerte de sus hombres y pasó un cautiverio mucho más amable en el que hasta tuvo oportunidad de aprender a jugar al bridge (le enseñó el padre del dramaturgo catalán Pablo Ley, también prisionero). Mientras tanto, accedió a dejarse manipular por la propaganda soviética e hizo profesión de anti nazismo, lo que desde luego era más seguro en Moscú que en Berlín.

Tras la guerra participó en los Juicios de Nurenberg como testigo contra sus pares, los jefes de la Wehrmacht, se instaló en la Alemania del Este y allí murió en 1957, rodeado de los fantasmas mudos de todo su ejército.

(1) Nunca afirmaríamos eso, es claramente despreciar y, sobre todo, minusvalorar al Mariscal de campo y al ejército alemán para infravalorar la victoria del ejército soviético. No fue así, fueron vencidos a un coste muy elevado por un ejército que demostró ser mejor, el soviético, con mejores generales, mejores jefes, mejores oficiales, mejores suboficiales, mejores soldados, más espíritu de victoria, una mejor táctica y una más precisa estrategia. Y eso es lo que aún no se le quiere reconocer al ejército soviético, y así fue. Los alemanes habían tenido campañas victoriosas en todos los lugares, incluida Francia, vencida en un solo mes de combates. Eran temibles debido a esos éxitos, parecían invencibles, toda Europa estaba ocupada por la Wehrmacht y el ataque por sorpresa a la URSS así parecía confirmarlo al comienzo, por los enormes avances de su "guerra relámpago". Parecía que los alemanes no iban a ser detenidos nunca, un ejemplo de "ejército invencible". Después, y con enorme esfuerzo y millones de pérdidas de vidas de militares y civiles, todo cambió... El que parecía invencible ejército alemán fue vencido por el ejército rojo, el ejército soviético, al mando del mariscal Zhúkov. La II G. M., le costó a la URSS más de 26 millones de vidas humanas, muchos más millones de inválidos, una enorme destrucción, pues el ejército alemán llevó a cabo una guerra de exterminio, el objetivo era arrasar la URSS, convertirla en un campo de cultivo llenos de esclavos y enviar al fondo del olvido y de la Historia a los ideales de emancipación de la clase obrera, a la Revolución de Octubre. No debemos olvidar que Hitler fue puesto en el gobierno por el capitalismo alemán (1) con esa finalidad. Lo que hay que luchar y trabajar para que no ocurra nunca más una guerra así.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/07/actualidad/1488899937_575248.html

https://youtu.be/7heXZPl2hik

Libros sobre sobre la batalla de Stalingrado.
https://elpais.com/cultura/2018/01/26/babelia/1516975321_243692.html?rel=lom

(1) Ver, El Orden del día. Éric Vuillard.

jueves, 29 de junio de 2017

Costa Gravas. “El buen cine se fundamenta en las emociones de la vida” El director ha recibido el premio de honor Luis Buñuel del Festival de Huesca.

El miércoles por la noche, Konstantinos Gavras (Loutra-Iraias, 1933), más conocido como  Costa-Gavras, recibió uno de los dos premios de honor del Festival de Huesca, junto a Álex de la Iglesia. El francogriego posee una carrera impecable, una colección de títulos como Desaparecido, Z, Amén, Estado de sitio, La caja de música...“Mis películas, y en general todas las películas, no son ni pueden ser un discurso político o académico, ni una lección, sino un espectáculo. Ahora bien, todas ellas hablan de la sociedad y de sus problemas, y a final eso las hace un poco políticas”, cuenta por teléfono en su estupendo castellano desde Huesca.

El nombre del premio recibido, Luis Buñuel, lleva a Costa-Gavras a hablar de su pasión por el cineasta español: “Es un grande del cine mundial. Yo estudié en la escuela algunos de sus trabajos y más tarde vi toda su filmografía en Francia. Me interesan mucho las mexicanas”. ¿Puede que porque sean filmes con un mayor trasfondo social, más cercanos al estilo de Costa-Gavras? “Sí, puede, aunque algunas las hizo para sobrevivir [remata en risas]”. Felicitado por su galardón, recuerda: “El pequeño Konstantinos estaría asombrado al recibir algo con el nombre de ese creador. Aunque creo que aún fue mejor el tiempo que pude pasar con él, un domingo en México mientras yo rodaba Desaparecido, gracias a su director de fotografía,  Gabriel Figueroa. Fue muy emocionante”.

Su defensa de su impecabilidad curricular le llevó a rechazar la dirección de la adaptación de El padrino: “El libro de  Mario Puzo era muy malo; Francis Ford Coppola supo sacar de ahí una obra maestra”. Desde El capital (2012) no ha hecho cine, lo que no quiere decir que esté mano sobre mano; dirige la Cinemateca Francesa —es su segundo mandato, ya la presidió en los ochenta— y así mantiene una visión muy fresca del cine actual: “Hay cosas muy interesantes, como la universalización del medio. A cambio, las nuevas compañías como Netflix parecen quererlo todo, solo les preocupa... ¿cómo se dice? [pregunta a alguien a su lado en francés]. Eso, la cuenta de resultados”.

Costa-Gavras se siente europeo. Hace años se declaraba indignado con la situación política y social en la UE. Hoy defiende que existen atisbos de optimismo. “Desde la misma UE empieza a salir un mensaje de cambio, son conscientes de que las instituciones y sus mecanismos necesitan mejorar. Y en Francia ya se ha notado con la elección de nuestro joven presidente, Emmanuel Macron. Él está realizando declaraciones en un sentido muy acertado: o cambia Europa o desaparece. La idea original de unión era extraordinaria, y políticos como José Manuel Durão Barroso —el actual presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker es un poco mejor, pero tampoco...— casi acaban con ella. No son los horizontes que necesita la actual Europa. Hay que impulsar una Europa unida en lo político, lo cultural y lo educativo”. Es decir, que es optimista. “Escuchando lo que últimamente se dice, sí. Aunque si los gobernantes se dejan llevar por las pequeñas problemáticas... entonces no”.

Costa-Gavras nunca ha olvidado que él fue un inmigrante, y que, señala, “cualquier europeo tiene un abuelo de otra región o de otro país”, con lo que sigue con atención las noticias sobre los refugiados y el avance del integrismo islámico: “No creo que haya un apoyo a ese terrorismo, pero sí es cierto que crece su caldo de cultivo y que no hay voces generales desde la comunidad islámica europea que pidan parar eso. Es un peligro considerable porque es impredecible”.

Cuando se estrenó en España su último trabajo en 2012, El capital, sobre la corrupción y los manejos del poder, aún no habíamos vivido la explosión diaria de noticias sobre el lodo de putrefacción político-económica en el que chapoteamos. Costa-Gavras se echa a reír: “No es solo un problema español, sino de la sociedad actual. Porque el dinero hoy no es ideología, sino religión. La sociedad actual se mueve con un solo faro, la economía, y por tanto empuja a la gente al individualismo”.

¿No se ha perdido la fuerza moral en los nuevos cineastas que tenía la generación de Costa-Gavras? “La respuesta es compleja, prefiero quedarme en que cada uno hace lo que puede”. Y a continuación advierte que no cree en generaciones: “El cine es ante todo personal, luego nacional y finalmente europeo. Cierto, la Unión Europea debería de apoyar mucho más a que cada país ayude a su cine. Otra cosa es si muchas naciones quieren que haya un cine nacional, como un museo nacional... El cine son imágenes que viajan, aunque imágenes aferradas a una identidad, que suele ser la nacional. Luego, si los filmes son buenos alcanzan a espectadores de otros territorios. Hoy no sé muy bien qué pasará por la cabeza de los jóvenes espectadores con esas películas estadounidenses basadas solo en efectos especiales. La industria ha cambiado, olvida que el buen cine se fundamenta en las emociones de la vida”.

Desde 2012, Costa-Gavras no ha rodado: “Dediqué un año y medio a escribir un libro, y posteriormente estuve pensando varios proyectos. Ahora por fin he encontrado las condiciones adecuadas para dirigir mi siguiente película”. ¿Y sobre qué irá? “Es actual. No puedo contar más”.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/06/15/actualidad/1497553041_050759.html



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miércoles, 28 de junio de 2017

Aprender a ser feliz de nuevo tras una pérdida.


 La boda se aproximaba, la de mi hijo. Los eventos familiares importantes causan revuelo, como cuando llega la primavera a un lago: nunca se sabe qué saldrá a la superficie. En mi familia perdimos a mi esposo hace tres años y medio, de manera repentina —pensamos que fue a causa de un aneurisma—, y todos tuvimos que lidiar con emociones que fluctuaban de una manera atroz.
Durante el primer año de la muerte de David sentía como si todavía anduviera muy cerca de nosotros. Mi hija de diez años podía preguntar qué diría papá de esto o aquello y yo respondía sin chistar. Todavía escucho su voz. A lo largo de ese primer año, vi la famosa pintura de Chagall titulada El paseo, en la que el artista sostiene la mano de su mujer mientras ella flota por encima de él, a su alcance, y justo así me sentía.

Mi esposo estaba en otro plano y, sin embargo, lo suficientemente cerca como para que yo estirara la mano y lo tocara. Tras el aniversario de su muerte, el día después del 14 de febrero, casi sentí cómo se iba. Fue como si pasara a otra esfera, tal como enseña el misticismo judío. Los que se han ido están y no están entre nosotros al mismo tiempo.

Que las ‘vidas perfectas’ de Facebook no te depriman
Lo sentí en mis entrañas. Y mi cuerpo respondió: de inmediato me enfermé de neumonía (no ayudó que hubiera pasado aquel día de invierno tan frío dando vueltas en el cementerio, buscando su tumba entre la nieve espesa).

En cierto sentido, la neumonía me hizo bien. Me dio una excusa para detenerme y descansar, cosa que muchas veces los dolientes no se permiten hacer. Mis amigos y familiares estuvieron prestos a ayudarme; creo que en algún momento hubo siete distintos tipos de sopa en mi refrigerador. Sin embargo, ya no podía escuchar la voz de mi amado tan fácil ni tan claramente. Parecía que yo misma me encontraba entre la vida y la muerte. Pero teníamos una hija, aún pequeña: no había opción, tenía que volver a este lado de la vida. La vida nos da un empujón por la espalda, como un pasajero malhumorado que viaja a nuestro lado.

Poco después de eso, mi hijo se comprometió. Nada habría hecho a David más feliz. En la fiesta de compromiso, un evento sorpresa que nos provocó una gran felicidad, me mantuve atenta a mi alrededor, con la vaga esperanza de que apareciera en la puerta. No creo haber sido la única. Amigos y familiares nos felicitaron y muchos de ellos lloraban. Eran lágrimas de felicidad… no, no solo eran eso.

Yo también conocí a alguien (mi suegra preguntó: “¿Ya estás saliendo con alguien? Y de no ser así, ¿por qué?”). No era solo alguien, se trataba de alguien tierno y amable, considerado, guapo y gentil, que también había perdido a su cónyuge cuatro años antes. Compartíamos lo que él llamaba “un amor casi irracional” por la música… y una herida. Ambos habíamos estado felizmente casados por más de 30 años. Sabíamos cómo estar con otra persona; algo sabíamos sobre amar y ser amados. De repente, la vida se llenó de dicha de nuevo y de sustancia y aventuras. Cambió todo y, al mismo tiempo, todo seguía igual.

Estábamos felices de nuevo, casi con frivolidad. Sin embargo, aquel dolor, aquella nostalgia por el ser querido al que hemos perdido, nunca desaparece. Y así, dando tumbos en un mundo que ha probado no ser de fiar, debemos encontrar nuestro propio equilibrio. Y no es fácil, porque el duelo no tiene horarios ni instrucciones. En un momento, una anda dando brincos, en éxtasis, y al siguiente agacha la mirada, como si acabara de caer a un precipicio y agitara los pies a tontas y a locas, igual que el Coyote del Correcaminos en plena caída. Y no hay forma de saber qué será lo que nos hará caer al precipicio.

Hace poco, estaba en la despedida de soltera de la hija de un amigo, también viudo, una ocasión bella y feliz, en la que abundaban las jóvenes de vestidos floreados. Alguien puso la canción de Sting “Fields of Gold” y volví a ver a mi amigo. Su rostro cambió de repente: se le llenaron los ojos de lágrimas.

You’ll remember me when the west wind moves / Upon the fields of barley / You’ll forget the sun in his jealous sky / As we walk in fields of gold ...
(Te acordarás de mí cuando el viento del oeste se mueva/ sobre los campos de cebada/ olvidarás el sol en su celoso cielo/ mientras caminamos en campos de oro...)

Su esposa habría reconocido a todas esas hermosas jóvenes de vestidos floreados; podría haber saludado a cada una por su nombre. Habría caminado con la novia, su hija, entre sus brazos; recordaría con ella las noches de preocupación, de ir y venir por la casa, y también las victorias diarias. Habría estado ahí.

El matrimonio de mi hijo se acercaba. Yo estaba encantada con su prometida y era una ocasión que esperaba con anhelo, con la mayor alegría… y con algo de temor.

Sin importar qué tan gloriosa y plena fuera la boda, sabía que todos sentiríamos una gran ausencia… desolación, a decir verdad.

David, quien se desvivía por hacer felices a aquellos que amaba, no estaría ahí para hacer el brindis, además de que era uno de los mejores oradores que se puedan imaginar. Sin fallar, creaba los que mi hijo llamaba “momentos Kodak”. Estaría con los brazos extendidos y los ojos azules radiantes; sería David, el hombre de familia en todo su esplendor.

Era imposible, impensable, que no estuviera presente para aportar la calidez de su presencia que iba más allá de la vida.

Me tocaría a mí, la vacilante y reservada, hacer el brindis y, nuevamente, encontrar la delgada línea que divide la alegría de la tristeza. Había que ser honesta. Para honrar a David sin deshonrar la dulzura de la ocasión, justo cuando todos comenzábamos a salir adelante.

 Sabía que David gritaría. Incluso sin que escuchara su voz tan claramente en mi cabeza, lo sabía. Es el clásico brindis judío, la vieja historia, aquella que celebra el cuerpo y la sangre, la unión, la velocidad del tiempo, el increíble regalo de ser, a esos dos jóvenes que se aman, ahora y por la eternidad.

¡L’chaim! ¡Por la vida! A la vida.

Liz Rosenberg es profesora de creación literaria en la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY) en Binghamton, y poeta y autora, más recientemente, de la novela "Beauty and Attention".

https://www.nytimes.com/es/2017/05/22/aprender-a-ser-feliz-nuevo-perdida/

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martes, 27 de junio de 2017

Las claves del éxito de las universidades catalanas. Los campus resaltan su capacidad de atraer a profesionales de excelencia y el polo científico que los rodea.

No hay receta para el éxito que tenga un solo ingrediente.
Tampoco para despuntar en los ranking de universidades. En todo caso, dicen los implicados, hay un cúmulo de factores. “Aunque estas clasificaciones hay que mirarlas con cuidado porque subes y bajas con facilidad”, matiza Margarita Arboix, rectora de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), una de las instituciones mejor posicionadas en el informe de la Fundación Cyd (Conocimiento y Desarrollo). No hay parámetro en el que no se cuele, entre los primeros puestos, alguna universidad catalana, especialmente las que se levantan alrededor del área metropolitana de Barcelona: la UAB, la Pompeu Fabra (UPF) y la Universidad de Barcelona (UB). Su secreto, dicen, una mezcla de capacidad de atracción de talento, internacionalización y, sobre todo, calidad docente.

Las tres tienen en común el ecosistema empresarial, científico y tecnológico que las rodea. “El sistema se ve favorecido por un entorno de altísimo desarrollo, donde es más fácil el fenómeno de la colaboración. Tener un entorno rico en oportunidades, ayuda”, apunta Màrius Rodriguez, vicerrector de Relaciones Institucionales de la UAB. “Tenemos poca transferencia de conocimiento pero tenemos buena ciencia, que es la condición para avanzar y tener buena transferencia”, agrega Jaume Casals, rector de la UPF. También cuentan con mecanismos para sortear la rigidez en la contratación docente y atraer talento. “Nuestro secreto es el espíritu de renovación, la juventud y la lucha contra la telaraña normativa. Hemos desarrollado un sistema que nos ha permitido reclutar personas de otros entornos, personas consagradas a la universidad y a la investigación”, sostiene Casals. Por ejemplo, convocatorias de la Generalitat como las de investigadores ICREA para fichar talentos docentes que, por restricciones burocráticas o económicas, no podrían entrar en la rueda del profesorado con plaza fija.

Tener a los mejores docentes y cuidarlos supone un efecto llamada al talento. “El hecho de tener un buen nivel de docencia le da prestigio a tu facultad, atraes estudiantes buenos y eso es tener el talento garantizado”, sintetiza Arboix, que aboga por cuidar a profesores e investigadores y facilitarles el trabajo. “Hay que invertir en personal de apoyo para ayudarlos en sus investigaciones. La burocracia es impresionante. Hay que cuidar el talento y darle instrumentos para hacer su trabajo más fácil”, señala la rectora.

Evaluación trimestral
La última arista del triángulo del éxito es la internacionalización. “Las conexiones internacionales, la tradición de movilidad de ir y recibir gente ayuda a tejer redes internas para investigación y captar talento”, apunta Ernest Pons, portavoz de la UB. “Tenemos una clarísima vocación internacional. Los referentes más potentes los encuentras en contextos amplios”, apostilla Martínez.

A ojos del alumno, la excelencia del sistema catalán lo resume Joan Carles Rodríguez, estudiante de tercer curso de Derecho en la UPF. “Hay tres elementos que marcan la diferencia en la UPF. Primero, la calidad docente, pues la mayoría son profesores que tienen experiencias profesionales, no solo docentes. Segundo, el modelo de la UPF está basado en seminarios y evaluación trimestral, que hacen que practiquemos en grupos reducidos los conocimientos adquiridos de teoría y que seamos más constantes. Y tercero, la internacionalización: uno de cada tres alumnos hace una estancia fuera de la universidad”, concluye. Joan Carles terminará la carrera el año que viene en la Universidad Católica de Milán.

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2017/05/19/catalunya/1495178078_176609.html